Nuestro Planeta
|
28 de febrero del 2003
Ecología
david zuluaga
Los ecologistas son poseedores de un espíritu sensible a todas las expresiones de la naturaleza. Puede decirse incluso, que tiene comunicación directa con ella y que su espíritu no actúa nunca sólo, ni su mente se ocupa de cosas que sólo favorecen su vanidad, porque es completamente consciente que el mundo está hecho para compartirlo, no para apropiárselo, explotarlo o cualquier otra expresión del alma egoísta. Al ecologismo no se le atribuye dotar a los hombres del mencionado espíritu sensible, si no que gracias a estos hombres es posible concebir el mundo desde una perspectiva ecologista; claro, para quien no tenga aquel alma amable de la que hablo no le es posible comprenderme.
La ecología es entonces una relación con el mundo, es simplista reducir "ecología" a las definiciones de aquel viejo libro escolar que nos decía que era la "ciencia que estudia las relaciones entre los organismos vivientes y su ambiente", hoy en día la ecología a adquirido una dimensión inesperada, pensar ecológicamente hoy, implica abarcar el tamaño del universo, puede estar en pequeñas cosas de la cotidianidad representada como un nuevo modelo de consumo o grandes proyectos como teorías para mejorar el desequilibrio en la repartición de las riquezas en el mundo, sin embargo todas hacen parte del mismo principio.
La verdadera riqueza de la ecología
"¡¡que aberración llamar riqueza a una abundancia en cuyo seno se muere de hambre !!!"
Como dijera Aristóteles: "la moneda no es sino un valor ficticio. Su valor está en la ley no en la naturaleza ", el hombre ha decidido desconocer la fuente de todas sus riquezas, olvidar que la naturaleza le ha proporcionado toda la materia prima que ha necesitado y ha preferido amar el dinero sobre amar la naturaleza. Los humanos insisten en dar al medio ambiente el mismo uso que se le da a sus máquinas a sus invenciones. Olvidan que la naturaleza es un recurso finito si se consume más rápido que su renovación, la tierra no sólo es un medio de producción, los animales no son algo que sólo produce utilidad, no tienen un valor, no puedo usarlos ni tratarlos sólo como si fueran algo útil. La protección de la naturaleza es una cuestión de amor y de respeto, no funciona cuando los intereses individuales imperan.
La naturaleza tiene mecanismos de autorregulación que el hombre altera, es decir, la naturaleza no puede volver a su estado, una vez se ha sustraído más rápido materia prima de lo que ella misma puede restaurarse. El mundo tecnológico desconoce el daño irreparable que hace. La tecnología no parece reconoce ningún principio de autorregulación, o más bien, el hombre, que es el que produce industria, no parece reconocer ningún principio de autorregulación. El desarrollo se ha expresado en términos netamente económicos, lo que no represente una ganancia es antieconómico. La inversión social y en protección de los recursos naturales no produce ganancia, por esto, nadie se esfuerza por invertir en ellos.
En muchos casos los humanos concentrados en la producción sólo buscan obtener ganancia; a costa de qué y de quién… pasa a un segundo plano. Detrás de aquel "obtener ganancia" se oculta la explotación u otras prácticas denigrantes. Un hombre egoísta puede enriquecerse materialmente pero si sus trabajadores son explotados, si carecen de educación, si están sufriendo ellos y sus familias, su fortuna está sucia, está manchada de sangre y su espíritu es completamente pobre y su capital no vale la pena. Bajo ninguna circunstancia los humanos deberían respaldar el desarrollo económico con la explotación desmedida del medio ambiente y de los hombres trabajadores subempleados. Ni yo, ni nadie, puede asegurar que un país halla alcanzado, o si se justifica, algún grado de desarrollo si detrás del crecimiento hay miles de personas subempleadas, hambrientas, sin recursos naturales, sin educación etc… lamentablemente hoy esa parece ser la lógica del mercado.
El desarrollo para la ecología tiene otro carácter, tiene que ver con la gente, con el aire que respiramos, con el agua que tomamos; si el dinero y la tecnología no es usado para el bienestar de la gente, definitivamente no tiene ningún valor. El ecologismo exalta la educación de sus pueblos para lograr un desarrollo, los modelos de gobierno que mantienen la ignorancia de sus pueblos para asegurarse su servicio, de ninguna manera tienen asegurada su supervivencia. En los países del tercer mundo donde se mantienen con más insistencia, yo tengo la ilusión a pesar que son pueblos hambrientos, que sus almas están débiles, que durante mucho tiempo han padecido el egoísmo de sus gobernantes, de que en uno de sus últimos respiros, se levanten y que en un arranque de heroísmo y racionalidad, reconozcan en el amor y el respeto del otro, en los logros del conjunto, en pensar como grupo, las fuerzas que conducen a la liberación de la esclavitud a la que está sometido por el dinero, por los egoístas y que exijan de estos últimos tener voluntad, tener el valor para saber que no viven solos, que el mundo les quepa en la cabeza, de esta manera construir en nombre de su gente, de su país y ¿ por que no ?? de su mundo.
Los países ricos están seguros que su ayuda económica es fundamental, de nuevo ese dinero no tiene ningún valor si se deja en las manos de aquellos poderosos corruptos encargados de distribuirlo y administrarlo o si lo único que se busca es hacer de las naciones morosas países serviles, como las élites latinoamericanas quieren asegurarse el servilismo de sus pueblos. Se cree que lo que es bueno para los países ricos en igual medida es bueno para los pobres, se olvida que son hijos de circunstancias diferentes, esa ayuda es simple, descorazonada incluso malintencionada si tiene otros fines oscuros. Creo que es en la Biblia donde dice que hay que enseñar a pescar no dar el pescado. El desarrollo no es resultado del dinero o de las mercancías sino de la gente y su educación, organización y disciplina.
Los ecologistas no comparten ortodoxias, no comulgan con radicales, ni con fundamentalistas, el dinero no los vende y son sólo sus covicciones y compromisos tácitos con la armonía social y la naturaleza, la que guía sus decisiones. Está dispuesto a demostrar sus disgustos no tiene por que quedarse callado ante lo que considera injusticia, pero sus manifestaciones no son bélicas, sus manifestaciones son simbólicas pero fuertes, incluso más fuertes que una bomba o un asesinato, que una guerra o que el uso de la fuerza física. Precisamente el valor político de los ecologistas se percibe en los momentos más críticos por que sabe escuchar es poceedor de una critica aguda no sólo con los demás si no también con sí mismo. Su corazón se estremece cuando en las costas españolas se derraman galones de crudo y cuando bush le declara la guerra a Irak, es decir, pelea y con carácter sienta sus propias decisiones defendiéndolas con oportunas aclaraciones.
Finalmente hemos olvidado que la naturaleza nos da mensajes, o ya nos hemos alejado tanto de ella que no los percibimos. No quiero ser un apologista de los indígenas pero hay cosas que ellos conocen y que pueden contarnos con más realidad, con más convicción y con más fluidez que yo, por eso quisiera citar a José María Arguedas, un escritor peruano que escribió en alguno de sus cuentos este pedacito sobre la relación de los blancos (mistis) y los indios (puquios) con la naturaleza: "desde las cumbres bajan cuatro ríos y pasan cerca del pueblo; en las cascadas, el agua blanca grita, pero los mistis no oyen. En las lomadas, en las pampas, en las cumbres, con el viento bajito, flores amarillas bailan, pero los mistis casi ni ven. En el amanecer, sobre el cielo frío, tras del filo de las montañas, aparece el sol; entonces las tuyas y las torcazas cantan, sacudiendo sus alitas; las ovejas y los potros corretean en el pasto, mientras los mistis duermen, o miran, calculando la carne de los novillos. Al atardecer el taita inti (sol) dora el cielo, dora la tierra pero ellos estornudan, espuelan a los caballos en los caminos, o toman café, toman pisco caliente.
Pero en el corazón de los puquios está llorando y riendo la quebrada, en sus ojos el cielo y el sol están viviendo; en su adentro está cantando la quebrada, con su voz de la mañana, del mediodía de la tarde, del oscurecer".
David Zuluaga (colombia)