¿No somos nada?
Por Juan Gasparini
A un año de la matanza que desencadenó la caída del gobierno
de Fernando de La Rúa, poco ha cambiado en la percepción que mantiene
la mayoría de los medios de comunicación europeos sobre la crisis
argentina. Las imágenes y las notas de prensa de entonces mantienen hoy
en día la misma imagen, un retrato equivalente a una catástrofe
climática, suerte de fuerza irracional de la naturaleza que siembra devastación
a su paso, como si los problemas económicos, políticos y sociales
que originaron aquellos hechos no tuvieran otra explicación que la que
se acuerda cuando transitan los ciclones, sacuden los terremotos o golpean las
inundaciones.
Las razones de por qué se observa de este modo el cataclismo de la Argentina obedece a múltiples factores, siempre en el terreno de las hipótesis y en las movedizas arenas del periodismo de opinión. Al parecer, se destaca ante todo que muchos argentinos suponen que la opinión internacional les brinda una importancia insuficiente, como si del idealizado primer mundo debiera venir una respuesta diferente. Luego porque los europeos están a su modo encerrados en sus propios dramas y no se distraen de lo que les concierne en lo inmediato. Les quita el sueño la construcción europea, ese desafío de edificar una unión de 25 países para el 2015, y mantenerle el pulso a los Estados Unidos. La solidaridad para con el otrora llamado Tercer Mundo, el análisis de sus tragedias y el asumir la parte de responsabilidad que les cabe, no constituyen hoy preocupaciones principales de los 300 millones de europeos. El egoísmo no tiene patria. Una vez más Argentina depende de sus propias fuerzas para hacer conocer su situación en el extranjero y hacer respetar sus intereses.
*Periodista y escritor. Vive en Ginebra, Suiza.