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El imperio descarga su violencia
Martín Latorraca y Maximiliano Martínez
El Espejo de Argentina y el Mundo
Capitalismo en crisis: En un contexto de debacle en la economía a
nivel planetario, los rebotes que se descargan sobre el país provocan
una mayor expoliación de los arrasados bolsillos de los trabajadores
y un creciente rebrote de violencia estatal.
"En muchos de los países de América Latina, la ascendente
burguesía nacional, buscando una mayor participación en el botín
y aun esforzándose por aumentar la medida de su independencia -es decir,
por conquistar la posición dominante en la explotación de su propio
país- es cierto que trata de utilizar las rivalidades y conflictos de
los imperialistas extranjeros con este fin. Pero su debilidad general y su retrasada
aparición les impide alcanzar un más alto nivel de desarrollo
que el de servir a un amo imperialista contra otro".
Sesenta y cuatro años después de la magistral descripción
hecha por León Trotsky acerca de la política anexionista de Washington,
un referente argentino de la clase mencionada por el revolucionario ruso reclamaba
a gritos su necesidad por volver a hacerse de las riquezas nacionales hoy en
manos de capitales extranjeros. "Están atentando contra la posibilidad
de quedarnos. Sin embargo veo que los problemas deben resolverse desde adentro,
no dolarizando ni defendiendo la banca off-shore. No debemos someternos a las
decisiones de otros, así renunciaríamos a nuestra justicia". Esta
frase, que refleja al histórico nacionalismo burgués, fue lanzada
por Oscar Vicente, vicepresidente de Perez Companc, y flamante titular de la
Asociación Empresaria Argentina.
"Washington, al servicio de Wall Street, desempeñará un papel
crecientemente reaccionario en los países latinoamericanos. Así,
los Estados Unidos aparecen como el amo predominante y agresivo de América
Latina, listo para proteger su poder con las armas en la mano". Una vez más,
Trotsky demuele cualquier intento de querer encubrir la verdad histórica
sobre la política exterior estadounidense, puesta de manifiesto en la
afirmación del gendarme civil oficial de la banca extranjera, Rudiger
Dornbusch, al dejar en claro en un documento de su autoría, titulado
"Informe económico mundial. Riesgos para la recuperación de los
Estados Unidos, problemas en la periferia", en el que dijo: "Argentina seguirá
cayendo, sin que se pueda hablar de ayuda externa, hasta el retorno de algún
dictador militar". Dictador que, previamente, deberá consultar con el
Departamento de Estado los pasos a seguir.
Como reflejo del enfrentamiento aún sin saldo positivo entre el Banco
Central y el Ministerio de Economía, ambos representantes de intereses
imperialistas diferenciados, en las últimas semanas se pudieron vislumbrar
algunos hechos que confirman este escenario. Una disputa que, como ocurre casi
siempre, es sólo el eco de lo que se cuece en Estados Unidos. En una
reciente reunión de economistas y funcionarios de todo el mundo para
tratar el tema de la crisis argentina llevada a cabo en la prestigiosa Universidad
de Harvard, se pudo ver cómo los distintos proyectos que habitan dentro
del gobierno de Bush mostraban sus recetas. Así, un importante asesor
del Comité Económico del Senado estadounidense exigió la
dolarización total de la economía argentina, mientras la vicepresidenta
del FMI, Anne Krueger descartó de plano el cambio de moneda. Sin embargo,
no dejó de lado la dureza de sus imposiciones al afirmar que "hasta que
no se vislumbre un camino claro, con un ancla nominal firme (o sea una nueva
convertibilidad), el Fondo no seguirá adelante con la Argentina". En
sintonía con su jefa, el encargado de la misión del FMI en el
país, Anoop Singh, planteó los tres requerimientos clave del organismo:
un programa para evitar la hiperinflación, una estrategia completa para
el sistema bancario del futuro (con un Banco Central realmente independiente,
bancos públicos que jueguen un rol menor y un ancla monetaria firme),
y un programa de reconstrucción de las finanzas. Sin eso, dijo, no se
puede empezar a hablar de recuperación. Como para terminar de cerrar
el movimiento de fichas hacia un jaque mate sobre la soberanía del país,
en los próximos días arribará a Ezeiza el secretario del
Tesoro estadounidense, Paul O´Neill, quien junto a las recientes visitas de
Singh, el secretario de Estado adjunto para Asuntos Hemiféricos de Estados
Unidos, el cubano anticastrista Otto Reich, y demás funcionarios del
FMI, configuran la conversión de Argentina de ser una semicolonia a renunciar
a cualquier tipo de decisión independiente frente a Washington.
En medio de semejante enfrentamiento entre los sectores de poder antes mencionados,
existe una realidad que subyace y que determina el día a día en
un país devastado por la rapiña. Los millones de desocupados y
de excluidos, el quiebre de la salud y la educación públicas,
la creciente violencia social, entre otros muchos aspectos que describen un
escenario dantesco, son la cara visible de un sistema que en momentos de crisis
descarga sobre la "periferia" toda su violencia económica y también,
cuando es necesario, militar como desea el halcón Dornbusch.