El presidente palestino rechazó la hoja de ruta acordada en Jordania
Unos 4000 seguidores y simpatizantes del líder palestino Yasser Arafat marcharon ayer en Gaza para reafirmar su lealtad, mientras el propio Arafat descalificaba los logros extraídos de Israel en Jordania por Mahmud Abbas, el premier que favorece EE.UU.
Yasser Arafat criticó duramente ayer los resultados de la cumbre tripartita de Aqaba y acusó al primer ministro israelí de no haber hecho ninguna oferta ³tangible². El presidente palestino aseguró que las promesas de Ariel Sharon de desmantelar ciertos enclaves ilegales de colonos en Cisjordania no constituyen una concesión significativa. Sharon y su colega de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, tienen previsto reunirse la semana próxima para analizar un plan destinado a poner fin a la resistencia armada en Cisjordania y Gaza. El canciller israelí Silvan Shalom informó que a fines de este mes llegarán a esta zona el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, y la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, para acordar con palestinos e israelíes el formato que servirá para enmarcar las negociaciones de paz.
³Hasta el momento Sharon no ha tomado ninguna decisión concreta sobre el terreno. Si Sharon retira una casa rodante y después de esto nos dice que ha desmantelado una colonia, ¿qué significa?², preguntaba ayer en voz alta Arafat a la prensa en las puertas de la Mokata de Ramala, pocos minutos después de haber recibido en su despacho a un alto representante de la Unicef. El líder palestino minimizaba con esta pregunta irónica uno de los pocos compromisos concretos anunciados por los israelíes en la cumbre de Aqaba, ante el presidente de Estados Unidos: empezar de inmediato el desmantelamiento de los asentamientos salvajes, construidos durante los últimos tres años, sin autorización oficial, con la intención de ser el germen o el embrión de nuevas colonias.
Las críticas de Arafat hacia la cumbre de Aqaba ponen también de manifiesto el resentimiento que el líder ha ido acumulando en los últimos días, al haber sido, por primera vez en la historia moderna de la resistencia palestina, relegado a un segundo plano y sustituido en un acto oficial por el nuevo premier Mahmud Abbas (Abu Mazen, por su nombre de guerra). Unos 4000 seguidores de Arafat, conscientes del sentimiento de frustración y marginación al que se encuentra sometido su jefe salieron ayer en manifestación por las calles de Gaza, para aclamar a su líder. Algunos de los manifestantes desfilaron llevando armas en sus manos, en un claro desafío hacia su jefe de gobierno, que anunció su intención de desactivar la Intifada, convirtiéndola en un movimiento pacífico.
Los comentarios despectivos de Arafat suponen un respaldo claro a los mensajes de condena proferidos por las milicias radicales, entre ellas Hamas, Yihad Islámica y el Frente Popular para la Democracia en Palestina, con respecto a la cumbre de Aqaba, ya que consideran que la reunión tuvo como objetivo principal minar la resistencia palestina, sin ofrecer ningún horizonte. De la vereda de enfrente, Estados Unidos comunicó a los principales dirigentes europeos que prefiere que no se reúnan con Arafat, y que respalden al premier Mahmud Abbas.
La prensa israelí, por su parte, reflejó ayer el sentimiento de que la cumbre de Aqaba marcó un vuelco capital. Los diarios Yediot Ajaronot y Haaretz retomaron en los titulares de tapa la declaración del presidente George W. Bush según la cual ³la Tierra Santa debe ser compartida² entre israelíes y palestinos.
A todo esto, el movimiento colono israelí, del que forman parte más de 200.000 personas, está dispuesto a impedir el desmantelamiento de cualquiera de los enclaves, por ilegales que puedan ser. La actitud rebelde de los colonos no es nueva: en octubre los más radicales de esta organización, denominada Jóvenes de las Colinas, se enfrentaron a los soldados y a la policía, cuando trataron de destruir algunos de los puntos de población. Las amenazas de los colonos radicales preocupan a los servicios secretos israelíes, que han decidido reforzar de manera sensible la protección de algunos de los ministros y Sharon, por temor a que traten de repetir el magnicidio de 1995, cuando fue asesinado en Tel Aviv, el premier Yitzak Rabin.
Yeoshua Mor Yosef, uno de los portavoces del Consejo de las Implantaciones de Judea y Samaria, la plataforma más importante del movimiento colono, trataba ayer de desdramatizar la situación, asegurando que el momento actual no se podía comparar al creado tras la firma de los Acuerdos de Oslo, aunque reconocía la existencia de un profundo malestar entre sus asociados.
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