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Argentina: La lucha continúa

20 de noviembre del 2002

Onán y la politica

Roberto Andrés Gallardo
Rebelión

La vertiginosidad de la política argentina, aún en sus expresiones más siniestras, no tiene límites. Cotidianamente se nos presentan situaciones que llevan de la sorpresa al estupor sin escalas. No quiero y por confesa incapacidad, incursionar en la titánica labor de compendiar la suma de despropósitos y miserias jurídicas y políticas que hemos padecido en los últimos doce meses, pero la vocación académica y jurídica me impone investigar este nuevo fenómeno de las prácticas políticas onanistas.
He descubierto fortuitamente la existencia de una novedosa relación entre la praxis política y las tendencias onanistas que se ha sintetizado en dos hechos que, aunque de público conocimiento, han pasado desapercibidos para muchos compatriotas.
Estoy seguro del conocimiento que la mayoría de los lectores tienen sobre qué es la práctica onanista, aunque tal vez la reconozcan por otro nombre. Para no dejar dudas, onanismo y masturbación, vienen a ser una misma cosa – aunque poco se entienda porqué el pobre Onán, hijo de Judá, cargó con la fama de usar su mano, cuando lo único que hizo fue esquivar el objetivo (Génesis, 38, 9) (¿será otra historia escrita por los vencedores?)
Vamos ahora a los casos.
ONAN 1
Se descubre, a raíz del nuevo escándalo que envuelve al Senado de la Nación y a algunos popes bancarios, que el Estado Nacional a través del Ministerio de Economía y desde la época del autoexiliado ex Ministro de la Estabilidad, tiene entre su personal contratado, a un lobbysta.
Como hasta ahora había comentado a mis alumnos de la Facultad de Derecho de la UBA que ... un lobbysta era un señor que practicaba el "lobby", esto es que "gestionaba" ante autoridades que deciden políticamente, para "torcer" una determinada decisión y favorecer a quienes lo contrataban... , caí en la cuenta de que o bien no había actualizado mis conocimientos sobre el tema o me hallaba ante una nueva forma de práctica política.
Me tranquilizó el descubrir que no había cambiado la doctrina nacional y extranjera para definir la práctica del lobby. Pero, cuál era entonces la función de este ignoto Sr. Bercún? O no es que el Estado le paga honorarios para que haga "lobby" ante el propio Estado?
Así fue que descubrí que una nueva praxis política había nacido. La auto estimulación política. La auto excitación institucional. El Sr. Bercún, recibía unos dinerillos –no pocos, claro está- para "presionar" a los mismos que le pagaban –con fondos ajenos, por supuesto.
Es cierto que mi tesis sufrió un revés cuando me enteré de que también el sector bancario, pagábale al mismo Sr. Bercún, una suma (aún mayor) para "gestionar" ante sus otros patrones. A juzgar por el poder que ostentan los dueños de los bancos, me encontraba con una suerte de praxis onanista institucional "cruzada", compleja e inédita.
Esto es, la práctica prohibida no sólo implicaba una auto estimulación estatal, sino también una forma "adicional de autoestimulación" en tanto los bancos, que probadamente controlan gran parte del poder argentino, se auto "presionaban" con el Sr. Bercún.
Investigación aparte, que excede el marco de este texto, merecerían las manos del Sr. Bercún, que obviamente, deben de poseer algún don especial para ser merecedoras de tamaño trato.
No había salido de mi asombro, cuando apareció ante mí el caso que confirmaría mi tesis sobre la aparición de esta nueva práctica política.
ONAN 2
Recordaba haber comentado a mis mismos alumnos de la UBA que en la democracia representativa, el pueblo ejerce su soberanía y elige a sus representantes para que éstos cumplan con un mandato político y para que obviamente respeten las normas constitucionales como su propio apellido, con honor y valor. Desde hace un tiempo sin embargo, percibo cierto grado de desconfianza e incredulidad en ellos cuando insisto sobre el tema.
Algo me ha hecho comenzar a comprender.
Caminando por la aún hermosa Av. De Mayo, tropiezo con una mesa en donde un hombre me invita a firmar una "iniciativa popular" (sic) . Me explica entonces que es para presentar ante nuestros legisladores un proyecto de ley para que traten un programa asistencial para los pibes. "El hambre más urgente" (programa para garantizar el alimento a menores de cinco años), me dijo.
Nuevamente apareció ante mí Onán y su práctica.
Al principio, no comprendí muy bien cómo se podía hacer para establecer las "urgencias" del hambre. Al menos de los casos conocidos, lo único que según mi experiencia los diferencia es la forma de expresión. Pero el hambre, una de las más aberrantes violaciones a los derechos humanos, es el mismo y único hambre – desde mi perspectiva al menos- tanto para los niños y para los jóvenes como para los adultos y para los viejos.
Pero Onán aparecía aquí claramente. ¿Cómo era posible que el pueblo, que elige a sus representantes, necesite de una iniciativa popular para que éstos traten un proyecto de ley que lo único que hace es reiterar las obligaciones que éstos tienen conforme nuestra Constitución y los Tratados Internacionales que la integran (art. 75 inc. 22)? Es, ciertamente, un nuevo caso de auto estimulación. Elijo representantes, y luego, les pido, les suplico, que hagan aquello para los que los he elegido. Dentro de poco necesitaremos de una procesión y muchas velas, para que en la Argentina, los que deben hacer hagan en la medida de sus obligaciones.
No critico a los miles de personas que creyendo seguramente que colaboran en la lucha contra el hambre han firmado el proyecto, pero les recuerdo si, a los que lo organizan, que la Constitución Nacional en su art. 39 ha incluido la Iniciativa Popular para un fin distinto al del mero cumplimiento de los postulados básicos de su cuerpo. Con el criterio que ellos utilizan en esta novedosa "iniciativa", puede ser que en el futuro inmediato tengamos que juntar firmas entre el Pueblo para "pedir" a nuestros legisladores que legislen y garanticen el derecho a la vida o la libertad de pensamiento de nuestros habitantes.
Si el Congreso Nacional requiere de una iniciativa popular para cumplir con el art. 3, inc. 2 de la Convención de los Derechos del Niño, cuando diariamente mueren niños por desnutrición en nuestro suelo, en la Argentina no hemos aprendido nada.
(art. 3 inc. 2 C.D.Niño: "Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar").
Si no nos damos cuenta que sin alimento no hay vida y que por ende condenar al hambre es condenar (literalmente) directa o indirectamente a la muerte (contra todos los Tratados y Pactos internacionales con jerarquía constitucional desde 1994), poco hemos cosechado de nuestro doloroso pasado.
Pero ¿Qué nos pasa que hemos perdido la capacidad de discernir? ¿Qué nos ha llevado a estas nuevas prácticas de auto estimulación tan lamentables?
Recuerdo que hace algunos años nomás, las viejas decían que la reiteración de las prácticas de Onán provocaba en los jóvenes pérdida de memoria, desgano, progresiva debilidad física y hasta probable ceguera.
Descubro, lamentablemente, que mi tesis completó su lógica.
(*) Juez Contencioso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Profesor Adjunto ® de Teoría del Estado (UBA)