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Argentina: La lucha continúa

18 de octubre del 2002

Argentina: Fábricas ocupadas y gestión obrera directa
Apuntes para una reflexión histórica y teórica

Josefina Martinez
Rebelión
Argentina: nuevo siglo. Obreros sin patrones.
I
U
n sábado, a inicios de Septiembre, en una avenida del barrio porteño de once se montó un escenario. Detrás, una bandera: fábrica tomada, un puño rompiendo las cadenas, los rostros de hombres y mujeres obreras, control obrero.
Es el segundo encuentro de fábricas ocupadas frente a la textil Brukman. Se reúnen en la mesa representantes de algunas decenas de fábricas y establecimientos ocupados por sus trabajadores y puestos a producir por ellos mismos. Cerca de 40 asambleas populares enviaron representantes, junto con delegaciones estudiantiles, partidos de izquierda, organizaciones feministas, y derechos humanos.
Durante toda la tarde, luego de una presentación de las fábricas ocupadas, los cerca de 2000 asistentes al encuentro discutirán en comisiones (comisión de producción, de coordinación, de política, de mujer y de medios) las resoluciones y propuestas que terminarán siendo aprobadas por amplia mayoría al caer la noche. "Si nos tocan a una nos tocan a todas", esa es la convicción que se repite de una comisión a otra, lo que confirman cada uno de los participantes del encuentro. Porque son diversas las experiencias que se intercambian ese día, desde emprendimientos que han optado por la forma de cooperativa hasta los trabajadores que como Zanon y Brukman decidieron un camino de lucha por la estatización de las fábricas bajo control obrero. A pesar de esta heterogeneidad, la necesidad de luchar en común, más allá de cada fábrica o cada barrio, se hace sentir.
Una de las mociones más destacadas es la que plantea conformar un fondo de huelga nacional para aportar a que las luchas de los trabajadores no sean quebradas por el hambre. Celia, obrera de Brukman, expone en la comisión su ambición de crear un fondo de huelga no sólo nacional sino internacional, "no me digan que es utópico lo que planteo, los trabajadores somos capaces de hacerlo...". Los obreros de Zanon cuentan que han votado en asamblea donar medio jornal y algunos pallets de cerámicos para empezar a formar este fondo de huelga, llegando a la suma de 15.000 pesos en el mes, en un ejemplo de solidaridad obrera excepcional.
Parecen resonar como un eco las tradiciones de las primeras asociaciones de cooperación obreras, que tenían como parte de sus principios el aportar los fondos excedentes a otras organizaciones de trabajadores, para sostener otras luchas, o para la salud, la educación o la cultura común de los trabajadores.
Junto con ésta propuesta se escuchan otras: algunas asambleas populares discuten ocupar fábricas abandonadas en cada barrio y dar trabajo a los desocupados de la zona, junto a la creación de escuelas de oficio para que los jóvenes que nunca tuvieron un trabajo puedan capacitarse. También llega el apoyo desde los estudiantes, que proponen no sólo juntar dinero en las facultades sino también poner sus conocimientos al servicio de esta lucha: abogados, ingenieros, historiadores que pueden brindar desde su profesión el apoyo necesario para que los trabajadores sigan adelante tomando en sus manos la producción.
II
Algo realmente inédito sucede en nuestro país. Algunos medios de comunicación ya dan cuenta ampliamente de éste fenómeno. Fábricas ocupadas por sus obreros y puestas a producir. Obreros sin patrones. Expropiación. Se ha puesto en discusión la noción misma de propiedad, la relación entre legalidad y legitimidad. ¿Qué ha sucedido?
Tal vez la primera vez que este reclamo empezó a cobrar cuerpo fue hace 9 meses, cuando el empuje expropiador de los grandes capitalistas que confiscaron los ahorros, terminó convirtiéndose en una fuerza social inversa, que al compás del ruido de las cacerolas puso en el centro del ataque al gobierno de la Alianza y a los grandes grupos económicos. La expropiación de los ahorros suscitó el reclamo de la nacionalización de la banca. La expropiación del trabajo y el pan desencadenó los primeros saqueos de aquel 19 de diciembre protagonizados por el pueblo pobre de las grandes ciudades. La expropiación de las ilusiones depositadas en la "democracia representativa" hizo nacer el grito de que "se vayan todos". En la clase trabajadora, este nuevo fenómeno de ocupación de fábricas y gestión obrera, coloca en el nivel de la producción el reclamo de expropiar a los que provocaron la crisis.
III
Este fenómeno no puede entenderse por fuera de la magnitud de la crisis capitalista que vivimos. El colapso financiero fue el detonador, después de más de dos años de recesión económica.
En noviembre del 2001 la fuga de reservas en la semana del 26 al 30 fue de 2.727 millones de dólares. El sistema basado en la convertibilidad murió antes de que el gobierno de Duhalde decretara la devaluación. Con la corrida bancaria desaparecieron los depósitos de miles de ahorristas. Los bancos nacionales fueron los primeros en violar los principios más elementales de la legalidad capitalista, consumando un verdadero saqueo a la nación.
Pero la crisis capitalista no es sólo la del colapso financiero, sino que se expresó con la parálisis del circuito comercial y productivo. Con la caída de la producción industrial y miles de fábricas cerradas. La ocupación promedio de la capacidad instalada no supera el 50%, y en algunas ramas de la producción los niveles son más escalofriantes, menos del 20% en las ramas automotriz y la construcción..
Una profunda crisis capitalista que implica una enorme destrucción de fuerzas productivas. Y la principal fuerza productiva, los hombres y mujeres trabajadoras, soportan esta decadencia sobre sus propios cuerpos. Los índices de desocupación superan todo récord histórico. 18 millones de pobres y cerca de tres millones de niños en situación de indigencia. Precarización del trabajo. Casi un 50 % de los asalariados reciben menos de $300 (80 dólares). Las condiciones de vida han decaído resucitando enfermedades del pasado, desnutrición infantil, hacinamiento, cartoneros que recorren las calles de las ciudades. Esta enorme decadencia es el fruto podrido de la crisis capitalista, que hace temblar todos los cimientos sociales en la argentina.
IV
En el marco de esta catástrofe social, surge el nuevo fenómeno de ocupación de empresas. Su potencia se liga en parte a que reposiciona la emergencia de un sujeto transformador en una fracción del movimiento obrero. Durante muchos años hemos debido escuchar intelectuales que anunciaron la muerte de la clase obrera y la desaparición del proletariado como sujeto de cambio social radical. Desde las visiones más escépticas a inicios de los años 90, en pleno auge del "neoliberalismo", hasta las posteriores teorizaciones sobre la aparición de nuevos sujetos sociales. Del campesinado o el "sujeto piquetero", pasando por las visiones más socialdemócratas del "poder-ciudadano". Unas y otras se apoyaron en su momento en un elemento de la realidad, que la clase obrera no estaba en el centro de la lucha de clases en los nuevos procesos abiertos en nuestro continente, pero llevando al absoluto este elemento para justificar sus teorías y su política.
Que hoy se esté desarrollando un fenómeno dinámico en un sector de la clase trabajadora, echa nueva luz sobre estas discusiones. En pequeñas experiencias se muestra incipientemente la potencia de los obreros y obreras para dar una respuesta a la crisis, tomando en sus manos la producción y la resolución de su propio destino. Reposiciona al sujeto de cambio social en el corazón del modo de producción capitalista, partiendo de las unidades de producción y en el rol de la clase trabajadora.
V
Alrededor de 100 empresas hoy en la argentina están siendo gestionadas por sus trabajadores, bajo diversas modalidades. Algunas formadas como cooperativas:
Renacer, IMPA, Milhojas, La Baskonia, El Aguante, Imprenta Chilavert, Grissinópolis. Otras como Zanon y Brukman que sin estar bajo la forma legal de cooperativa funcionan bajo control obrero y reclaman la estatización. Los trabajadores del ex supermercado Tigre de Rosario reclaman la formación de un mercado comunitario, y tampoco están encuadrados en la forma cooperativa.
Salvo algunas excepciones, la mayoría son fábricas o establecimientos pequeños. La cooperativa El aguante, con 17 trabajadores, Clínica Junín, 35 trabajadores, Fricader con 40, Milhojas con 9, por tomar algunos ejemplos. De las fábricas que en los últimos meses fueron puestas en movimiento por sus obreros, una de las más grandes y de más altos niveles de la producción es Zanon en Neuquén.
El fenómeno del control obrero o la gestión obrera directa de las fábricas no se ha extendido aún a las grandes concentraciones industriales, sino que viene desarrollándose desde los márgenes. En las fábricas que poseen niveles bajos o medios de producción y que producto de la crisis económica entraron en proceso de quiebra o colapso. Los trabajadores actúan ante la gravedad de la crisis. Es una respuesta defensiva a la catástrofe económica que se transforma en una ofensiva al tomar en sus manos la producción.
No son la vanguardia social del proletariado, concentrado en las grandes empresas de la siderurgia, automotrices, las alimenticias, los servicios y el transporte, pero si están actuando hoy como su vanguardia política.
Pero a pesar de ser en su mayoría empresas pequeñas o medianas, la potencia está demostrada. Si éste fenómeno se extendiera al conjunto de las ramas de producción o a sus sectores neurálgicos un verdadero poder obrero se alzaría a nivel nacional.
VI
Han aparecido dos modalidades centrales en estas experiencias. La formación de cooperativas o la lucha por el control obrero y la estatización. "¿Autonomía o estatización?" titula una extensa nota un periodista de Página 12 dando cuenta del II Encuentro de fábricas ocupadas del 7/9 en Brukman. Éstas dos opciones son las que más aparecen, aunque también existen otras propuestas como la "administración judicial" o "administración mixta" con sectores de la patronal. Respecto de la propuesta de cooperativa, es el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas impulsado por el abogado Caro junto a sectores de la iglesia, la UOM y el peronismo el que más la está desarrollando. Así también lo viene haciendo la Fencooter, organización también ligada al peronismo y organismos estatales. El MNER realizó un encuentro en la fábrica La Baskonia de la Matanza el 7/9. El mismo día en el encuentro realizado en Brukman se comprometieron a luchar en común empresas ocupadas bajo la modalidad de cooperativa junto a las que luchan por la estatización bajo control obrero en un polo de fábricas ocupadas.
Sin dejar de lado que el lema de "Si nos tocan a una nos tocan a todas " fue el eje de ese encuentro, es importante profundizar en la investigación acerca de las posibilidades y contradicciones que se abren ante una y otra modalidad elegida por los trabajadores.
Para esto nos parece interesante retomar, como un intento de aportar a enriquecer el debate, algunas experiencias históricas así como debates teórico-políticos sobre experiencias de este tipo que se dieron en el seno de las organizaciones obreras durante más de un siglo.
Cooperación obrera: Historia y utopías
I
Nos centramos en la investigación de la problemática de las cooperativas obreras. Y para hacerlo queremos abordar brevemente una perspectiva histórica.
Las formas de cooperación tienen raíces en los orígenes de la formación de la clase obrera moderna. Incluso previamente a la formación de los primeros sindicatos como organizaciones regionales o nacionales, otras formas de cooperación empezaron a desarrollarse. Las mutuales, como forma de protección mutua, y las cooperativas como asociación de productores o consumidores.
Las cooperativas de consumo o de producción obreras se desarrollaron con ejemplos importantes en el siglo XIX, sobretodo en Inglaterra y Francia.
En una modesta ciudad de Inglaterra, donde el desarrollo de la industria del tejido de franela crecía en importancia, un grupo de trabajadores inició una experiencia que los convertiría en unos de los pioneros del cooperativismo obrero. Los "Pionners de Rochdale" se agruparon por primera vez para dar forma a una cooperativa de consumo, al día siguiente de una discusión sobre salarios e inmersos en una grave crisis de desocupación. Comenzaron siendo 12 trabajadores, poco después 28, que se comprometieron a entregar 12 peniques por semana a un fondo común. La Sociedad de los Justos Pioneros de Rochdale se registra el 24 de octubre de 1844. Diez años después la cantidad de sus miembros será de 1400, y el capital de la sociedad ascenderá a 11.000 libras. Su éxito estimulará la creación de varios cientos de cooperativas que al unirse conforman la Sociedad Inglesa Cooperativa al por mayor.
En Francia se desarrollan, por la misma época, las experiencias de cooperativas obreras de producción. Bouchez, discípulo de Saint Simon, es el que lleva adelante la primer cooperativa de joyeros de París, y se multiplican los emprendimientos cooperativos de producción en ésta y otras ciudades como Lyon.
Pero los precursores del cooperativismo pueden rastrearse en los proyectos de los utópicos Fourier y Owen, en las primeras décadas del 1800, de los cuales los pioneros de Rochdale y Bouchez tomarán parte de sus doctrinas.
Fourier diseña en su mente los planos de una sociedad futura: el falansterio. En una colonia instalada en una finca, de forma cuadrada, al centro se ubicará el palacio social. Con un gran comedor, bibliotecas y salas de aprendizaje. En los cuerpos laterales, talleres de trabajo y de juego para los niños. Todos los miembros de la colonia vivirán allí, agrupados en falanges de entre 400 a 2000 miembros. Cada uno de ellos elegirá una ocupación que le resulte atractiva, y las actividades variarán hasta 8 veces al día, para no mantener sesiones de trabajo por más de 1 hora y media o dos. Tres cuartas partes de la colonia se dedicarán a la agricultura, y el resto a la industria. En EEUU llegaron a fundarse más de 30 colonias Fourieristas, pero todas fracasaron.
Owen, después de adquirir la fábrica de su suegro en New Lamark, un pueblo miserable, contrata albañiles para construir habitaciones decentes para sus obreros. Abre un almacén para venderles artículos a precio al por mayor, anula el sistema de castigos en la fábrica y resuelve reducir la agotadora jornada laboral de 18 hs., primero a 12 y luego a 10 hs.
La fábrica de New Lamark se convirtió en una "colonia modelo", la empresa además había aumentado hasta el doble de su valor y rendido abundantes ganancias.
En este primer período "paternalista" de Owen la "buena sociedad" inglesa lo recibe en sus salones y lo felicita, aunque el apoyo concreto de aportes monetarios para sus proyectos nunca se destaca.
Pero Owen no estaba satisfecho, y partiendo de esta primer experiencia se propone fundar aldeas agrícolas e industriales, para enfrentar los "tres grandes obstáculos, que según él, se alzaban en su camino de la reforma social: la propiedad privada, la religión y la forma actual del matrimonio". Apelando a la colaboración de ricos filántropos y utilizando su propia fortuna en 1825 funda la colonia "Nueva Armonía" en EEUU, aunque esta experiencia fracasa rápidamente.
"Sus teorías incipientes no hacen más que reflejar el estado incipiente de la producción capitalista, la incipiente condición de clase. Se pretendía sacar de la cabeza la solución de los problemas sociales, latente todavía en las condiciones económicas poco desarrolladas de la época.(...) Tratábase por eso de descubrir un sistema nuevo y más perfecto de orden social, para implantarlo en la sociedad desde afuera, por medio de la propaganda, y a ser posible, con el ejemplo, mediante experimentos que sirviesen de modelo. Estos nuevos sistemas sociales nacían condenados a moverse en el reino de la utopía ".
El sueño utópico de Owen encerraba mucho de paternalismo filantrópico y de ilusiones en la confluencia de intereses entre ricos y pobres, pero a pesar de estas debilidades abrió el terreno para que germinara un pensamiento que proyectó en el futuro la imagen de una sociedad igualitaria. Y este programa de futuro fue inspirador para muchos dirigentes de la naciente clase obrera inglesa. En primer lugar, porque Owen enseñó "que la medida natural del trabajo humano se debería tomar como la medida práctica del valor", y que los productos "deberían ser intercambiados según el trabajo incorporado a ellos", eliminando la parte que hacía al puro "parasitismo del capitalismo". Esta concepción se adecuaba fácilmente a la realidad de un proletariado en formación, con prácticas del artesanado o del pequeño taller, que vivían en el mismo patio de vecinos y a veces se intercambiaban sus productos sin intermediarios.
Tiempo después algunos de los discípulos de Fourier y Owen intentarán llevar adelante otros proyectos concretos, pero no sin muchas dificultades.
El doctor King de Brighton creó en 1827 una cooperativa de consumo, fue redactor del periódico El Cooperador y animó la formación de cooperativas que sesionaron en varios congresos entre 1831-35. Allí proclamó el principio de neutralidad de las cooperativas, y las fundamentó en la necesidad de los trabajadores de comerciar para ellos mismos y trabajar para ellos mismos, apropiándose del beneficio de capital generado por este medio.
Las Equitable Labour Exchanges fueron fundadas en Londres y Birmingham en 1832-33, funcionando en base a vales de trabajo e intercambio de pequeños productos. En el primer congreso cooperativo de Liverpool, ya se piensa en un plan nacional de cooperación, donde las cooperativas intercambiaran sus productos entre sí.
También en Inglaterra conocemos la formación de la Asociación para la promoción del conocimiento cooperativo, de Manchester, y la difusión de varios periódicos, entre ellos, el United Trades Cooperative Journal. " Hacia 1832, existían quizás 500 sociedades cooperativas en todo el país, que tenían al menos 20.000 miembros"
En Francia, otro cooperador, Michel Derrion, planteó que la fuerza de los trabajadores no residía en su carácter de productores, sino en el de consumidores, "allí se encuentra vuestra única fuerza reformadora, la palanca que Arquímedes pedía para mover el mundo". Y bajo este supuesto fundará una sociedad cooperativa con 8 despachos de menudeo, pero que no vivirá más de 3 años.
Los principios del cooperativismo que fueron planteados en aquellos momentos iniciales se pueden sintetizar en algunos puntos básicos:
a)La democracia interna, "un hombre un voto".
b) La política de puertas abiertas, o la incorporación permanente como miembros de todos los que quisieran sumarse.
c)La existencia de un fondo inalienable. Si la cooperativa se disolvía, el fondo recaudado no se dividía entre los miembros, sino que debía donarse a otra empresa cooperativa o mutual obrera. Dado que se consideraba que ese patrimonio no era propiedad individual de los miembros, sino que pertenecía a la sociedad.
d) La neutralidad. Este principio a inicios del siglo XIX respondía a la variedad ideológica en el movimiento obrero, pero luego sería utilizado por los conservadores para resistirse a una definición política socialista o comunista de las cooperativas.
Mientras que muchos de estos emprendimientos cooperativos no perduraron más que unos pocos años, otros crecieron y se extendieron. La sociedad de los Pioneros de Rochdale llegó a conformarse como una gran cooperativa de consumo, que hacia 1913 manejaba un monto de treinta y un millones de libras esterlinas y empleaba a veinte mil personas. Sin embargo, ya a esta altura de su desarrollo no perdurará ninguno de los principios postulados en el momento de su fundación. De una cooperativa obrera se había convertido en asociación de comerciantes; en vez de lograr abolir el comercio se había insertado en el sistema capitalista como una empresa mercantil más.
Las cooperativas francesas de producción también siguen un rumbo similar. La de los joyeros de Bouchez se transforma en una empresa capitalista en la medida que rechaza la participación de nuevos adherentes, y la de fabricantes de espejos fundada en 1849 hacia fines del siglo cuenta con 60 asociados frente a 1500 asalariados. Para estos últimos, lo mismo daba un patrón individual que uno "colectivo".
II
Las cooperativas obreras fueron parte de los primeros pasos del naciente movimiento obrero por afirmar su unidad como clase, y enfrentar las terribles condiciones de explotación y vida miserable a que los condenaba el capitalismo. Los pioneros de Rochdale, junto con la combativa lucha de los obreros cartistas o los que forjaron las primeras organizaciones sindicales nacionales son parte de esta heroica tradición.
Mostraron, tan pronto como a los inicios del siglo XIX la potencia futura que vivía en las manos de la clase trabajadora, la posibilidad de que hubiera obreros sin patrones.
Las cooperativas obreras mostraban, con su sola existencia, las contradicciones del sistema general.
Así lo reconocía Marx en el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores:
"Es imposible negar la importancia de estos grandes experimentos sociales que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción a gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, podía prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase de las 'manos'; han mostrado también que no es necesario a la producción que los instrumentos de trabajo estén monopolizados como instrumentos de dominación y de explotación contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegría"
El reconocimiento de Marx al sistema cooperativo como "una de las fuerzas transformadoras de la sociedad presente" vuelve a aparecer, otorgándole el mérito de demostrar prácticamente que el sistema capitalista basado en la subordinación del trabajo al capital puede ser reemplazado por un sistema superior, basado en la libre asociación de los productores y consumidores. Y el I Congreso de la Internacional Comunista recomienda a su vez a los trabajadores que "estimulen la cooperativa de producción más bien que la de consumo, pues ésta toca solamente la superficie del sistema económico actual y la otra lo ataca por la base."
Sin embargo, ¿podían las cooperativas por si mismas, alcanzar aquel sueño prometido por los utópicos? Ese sueño donde "¡La abundancia se extenderá por el país! ¡Aumentará el conocimiento! ¡Florecerá la virtud! La felicidad será reconocida, asegurada y disfrutada."
El gran sueño pacífico de Owen no aconteció, y en cambio, hacia fines del siglo XIX las cooperativas que prosperaron lejos estuvieron de liquidar el parasitismo capitalista y la sed de ganancias patronales. Terminaron adaptándose a las condiciones existentes y reproduciendo esas mismas relaciones de explotación a su interior. El caso de las cooperativas obreras inglesas y francesas, que por su crecimiento llegaron a contar con plantaciones propias de café y té en las colonias, lo muestra fatalmente. No hace falta mencionar que los trabajadores de las plantaciones no gozaban de ninguno de los beneficios de la asociación.
En la primer mitad del siglo XIX, todavía la propiedad privada jugaba un rol relativamente progresivo, y el capitalismo se expandía motorizado por la libre competencia entre los capitalistas. Pero la competencia entre los capitalistas, cada vez más intensa, llevó a la conformación del monopolio, y a la lucha desenfrenada de los grandes monopolios entre sí, una enorme concentración de capitales que dejaba en el camino a los más pequeños. Marx previó en parte esta tendencia, que no dejaba ya espacio para que las cooperativas obreras mantuvieran su independencia previa.
"Al mismo tiempo, la experiencia del período comprendido entre 1848 y 1864 ha probado hasta la evidencia que, por útil que se muestre en la práctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias. Este es quizás, el verdadero motivo que ha decidido a algunos aristócratas bien intencionados, a filantrópicos charlatanes burgueses y hasta economistas agudos, a colmar de repente de elogios nauseabundos el sistema de trabajo cooperativo, que en vano habían tratado de sofocar en germen. Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales. Pero los señores de la tierra y los señores del capital se valdrán siempre de sus privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos. (...) La conquista del poder político ha venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera"
III
Hacia fines del siglo XIX, como señalamos, muchas de las experiencias cooperativas fracasaron, pero otras en cambio se extendieron y prosperaron.
Si bien Marx y Engels ya habían señalado los límites de los emprendimientos cooperativos, y la necesidad de que la clase obrera por medio de la revolución comunista liquidara las relaciones sociales capitalistas, el debate volvió a desarrollarse. En el seno del movimiento socialista surgió una corriente que planteó que las cooperativas de consumo y de producción junto con otros elementos, podrían ser vías para una transición pacífica y evolutiva hacia el socialismo. Esta corriente tuvo a su principal teórico en Bernstein, dirigente del ala derecha de la socialdemocracia Alemana.
En un maravilloso trabajo, Reforma o Revolución, Rosa de Luxemburgo expondrá las enormes limitaciones de este planteo, su inconsistencia desde el punto de vista económico, y su carácter reaccionario desde el punto de vista político para la clase trabajadora.
"En lo que respecta a las cooperativas, muy particularmente a las de producción, representan, debido a su esencia interna, un algo híbrido dentro de la economía capitalista; una producción socializada en pequeño dentro del régimen capitalista de cambio. Pero en la economía capitalista el cambio domina a la producción, convirtiendo, en vista de la concurrencia, la explotación desmedida, es decir el sometimiento completo del proceso de producción a los intereses del capital, en condición necesaria de la empresa."
Las cooperativas de consumo tienen ese carácter híbrido a su interior. Sin embargo, las condiciones generales del modo de producción capitalista, implican la subsunción real del trabajo al capital.
Para sobrevivir en el marco de la desenfrenada competencia capitalista, las empresas deben regirse por la tendencia a aumentar la plusvalía absoluta y fundamentalmente la plusvalía relativa. Esto conlleva la necesidad de introducir constantemente innovaciones de orden tecnológico, y al mismo tiempo a intensificar la explotación capitalista como vía de aumentar la productividad del trabajo. En el mismo proceso, se incrementa la concentración de capitales, y el capital inicial necesario como punto de partida para cada proceso de producción aumenta a su vez. Las pequeñas empresas capitalistas perecen o son absorbidas por otras más poderosas. Esta es la tendencia que de la competencia hace nacer al monopolio.
Las primeras cooperativas obreras, en cambio, se desarrollaron en un momento donde la subsunción del trabajo al capital todavía era formal, y las formas de organización del trabajo mismo tenían más que ver con la antigua producción artesanal o de pequeños talleres que con las grandes industrias capitalistas modernas.
En las nuevas condiciones del modo de producción capitalista las cooperativas se enfrentan a contradicciones más agudas.
"Por ello en las cooperativas de producción se da la necesidad contradictoria de que los trabajadores, dueños de la empresa, han de regirse con todo rigor, incluso contra si mismos, para poder desempeñar el papel de empresarios capitalistas. En esta contradicción perece la cooperativa de producción, retrocediendo hacia la empresa capitalista, o disolviéndose, en caso de que los intereses de los obreros fueran más fuertes."
Respecto de las cooperativas de consumo, podrán asegurar su existencia dentro de la economía capitalista sólo si por algún medio logran escapar a ésta contradicción obviando las leyes de la competencia. Y esto será posible sólo si desde el inicio cuentan con un mercado de consumo asegurado, al que no puedan ingresar el resto de las empresas capitalistas. Y así las cooperativas de producción, ligadas a las cooperativas de consumo podrán encontrar un mercado también para sus productos.
Sin embargo, las contradicciones son más que evidentes. En primer lugar, todas las ramas más importantes de la producción capitalista quedan excluidas "a priori". ¿O cómo encontrarían un "mercado de consumo cooperativo" las grandes empresas siderúrgicas, metalmecánicas, petroquímicas, de construcción, de maquinarias, etc.?
En segundo lugar estos pequeños círculos de consumo asegurados para las cooperativas sólo podrían lograrse a niveles locales, prescindiendo del mercado mundial. "Es decir, según su esencia, supondrán un retroceso desde la producción mercantil del alto capitalismo a la producción medieval".
Los "remedios de reforma social" de la corriente socialista encabezada por Bernstein se manifestaban como incapaces de transformar el modo de producción capitalista. A lo más que llegaban era a un intento de disputar a los grandes capitalistas, una parte en el reparto del beneficio total. Es la renuncia a luchar contra la forma capitalista de producción, limitando los objetivos socialistas a un intento por tomar algunas migajas en la distribución de las riquezas generadas por la sociedad. La perspectiva socialista se transforma de una lucha concreta contra el sistema capitalista, en un ideal ético pronosticado por los "intelectuales socialistas" para un futuro muy lejano.
Argentina, 2002: Nuevas utopías.
Tendencias anticapitalistas en la experiencia de ocupación de fábrica y gestión obrera directa.
Explotación y valorización en el proceso de trabajo
En el terreno del mercado capitalista, en las relaciones de intercambio, tanto los obreros como los capitalistas, o los comerciantes cualquiera, se enfrentan como iguales: vendedores y compradores de mercancías que se intercambian de acuerdo a su valor, o sea de acuerdo a la cantidad de trabajo socialmente necesario incorporado en ellas.
Pero entonces, ¿cómo se deriva la desigualdad de la igualdad?
Para develar este "secreto" del capitalismo Marx se adentra en el terreno de la producción. Será allí donde lo igual se transformará en fuente de la desigualdad, donde los valores que ingresan al proceso productivo darán como resultado de éste mismo proceso, una magnitud acrecentada de valor. Y la apropiación de este plusvalor por los capitalistas será el carácter específico del moderno modo de producción.
Por eso en nuestra época, "La lucha de clases no es otra cosa que la lucha por la plusvalía. Quien posee la plusvalía es el dueño de la situación, posee la riqueza, posee el poder del Estado, tiene la llave de la iglesia, de los tribunales, de las ciencias y de las artes."
¿Cómo sucede este fenómeno particular, y tan vital para el capitalismo? Si el capitalista compra mercancías, materias primas, medios de producción y fuerza de trabajo a su valor, ¿cómo recibe luego un valor acrecentado? Esto sucede por que una de esas mercancías no es igual a las otras. La fuerza de trabajo del obrero que se vende de acuerdo a su valor, posee la propiedad gloriosa que no tienen ninguna de las otras: su valor de uso, el trabajo mismo, es fuente de creación de nuevos valores. Como el capitalista compra esta fuerza de trabajo mediante un contrato que asegura una jornada de trabajo extensa, de la diferencia entre el tiempo de trabajo necesario para solventar el valor de la fuerza de trabajo y el resto de la jornada laboral surge el plusvalor, apropiado por el capitalista. Es tiempo de trabajo excedente del obrero que no se le paga.
La experiencia de los obreros de Zanon develó rápidamente este "secreto" de la producción capitalista. Los obreros demostraron, según sus propios cálculos, que en dos días de producción alcanzaba para generar el equivalente a los salarios de los obreros por todo un mes. El resto de las jornadas de trabajo, es trabajo impago, plusvalía, de la que se apropiaban los patrones.
El proceso de producción capitalista, es la unidad inmediata de dos procesos:
del proceso de trabajo real y del proceso de valorización (o creación de plusvalía). Y el proceso de valorización del capital no puede desarrollarse sino encarnado en este proceso de trabajo concreto.
Dentro del proceso de producción es el trabajo vivo el que impulsa como fuerza de trabajo una transformación de valores de uso en otros valores de uso, acrecentando su valor. Pero esta fuerza de trabajo ingresa al proceso de producción como una mercancía más comprada por el capitalista, considerada -al igual que las materias primas o los instrumentos de trabajo- tan sólo como una parte del capital.
Al desarrollarse de este modo, se asienta una visión -falsa- que naturaliza la existencia del capital. Como el capital necesariamente aparece corporizado durante el proceso de producción en los medios de producción -medios de trabajo y objetos de trabajo-, y como éstos existen ya como mercancías antes de ingresar al proceso productivo; "se llega a la conclusión de que todos los medios de producción son potencialmente y en la medida en que funcionen como medios de producción; realmente (actu) capital; y por ende de que el capital es un elemento necesario del proceso laboral humano en general, abstracción hecha de toda forma histórica del mismo; y por lo tanto de que el capital es algo eterno y condicionado por la naturaleza del trabajo humano".
Se considera al capital como una cosa, que desempeña en el proceso de producción el rol de una cosa. Se oculta que el capital es en primer lugar una relación social entre los hombres.
Porque identificar a los medios de producción con el capital mismo, es una falsedad absoluta. El capital necesita a los medios de producción para existir, pero no a la inversa.
Es como si un economista, de golpe transportado a la antigua Grecia, al observar el proceso de trabajo en el campo tuviera que responder a la pregunta ¿qué es un trabajador? y entonces dijera: "un esclavo". Que los trabajadores fueran esclavos en Grecia no determina que sea esa la "esencia" del trabajo. Del mismo modo: del hecho de que el trabajo asalariado y el capital dominen en nuestra época no puede desprenderse su "naturaleza eterna".
La experiencia de la gestión obrera directa, como en Zanon, Brukman y otras, cuestiona esta "naturalidad" del capital. Por eso son enormes las potencias que se desencadenan, partiendo de la actividad concreta que llevan adelante los trabajadores produciendo sin patrones.
No hay capitalistas actualmente en Zanon, entonces... ¿queda eliminado el capital?
Los trabajadores ceramistas autovalorizan su trabajo. Y crean mediante este trabajo nuevos valores. Transforman la materia prima, combinando una compleja cantidad de elementos materiales, utilizan las modernas máquinas y la tecnología en las líneas de producción, y mediante su trabajo transforman esos valores de uso en nuevos valores de uso, cerámicos y porcellanato, que contienen un plusvalor. Pero son ellos mismos los que se apropian de la plusvalía producida. Se rompe entonces, al interior del proceso productivo, con uno de los fundamentos del capital. Dado que para que el capital exista necesita de la apropiación privada de la plusvalía.
"Esta fuerza conservadora de valor y creadora de nuevo valor es, en consecuencia, la fuerza del capital y ese proceso se presenta como el proceso de autovalorización del capital o, por mejor decir, del empobrecimiento del obrero, quien el valor creado por él lo produce al mismo tiempo como un valor que le es ajeno."
Pero para que el valor producido por los obreros se les aparezca como un valor ajeno, este proceso necesita de un otro, el capitalista, para quien ese valor no producido por él se le aparece como propio. Recordemos que el capital no es una cosa, sino una relación social entre los hombres. Se anula así, por un momento, al interior de la fábrica dirigida por los trabajadores, la contradicción entre trabajo y capital.
II
En estas experiencias se despliegan elementos anticapitalistas, que por lo tanto ponen en cuestión la alienación capitalista.
"La dominación del capitalista sobre el obrero es por consiguiente la de la cosa sobre el hombre, la del trabajo muerto sobre el trabajo vivo, la del producto sobre el productor, ya que en realidad las mercancías, que se convierten en medios de dominación sobre los obreros (...) no son sino meros resultados del proceso de producción, los productos del mismo".
El mismo proceso de enajenación se da por ejemplo en la religión, la conversión del sujeto en objeto y viceversa. Históricamente este proceso se muestra como una transición necesaria para imponer por medio de la violencia la creación de una multiplicada riqueza social, con el desarrollo de las fuerzas productivas, de la industrialización a gran escala, la ciencia, la técnica, y la propia clase obrera moderna. Esta es la "base material de una sociedad humana más libre".
Bajo las relaciones capitalistas, la enajenación se extiende al conjunto de la sociedad, incluyendo a la burguesía -como agente del capital- y atraviesa todas las relaciones, no sólo económicas, sino políticas, culturales, y personales.
Sin embargo, para el obrero "se trata del proceso de enajenación de su propio trabajo. Aquí el obrero está desde un principio en un plano superior al del capitalista, por cuanto éste último ha echado raíces en ese proceso de enajenación y encuentra en él su satisfacción absoluta, mientras que por el contrario el obrero, en su condición de víctima del proceso, se halla de entrada en una situación de rebeldía y lo siente como un proceso de avasallamiento."
El proceso de alienación que en el capitalismo atraviesa al conjunto de las relaciones entre los hombres, tiene su arranque en la forma específica de la producción capitalista, la producción de plusvalor y su apropiación privada.
En el proceso de producción esa enajenación se expresa en una múltiple inversión: cuánta más riqueza genera el obrero con su trabajo, su miseria aumenta; cuanto más se desarrollan las fuerzas productivas y se le gana "al viejo Cronos en su propio terreno", más agotadora y larga se vuelve la jornada de trabajo sin disponer el obrero de tiempo libre para su regocijo. Cuanto más se maquiniza la producción, en vez de liberarse de las cargas del trabajo, el obrero se convierte en un apéndice de las máquinas, con el consiguiente deterioro físico y espiritual. Más rutinario y determinado se vuelve su trabajo cuánto más se acumulan los capitales. Cuánto más largo, y desagradable sea el trabajo asignado, menos se les paga a los trabajadores que lo desempeñan, que "apenas pueden comprar el derecho a no morir".
Todas estas consecuencias parten del carácter del proceso productivo. "Determinadas por el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño. (...) El trabajador pone su vida en el objeto, pero a partir de entonces ya no le pertenece a él, sino al objeto. (...) La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independiente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él, que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil."
Marx señala que esta enajenación es la que oculta la Economía Política, dado que no considera la relación inmediata entre el trabajador (el trabajo) y la producción.
Hasta el momento se ha considerado la enajenación respecto del producto de su trabajo. "Pero el extrañamiento no se muestra sólo en el resultado, sino en el acto de la producción, dentro de la actividad productiva misma". "El producto no es más que el resumen de la actividad de la producción. Por tanto, si el producto del trabajo es la enajenación, la producción misma ha de ser la enajenación activa, la enajenación de la actividad; la actividad de la enajenación."
Con el desarrollo del modo de producción capitalista esta enajenación alcanza grados mostruosos cuando las relaciones capitalistas dominan el conjunto de la sociedad. Las fuerzas productivas sociales del trabajo se incrementan: mediante la cooperación, la división del trabajo, las máquinas, la aplicación de las ccias. naturales a la producción, la química, la mecánica, así como los trabajos a gran escala, la informática, las telecomunicaciones, la biotecnología, la ciencia de conjunto. Y este producto general del desarrollo social se presenta "como fuerza productiva del capital, no como fuerza productiva del trabajo, o sólo como fuerza productiva del trabajo en cuanto éste es idéntico al capital, y en todo caso no como fuerza productiva ni del obrero individual ni de los obreros combinados en el proceso de producción. La mistificación implícita en la relación capitalista general se desarrolla ahora mucho más de lo que se había y se hubiera podido desarrollar en el caso de la subsunción puramente formal del trabajo en el capital."
Es evidente, pues, que la experiencia de la gestión obrera al interior de una fábrica, no puede lograr superar esta alienación general intensificada en el modo de producción capitalista. Dado que los obreros no pueden controlar desde una fábrica el conjunto de esas fuerzas productivas que seguirán oponiéndoseles como extrañas en tanto perdure la hegemonía de las relaciones capitalistas, el poder burgués en la sociedad. La superación íntegra de la alienación capitalista sólo puede alcanzarse si la clase obrera logra apoderarse de esa plétora de fuerzas productivas en sus máximos niveles de desarrollo. La abolición de la propiedad privada sólo es el primer paso necesario, en el camino de liquidar toda alienación. Roto el chaleco de fuerzas de la propiedad privada, del máximo desarrollo de las fuerzas productivas podrá surgir el manantial de las riquezas.
III
Sin embargo, al interior de la fábrica ocupada y puesta a producir bajo control obrero, empiezan a superarse aspectos de esa alienación en el proceso de trabajo.
Aparecen allí gérmenes de comunismo. Plantearé esquemáticamente algunos elementos centrales de este proceso, basándome centralmente en la experiencia de Zanon, pero también considerando la de Brukman y la del Tigre de Rosario:
a) Uno de los elementos en que se funda el proceso de producción capitalista, es en la separación entre las condiciones objetivas del trabajo y la capacidad viva de trabajo. El trabajador, privado de medios de producción y de medios de subsistencia, la única mercancía que posee es su fuerza de trabajo que vende al capitalista mediante el contrato laboral.
En Zanon al producirse la ocupación de fábrica y la gestión de la misma por sus obreros, ellos expropiaron de hecho -rompiendo la legalidad capitalista- algunos de esos medios de trabajo. Aunque otros medios de trabajo, como la materia prima, sigue perteneciendo a los capitalistas, lo mismo que los medios de subsistencia de las familias obreras que deberán adquirir en el mercado mediante sus salarios. Pero en el caso de Zanon, las máquinas y el predio han sido expropiados en los hechos por los trabajadores. Dado el capital fijo acumulado en estos elementos, cuentan a su favor con un valor acumulado que en este momento ya no pertenece a un capitalista sino a los propios obreros asociados. Por otro lado, en el caso de Zanon, ellos consiguieron con el fallo de Lock Out ofensivo que decretó la justicia, la expropiación de un 40% del stock acumulado, que utilizaron para el pago de los salarios adeudados e iniciar la producción. En el caso del Tigre de Rosario, también hay una expropiación "de hecho" del predio y algunas máquinas, pese a que el vaciamiento anterior de los patrones fue enorme. Ellos reclaman actualmente que se legalice la expropiación sin indemnización del predio.
Mientras que en una fábrica controlada y dirigida por los capitalistas los medios de producción se presentan "como medios para la explotación del trabajo ajeno", en el caso de las fábricas ocupadas y gestionadas por sus trabajadores los medios de producción se convierten en simples medios para la realización del trabajo, o en todo caso, para la explotación del trabajo propio.
b) Al controlar el proceso de producción, los obreros de Zanon, no buscan, como lo hacía la patronal, aumentar sin detenerse ante nada sus propias ganancias. Por el contrario, han fijado un límite a sus salarios al nivel de un salario digno, y en vez de imponerse condiciones de sobre explotación, discuten como mejorar la organización del trabajo en su beneficio. El salario en Zanon actualmente es de $800.
c) Los aspectos de ruptura con la alienación se expresan como una irrupción de la creatividad obrera respecto al trabajo. En Zanon durante las Jornadas de trabajo realizadas en la fábrica los obreros discutieron los problemas que enfrentaban en la producción. Allí pudo notarse la iniciativa y creatividad de los obreros que considerando que trabajan para ellos mismos comenzaron a plantear nuevas formas de organización del trabajo e incluso la posibilidad de rotación entre diversas tareas.
Porque en la producción controlada absolutamente por el capitalista al propio trabajador se le vuelve indiferente la naturaleza concreta de su trabajo, convertido solamente en un medio para su subsistencia. En cambio, en la producción controlada por los obreros, el carácter particular de su trabajo cobra otro sentido.
Al ingresar a trabajar en una empresa capitalista normal, un cartel advierte, como en las puertas del infierno: "Al cruzar éste umbral, abandonad toda esperanza". El despotismo patronal durante el proceso de trabajo busca convertir al obrero en un apéndice de la máquina, o un engranaje más en el proceso productivo. El control obrero de la fábrica comienza por hacer jirones ese mandato, y coloca un nuevo lema en las puertas de la producción: "nosotros somos los dueños de nuestro propio destino".
d) En la producción capitalista normal, el proceso de cooperación que se produce dentro de la unidad de producción entre diversas funciones (personificadas en ingenieros, técnicos, obreros manuales de diversos oficios, peones, coordinadores del trabajo, etc.) se les aparece a los obreros como propiedad del capital. "Así el carácter social de su propio trabajo, el carácter social que las condiciones de producción han asumido en cuanto condiciones de producción colectivas del trabajo combinado aparece como capitalista, como trabajo inherente a estas condiciones de producción en cuanto tales, independientemente de los obreros."
En Zanon, mediante las jornadas de discusión de la producción, las asambleas, la elección de coordinadores de producción, y de cada área de la misma, los trabajadores destrozan esta mistificación del capital, mostrando como su contracara la posibilidad de un obrero colectivo que gestione la producción.
e) Es muy importante la colaboración brindada por ingenieros y técnicos que se han sumando solidariamente a la lucha de los trabajadores de Zanon. Dado que es en la aplicación de la ciencia donde más se desarrolla la mistificación del capital. En condiciones normales de producción capitalistas, su aplicación se realiza completamente separada del saber y la destreza de los obreros. En cambio la colaboración de los ingenieros o técnicos en la fábrica gestionada por sus trabajadores implica la aplicación de la ciencia en un proceso controlado por los mismos obreros. En el caso del supermercado Tigre de Rosario también han recibido la colaboración de estudiantes. Es muy significativo el hecho de que estudiantes de la facultad de humanidades pusieron en funcionamiento un centro cultural en las instalaciones del supermercado, con charlas, teatro, cine, talleres, una biblioteca en formación y diversas actividades. Así lograron agrupar en el Centro Cultural La Toma a centenares de jóvenes y artistas solidarios con el proyecto de los trabajadores. Y también, como ellos plantean, retomar las tradiciones de las primeras organizaciones obreras que querían poner la cultura y el arte en las manos de los trabajadores.
La capacidad que demuestran los obreros de Zanon en una fábrica de alta complejidad, en condiciones de ilegalidad, y sometidos a la presión del boicot patronal junto al gobierno y la vieja burocracia sindical, señala la potencialidad de la clase obrera para hacerse cargo de la gestión del conjunto de la producción capitalista. Demuestra palmariamente que el papel de los capitalistas no es necesario para la moderna producción de las riquezas, sino por el contrario, que sólo juegan un rol parasitario de la misma, apropiándose del trabajo ajeno.
IV
Pero en toda producción de plusvalor capitalista, ésta debe llegar a realizarse para poder ser apropiada efectivamente. Si la plusvalía robada por el capitalista a los obreros no se realiza en el mercado mediante la venta del producto, en vano habrá sido el proceso productivo.
Aquí entramos en un terreno que supera al de la producción directa, e ingresamos al terreno de la circulación y la distribución. Y el proceso total de producción capitalista implica necesariamente todos estos momentos para llegar a su fin, la obtención de la ganancia.
Los obreros que gestionan su fábrica ocupada allí son dueños del proceso productivo colectivamente, pero en el terreno de la comercialización vuelven a encontrarse desposeídos. Ya que si bien poseen los productos como propios, que pueden vender, no son dueños de las condiciones generales de compra-venta capitalistas, no controlan el mercado. Y es allí donde las mayores contradicciones se les presentan a los trabajadores que gestionan la producción. Tanto en la venta de sus productos, como en la compra de las materias primas. Más aún, porque las condiciones del mercado no son neutrales en absoluto, sino que tienen un definido carácter de clase. Y la clase de los capitalistas no les va a facilitar este terreno a los obreros rebelados contra el capital en una fábrica. Los propios capitalistas expropiados, como los Zanon, actúan mediante sus relaciones personales y de clase para boicotear la producción de los obreros. El estado provincial y nacional adiciona obstáculos, dejando a los trabajadores en el terreno de la ilegalidad.
La creatividad de los obreros vuelve a aparecer, mostrando que incluso éstos obstáculos pueden ser superados parcialmente. De hecho, como nos explicaba un trabajador de Zanon, el coordinador de compras "los capitalistas también venden y compran en negro" por lo que esta vía se presenta como factible. Además, los capitalistas que poseen intereses colectivos como clase, al mismo tiempo deben dar lugar a sus intereses individuales, lo que permite que algunos se interesen en comprarles cerámicos a los obreros de Zanon a un precio por debajo del medio del mercado..
Pero es evidente que esta situación no puede perpetuarse indefinidamente. Este es uno de los hechos que hace más contradictorio el planteo de los que quieren asentar a estas fábricas ocupadas como cooperativas. Ni que hablar de si las fábricas bajo control obrero pertenecieran a ramas de la producción como el petróleo, o la siderurgia. Allí el terreno de la comercialización de los productos se convertiría en un verdadero infierno para los trabajadores insurrectos.
Por este hecho tan concreto, junto con otros elementos no menos importantes, es que los trabajadores de Zanon reclaman la estatización de la fabrica bajo control obrero. Para que sea el estado el que garantice la compra de los productos, mediante un plan de obras públicas.
En el caso del supermercado Tigre de Rosario, han establecido lazos y acuerdos con más de 30 microemprendimientos y cooperativas de la región, para vender sus productos en el supermercado. Actualmente proyectan instalar una "galería de las luchas" donde se exhiban los productos de las distintas fábricas ocupadas y también permita su difusión.
Sin embargo, aún en este caso, son conscientes los trabajadores de que para instalar un verdadero mercado comunitario necesitan en primer lugar la expropiación efectiva del predio, sin indemnización, y alguna financiamiento estatal para poder solventar la inversión necesaria. Al cumplirse un mes de puesta en funcionamiento del mercado informan que hasta ahora han llevado adelante el proyecto con el equivalente a 6,5 planes trabajar. Demostrando así que con el dinero destinado a miserables planes trabajar sería posible abrir miles de nuevas fuentes de trabajo genuino.
En el II Encuentro de Fábricas Ocupadas se resolvió de común acuerdo entre los trabajadores de Zanon y de Brukman, que luchan por la estatización bajo control obrero, y otros trabajadores de empresas convertidas en cooperativas, el reclamo de la "expropiación de las máquinas y los predios" y que "el estado se comprometa a comprar los productos, su comercialización, así como un subsidio para la compra de materias primas" en todas las fábricas puestas a producir por sus trabajadores.
V
El proyecto de estatización bajo control obrero que agrupa a un polo de fábricas bajo gestión obrera directa alrededor de Brukman y Zanon, implica un profundo contenido social en la lucha de esos obreros.
Dado que no ubican como fin el constituirse en una empresa cooperativa, sino que la gestión obrera aparece como un medio de lucha proletaria contra la crisis capitalista existente. Esto marca un avance cualitativo en la conciencia obrera que emerge de estas experiencias. El control directo de la producción no es el momento de culminación de la lucha, sino el inicio de la misma. Los trabajadores de Zanon en numerosas entrevistas expresan esto de un modo sencillo: "Nosotros tenemos dos pilares en nuestra lucha. Uno, fundamental, es la producción. Para poder subsistir. Pero el otro pilar es la coordinación con otros sectores y nuestro proyecto de estatización bajo control obrero." Esta superación de la división entre economía y política en el seno de estas experiencias avanzadas señala el surgimiento de una nueva subjetividad de clase, un salto en la conciencia obrera muy importante.
Y el proyecto de un plan de obras públicas, liga la lucha de los trabajadores de esas empresas con el conjunto de la comunidad. Los trabajadores de Brukman han planteado la posibilidad de fabricar delantales y guardapolvos, para las escuelas. Y también sábanas y barbijos para la clínica que fue ocupada por asambleístas de Cap. Fed con el objetivo de brindar asistencia médica a las fábricas gestionadas por los trabajadores.
En el caso de Zanon, el más avanzado, esto se ha expresado en una profunda unidad con el MTD de Neuquén. Un movimiento de desocupados combativo que lucha por trabajo genuino y que levanta como reivindicación propia la estatización de Zanon bajo control obrero. Es ampliamente conocido el hecho de que 20 desocupados de diferentes organizaciones de la región han ingresado a trabajar en la fábrica controlada por los obreros.
El surgimiento de la Coordinadora del Alto Valle, en Neuquén, que agrupa a una varios sindicatos combativos junto a listas opositoras a la burocracia, estudiantes y desocupados, también es un hecho novedoso, subproducto de la heroica lucha de los ceramistas por superar las barreras de los viejos sindicatos y lograr una verdadera unidad con los trabajadores y sectores en lucha de la región.
¿Estatización o autonomía?
I
Llegamos así a uno de los planteos que hicimos al inicio de este trabajo. La discusión acerca de las diversas modalidades que han elegido los trabajadores para las empresas ocupadas. Actualmente diversos periodistas o intelectuales han comenzado a dar cuenta de este debate como una polémica entre la "estatización" o la "autonomía". En realidad no es ésto, sino la diferencia entre los proyectos de cooperativas como fin o los proyectos de estatización bajo control obrero que es parte del programa de lucha los obreros de Zanon y de Brukman.
La corriente del MNER liderado por la iglesia y el peronismo, plantea la "independencia respecto al estado" en la cooperativa. Es claro que en este caso la "autonomía" no implica ninguna intención de enfrentar al capitalismo, sino simplemente la de integrarse en su seno. Es una corriente abiertamente reformista del capitalismo.
Sin embargo existen otras corrientes políticas que ven en las cooperativas una forma de lograr un "comunismo alternativo", que por su propia expansión, logre forjar una alternativa al capitalismo. Algunas corrientes autonomistas o autogestionarias, que se oponen al reclamo de estatización bajo control obrero.
Ahora bien, ya planteamos que una de las mayores contradicciones que se les presentan a las fábricas gestionadas por sus obreros aparece en el terreno de la comercialización y la compra de materias primas. Allí las relaciones capitalistas aparecen desde afuera y penetran en el propio proceso productivo. Dado que las materias primas ingresan a él no sólo como medios de trabajo sino como medios de valorización, como mercancías. Y dado que los bienes producidos por los obreros deben venderse para que ellos puedan disfrutar de su valor, vivir dignamente y poner en marcha un nuevo ciclo productivo. Las relaciones capitalistas ingresan a la fábrica ocupada por los obreros, que no pueden obviar estas relaciones capitalistas generales.
La discusión de los que plantean que mediante la estatización los obreros perderían su "autonomía", se demuestra falsa en varios sentidos. En primer lugar porque la autonomía lograda en las fábricas ocupadas y gestionadas por los proletarios, en el marco de la subsistencia de las relaciones capitalistas generales, es muy relativa. En segundo lugar porque los trabajadores de Zanon y Brukman no plantean una estatización burguesa de las plantas, sino que luchan por la estatización bajo control obrero.
II
La lucha por la estatización bajo control obrero, es un proyecto que implica una lucha contra el estado, por imponerle que garantice las vías para la socialización del trabajo de las fábricas ocupadas, mediante la comercialización de los productos, y su aplicación para planes sociales.
Pero en un momento en que el estado "abandona posiciones", ¿no es una contradicción absoluta pretender la estatización las fábricas? Como los propios trabajadores de Zanon han planteado una y otra vez, el estado provincial Neuquino ya ha subsidiado mediante fondos de la comunidad a la patronal privada, en una suma de varias decenas de millones de dólares. Aún más, la empresa contó con subsidios especiales para el consumo de luz y otros servicios. Respecto al estado nacional, éste implementó en el último período distintas vías de estatización de las deudas privadas. No es un impedimento esencialmente económico el que impide la estatización de las fábricas, sino que es fundamentalmente político. Como subproducto de la lucha de clases la estatización de una fábrica o ramas enteras de la producción no es un imposible. Decenas de experiencias históricas lo muestran.
Pero si la estatización es una respuesta burguesa a la lucha de clases ofensiva del proletariado y sus aliados, los capitalistas intentarán por todos los medios impedir el control obrero efectivo en esas empresas. Deberán permitirlo si la situación lo impone, mientras al mismo tiempo buscarán derrotar el proceso revolucionario abierto. Mediante los "cantos de sirena" de las concesiones intentarán frenar y desarmar la lucha de clases, para imponer por fin mediante el látigo directo del capital y sus fuerzas represivas un retroceso a un equilibrio anterior. La experiencia chilena, por dar tan sólo un ejemplo, lo muestra claramente. La lucha por la estatización bajo control obrero de una planta o de decenas de fábricas se engarza de este modo a un proceso de lucha revolucionario contra el poder burgués en toda la sociedad. Demuestra la íntima relación entre economía y política, y la necesidad de la clase obrera insurrecta de dotarse de una perspectiva de poder.
III
La "autonomía" de las cooperativas, desligada de una lucha política contra las condiciones generales capitalistas, se convierte en un medio para la sobrevivencia de estas relaciones de explotación.
Cuando las cooperativas venden sus productos lo hacen inmersos en la competencia con otras empresas capitalistas. Nuevamente el obstáculo de la distribución surge rebelándose contra la producción, porque el mercado de consumo capitalista en condiciones de profunda recesión económica como hay en la argentina, lejos de expandirse se ha reducido. Si para ganar en esta competencia la cooperativa vende por debajo de los precios del mercado, puede salvar su situación momentáneamente, pero seguramente llevando a la quiebra o al cierre a las empresas de la competencia. Si cientos de trabajadores quedan en la calle por este motivo, es claro que la cooperativa no será una solución para la clase trabajadora de conjunto.
Solamente destinando esos productos a necesidades sociales, a fines no regidos por la ganancia, podría darse lugar a un mercado de consumo efectivo. La necesidad de la planificación social racional del conjunto de la economía se presenta así como una cuestión de vida o muerte para la clase trabajadora y el resto del pueblo pobre.
"La abolición de la propiedad privada de los medios de producción es el primer pre-requisito para la economía planificada, es decir, para la introducción de la razón en la esfera de las relaciones humanas, primero en una escala nacional y, finalmente, en una escala mundial"
Mientras que el control obrero enfrenta el despotismo patronal al interior de la fábrica, es necesario trascender esas fronteras para enfrentar la anarquía de la producción capitalista. Solamente mediante un plan económico racional podrían ponerse en marcha las ruedas de la producción. De este modo no sería un sueño la utopía de poner a funcionar las miles de fábricas cerradas, modernizar las que están obsoletas, abrir otras nuevas. Para trazar nuevos caminos y vías férreas, llevar las comunicaciones a todas las regiones, y garantizar los servicios mínimos de agua, gas, luz en todas las barriadas del país. Construir viviendas, hospitales, escuelas y universidades, abriendo centenares de miles de puestos de trabajo. Escuelas de oficio para capacitar a los jóvenes que nunca tuvieron empleo, universidades con salarios docentes dignos y becas para los hijos de los trabajadores. Para aumentar los presupuestos de salud, educación y las jubilaciones de los ancianos. Y sólo estamos hablando así, de conquistar una vida digna para millones.
Pero para liberar a la técnica de la intriga de los intereses privados y colocar al gobierno al servicio de la sociedad es necesario "expropiar a los expropiadores".
"Unicamente una clase poderosa, interesada en su propia liberación y opuesta a los expropiadores monopolistas es capaz de realizar esta tarea. Unicamente unida a un gobierno proletario podrá construir la clase calificada de los técnicos una economía verdaderamente científica y verdaderamente nacional, es decir, una economía socialista."
Claro que sería mejor para todos lograr este objetivo de manera pacífica y gradual. Pero nunca una clase dominante ha cedido su lugar en la historia sin oponer resistencia, y menos aún lo hará la decadente burguesía monopolista. "La fuerza es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva". La revolución comunista no será una excepción a esta conclusión tan simple de la historia.
Rosario, 14 de Octubre de 2002.
josefinamar@hotmail.com