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Argentina: La lucha continúa

20 y 21 de diciembre: Asamblea Nacional de los trabajadores y el pueblo

Artículo publicado en el Nº 40 del periódico "Eslabón"

Momento crucial para la unidad de las masas contra la ofensiva imperialista

Quienes un año atrás se convencieron de que al gobierno de la Alianza lo había derrocado la sublevación popular con la sola fuerza de su movilización, continúan arrastrando ese grueso error de caracterización. La burguesía y el imperialismo, que obraron entonces manipulando la lucha social, continúan haciendo lo mismo. Frente a ello, la clase obrera se mantiene en repliegue, mientras el conjunto social que se movilizó en diciembre y el período siguiente, confundido y desmoralizado por las consignas que recibió de quienes supuestamente debían dirigirlo, está en pleno reflujo. Mientras tanto, pese a la campaña que intenta convencer de lo contrario, la crisis se agudiza día a día, al mismo compás que impone la ofensiva imperialista. Es previsible que se produzcan nuevas explosiones. Pero sin objetivos claros y dirección reconocible, esto sería usado por las clases dominantes para avanzar también en el recorte de las libertades democráticas, condición obligada para aplicar la política en curso. Debemos impedir que la conmemoración de las jornadas de diciembre sea manipulada por el enemigo. En cambio, transformémosla en punto de partida para la unidad de nuestra clase y nuestro pueblo.
"Mientras la clase obrera no está aún madura para un movimiento histórico independiente,
la existencia de las sectas se justifica (históricamente).
En cuanto alcanza su madurez, todas las sectas son esencialmente
reaccionarias"
Carta de Marx a Bolte, 23/11/1871
¿Cómo debemos actuar los revolucionarios frente a aceleración descontrolada de la crisis y las elecciones de marzo próximo? Nuestro punto de partida está en la divisa histórica del movimiento obrero internacional: la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos.
¿Qué papel cabe entonces a la militancia revolucionaria en la actual situación de confusión, desorganización y parálisis de la clase obrera y el pueblo?
Para la UMS no cabe la duda: hoy, actuar de manera revolucionaria significa encontrar el camino que haga posible la actuación conjunta de millones de personas tras objetivos comunes. No hay perspectivas de avance efectivo contra los efectos devastadores del capitalismo en crisis si no se alcanza un punto de unidad social y política para las grandes masas hoy centrifugadas por las convulsiones brutales de la crisis.
El repliegue profundo de la clase obrera está produciendo desvíos gravísimos en las filas revolucionarias: mientras unos llaman a formar un "partido piquetero", otros invitan a dar clases de marxismo. "Luchismo" al margen de toda interpretación teórica, o teoricismo al margen de la lucha social.
Por otra parte, valiosos luchadores obreros, en combate con las burocracias en sus diferentes versiones, limitan su accionar al plano sindical, y en el mejor de los casos lo combinan con militancia política en organizaciones que, o bien obran como sectas, o bien son obligadas víctimas del escaso desarrollo organizativo de una perspectiva revolucionaria socialista en el proletariado.
Es imperativo asumir que la tarea planteada, en cambio, es bregar porque los trabajadores (con y sin ocupación), las juventudes barriales, universitarias y secundarias, el conjunto de las capas medias afectadas por el desastre, en su resistencia espontánea a los golpes cotidianos de la crisis puedan encontrar un punto de acción conjunta, un objetivo común, que no puede estar en ámbito de acción de resistencia, sino en el terreno político.
¿Cuál puede ser hoy ese punto?
No tenemos duda: llamar a edificar una herramienta que unifique social y políticamente al conjunto de los trabajadores y sus aliados, condición esencial para que sea útil a las masas explotadas y oprimidas tras el propósito de tomar las palancas del poder político.
Sí: decirle a las masas que deben tomar el poder en sus manos (no darle clases de marxismo); e instrumentar hasta donde nos resulte posible los mecanismos prácticos para que las propias masas puedan recorrer ese camino (no convocar en cualquier circunstancia a huelgas generales u ocupación de instalaciones).
No hemos comenzado ayer ni terminaremos hoy de hacer los máximos esfuerzos por difundir y enseñar la teoría científica de la revolución social. Hemos estado y haremos nuestros mejores esfuerzos por seguir estando en la primera línea de la lucha social. Pero nuestra máxima responsabilidad hoy es advertirle a las vanguardias reales del movimiento de masas que, o bien se encuentra un camino hacia la unidad social y política de nuestras resistencias desperdigadas, o bien el enemigo de clase se hace fuerte en una perspectiva que entrará como una cuña en nuestras filas y producirá destrozos de enormes consecuencias.
Hacemos un llamado a los revolucionarios conscientes, a la intelectualidad que se alinea con los intereses de los trabajadores y el pueblo: ¡analicen los elementos objetivos de la crisis económica, social y política que estamos viviendo! ¡repasen la historia de la lucha de clases y vean cómo se han movido las clases dominantes en estas circunstancias! ¡vean cuáles han sido los errores de las vanguardias y qué rumbo tomaron las masas! Debemos extraer todas las consecuencias teóricas y prácticas de la gravedad del hecho de que la clase obrera no tenga en ningún plano un eje de acción común mientras la crisis se ahonda a velocidad de rayo.
Oportunidad histórica
Al mismo tiempo hay que ver que las masas (y por lo tanto los verdaderos revolucionarios) tenemos delante una oportunidad histórica excepcional. No hay ejemplos históricos en los que frente a una crisis de la magnitud que vive Argentina los partidos de la burguesía se despedacen repudiados por las masas, mientras multitudes de la pequeña burguesía marchan por las calles contra Bancos y banqueros.
Los riesgos inmensos que afrontamos son equivalentes a la magnitud de lo que se abre como posibilidad revolucionaria. Por eso, la militancia marxista está frente a un debate sin tregua y ante una divisoria de aguas que no admite vacilación ni concesiones. Ya vivimos la realidad de un movimiento obrero maduro para una existencia independiente. Ya tenemos ante los ojos el carácter esencialmente reaccionario de las sectas. Falta... la irrupción enérgica y sacrificada de las fuerzas revolucionarias marxistas que antes de haber avanzado suficientemente en su recomposición (y todos quienes siguen los materiales de la UMS conocen las causas) tenemos la exigencia histórica de ponernos a la cabeza del combate político mientras redoblamos esfuerzos por arribar a un Congreso Fundacional de los genuinos comunistas, que dé a luz una fuerza cualitativamente superior a la de la suma de nuestra militancia dispersa.
Pero ese paso estará bloqueado mientras no seamos capaces, desde nuestra actual situación, de levantar una bandera para el conjunto de la clase obrera y el pueblo.
En este cuadro, la UMS convoca a sus militantes, simpatizantes y amigos a realizar un supremo esfuerzo por encontrar un punto de unidad de masas frente a la coyuntura. Estamos convencidos de que el aniversario de la sublevación del 19 y 20 de diciembre de 2001 es una formidable oportunidad. Proponemos transformar en todo el país los actos de celebración en Asambleas por la edificación de una herramienta política de masas con un programa que las propias Asambleas discutan. A partir de las Asambleas barriales, de los grupos de luchadores sindicales clasistas, de las Juntas promotoras por una Herramienta Política que surgen en diferentes puntos del país y de las múltiples actividades preparatorias del congreso de la CTA, es posible preparar una gran Asamblea Nacional de los trabajadores, los estudiantes y el pueblo, para discutir qué hacemos ante la aceleración de la crisis y la tramoya electoral de la burguesía y el imperialismo.
Preparemos Asambleas en cada barrio, en cada localidad, en cada lugar de trabajo o estudio. Organicémonos para coordinar un punto de encuentro nacional y plantar un mojón de unidad para el conjunto de la población que no quiere vivir como nos impone la crisis.