10 de septiembre del 2003
República Democrática del Congo: El drama de los niños soldado
Amnistía Internacional
En la República Democrática del Congo, miles de niños
siguen viéndose obligados a sacrificar su infancia en beneficio del avance
político y militar de los dirigentes de las facciones contendientes en
el país, pese al reciente establecimiento del gobierno de Transición
y Unidad Nacional de la República Democrática del Congo. En su
calidad de niños soldados, se exponen a abusos de todo tipo; muchos de
ellos son víctimas de homicidios y todos sufren las secuelas físicas
y psicológicas de la experiencia vivida.
"El reclutamiento y la utilización de menores de 18 años en los
conflictos armados constituyen crímenes de guerra y, por consiguiente,
son crímenes cometidos contra toda la comunidad internacional, no sólo
contra los niños de la República Democrática del Congo",
ha afirmado Amnistía Internacional en su nuevo informe, titulado República
Democrática del Congo: Niños soldado, en el que se documenta la
difícil situación en la que viven miles de niños soldados
en la región de los Grandes Lagos.
"La implacable explotación de los niños del Congo a manos de los
dirigentes de las fuerzas armadas en beneficio de sus propios intereses materiales
y políticos es uno de los ejemplos más atroces de abusos de los
derechos humanos en todo el conflicto de la República Democrática
del Congo". Y ha añadido: "La comunidad internacional debería
presionar a todas las partes involucradas en el conflicto, incluidos los líderes
de todos los grupos armados, para hacerlos rendir cuentas de sus actos y ponerlos
a disposición de la justicia tanto nacional como internacional."
Los niños a los que la organización ha entrevistado, tras escaparse
o ser desmovilizados, ofrecen un testimonio espeluznante sobre cómo los
conflictos armados de la República Democrática del Congo les han
afectado tanto física como psicológicamente. En palabras de uno
de ellos: "Teníamos que caminar durante días. Por la noche, tenía
que asaltar pueblos para conseguir algo de comida. En octubre, tomé parte
en el ataque contra Uvira. Fue horrible. Tenía miedo y no quería
matar a nadie ni que me mataran. Después del ataque, abandoné
mi arma y huí."
Desde 1996, miles de niños han sido obligados a unirse al ejército
y las milicias en la República Democrática del Congo. Las campañas
de reclutamiento son prácticamente continuas; el servicio militar obligatorio
es habitual, aunque el alistamiento voluntario también es una práctica
generalizada.
A estos niños se los ha secuestrado en la calle o se los ha sacado de
las aulas, campos de refugiados o campos de desplazados internos. A otros muchos
se los ha forzado a salir de sus casas a punta de pistola, mientras unos padres
angustiados los veían partir sin poder hacer nada. Según los informes
recibidos, a otros se los ha reclutado cuando estaban jugando cerca de su casa
o iban andando por la carretera. Se sabe que algunos niños se han unido
a las fuerzas del ejército o la milicia de forma voluntaria, con el telón
de fondo de la separación de sus familias, las condiciones de pobreza
y el desplome de los servicios sociales básicos, como los centros educativos
y de salud.
Una vez reclutados, se suele enviar a estos niños a campos de entrenamiento
junto a los adultos reclutas para que reciban formación y adoctrinamiento
militar. En estos campos suelen recibir un trato violento y, en algunos campos,
han muerto niños debido a las deplorables condiciones en que vivían.
Tras varias semanas de entrenamiento, se los despliega en las líneas
de combate para utilizarlos como carne de cañón. Allí se
los obliga a servir como señuelos, como detectores de la posición
enemiga, como guardaespaldas de sus comandantes o como esclavos sexuales. La
mayoría de las niñas soldado han denunciado haber sido violadas
o explotadas sexualmente por sus jefes militares y otros soldados. A menudo,
también se utiliza a niños y niñas como porteadores de
la munición, el agua o los alimentos, y como cocineros.
En las líneas de combate, se obliga a los niños reiteradamente
a cometer abusos, entre ellos violaciones y asesinatos, contra civiles y soldados
enemigos. A algunos se los ha forzado a matar a miembros de su propia familia,
y a otros a participar en actos sexuales y de canibalismo con los cadáveres
de los enemigos muertos durante los combates. A menudo se les administran drogas
y alcohol para hacerlos insensibles a las emociones cuando cometen estos crímenes.
Éste fue el caso de Kalami, de 15 años, y con seis de experiencia
en uno de los grupos armados que operan en la República Democrática
del Congo: "Nos dijeron que teníamos que matar a la gente obligándolos
a quedarse dentro de sus casas mientras nosotros las quemábamos. Incluso
tuvimos que enterrar a algunas personas vivas. Un día, los jefes nos
obligaron a mis amigos y a mí a matar a una familia, cortar en pedazos
los cadáveres y comérnoslos […] Mi vida está destrozada.
No tengo nada por lo que vivir. Por las noches no duermo. Me sigo acordando
de las cosas horribles que vi y que hice cuando era soldado." En muchos casos,
el coste personal que deben pagar los niños soldados es muy elevado:
insensibilizados y profundamente traumatizados por la experiencia vivida, a
muchos les siguen asediando los recuerdos de los abusos que presenciaron o que
les obligaron a cometer. En el caso de las niñas soldado, además
de la brutalidad y el trauma derivados de la violación en sí,
las agresiones sexuales pueden producirles lesiones físicas graves y
embarazos forzados, así como contagio de VIH y otras enfermedades de
transmisión sexual.
Algunos ex niños soldados a los que se había desmovilizado dijeron
a Amnistía Internacional que temían volver a sus comunidades porque
sus vecinos habían presenciado su participación en los crímenes.
La opinión internacional se ha reforzado en contra de la ilegalidad y
la inmoralidad del reclutamiento y la utilización de niños en
los conflictos. Actualmente existe un consenso internacional respecto a la prohibición
de estas prácticas a fin de ponerles freno en toda la República
Democrática del Congo. La mayoría de las partes en conflicto en
el país se han comprometido a poner fin al reclutamiento y a la utilización
de niños soldados.
No obstante, existe una clara discrepancia entre el compromiso público
y los intentos reales por parte de distintos gobiernos y grupos armados de evitar
que los niños sean utilizados como combatientes. La desmovilización
de niños soldados ha sido demasiado moderada y limitada en su envergadura
para tener un efecto real sobre este problema. En muchos casos, las iniciativas
de desmovilización no tienen en cuenta el papel fundamental que desempeñan
las familias y las comunidades locales en la feliz reintegración del
niño en la vida civil. El posible nuevo reclutamiento de ex niños
soldados sigue siendo uno de los principales retos a los que se enfrentan las
iniciativas de desmovilización en el este de la República Democrática
del Congo.
La organización ha afirmado: "Más allá de la abolición
legal y política del reclutamiento y utilización de niños
soldados, deben ponerse en marcha iniciativas encaminadas al desarrollo económico
y la consolidación de la paz, con el fin de que la desmovilización
y la rehabilitación de ex niños soldados puedan ser sostenibles.
Si estas cuestiones no se abordan adecuadamente, la huella dejada por la utilización
de niños soldados será profunda e imperecedera para la República
Democrática del Congo y para los niños que presenciaron o cometieron
crímenes.