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ACORDE A LAS RECETAS MILITARES NORTEAMERICANAS
El general Brinzoni combina los comandos con el reparto de bolsones
Fuente, Diario La Arena
La doctrina antiinsurgente elaborada en la academia militar de West Point siempre
combinó mucho plomo caliente con dosis homeopáticas de acción
social. De ese modo podía bombardear las aldeas vietnamitas y luego pasar
por éstas con consultorios odontológicos móviles. Salvando
las distancias, el generalato argentino está imitando esa doctrina foránea.
Por un lado está elaborando hipótesis de intervención para
reprimir los estallidos sociales que desborden a las fuerzas de seguridad. Y
simultáneamente, para ablandar su imagen ante la opinión pública
tan deteriorada tras la dictadura, está repartiendo bolsones alimentarios
por cuenta del gobierno y la Iglesia. Brinzoni apunta a un superministerio de
Defensa y Seguridad.
SIEMPRE LISTOS
En diciembre último, cuando el gobierno de Fernando de la Rúa
llegaba a su final, desde el ministerio de Defensa se sondeó a las Fuerzas
Armadas para saber si estaban dispuestas a "restablecer el orden". La respuesta
del general Brinzoni y sus colegas de la Armada, Joaquín Stella, y de
la Aeronáutica, Walter Barbero, fue positiva. Eso sí, los tres
condicionaron su intervención a que se pidiera su intervención
por medio de un decreto del PEN avalado inmediatamente por el Congreso.
Al final no hizo falta. O dicho de otro modo, De la Rúa y su gobierno
se fueron a pique y ninguna salida de los tanques a la calle hubiera podido
salvarlos. Pero la disposición de la jefatura castrense a sofocar el
conflicto social quedó plasmada en un "plan de contingencia" solicitado
por Horacio Jaunarena, donde se preveía que las FF.AA. movilizarían
10 mil hombres para ocupar centrales eléctricas, edificios públicos
y otros lugares estratégicos. El plan quedó allí y por
lo menos dos de los protagonistas siguen en sus puestos: Jaunarena y Brinzoni.
El único cambio fue el de Eduardo Duhalde por De la Rúa y en las
últimas semanas se aprecia que el actual titular del PEN está
inclinándose a reflotar los papeles decembrinos del Edificio Libertador.
En abril la tesis de intervención militar en asuntos internos fue abonada
por las declaraciones del general Hernán Olmos, jefe del Segundo Cuerpo
de Ejército. De inspección en Misiones, en la XII Brigada, el
militar fue preguntado sobre la posibilidad de sacar tropas frente a hipótesis
de conflictos sociales o de lucha contra el terrorismo. Y su opinión
fue que "siempre es una posibilidad, no se descarta que la situación
pueda llevarnos a un momento tal en que haya que decidir el empleo del poder
militar".
OTROS DOS SÍ
Las manifestaciones de Olmos no podían ser pasadas por alto: su unidad
de batalla cubre Santa Fe y las provincias del litoral y noreste del país.
Unos diez días más tarde, el run rún militarista se convirtió
en declaraciones oficiales en el Tercer Cuerpo de Ejército, con asiento
en Córdoba y jurisdicción sobre diez provincias del centro, noroeste
y Cuyo.
Las primeras admisiones de la hipótesis fueron formuladas a un matutino
cordobés por el general Emilio Nazar, jefe de la IV Brigada de paracaidistas.
Nazar declaró "en el Ejército no hay espíritu de dar un
golpe de Estado. Descártelo. Pero estamos muy preocupados por la situación
social del país y sabemos que en algún momento vamos a tener que
salir". El periodista que lo entrevistó aclaró lo obvio: cuando
el militar dijo "salir" quedó claro que se refería "a sacar tropas
a la calle ante la posibilidad de un recrudecimiento de las protestas sociales".
El jefe directo del paracaidista es el general Julio Hang, ex jefe de la Casa
Militar de la Presidencia durante la gestión delarruísta, quien
precisó que los militares podrían salir a la calle si hay una
autorización del presidente Duhalde y del Congreso. El jefe castrense
confirmó que la hipótesis del arma era ocupar "circunstancialmente
y por períodos breves", a centrales eléctricas, nucleares y represas.
Cabe puntualizar que Hang y Nazar organizaron el 14 de junio una ceremonia en
homenaje a la IV Brigada por su intervención en Malvinas, a la que asistieron
como invitados especiales el ex represor Luciano Benjamín Menéndez,
el ex gobernador Ramón Mestre y el titular de la Legislatura Herman Olivero.
GENERAL BRINZONI
Ricardo Brinzoni también estuvo presente en ese acto junto al ex general
Menéndez. Dos días antes, el 13 de junio último, el jefe
del Ejército inspeccionó en los campos de la Guarnición
Córdoba el desarrollo del ejercicio de los comandos especiales que se
están formando con una estrategia antiguerrillera.
Durante 70 días, 88 oficiales y suboficiales del Ejército y algunos
provenientes de la Armada, hicieron un curso de "instrucción de supervivencia"
en el monte. El ejercicio fue tan duro que la mitad de los oficiales quedaron
descartados: no todos pueden ser buenos "rangers" o "rambos". Tendrán
que consolarse: los descartados quizás sirvan para disolver piqueteros
que corten rutas pidiendo comida o hacer horas extras en la guardia en Edenor,
Edesur o EPEC.
Promediando abril, el general imputado ante la justicia chaqueña por
el asesinato de 22 presos políticos en Margarita Belén durante
la dictadura militar, ratificó que su arma saldría a reprimir
manifestaciones callejeras, si se lo solicitaba el presidente. Así lo
manifestó al programa Periodistas de América TV.
Ese punto de vista no era novedoso. Ya en febrero último, Miguel Bonasso
publicó en Página/12 que Brinzoni se había reunido con
Adrián Werthein, del Banco Sudameris y La Caja de Ahorro y Seguros. Cuando
el financista le preguntó qué haría en caso de estallido
social, el militar habría contestado: "hoy no tenemos recursos, pero
si no hay remedio haremos lo que tengamos que hacer". Eran los días en
que el almirante Joaquín Stella tenía su propia reunión
con el empresario Mauricio Macri, ambos muy preocupados por la situación
política y social.
SUPER MINISTERIO
Los cañones del generalato -incluyendo a Juan Carlos Mugnolo, jefe de
estado mayor de las FF.AA.- están apuntando a lograr un superministerio
de Defensa y Seguridad. El mismo surgiría de la fusión del ministerio
de Jaunarena y la secretaría de Seguridad Interior a cargo de Juan José
Alvarez.
El proyecto está fogoneado por el Ejército, que pasaría
a controlar en forma directa a las fuerzas policiales y de seguridad (Policía
Federal, Gendarmería y Prefectura). Al tener vía libre para actuar
en la represión interna, las FF.AA. readquirirían la potestad
de hacer inteligencia interna, vedada tras la dictadura militar.
Brinzoni abogó por la fusión de las dos áreas durante un
seminario realizado en junio: "hemos artificialmente diferenciado entre amenazas
externas e internas. Esto no es así". El ministro del ramo completó
el razonamiento: "la distinción entre seguridad y defensa es una categoría
superada. A esta altura dividir en compartimentos estancos es un anacronismo".
Quedaba comprobado lo que tantas veces sostuvo este diario: que Jaunarena no
se reporta al comité nacional de la UCR sino al Edificio Libertador.
Hasta ahora la iniciativa cívico-castrense no ha prosperado porque además
de chocar con la oposición de los organismos de derechos humanos y los
sectores progresistas de la política, ha contrariado a sectores del Congreso.
La titular de la Comisión de Seguridad Interior del Senado, Malvina Seguí,
aseguró que "ninguna cámara va a aprobar eso, que serían
20 años de retroceso en la vida democrática".
La idea del superministerio tuvo más detractores debido a que el Ejército
y la Armada han tenido roces con el parlamento a raíz de los demorados
ascensos de dos oficiales de esas fuerzas acusados de presuntos violadores de
los derechos humanos.
Tratando de "ablandar" su imagen ante la gente, el Ejército ha hecho
acuerdos con la Iglesia de Concordia para repartir bolsones de alimentos donados
a Caritas. Y por delegación del gobernador José Manuel De la Sota,
distribuirá en Córdoba bolsones del programa "A la mesa". El general
Mugnolo insistió en su ofrecimiento al PEN de entregar raciones alimentarias
y utilizar su hospital móvil, a cambio de 800 mil pesos.
A los que se confundan con esta acción social, convendrá recordarles
que la táctica norteamericana en Vietnam combinó mucho napalm
y pocos dentistas. También lo hizo en Tucumán el general de cuentas
bancarias secretas en Suiza, Antonio Bussi, quien en un folleto de propaganda
de 1979 balanceaba: "Mediante seis campañas cívico-militares,
se prestó adecuada asistencia sanitaria a los sectores de menores recursos.
En ellas fueron atendidas 100 mil personas y se mejoraron las condiciones de
la infraestructura sanitaria, proveyendo elementos y equipos". En ese registro
no entraron los campos de exterminio, los desaparecidos, los robos de bebés
y bienes. Como lo patentizaron recientemente las fotos de los niños desnutridos
de Tucumán, en esa provincia ganaron el hambre y el "Operativo Independencia".
EMILIO MARÍN