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Medio Oriente

"Hasta siempre Edward... ahora estamos mas solos".

Por Xavier Abu-eid*.


Quizás el mas grande pensador palestino de todos los tiempos, a la edad de 67 años ha fallecido aquejado de leucemia Edward W Said, intelectual palestino radicado en Nueva York donde impartía clases de Literatura Comparada en Inglés en la Universidad de Columbia.
La muerte de Said no debe ni ha pasado inadvertida. Son decenas los títulos de sus obras, decenas también los idiomas a los cuales han sido traducidos, la herencia literaria y política de un hombre que nunca tuvo tapujos para aseverar la verdad trascienden el fin mortal de una persona cuyo mayor esfuerzo dedicar en aclarar la realidad a toda costa, enfrentándose muchas veces solo, como un francotirador, a esa gran maquina de desinformación montada por el sionismo en Estados Unidos, así como también su lucha implacable contra la política exterior estadounidense, valiéndose con esto el desagravio de varios académicos del país donde se encontraba radicado.
Desde su nacimiento en Palestina, Talbiyah 1935, Edward Said no fue un par entre los suyos, y siempre tuvo armas para destacar. Hijo de una familia burguesa palestina de religión cristiana anglicana, Said nos mostró en su autobiografía "Fuera de Lugar" su crecimiento en un ambiente convulsionado por los severos cambios en el medio oriente de la década 40’ y 50’, siendo El Cairo y Beirut sus escenarios de desarrollo durante su adolescencia y Palestina su niñez.
Es en esos años cuando nace Israel (1948), un año antes se había ido a vivir El Cairo y no volvería a Palestina hasta 1992 junto a su familia (su esposa y 2 hijos), donde descubriría que en el antiguo hogar de su padre Wadie y de su madre Nabiha (muerta en un hospital de Nueva York en la década 90’) habitaban fundamentalistas sionistas europeos. Es allí donde decide dar media vuelta y no ingresar al inmueble, la impotencia junto a su racionalidad lo llevaron a tomar tan sabia decisión. Sin duda que para Said, el "Nakbeh", o la creación de Israel, fue tan traumante como para todo el pueblo palestino, experiencia que lo marcaría a posterior convirtiéndose con el tiempo en la principal voz de la diáspora palestina en el exilio.
Enviado a Estados Unidos por su padre a la Universidad de Princeton y luego a Harvard, su amor a la música clásica y su grado de concertista en piano lo hicieron destacar no solo por poseer ese don que no muchos tienen de abrazar un instrumento, sino que la música logró sensibilizarlo y hacerlo entender mejor su entorno, a veces muy hostil a la figura de un palestino en el Estados Unidos de la guerra fría.
Su vinculación con el movimiento de liberación palestino de manera mas formal comenzó luego del trauma que significó en su persona la derrota en la guerra de 1967. Es así como sus viajes a Beirut se hacen mas comunes en la década 70’, teniendo varios roles propios de un palestino radicado en occidente, básicamente en el campo de la diplomacia informal con sectores israelíes y estadounidenses progresistas, así como en el desarrollo de propuestas de paz, a tal punto que desde el año 1977 se convirtió en diputado independiente en el Concejo Nacional Palestino, cargo al que renunció en 1991 por sus serias discrepancias (bastante fundamentadas) con la política de la oficialidad palestina, sobretodo en relación a la figura de la Cumbre de Madrid y posteriormente el Acuerdo de Oslo. Son sus críticas al gobierno palestino tanto como la sinceridad con que emitía sus opiniones las que lo hacen distinguirse claramente del resto de la intelectualidad palestina, siendo su ejemplo seguido por varios mas. Aquella sinceridad llevó a que desde el año 1996 sus obras fueran prohibidas en suelo bajo control de la Autoridad Nacional Palestina debido a la gran cantidad de críticas en contra del presidente Yasser Arafat, a quien Said acusó de "claudicar en nombre del pueblo palestino".
Su carrera incluye libros notables como "Orientalismo" y su continuación llamado "Cultura e Imperialismo", siendo el primero de estos un verdadero clásico fundamental para entender el como es mirado Oriente desde Occidente. Para Said, el "Orientalismo" es una manifestación histórica e instrumentalizada del poder colonialista, que se camufla bajo una supuesta "neutralidad" del conocimiento científico, donde Oriente es visto como un solo mundo obviando la existencia de una heterogeneidad importante que no es fruto del estudio en Occidente, sin mostrar siquiera las diferencias básicas entre árabe y musulmán siendo estos estudios rara vez contrastados con la realidad de oriente, enfrascando esto en una visión irreal del mundo oriental.
Son sus enseñanzas fruto de estudio en las mas diversas universidades occidentales, cuya realidad conocía tan bien que en algún momento se llegó a declarar como una persona "tan occidental como palestino", lo que al momento de efectuar análisis lo ponía en "un punto medio donde se es mas ecuánime y libre". Para Said, la libertad es el principal valor en el intelectual, el no concibe la figura de un intelectual restringido por ideologías o aparatos de gobierno, pues el intelectual (y el lo demuestra tanto en sus artículos como en sus libros) debe decir "cuando el agua esta clara y cuando esta turbia sin rodeos".
Homologado en diversos análisis con el norteamericano de familia judía Noam Chomsky (quien señalaba a Said como su "viejo amigo"), la lucha contra el imperialismo fue uno de sus principales objetivos, intentando básicamente influir con su pensamiento en las sociedades, inculcando en Estados Unidos que el mundo árabe no es un mundo "terrorista" como sus mandatarios y medios de comunicación han insinuado, así como diferenciando claramente a la sociedad estadounidense de sus gobernantes ante el mundo árabe, principalmente en su columna semanal del diario egipcio Al Ahram, muchas veces reproducidas en Al Hayat y As Safir, 3 de los principales medios de la prensa escrita en el mundo árabe, medios de prensa independientes a los cuales Edward Said daba mucha importancia en su rol de contrariar la propaganda emanada de las fuentes oficiales de información en el mundo árabe. De hecho, uno de sus últimos libros editados es una compilación de artículos publicados en dichos espacios sobre el Proceso de Paz; Tanto "Crónicas Palestinas" como su segunda edición titulada "Nuevas Crónicas Palestinas" son el resumen mas importante del seguimiento hecho por Said a lo que muchos denominaron "Proceso de Paz", lo que no simbolizaba para el mas que la claudicación de Arafat y "su tropa".
A juicio del fallecido intelectual, lo mas irritante de los acuerdos de Oslo no fue que Israel haya perpetuado su ocupación de suelo palestino, ni siquiera el hecho de que la comunidad internacional haya silenciado ante los evidentes atropellos que llevaba a cabo Israel en Palestina: Para Said lo irritante fue lo que el denomino la "actitud asumida por el gobierno palestino, su corrupción y los privilegios de un sector (los VIP) por encima de un pueblo sufrido... las autoridades no han estado al lado de su pueblo e Israel continua sus atropellos mientras la policía palestina trabaja deteniendo a los nuestros" escribía Said a mediados de la década 90’ en el diario Al Hayat. Y escribía con autoridad. Su coherencia le permitía esos lujos, ya que el fue uno de los pocos que al firmarse el Acuerdo de Oslo en 1993 vaticinó un fracaso señalando que la firma traería solo mas violencia. Said lo criticó de principio a fin, y fue un 28 de Septiembre del 2000 donde sus predicciones se hicieron realidad; a 7 años de Oslo nacía la segunda Intifada.
Sus claros análisis fueron los que poco a poco, y sin olvidar a nadie, imaginariamente construían el futuro de Medio Oriente. Edward Said consideraba que no se puede hablar de liberación de Palestina sin considerar a la sociedad israelí, y que el futuro de la zona debía ir intrínsicamente ligado a la creación de un estado binacional israelí – palestino.
Enemigo de las teorías revisionistas sobre el Holocausto Judío en la segunda guerra mundial, creía férreamente en que la libertad de Palestina no pasaba por la eliminación física de los judíos en la zona, e inculcó la necesidad de creación en las universidades palestinas de Centros de Estudios Israelíes, para entender su forma de pensar, lengua y orígenes, base para una futura coexistencia.
El año 2002, recibió junto a su amigo, el director de orquesta israelí Daniel Baremboin, el Premio "Príncipe de Asturias", otorgado por su "generosa" y "encomiable tarea a favor de la convivencia y de la paz".
Baremboin, el mismo que a pesar de la censura existente en Israel hacia Wagner, entonaba la música del gran músico germano, emulaba en Said la relación existente entre la escritora sudafricana Nadine Gordimer, una blanca de origen judío premio Nóbel de literatura, y la comunidad negra, a la cual deseaba el fin del apartheid y un gobierno representativo. Para Said, un admirador y estudioso de la lucha del Concejo Nacional Africano, la lucha palestina debería tomar un tinte de la sudafricana, es decir, luchar por la igualdad de derechos ya que en Sudáfrica "solo se consiguió el fin del apartheid cuando tanto blancos como negros se dieron cuenta de la necesidad de eliminarlo... en Palestina se acabará la segregación cuanto israelíes y palestinos también vayan hacia el mismo lado".
Decepcionado por el rumbo del liderazgo palestino, Said confiaba en la nueva generación de líderes palestinos, laicos y frontales que al igual que el, creían firmemente en la democracia. Para Said, el fundamentalismo islámico en Palestina era solo un "ente pasajero, una moda ocasionada por la ocupación israelí que dará lugar a un liderazgo joven y laico". Edward fue un enemigo empedernido de las operaciones suicidas en territorio israelí, aunque era capaz de entender la situación que llevaba a los jóvenes de su pueblo a tomar tan dramática situación.
Edward Said nos dejó a 3 días de conmemorarse 3 años de la reciente Intifada. ¿qué habría escrito? ¿qué análisis nos habría dejado?... todo parece una incógnita. Muchos fuimos los que nos inspiramos en Said, los que envidiamos sanamente su libertad de pensamiento, su claridad de ideas y sobre todo, su sabiduría. Un hombre con autoridad, que no le importó disgustarse con el liderazgo palestino, con académicos estadounidenses o con fundamentalistas israelíes (el terrorista Meir Kahane lo había amenazado de muerte), para el la verdad era lo importante, y faltar a ella la pena de muerte a su condición de intelectual. Un hombre que decía lo que había que decir, la voz palestina en el exilio, deja un legado bastante importante: La lucha por la democracia y la libertad de Palestina y la coexistencia con la sociedad israelí quedan sentadas en su extensa obra.
Said nos enseñó que no es un pecado criticar a los líderes árabes, nos enseñó a no tener miedo por pensar distinto, su amor a la diversidad abrió las mentes de muchos que como uno se deleitaron con sus crónicas semanales, abriendo nuestras mentes a distintas realidades sin mayores tapujos, sino que aprovechando cada una de ellas para hacer crecer al mundo exento de la hegemoneidad que algunos intentan imponer.
En un mes como Septiembre, se conmemoran las masacres de Sabra y Shatila, el Septiembre Negro de 1970 y la segunda Intifada. Es en estos momentos que el pueblo palestino se viste de luto, que tomo una de las tantas voces de respuesta a la defunción de Edward Said; una voz palestina en la diáspora que despide sinceramente al gran intelectual palestino: "Hasta siempre Edward... ahora estamos mas solos".