La acción de multitudes: "Que se vayan todos"
Manifestaciones en todo el país.
IG / LA REPUBLICA
El 17 de octubre de 1945, desbrozó el camino para el proyecto político,
económico y social de Juan Perón.
Las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, fue un 17 de octubre incompleto
que aún debe develar el misterio de su proyección, lectura e interpretación
que son claves para poder entender qué ocurrió y qué puede
venir.
No hay duda que hubo una pueblada combinada entre las capas medias de distinto
nivel económico con la acción de piqueteros y trabajadores, sobre
todo de la Central de Trabajadores Argentinos y de una rama de la CGT, aunque
no de modo muy relevante. Pero al no tener otro objetivo que demandar "que se
vayan todos", acaso quedó acotada la gran fuerza de esa movilización.
Para un sector de la izquierda, sobre todo de formación trosquista, se
trató del estallido prerrevolucionario y de lo que se trata es ir preparándose
para darle final a la "revolución inconclusa".
Otros sectores combativos, creen que lo que ocurrió es el estallido de
la irrepresentatividad de los actuales partidos políticos, condensado
en la consigna expulsora, y la puesta en jaque del modelo neoliberal, que clama
a gritos ser cambiado por ser el origen de todos los males. Hay una crisis de
hegemonía política, suponen por caso en la CTA que hace días
lanzó la idea de ir conformando un movimiento político y social
que aspire a gobernar el país.
De esos días de movilización, los ciudadanos dispersos por sus
dramas personales, los efectos de la desocupación, la necesidad de sobrevivir,
ganaron confianza en sus propias fuerzas. Se instaló el "se puede" que
adoptó formas organizativas en las Asambleas Barriales, que superaron
los tres centenares, aunque el grueso fueron porteñas o suburbanas. La
novedad fue presa de conquista de partidos de izquierda pero también
de intelectuales inorgánicos, que en cierto modo crearon fastidio en
una mayoría necesitada de ser escuchada y no ser tomada como seres pasivos
sólo dignos de acompañar proyectos de poder que no parecen compartir.
Pese a todo, las Asambleas, más débiles sin duda, subsisten y
pueden tener un nuevo papel en el futuro. Lo positivo es que crearon escuela
de lucha y de autoestima, aunque los resultados no parezcan ser satisfactorios.
Primero, no se ha ido casi nadie y la mayoría de la oferta electoral
es de más de lo mismo y la prometida reforma política para dar
cabida a estos nuevos actores sociales, ha quedado sepultada hasta que el reclamo
si regresa, demande su implementación.
Los piqueteros afianzaron su presencia en la política nacional. Pero
están fuertemente divididos, tanto por razones ideológicas como
por rivalidades territoriales o personales.
De hecho este movimiento que moviliza más de 200 mil trabajadores desocupados
se ha convertido en un factor de contención y educación. Contener
no para castrar sino para evitar que miles de desocupados caigan en el escepticismo,
vea alguna perspectiva o no se orienten hacia el delito.
Dice el filósofo Horacio González que en "esos dos días
corrían la frontera de la política con un hondo resumen didáctico
de lo que en los años anteriores por ejemplo, los setenta precisó
de muchos días y muchas noches".
Y añade: "El texto de esos días cabe en una sola frase: que se
vayan todos. El célebre clamor contiene un dilema, pues es sólo
operativo a través de traducciones, pero traducirlo parecería
menguar su fuerza concluyente. Puso en estado de provisoriedad todo el régimen
social argentino, pero ninguna institución corroída del ciclo
anterior dejo de actuar con su mismo modo anterior. La máxima nitidez
de que jamás adquirió un dictamen colectivo podía ser desoída".
Puede desprenderse que la consigna, después del año, deja un estado
de desilusión. O queda el dicho clamoroso de un año atrás,
como un encargo o reclamo del hombre social tiene para decirle al régimen
político. Pero fue una canción colectiva, un reclamo para ser
escuchado por aquellos que solamente se escuchan a sí mismos.
Vino mucho más como la ocupación y puesta en funcionamiento de
centenares de fábricas quebradas, el espacio público "tomado"
para mantenerlo y hasta ahondo la crisis del sistema que debe encontrar maneras
de exhibir cambios para que no cambien nada y no encuentra el modo de legitimarse.
Equilibrio inestable del que todavía no se ha dicho la última
palabra. Aunque por momentos parece que el potencial de las dos jornadas se
diluyó y que la iniciativa regresó a manos de los impugnados.