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Argentina: La lucha continúa

¿Cuál es el límite?

Virginia Giussani
La Insignia. .

No sé su nombre, sólo sé que era una niña, tenía once años, pesaba nueve kilos y murió una calurosa mañana de noviembre a causa de desnutrición. Su hermano de cuatro años pesa seis kilos y acaba de ser internado por el mismo motivo. Quizás logren salvarlo de la muerte, pero su vida ya está marcada, irremediablemente.
Lo sucedido con esta niña no fue causa de una patología familiar incomprensible o de un drama personal. Esta niña y su hermano son el espantoso reflejo de un país que se desangra, no son los únicos, hay un ejército de niños que ya caminan por este sendero de la sinrazón, de la crueldad social llevada a su expresión más extrema y vergonzosa. .
Esta niña que murió ayer se fue creyendo que la vida era eso, tener hambre, frío, soledad. Vivía en un asentamiento en la provincia de Tucumán donde existen muchas familias en las mismas condiciones que la suya, abandonados, ya no de la mano de Dios que a veces es tan poco ecuánime, sino, y fundamentalmente, de una sociedad de la cual pareciera que ellos no forman parte. .
Ayer empezaron a formar parte, en un fugaz y hasta morboso pantallazo televisivo, mostrándonos huesos infantiles pegados a una piel transparente y mirada perdida. Esas imágenes horrorosas parecían extraídas de lugares lejanos, de aquel territorio llamado Biafra donde otros tantos millones de niños sufren la misma vida y la misma muerte ante la mirada distraída del resto del planeta. Pero no era Biafra, era aquí, en un lugar que se llama Argentina, un territorio extenso en riquezas naturales y con una geografía que hace impensable que puedan suceder estas cosas. Sin embargo sucede, la tierra se seca, en la inmensa llanura no se produce y la gente se muere, literalmente, de hambre, de indignidad. .
Genera tanta furia el hecho de que nuestros dirigentes se encuentren bien lejos de aquellos a los quien tienen que proteger, representar, darles el lugar que les corresponde en toda sociedad civilizada. Como también que los medios masivos de comunicación se ocupen de esta Argentina que sufre sólo cuando hay un hermoso cadáver para exponer frente a sus cámaras. Tal vez, si esta realidad que palpita y se desgaja día a día hubiese sido puesta a la luz antes del instante definitivo de una muerte, quizás, ese final trágico se pudiera haber evitado. Más allá de las instituciones ineficientes, los organismos oficiales distraídos, aún en la crisis existe una red solidaria ciudadana que se está hilvanando lentamente. Estar bien informados sobre la realidad concreta y no virtual, puede en muchos casos ayudar a alivianarla. Pero la pobreza no vende, el dolor no vende, un niño todavía vivo y esquelético si vende. .
Durante un par de días nos bombardearán con ése y algunos otros cadáveres que la injusticia humana nos regala, pero esto pasará, como pasan todas las tragedias colectivas donde sólo se muestra la postal macabra. Después, volveremos al cotidiano, a la patética e inmoral interna peronista, a seguir hurgando hasta el cansancio si el padre Grassi tocó una pierna de más, se acostó con un adolescente de menos, o como seducir al FMI para que nos quiera. .
Mientras los diarios y los titulares de todos los noticieros agotan su ediciones con estos devaneos, el verdadero drama está en otro lado y nadie, nadie se hace cargo de exponer esa realidad molesta y dolorosa para tratar de modificarla en algo. Aquellos que manejan la comunicación formal para desinformar, también son responsables de esta muerte y de todas aquellas que se produzcan en el futuro mientras sigan ocupándose de lo efímero, lo fugaz, en tanto el país arde desde su vientre.