|
De cómo un delator enjuicia a una abuela de Plaza de Mayo
Empezó en Córdoba el juicio contra Sonia Torres, la abuela de
Plaza de Mayo que fue denunciada por Tránsito Rigatuso, el ex interventor
de un colegio del que desapareció un grupo de adolescentes.
La abuela Sonia Torres sentada en el banquillo de los acusados por Rigatuso,
en Córdoba.
Por Mónica Gutiérrez
Sonia Torres es una abuela más de las que buscan a sus nietos arrebatados
por la dictadura militar. En ese camino por la justicia, que transita desde
hace 26 años, debió pasar ayer por la dura experiencia de estar
sentada en el banquillo de los acusados. Por esas perversiones del sistema judicial
fue imputada de haber calumniado e injuriado a Tránsito Rigatuso, el
ex director de la Escuela Manuel Belgrano en los años previos al golpe.
Allí cursó sus estudios Silvina, la hija de Sonia, quien desapareció
junto a doce compañeros en 1976. Más de una vez quedó comprobado
en la Justicia que Rigatuso había tenido un papel clave en la entrega
de información sobre los adolescentes. Para demostrar lo contrario, su
abogado patrocinante pidió los testimonios de Luciano Benjamín
Menéndez y de César Anadón, los dos principales hacedores
del terror de aquellos años en el ámbito del Tercer Cuerpo, que
irán hoy a los tribunales. En la primera audiencia, la declaración
del periodista, autor de la nota que motivó la querella, fue contundente.
El juicio que se ventila en Córdoba es el primero en que una Abuela de
Plaza de Mayo tiene que responder en calidad de acusada. El ex diputado y dirigente
justicialista entró puntual a la sala de audiencias. Después de
que Sonia se abstuvo de declarar, Rigatuso recibió de su abogado, Mariano
Arbonés, el consejo de que hiciera lo mismo. Ayer testimoniaron Miguel
Flores y Luis Grunspan, ex docentes del Manuel Belgrano, el ex celador Daniel
Ficetti y el periodista Adrián Bassola.
"Fui obligado a renunciar por el interventor", le dijo Ficetti al
juez y describió que en el colegio "había disturbios provocados
por revoltosos", aunque deslindó responsabilidad en la delación
de alumnos. "No conozco", respondió cuando se le preguntó
si Rigatuso había entregado esa información a las autoridades
militares. La defensa pretende demostrar que Rigatuso no sólo no tuvo
que ver con la confección y entrega de listados, sino que fue una víctima
más de la represión.
El del periodista fue el testimonio más importante del primer día
del juicio. "Son los chicos que delató Rigatuso", fue la frase
que Bassola le adjudicó a Sonia en la nota del 21 de junio del ‘98, después
de escribir que "Silvina no fue la única desaparecida, sino que
la cifra supera los diez". Bassola le explicó ayer al Tribunal que
sólo la frase entre comillas le corresponde a la abuela y que el resto
lo escribió él. Y se remitió a otro artículo que
publicó en 1996, también en La Voz del Interior, titulada "Cuando
el horror tomó nombre de escuela", donde cuenta las historias de
los 13 alumnos desaparecidos del Belgrano. Allí menciona el fallo del
juez Gustavo Becerra Ferrer en el caso de otro alumno, Jorge Nadra, cuyos padres
acusaron a Rigatuso de haber "entregado" a su hijo. Relata que el
magistrado dio por acreditada la existencia de listas y la información
proporcionada por Rigatuso a las autoridades, por los testimonios que había
recabado. En ese momento nadie cuestionó la nota, ni al diario ni al
periodista, por lo que resulta curioso cómo luego Rigatuso arremete contra
la representante de Abuelas.
El abogado Mariano Arbonés impugnó la testimonial del periodista,
dejando claro así que no le convino a la querella. La denuncia presentada
por Rigatuso tergiversa la nota periodística, y le atribuye todo el párrafo
a la abuela de Plaza de Mayo, sin diferenciar lo escrito por el medio y la cita
textual. Un grupo de Abuelas opinó que está claro que "con
esto se pretende una sanción supuestamente ejemplificadora", para
acallar la verdad y la justicia que desde hace casi tres décadas buscan
los familiares, los abogados y los organismos de derechos humanos. Pero cada
intento parece obtener el resultado contrario: numerosos representantes de Hijos
y de Abuelas de Plaza de Mayo estuvieron junto a Sonia, que fueaplaudida y saludada
con emoción cuando salía de la primera audiencia. Rigatuso tuvo
que salir por la puerta de atrás