Juan Pablo II dejó caer al arzobispo de Santa Fe
Aceptó la renuncia de Edgardo Storni, acusado de abusos sexuales contra ex seminaristas desde 1994. Se ignora si el sacerdote volvió de Roma. .
Julio Algañaraz. / Clarín
El Papa "renunció" ayer al arzobispo de Santa Fe, monseñor Edgardo Storni, de 66 años, acusado desde hace 8 años de abusos sexuales contra varios seminaristas, en el mayor escándalo de este tipo de un alto prelado que se recuerda en la Argentina. Hasta designar un sucesor, el Pontífice nombró Administrador Apostólico de Santa Fe a monseñor Moisés Blanchoud (ver "Sólo un curita...). Al parecer la suerte de monseñor Storni estaba echada hace rato y en una de sus visitas de hace días a la Congregación para los Obispos, donde se había reabierto su caso, volvieron a leerle los artículos del Código Canónico que contemplan el caso. El cánon 401 dice en su parte final que: "Se ruega encarecidamente al Obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo"..
Con los modos suaves y persuasivos que se usan en el Vaticano, se informó al arzobispo que, inocente o culpable, no podía quedar al frente de su oficio por el clima instaurado en la sede diocesana de Santa Fe, donde es abrumadora la hostilidad popular contra monseñor Storni. .
Por eso el Papa formalmente le "aceptó la renuncia", pero en la práctica lo quitó de la cátedra arzobispal santafesina, que ardía en llamas. Ahora, su futuro en la Iglesia es incierto. Nunca se supo en estas semanas dónde estaba monseñor Storni en Roma y hasta ayer se desconocía si había viajado o no a Santa Fe para presentarse, hoy a las 10, ante el juez Giovannini, quien lo había citado para interrogarlo..
Hace casi un mes, monseñor Storni vino al Vaticano con otros 9 obispos argentinos en una visita "ad limina" que los episcopales realizan cada 5 años para informar al pontífice de las actividades en este período en sus respectivas diócesis. .
Todo el mundo sabía que era un caso aparte el del arzobispo de Santa Fe desde que en agosto último la justicia de la provincia había iniciado una causa contra él por las acusaciones de abusos sexuales, refrescados por la escritora y periodista Olga Wornat en su libro Nuestra Santa Madre, que fue el detonador del escándalo..
En la Justicia santafesina hay otra causa que involucra a monseñor Storni por las acusaciones de irregularidades en la colecta "Más por menos", de Cáritas, en la que la arquidiócesis de Santa Fe podría ser responsable de un "agujero" de 150.000 pesos de los de antes, o sea, convertibles en la misma cantidad de dólares..
Pero además hay sacerdotes y monseñores de la Curia de Santa Fe implicados en otro caso judicial, acusados de haber "apretado" al anciano sacerdote José Guntern, para obligarlo a retractarse de los términos de una carta que le había enviado en 1994 a su entonces amigo, monseñor Storni, reprochándole los abusos sexuales contra los seminaristas..
Para el Vaticano el escándalo había adquirido límites intolerables. Desde Roma se había ordenado una investigación de las acusaciones contra el arzobispo en mayo de 1994. El arzobispo de Mendoza, José Arancibia fue encargado de dirigir la investigación en nombre de la Santa Sede. Arancibia se trasladó a Paraná, a la casa del arzobispo Estanislao Karlic, hoy presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, para tomar declaración con más tranquilidad a todos los implicados en el caso..
Cuarenta y siete personas desfilaron por la casa de Karlic ante Arancibia y contaron lo que sabían. El informe con sus conclusiones partió en diciembre de 1994 y desde entonces yace en la Congregación para los Obispos, uno de los "ministerios" (dicasterios) más importantes de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia..
¿Cómo es posible que haya quedado tantos años "cajoneada" esa investigación? La publicación del libro de Wornat y la intervención de la justicia santafesina lograron reactualizar el caso, dándole una nueva dimensión. Hasta comienzos de este año, el mal camino que seguía la Iglesia en muchas partes del mundo, y en el mismo Vaticano, consistía en "evitar el escándalo". Era mejor "cajonear", cambiar de sede a los curas pederastas o abusadores, que continuaban haciendo de las suyas..
Todo cambió a comienzos de este año, cuando comenzó a estallar una seguidilla interminable de escándalos en Estados Unidos pero también en otros países. .
El último, antes del caso argentino, fue el del arzobispo de Sydney, la principal ciudad de Australia, monseñor George Pell, quien ha renunciado para defenderse de las acusaciones de un hombre que sostiene haber sido violado por el alto prelado cuando era adolescente, en un campamento veraniego de jóvenes católicos.