28 de octubre del 2002
"Si la Argentina crece, no necesita pactar con el FMI"
La negociación externa: opinión del economista Mark Weisbrot, de Washington
Clarín
Mientras el Gobierno concentra todos sus esfuerzos en cerrar un nuevo acuerdo con el FMI, cada vez más economistas, desde los mismos círculos de Washington, lanzan críticas contra el organismo. Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research, de Washington, opina que es hora de que el Gobierno argentino empiece a considerar la posibilidad "de dejar de lado al FMI para construir el crecimiento económico por sus propios medios". Economista heterodoxo, crítico del Fondo y columnista en la gran prensa estadounidense, Weisbrot sostiene que el FMI y el Banco Mundial, "fueron incapaces de producir un crecimiento sostenido", negándose ahora a "admitir sus errores y continúan culpando a la Argentina y a los argentinos por ello". En los últimos meses Weisbrot visita Buenos Aires. Trabaja en su segundo informe sobre la crisis, esta vez con el economista argentino Alan Cibils. Sostiene que el Fondo está "usando a su cartel sobre el crédito internacional en un intento para forzar a la Argentina a aceptar condiciones aún más dañinas".
—¿Por qué dijo que Argentina debería mantener su declaración de default?, le preguntó Clarín en una entrevista.
—Abogamos por que se declare una moratoria oficial de la deuda, por lo menos hasta que la economía esté creciendo. Y muchos economistas en Washington —incluso los que habitualmente apoyan al FMI— coinciden en que esto es razonable.
—¿Cómo sale Argentina de la crisis?
—El más importante e inmediato objetivo es restaurar el crecimiento económico. El FMI argumenta que lo más importante es reestablecer la confianza de los inversores, en particular los extranjeros, y para eso propone reducir el déficit fiscal del gobierno y que se reasuman, lo antes posible, los pagos de la deuda.
Estas políticas no necesariamente van a restaurar esa confianza, y lo más factible es que, en sentido contrario, reduzcan más la economía.
Esto es parte de lo que viene ocurriendo desde hace cuatro años, desde antes de la devaluación. Si el crecimiento es reestablecido, la confianza volverá, con acuerdo o sin acuerdo con el FMI. Incluso se facilitaría que la confianza en el sistema bancario se empiece a restaurar.
—¿Se puede ir en contra de la presión internacional?
—No. El FMI ejerce su presión porque maneja un cartel crediticio. Esto es, poder decirle a un gobierno ''si usted no hace lo que nosotros le decimos, a usted se le negará el crédito, no sólo desde nosotros si no desde todos lados''. Incluye al Banco Mundial, a otros gobiernos, y al sector privado. El Banco Mundial, por ejemplo, recientemente se negó a desembolsar unos U$S 700 millones —destinados a la ayuda para desempleados—, diciendo que iba a esperar el acuerdo con el FMI.
—¿Empeorará la situación otro recorte del gasto público como pide el FMI?
—Reducirá la demanda agregada en la economía, posiblemente prolongando y empeorando la depresión económica. Cuando la economía se contrae, otros problemas empeoran: la fuga de capitales, hay caída de la confianza de los inversores, inestabilidad política. Y conduce a una pérdida de las ganancias del gobierno, empeorando el problema fiscal.
—¿Qué piensa de la cuestión del déficit fiscal de las provincias?
—Es realmente una distracción. Los déficit provinciales nunca han sido tan grandes, menos del 1,5% del PBI aún en su pico de los últimos años. Este es el re sultado de la crisis económica, no la causa, y estos no son los déficit más grandes para una economía que ha estado deprimida durante cuatro años. Pero encaja con la tesis del FMI de que la corrupción y las instituciones políticas domésticas son la causa de todos los problemas argentinos.