26 de junio del 2003
Caminos y escollos para la paz en África. El caso de los Grandes Lagos
Juan Carrero Saralegui
XVI Encuentro de Antropología y Misión
Un encuentro de antropología y misión no es exactamente
un foro de análisis político. Tampoco mi intervención va
a ser una exposición académica y aséptica. Está
hecha desde un esfuerzo de compromiso por el ser humano, objeto de la antropología,
y desde la vivencia de fe, de la que nace la misión.
Paz y paces
Antes de entrar de lleno en el objeto central de mi exposición quiero
hacer algunas reflexiones generales sobre la paz y otras cuestiones estrechamente
relacionadas con ella, como son el perdón, la reconciliación,
la justicia, la verdad o la libertad. Cuando decimos "la paz"¿De qué
estamos hablando? Me gustaría referirme brevemente al menos a tres acepciones
de un término tan rico en contenido, pero también tan manoseado
e incluso tan manipulado.
1ª. La paz como ausencia de guerra abierta o de conflicto lo suficientemente
agudo. La paz así entendida no siempre supone una sociedad verdaderamente
reconciliada. Con frecuencia esta paz no es tanto una cuestión de reconciliación
como de orden público, ya sea en el ámbito nacional o en el internacional.
Durante la llamada pax romana, por ejemplo, llegó a haber en Roma tantos
esclavos como ciudadanos romanos. En este sentido la Rwanda actual estaría
en paz.
2ª. La Paz como una realidad integral: internacional, social, personal...Para
los cristianos esta Paz es a la vez conquista y don, "el" don mesiánico
por excelencia. Es una Paz en la que no hay orden social justo sin conversión
personal. Ni progreso espiritual personal sin justicia y solidaridad. Una Paz
en la que el ser humano concreto es el centro de todo, pero que sólo
será plena cuando se hayan sanado las raíces estructurales de
los conflictos. Una Paz que aún es utopía, que aún no está
plenamente instaurada porque aún muchos seres humanos en la cumbre del
poder usan su libre albedrío para esclavizar o asesinar a sus hermanos.
Una Paz que día a día se puede y debe ir transformando en cotidianidad,
pero que con frecuencia no puede manifestarse más que en la dimensión
íntima, ya que exteriormente se impone el conflicto.
3ª. La paz interior de un individuo aún en medio de la persecución,
el sufrimiento, la guerra y la muerte. A este aspecto de la Paz se refiere el
Señor Jesús cuando en el evangelio de Juan dice: "Os dejo mi
paz, os doy mi paz; no os la doy como la del mundo." (Jn. 14, 27). Es la
paz de la primeras generaciones cristianas que aceptaron con decisión
el martirio. Pero si observamos atentamente esta paz de la que habla Jesús
no es la del que se refugia en la propia interioridad huyendo del mundo, o la
del que cree que con el propio apaciguamiento interior llegará automáticamente
la paz mundial. Por eso Jesús nos dirá también: " No
te pido [Padre] que los saques del mundo, sino que los guardes del Maligno"
(Jn. 17, 15). Cuando nos habla de la paz íntima o nos dice que no temamos
a los que matan el cuerpo (Mt. 10, 26), nos está hablando de uno de los
aspectos de su Paz, el aspecto más íntimo. Pero no está
haciendo una descripción exhaustiva de ella. Su Paz no sólo se
diferencia de la paz del mundo en que es una paz de espíritu que está
mas allá de todas las penalidades externas, sino que en su dimensión
social (que también la tiene) está basada en la fraternidad universal
y no sólo en el mantenimiento del orden. Por ello no creo que podamos
confundir esta paz personal, fundamentalmente espiritual, con la paz de las
naciones.
Para los cristianos la mera ausencia de conflicto agudo no suele ser una paz
demasiado satisfactoria. Es una concepción reduccionista de la Paz, compatible
incluso con la esclavitud. La fraternidad universal es una exigencia mucho mayor
que la de la simple tolerancia mutua. Es algo más, algo íntimamente
ligado a aquello que podríamos llamar "la reconciliación". Reconciliación
que tiene múltiples aspectos, incluyendo el de la reconciliación
consigo mismo y con nuestra propia historia personal. Sin embargo también
existe otro reduccionismo en el extremo opuesto: el de quienes ha caído
en el intimismo, olvidando que la reconciliación tiene también
una dimensión social y política más amplia que la de mundo
íntimo y que incluso la del mundo interpersonal. No creo que se pueda
hablar de verdadera Paz sin un pueblo reconciliado. Ni que esa reconciliación
social, sea posible sin la libertad, la verdad y la justicia.
He podido constatar que en bastantes personas religiosas se da con frecuencia
un especie de deslizamiento hacia posiciones que podríamos calificar
de angelistas o espiritualistas. Es como si creyesen que la paz mundial llegará
por sí sola el día en que nosotros mismos logremos apaciguarnos
interiormente y seamos capaces de perdonar siempre. Esa sería la primera
y casi la única tarea a realizar. Se trata de tomas de posición
en las que no parece respetarse demasiado la autonomía de toda realidad
mundana-temporal.
Realidad que incluye los ámbitos económicos, políticos
y militares, realidad que tiene sus propias reglas y leyes de funcionamiento.
Es como si se esperase que Reino de Dios llegase a base de milagros y conversiones
como la de Saulo camino de Damasco. Es como si se olvidase que los Césares,
Pilatos, Anás y Caifás son seres libres y autónomos capaces
de cerrarse irremediablemente a la verdad y a la fraternidad, capaces de condenar
a muerte incluso a pueblos enteros en función de sus inconfesables estrategias
para lograr y mantener el poder. Es como si se diese por supuesto que el ámbito
judicial, el de la política y el de la defensa fuesen tan terrenales
e incluso tan corrompidos que al Espíritu no le fuese posible actuar
a través de tales mediaciones y, por tanto, tuviese que hacerlo directa
y milagrosamente. O que, en todo caso, si ese milagro no llegase nunca, los
pueblos deberían estar dispuestos a ser esclavizados o masacrados.
Es necesario integrar correctamente las diversas dimensiones de la realidad,
siempre compleja y rica en matices que se resisten a las simplificaciones fáciles.
También los cristianos debemos integrar correctamente las diversas dimensiones
y exigencias de nuestra fe. Se nos pide que personalmente no nos defendamos
del mal pero, a la vez, que defendamos de él a los más indefensos.
Se nos pide que amemos a quienes nos odian y que devolvamos bien por mal. Pero
también, a la vez, que seamos los protectores de los más desvalidos.
Es por esto que me ha encantado leer en el último número de Mundo
Negro que mons. Baker Ochola, Premio Mundo Negro a la fraternidad,
sabe conjugar muy bien ambas cosas. "Predica el perdón y la reconciliación...y
ha dado buen ejemplo de practicar ambas virtudes al perdonar públicamente
a los rebeldes que, en mayo de 1997, causaron la muerte de su esposa... Pero
a la vez condena abiertamente los crímenes del LRA contra la población
y también los abusos cometidos por los soldados gubernamentales... Habla
despacio, con convicción, casi siempre aderezando su discurso con frases
de la Biblia y proverbios africanos, y sólo levanta la voz cuando tiene
que defender a los débiles".
Es necesario integrar la mirada crítica y la amorosa. La compasión
es indispensable, pero también lo es, hoy más que nunca, el análisis
lúcido. En un mundo cada vez más globalizado, debemos ser capaces
de desenmascarar las muchas trampas del sistema económico-político-militar
internacional. Sólo con esa madurez del que ha integrado la astucia
de la serpiente y la sencillez de la paloma, tal como el mismo Señor
Jesús nos exhorta, podemos los cristianos entender y seguir a un desconcertante
Maestro capaz de perdonar y orar por sus propios verdugos y, a la vez, desplegar
una fuerza y energía sorprendentes contra aquellos que oprimen a huérfanos,
viudas y desamparados de todo tipo. Un Jesús capaz de ver la apertura
y la fe en el corazón del centurión del imperio opresor y de percibir
anticipadamente la conversión de Zaqueo, el jefe de publicanos colaboracionistas.
Pero también, a la vez, un Jesús capaz de reconocer con dolorosa
claridad la dureza de corazón de los que confabulan su muerte. Un Jesús
capaz también de desenmascararlos sin falsas diplomacias, con unas inequívocas
denuncias, con unas enérgicas condenas hechas con la autoridad que nace
de la verdad y de la misericordia.
Es la mirada realista y a la vez transfigurada que tanto necesitamos los que
sentimos como propia "la gran herida que nuestro planeta tiene abierta en
el continente africano". Y en especial los que nos sentimos llamados a trabajar,
ya sea desde aquí mismo o ya sea en territorio africano, para que llegue
a su fin un conflicto tan complejo y lleno de engaños como es el del
África de los Grandes Lagos. Necesitamos la lucidez en nuestros análisis
sobre las poderosas y ocultadas raíces económicas de tantos genocidios
presentados como tribales. Pero también la fuerza de la esperanza para
enfrentarnos al mal, a ese mal que aparentemente siempre parece triunfar. No
sé si desde la acomodada Europa tengo la suficiente autoridad moral para
hablar de esperanza. Pero creo que, a pesar de todo, el Señor sigue
obrando prodigios salvadores en medio de tanta desolación, maldad y engaño,
en medio de tanta negociación-trampa. Trampas como las que a él
le tendían algunos que vivían para el poder, algunos en cuyos
corazones anidaba una inamovible opción por el mal.
1ª PARTE: ESCOLLOS PARA LA PAZ
Desde el punto de vista que compartimos muchos compañeros africanos
y no africanos, compañeros de lucha por la paz en esa región africana,
el mayor escollo para esa paz es, desde hace más de una década,
la malignidad y la ambición de unas reducidas elites regionales e internacionales.
Aunque Albert Einstein, en un escenario europeo parecido al de hoy en el África
de los Grandes Lagos, dijo aquello de que "las futuras generaciones lamentarán
más el silencio de la gran masa que la maldad de unos pocos".
Ese silencio muchas veces no es el resultado de una fría indiferencia,
sino de la ingenuidad fácilmente manipulable de una gran mayoría
en esa región y en toda la comunidad internacional. Tal ingenuidad está
permitiendo las intrigas y maquinaciones de unos pocos. Y ese silencio también
es otras veces el resultado de una dolorosa sensación de impotencia.
Además de estos dos grandes escollos, la maldad de unos pocos y el silencio
de una gran masa, creo que merece una especial atención otro que en este
momento debe ser considerado una cuestión clave: la reconciliación
como coartada. La malignidad de esos pocos y la ingenuidad de la mayoría
se están jugando en esta cuestión una importante batalla.
1. La coartada de la reconciliación
Parecería que algunos estuviesen empeñados en convencernos
de que el primer problema en la Rwanda actual es el de la reconciliación
y no el de los grandes intereses económicos y geoestratégicos
regionales e internacionales. Nos encontraremos así con que el responsable
de todo sería de nuevo el pueblo llano que aún no llega a reconciliarse.
Algunos más bien estamos convencidos desde hace años de que éste
es sobre todo un conflicto de poder, uno de los típicos conflictos en
los que, mediante la fuerza de la represión y la manipulación
de la información, una poderosa minoría impone su voluntad a una
gran mayoría. Mayoría que en realidad está preparada y
dispuesta a convivir y a gestionar su propio futuro mucho más de lo que
algunos nos quieren hacer creer. Estamos convencidos también desde
hace años de que los actores e intereses de ese conflicto no son sólo
ni principalmente los regionales. La ONU misma lo acaba de denunciar de nuevo
con un tercer y duro documento sobre la depredación de los recursos de
la RD del Congo por parte de muchas grandes multinacionales.
Si lo fundamental es la reconciliación, la conclusión que se
sigue es que todas las demás cuestiones de la esfera pública pueden
y deben esperar. Sobre todo deben esperar la democracia y la des-etnización
del ejército. Se confunden sistemáticamente los diferentes
ámbitos: el de lo personal y el de lo público, el de lo étnico
y el de lo político, el del perdón en el fuero íntimo y
el de la justicia penal. Y en esta ceremonia de la confusión todo queda
distorsionado. Tengo que decir que en mis diversos viajes a Euskadi he podido
constatar allí tanto o más resentimientos proporcionalmente que
en los ruandeses que he conocido. Sin embargo, ¿a quien se le ocurriría
retirar de Euskadi las fuerzas del orden hasta que se sanen las heridas íntimas?.
Para Europa, Latinoamérica y para tantas otras regiones de nuestro planeta,
todo el mundo tiene clara la autonomía de cada uno de estos ámbitos.
Pero para los pueblos del África de los Grandes Lagos todo parece ser
diferente.
Para autorizar al pueblo ruandés, al burundés y al congoleño
a iniciar las vías democráticas le exigimos antes una reconciliación
que aún en muchos de nuestros democráticos países del norte
no hemos logrado. Le exigimos una renuncia a la lucha armada que no aceptó
ni el propio Nelson Mandela, al que hoy se reconoce como líder modélico
en este camino hacia la reconciliación. Le exigimos lo que nunca exigimos
a las revoluciones latinoamericanas. Y los que no se adaptan a estas exigencias
automáticamente se convierten en interahamwes genocidas. Porque la cuestión
de la reconciliación está totalmente contaminada por la otra gran
cuestión: la de "EL" genocidio. Para toda aquella extensa región,
el genocidio del 94 en la pequeña Rwanda, o la versión que de
él se ha llegado a imponer, es más que un acontecimiento histórico
fundamental. Como también lo es la intervención liberadora del
FPR (Frente Patriótico Ruandés).
Son una especie de categorías teológicas omnipresentes y atemporales
insoslayables. Todo debe ser visto a la luz de tales acontecimientos fundantes
de un universo nuevo. Algo parecido al pecado original y a la redención
obrada por el Cristo. De modo que todo, incluso los acontecimientos exteriores
a la misma Rwanda (entiéndase Burundi, Zaire, etc.) e incluso los cronológicamente
anteriores quedan afectados por ellos. Parecería que toda la región
debiese pagar por ese genocidio ruandés del 94. Los demócratas
burundés por anticipado y los congoleños a posteriori. Además
"EL" genocidio parece tener el poder de disculpar todos los grandes crímenes
del extremismo tutsi de toda la región (anteriores, simultáneos
y posteriores al 94), cuantitativamente mucho mayores. Toda esta absurda argumentación
no hace sino ocultar otra lógica más real: había que acceder
al poder en Rwanda y a los excepcionales recursos del Zaire después,
se había optado por gentes como las del FPR como aliados militares en
la región y había que encontrar justificaciones para la dictadura
y la agresión.
A la gran coartada del genocidio, que desde el 94 ha justificado las mayores
barbaries, es necesario ahora sumar la de la reconciliación. Es una situación
extraña. El FPR está cada vez más necesitado de escenificar
ante el mundo una Rwanda reconciliada, pero no está dispuesto a pasar
a través de la únicas puertas que llevan a ella: las de la verdad
y la justicia. Así pues se trata de imponer "su" reconciliación.
Reconciliación que, al igual que "EL" genocidio, tiene pretensiones de
singularidad. Es "LA" reconciliación. Pero esa supuesta reconciliación
no sería sino la pública sumisión a un sistema profundamente
opresor que no pretende otra cosa que una perpetuación en el tiempo y
un expansionismo espacial agresor. Y el que no se somete al dogma de "EL" genocidio
y a la práctica de "LA" reconciliación deja en evidencia, según
el FPR, su "culpabilidad". Antoine-Th. Nyetera pronunciaba ante el Parlamento
Europeo el 27/11/98 estas palabras "¿Cómo podemos atrevernos a hablar
de reconciliación hutu-tutsi cuando los unos son diabolizados y los otros
santificados? ¿Acaso puede haber entendimiento entre ángeles y diablos?...¿cómo
se puede pensar en instaurar un Tribunal internacional para los hutu agredidos...
y no para los tutsis que han agredido?". Estas clarividentes preguntas,
que no ocultan diplomática o incluso hipócritamente el fuerte
componente étnico que en este conflicto está tan ligado al control
del poder, no provienen de un interahamwe racista, sino de un tutsi de la familia
real que ha vivido en Rwanda durante todos los regímenes que se han sucedido
a lo largo de este siglo: la monarquía, Kayibanda y Habyarimana. Huyó
del FPR y vive en Bélgica.
Por otra parte, con esta nueva maniobra de distracción, centrada en
una falsa y por tanto imposible reconciliación, nos encontramos una vez
más encerrados en el reducido ámbito regional. De nuevo perdemos
de vista el marco mucho más vasto y real de los grandes intereses económicos
y estratégicos internacionales de los grandes lobbies, corporaciones
y gobiernos como el de los EEUU. Ellos, junto a las minorías extremistas
de la región, han estado y están bien presentes en la planificación
de la feroz depredación de aquella región y la han sostenido.
Frente a estos importantes actores internacionales del conflicto ¿que sentido
tiene la palabra "reconciliación"?. Se supone que los gobiernos buscan
el bien general de la población, lo cual es mucho suponer. Podríamos
empezar por cuestionarnos si a la sociedad estadounidense, por ejemplo, les
importa algo el resto del mundo. Aunque nuestras preguntas nos llevarían
demasiado lejos. Pero lo que es claro es que, al menos en el mundo del dinero,
si no en el de la alta política, no hay otra ley que la del beneficio.
¿Cómo reconciliarse con una maquinaria inhumana de generar los máximos
beneficios en el más corto plazo posible aplastando a quien haga falta?
Sólo los seres humanos tienen un corazón en el cual se pude generar
el prodigio de la reconciliación. Contra un sistema global que deshumaniza
y destruye a tantos hermanos nuestros, hijos del Padre misericordioso, no cabe
más que el enfrentamiento. Un enfrentamiento tan frontal como el que
el Señor Jesús desplegó con todas sus fuerzas .
Quiero acabar esta cuestión de la reconciliación refiriéndome
a unos recientes acontecimientos que pueden ser de la máxima gravedad:
Tanzania, de nuevo con la aquiescencia del ACNUR, ha dado un ultimátum
a los refugiados ruandeses para que abandonen antes del 31 de diciembre su territorio.
Concretamente, el Ministro de Asuntos Exteriores tanzano, Mohammed Seif Khatib,
declaró el pasado 9 de Octubre lo siguiente "Ahora Rwanda está
en paz y el gobierno ha aceptado dar la bienvenida a los refugiados. Ha llegado
el momento para ellos de volver a casa." Las decenas de miles de refugiados
en sus campos son un desmentido, intolerable más que ningún otro,
de esa Rwanda reconciliada. Al parecer muchos de los efectivos militares que
retornan de la RD del Congo a Rwanda se podrían dirigir ahora hacia Tanzania,
atravesando Burundi, para hacer cumplir tal expulsión. Es un escenario
que ya conocemos: el de los campos de Kibeho, del Kivu...
Tal ultimátum contraviene el más elemental de los derechos de
los refugiados, el derecho a no ser repatriado por la fuerza, y viola frontalmente
la prohibición de expulsión y devolución, contemplada y
asumida como obligación por todos los países integrantes del Convenio
de Ginebra del Estatuto de los Refugiados. Pero además pone en evidencia
la debilidad moral del FPR. El Kagame que hoy hace de la reconciliación
una importante cuestión de imagen y que pretende imponerla a golpe de
congreso mediático y de ultimátum policial, es el mismo que durante
años la rechazó enérgicamente. Siempre es así, las
dictaduras sólo hablan de reconciliación en una segunda etapa,
cuando empiezan a ser difícilmente sostenibles y sus crímenes
difícilmente disimulables. Mientras se sienten fuertes sólo hablan
de orden y seguridad nacional. Esta nueva repatriación forzada de decenas
de miles de refugiados, el retorno de otras decenas de miles de soldados provinentes
de la RD del Congo y la farsa de la puesta en marcha de la Gacaca, circunstancias
éstas que se añaden a la sistemática impunidad internacional
de la que goza el FPR auguran un próximo año 2003 bien preocupante
para el sufrido pueblo de Rwanda en medio de la inconsciencia y de la indiferencia
internacional.
ACNUR organiza para este mes de Noviembre una Conferencia en Portugal sobre
la reconciliación en los Grandes Lagos, con una nutrida participación
de expertos sobre el tema, conferencia que está previsto clausurar en
Barcelona el 2004. Al mismo tiempo ACNUR está llegando a acuerdos con
el gobierno tanzano y el ruandés para la repatriación forzada
de decenas de miles de refugiados ruandeses. Nos viene a la cabeza el capítulo
10 del libro de Marie-Béatrice Umutesi, Huir o morir en el Zaire,
donde se narra como el ACNUR puso un precio de 10 dólares a la cabeza
de cada uno de los refugiados ruandeses que en 1997 huían de los ataques
a los campos de refugiados y las matanzas posteriores. Por un lado ACNUR organiza
conferencias sobre la reconciliación, mientras por el otro pacta con
el gobierno tanzano y el ruandés el retorno forzado de los refugiados.
¿Como puede llegarse a un tan alto grado de hipocresía? ¿Como se puede
a estas alturas forzar de nuevo a los refugiados a volver después de
las terribles repatriaciones forzadas de 1996 y 1997, seguidas de matanzas generalizadas?
¿Como no temer de nuevo por las vidas de estos refugiados? ¿Hemos de volver
a asistir impotentes a estas matanzas anunciadas?
2. La maldad de unos pocos
Si en algo hemos coincidido casi desde el comienzo las diversas organizaciones
que trabajamos en estrecha colaboración desde hace unos años,
es en una valoración muy pesimista de las más intimas intenciones
de la cúpula del FPR. Nuestra convicción es la de que se trata
de una organización cuya única meta es el poder a cualquier precio
y cuyas responsabilidades en todo lo sucedido en aquella región desde
1990 son de la máxima gravedad. Su hegemonía en Rwanda y en toda
la región se sustenta únicamente en sus importantes apoyos internacionales,
su belicismo, la ferocidad de su represión y su maestría en el
arte de la manipulación. Sobre todo han sido remarcables su manipulación
de la información y, en especial, lo que Serge A. Desouter califica como
"la usurpación del término genocidio". La intensidad
de la propaganda ha superado cotas difíciles de imaginar. Entre los medios
de comunicación de gran o mediano impacto sólo algunos pocos,
como es el caso de Mundo Negro, han sido capaces de escapar a esa gran presión.
En esta línea se podrían citar a varios auténticos conocedores
de este conflicto, que destacan con verdadera autoridad en medio de un colectivo
demasiado numeroso de supuestos expertos. Aunque voy a limitarme a recoger sólo
las opiniones de Herman Cohen y del mencionado Serge A. Desouter. En ambos casos
la relevancia de sus cargo, la calidad de la información de que disponen
y la actualidad de sus declaraciones es digna de consideración. El primero
es un anterior Subsecretario de Estados Unidos para el África. El segundo
ha sido durante muchos años el Director del Comité de los Institutos
Misioneros belgas. Tras la invasión de la RD del Congo y el expolio sistemático
de sus recursos, algunos tan estratégicos como el coltan o tan valiosos
como el oro y los diamantes, las realidad es ya tan evidente que casi no son
necesarios los esfuerzos por descifrarla. Pero, al parecer, las fuertes inercias
de la ya insostenible versión "única" del conflicto y las resistencias
de muchos a reconocer que se ha caído en la trampa, obligan aún
a retomar esos esfuerzos de interpretación de los hechos.
Es sorprendente que tras las últimas revelaciones y acontecimientos
aún haya quienes sigan hablando sólo de "EL" genocidio y que hablen
de él sólo en clave regional. No es posible entender ese genocidio
sin tener en cuenta la historia anterior de Rwanda y, en especial, todo lo acontecido
desde 1990. Y no es posible entender todo ese conjunto acontecimientos pasados
sin tener en cuenta lo que es el desenlace de toda esta historia: la última
y reciente depredación de la RD del Congo. También, a la inversa,
es imposible entender la actual situación de la región, entender
el más absoluto triunfo de la mentira y la opresión, sin tener
en cuenta el triunfo de la versión oficial de "EL" genocidio. Ella
ha sido la pieza clave en la guerra de la propaganda. Es sorprendente que
algunos aún se empeñen en no ver esta relación directa
entre todo lo sucedido. Es también sorprendente que durante más
de una década muchos prestigiosos expertos en conflictos y derechos humanos
hayan sido incapaces de ver la mano de los EEUU en todo esto. Y que hayan
sido precisamente políticos estadounidenses los que hayan denunciado
lo que esos expertos no han visto o han ocultado.
H. Cohen, en una entrevista publicada en Le Phare (Kinshasa) el
17 de octubre, decía al respecto:
"...los gobiernos ruandés y ugandés han admitido haber invadido
la RD del Congo para sus propios objetivos y han dado como su razón principal
la eliminación de sus propios rebeldes, que empleaban el territorio congolés
como una base a partir de la cual lanzaban operaciones de guerrilla a través
de sus fronteras.....Según ellos [los ruandeses], los interahamwe genocidas
que se beneficiaban de la hospitalidad de Kabila debían ser eliminados.
De hecho, la mayor parte de los interahamwe que habían escapado a la
primera invasión de la RD del Congo en 1996, vivían en África
Central en el exterior de la RD del Congo. Después de la invasión
ruandesa, les interahamwe estaban bien contentos de ir a la RD del Congo para
batirse con los invasores de la APR (Ejército Patriótico Ruandés,
brazo armado del FPR). Irónicamente, hay que observar que desde 1998
hasta el día de hoy, la mayor parte de combatientes interahamwe han actuado
en la parte oriental de la RD del Congo, sector controlado por Rwanda y el ejército
del RCD [grupo rebelde creado por Rwanda, como Cohen ha afirmado antes]....
¿Porqué ha habido pocos combates entre los soldados ruandeses y los
interahamwe? Los ruandeses han combatido con los Mai-Mai, los Banyamulenge,
los soldados disidentes del RCD y la sociedad civil. ¿Porqué
los ruandeses han entablado una coexistencia pacífica con los interahamwe
mientras que la razón principal que, según ellos, justificaba
la invasión del la RD del Congo era la de eliminar a estos criminales
genocidas? La presencia continua de interahamwe, provee de una razón
perfecta a Rwanda para mantener su presencia en la RD del Congo, que se ha convertido
esencialmente en una presencia económica...... Creo que uno de los objetivos
político- estratégicos de Kigali ha sido y continúa siendo
el desmembramiento de la RD del Congo. El objetivo principal es crear un estado
independiente del Kivu que estaría gobernado por substitutos de Kigali
y se convertiría en el motor del desarrollo económico de Rwanda.
Para sorpresa de Rwanda, la población del Kivu ha demostrado un alto
grado de nacionalismo congoleño. A pesar de que los mobutistas hayan
sistemáticamente saqueado sus riquezas, la población del Kivu
se considera congoleña por encima de todo...... Hemos leído
noticias según las cuales las últimas tropas ruandesas sobre suelo
congoleño se han retirado el viernes 4 de octubre a las 13 horas. ¿Puede
usted confirmar la veracidad de esta noticia? Sí, el ejército
ruandés ha partido, pero el del RCD, substituto de Rwanda, está
siempre presente con cuadros del APR disfrazados y trabajará por la secesión
del Kivu si es que no pueden alcanzar el poder en Kinshasa..... verosímilmente
por medios militares......
Verdaderamente no se podría hablar de la historia del Congo y disociarla
de la presencia de los EEUU en esta parte del continente. Los EEUU estaban ya
presentes sobre la escena política congoleña desde la época
del rey Leopoldo II. Estaban aún allí hacia los años 1960.
Estaban todavía allí desde el comienzo al fin del reinado de Mobutu.
Y han estado aún presentes en la guerra que ha comenzado en 1996 y que
continúa todavía hoy. Y todas estas presencias no han estado a
la altura de una potencia que promueve los valores democráticos......
Tras la llegada de Kabila, la administración Clinton, desde mi punto
de vista, no ha comprendido bien la naturaleza del conflicto. Han visto el conflicto
como una guerra civil y no como una guerra "por procuración". La administración
Clinton, pues, ha tenido la tendencia a ver el Congo desde la óptica
de Kigali. Esta era una mala evaluación penosa...
Paul Kagame pretende haber venido para expulsar a los interhamwe. Hoy, se
retira sin haber neutralizado a aquellos que pretendía buscar y que por
otra parte estaban más activos en el territoro del Este. ¿Que dice usted
? El fracaso del APR en la destrucción los combatientes interhamwe
en el Congo oriental que estaba controlado por el APR es un indicador importante
de que los ruandeses no habían entrado en el Congo para batirse con los
criminales genocidas. En efecto, todos sabemos que la mayor parte de los combatientes
interhamwe habían alcanzado los campos de refugiados y no habían
participado en el genocidio en el interior de Rwanda (en 1994). Es también
importante observar que la mayoría de soldados del APR en el Congo son
hutus que han sido tomados de las prisiones de Kigali en las que esperaban el
proceso sobre su participación en el genocidio...... El APR estaba capacitado
para destruir a los interhamwe. Es una ironía que Rwanda exija ahora
que el gobierno de Kabila se ocupe de los hutu armados en el Congo, después
de haber fracasado él mismo en hacerlo."
Es sorprendente el afán de desligar "EL" genocidio de todos estos acontecimientos
(anteriores, simultáneos o posteriores), aunque algunos de esos acontecimientos
revistan también el carácter de genocidio. "EL" genocidio, la
versión oficial de él, es la piedra angular de la guerra de la
desinformación, es omnipresente e incuestionable. Seguramente el asesinato
de dos de los 9 o 10 misioneros españoles asesinados en Rwanda, Quim
Vallmajó e Isidro Uzkudun, tuvo bastante que ver con esta incuestionabilidad
del genocidio. Es sorprendente que se hable tan poco del genocidio de más
de 300.000 hutus en Burundi en 1972, o de las responsabilidades del FPR en muchas
de las grandes masacres de 1994 en Rwanda, o del genocidio de cientos de miles
de refugiados hutus en la RD del Congo a partir de 1996, o de la muerte de millones
de congoleños fallecidos por causas directamente relacionadas con la
invasión que han sufrido. Es más sorprendente aún cuando
no faltan investigaciones, incluso de la misma ONU, que lo atestiguan. Es sorprendente
que aún ahora, cuando ya empieza a ser reconocida la responsabilidad
de la cúpula del FPR en el doble magnicidio del 6 de abril de 1994, se
niegue alguna relevancia a este atentado, a pesar de que en cuestión
de horas se desencadenó "EL" genocidio. Este afán por aislar
"EL" genocidio pone en evidencia que se está forzando hasta el límite
una determinada interpretación de los hechos en función de una
determinada versión fijada de antemano. Serge A. Desouter, en su
artículo titulado "La usurpación del término genocidio"
hace un análisis sumamente lúcido de todo este proceso de distorsión
de la realidad.
"Genocidio es un término jurídico definido por el derecho
internacional. En el caso de Rwanda -y no solamente allí- este término
ha recibido además una connotación política y económica
porque se hace de él un uso tan abusivo. Genocidio significa en
este último caso un salvoconducto ante el que nadie plantea ya preguntas.
Hasta hace poco, nadie se atrevía a abordar este tema. Si se quiere hablar
de genocidio en Rwanda, se sobreentiende que debe quedar claro que esto concierne
"al" genocidio contra los tutsi. Pero resultó rápidamente que
no había sólo los tutsi que habían sido asesinados. Para
defender la causa, una nueva capa de la población fue inventada y señalada
como víctima: "los hutu moderados". Claro está, asesinados
por los mismos culpables..." "La manipulación del término "genocidio"
por Kigali es bastante simple: se ejecuta en tres fases. Se trata primero de
imponer una visión fácilmente comprensible: buenos y malos, cow-boys
e indios, asesinos y víctimas, hutu y tutsi. Para eso no se teme recurrir
a la utilización del mirón mediático, la exhibición
de cadáveres, las mentiras y verdades a medias. Se juega insistentemente
sobre el registro emocional para un público ignorante e igualmente para
una buena parte de políticos ignorantes.
En una segunda fase la opinión así establecida debe ser tan sagrada
y repetida que eso se convierte en una evidencia sagrada e inatacable. Conviene
entonces utilizar grandes eslóganes ya hechos con palabras de choque
tales como genocidio, proceso de intención, escuadrones de la muerte,
revisionismo, minimalismo, plan de exterminación... Esto condena de antemano
al silencio a quien se le ocurriría levantar la voz.
Por fin el mito está listo para ser rentabilizado. Ahora ya nadie se
atreverá a pretender debatir nada, pues las Organizaciones más
honorables ya se han comprometido y ya no permiten más alternativas.
Es terrorismo diplomático e intelectual de la peor calaña, pues
esto excluye cualquier negociación y cualquier apertura hacia un diálogo.
Por otra parte el resultado de esta situación ya ha llevado a una nueva
fase de guerra, esta vez en toda la región. Pero para poder llegar hasta
ese punto hace falta que los "otros" -léase los hutu- sean primero diabolizados
en masa de forma que deban ser odiados mucho por todos. Los "buenos" -léase
los tutsi- reciben entonces toda la comprensión. Este orden de ideas
funciona como en el mundo publicitario de las bebidas frescas: es una porquería
pero todo el mundo dice que sabe bien. Pero, ¿hay realmente "buenos" y "malos"?"
"Todo esto es el resultado de lo que Tony Waters llama un «conocimiento convencional».
Ideas y tesis generalmente admitidas que por una simplificación son como
tales muy cómodas. Si se aproximan o no a la realidad es una cuestión
que solo se plantea muy raramente. Sobre todo porque políticos y representantes
de los medios de comunicación están obligados a tomar decisiones
rápidas y a tener ya preparada una justificación de sus decisiones.
La experiencia debería sin embargo enseñarles que las decisiones
y los juicios basados sobre un conocimiento convencional son raramente fiables
y conducen raramente a buenos resultados.
La manera en que la información es recogida y transmitida debería
ya bastar para ponernos en guardia en la formación de una opinión.
Pues esta información es habitualmente espigada en momentos de crisis
y de catástrofe. La emotividad juega aquí un papel enorme. Cada
periodista o alguien que tiene siquiera una mínima formación histórica
debería darse cuenta de ello. Pregunten a los oficiales superiores de
la MINUAR sobre qué conocimiento convencional debieron establecer en
su estrategia y su política. Todavía hoy se lamen las heridas
con amargura.
Habitualmente son las organizaciones de ayuda humanitaria, los cooperantes sobre
el terreno y las misiones diplomáticas las que, en los momentos de crisis,
envían la primera información. Entonces se llega muy rápidamente
a unas ideas generalmente admisibles y simples. Con frecuencia eso contribuirá
también a la justificación de la presencia, de la estrategia y
de las necesidades (financieras) del informante. Otros que tienen una mejor
comprensión y conocimiento de la realidad, de la cultura y de la lengua
local (pensamos especialmente en el mundo misionero) no cuentan. ¡Peor aún!
En el caso de Rwanda se le debe imponer el silencio, eventualmente acusándoles
de complicidad, de minimalismo, de fascismo, de racismo, etc... o intimidándoles.
Algunos incluso fueron eliminados físicamente.
He aquí una muestra de la terminología utilizada en un informe
de experto sobre la Iglesia en Rwanda, informe ordenado por la Fiscal del Tribunal
internacional de Arusha: preocupación obsesiva por la raza; urdir
una teología destructiva de división étnica; predicar el
racismo, la superioridad étnica, la superioridad genética; jugar
la carta étnica; predicar una teología pervertida y racista;
etc. En suma un centenar de páginas de este estilo. Pero vista la urgencia,
se debe llegar rápidamente a unas ideas fácilmente admitidas y
entonces ya no se tiene tiempo ni interés para análisis más
serios. A las personas que tienen otra opinión, un mejor conocimiento
y visión de la situación, hay que imponerles el silencio. No se
busca la verdad; se construye a toda prisa una opinión, una posición
y se le hace corresponder unos hechos sin que haya necesariamente relación
de causa a efecto."
3. El silencio de la gran masa
1. Hay un silencio que está hecho de indiferencia y, por tanto, de
un mayor o menor grado de complicidad. Es sobre todo el silencio de la gran
masa de nuestra acomodadas sociedades democráticas, que tienen, mucho
más que otras sociedades más pobres, un cierto poder de decisión,
pero para las que el África subsahariana queda demasiado lejos. En nuestra
aldea global las instancias realmente globalizadas son la economía, el
control de la información, etc. Pero aún falta mucho para globalizar
otras como la justicia o la democracia. Y, sobre todo, falta mucho para globalizar
la conciencia de ser una sola familia humana. Seguramente aún no hay
ningún país en el que lo decisivo para los votantes sean no tanto
las cuestiones internas como las grandes cuestiones internacionales referentes
a la paz o al sufrimiento de las 3/4 partes de la humanidad. Hasta que todos
los que nos esforzamos por construir un mundo más justo y solidario no
consigamos forzar en este sentido los programas electorales de los partidos
no estaremos iniciando la vía de la auténtica globalización.
2. Hay otro silencio que es el resultado de la ingenuidad. Una ingenuidad
incapaz de reconocer las maquinaciones y la psicopatía. Este es un peligro
al que están especialmente expuestos las personas más bondadosas
y espirituales como son los misioneros y los cooperantes. C.M.Overdulve
(pastor de la Iglesia Presbiteriana, misionero en Ruanda desde 1961) afirma
en su libro Rwanda, un pueblo con una historia: "Sólo
los extranjeros se hacían ilusiones sobre las negociaciones y los tratados
de paz. Todas las iniciativas bienintencionadas desconocen el contexto psico-histórico
de este conflicto. No así el pueblo ruandés, puesto que, en lo
más íntimo de su ser, conserva una experiencia secular... Si el
FPR no hubiese invadido Ruanda, los tutsis del interior no habrían sufrido
ningún genocidio. Se sabe que tutsis eminentes (entre los que se encuentra
incluso el ex-Mwami Ndahindurwa Kigueri V) previnieron a los responsables del
FPR sobre la carnicería entre los tutsis del interior que su invasión
provocaría. Sin embargo, para llegar al poder, estaban dispuestos a sacrificar
a decenas de miles de éstos, pues, de todos modos se los consideraba
traidores, de los que no había que tener demasiada piedad. Esto no reduce
de ningún modo la culpabilidad de los extremistas hutus, pero muestra
la complejidad del drama ruandés....Suponer que los Inkotanyi [del FPR]
capitulen, cedan o compartan el poder es una contradicción en los términos:
los Inkotanyi son los que no capitulan".
Christopher Hakizabera, el único superviviente de los miembros iniciales
del FPR que más tarde lo abandonaron, dirigió a fines de 1999
una carta a la Comisión de la ONU encargada de investigar las responsabilidades
de las Naciones Unidas en la tragedia ruandesa. La conocida carta, de un valor
excepcional, publicada por Mundo Negro en abril del 2000, desvela estas terribles
maquinaciones criminales del FPR de las que hablan Desoter, Cohen, Overdulve
y tantos otros. Ya en el párrafo inicial se lamenta de la ingenuidad
de tantos funcionarios de los organismos internacionales frente al maquiavelismo
del FPR. Y continúa cuestionando enérgicamente las exageradas
cifras de "EL" genocidio. Tales intrigas son tan bárbaras y diabólicas
que a una persona normal le resulta difícil de aceptar que sean posibles.
Esto nos coloca en una posición inicial de indefensión hacia ellas.
También la asociación belga SOS Rwanda-Burundi se lamenta en uno
de sus lúcidos documentos de lo fácilmente manipulables que han
sido muchos prestigiosos expertos: "Estos expertos han testimoniado asiduamente
por todas partes, indirectamente por sus escritos o directamente como testigos
de cargo. Hoy, cuando las mentiras que ellos han vehiculado ya han sido descubiertas,
ha quedado en evidencia cómo estos ilustres expertos se han dejado enredar
en una red de blanqueo de una mentira histórica, como vulgares distribuidores
de droga". Y termino con una cita de José Antonio Bordallo, ex embajador
de España en Kinshasa, quien declaraba hace unos meses a la revista Vida
Nueva : "Los acuerdos (de Lusaka) suponen una legitimación
de los rebeldes y, a la vez, una parálisis de nuestra acción...
no hay voluntad política para poner fin a la guerra. En muchas ocasiones
hay mala fe y muchos intereses para que no acabe... Mientras, van más
de tres millones de muertos y 900.000 desplazados, cifras pavorosas que no parecen
golpear la conciencia de nadie".
3. Hay finalmente un silencio que es consecuencia de nuestra sensación
de impotencia frente a estos grandes conflictos y de nuestra dependencia de
la "eficacia", tan propia de nuestra civilización de resultados visibles
e inmediatos. Sin embargo, las vidas más fértiles han sido
las de aquellos que han sido capaces de atravesar la sensación humana
de impotencia e inutilidad frente a realidades que parecen superar totalmente
nuestras pobres fuerzas y posibilidades. Ante, por ejemplo, grandes farsas mediáticas
internacionales y grandes genocidios casi ningún mortal de a pie inicia
nada. ¿Quién va a poder cambiar las decisiones y las agendas de las grandes
potencias? Pero Gandhi lo verá de otra forma: "Nuestra sensación
de desamparo ante la injusticia y la agresión procede de que hemos excluido
deliberadamente a Dios de nuestros asuntos corrientes". Con frecuencia existe,
también en los cristianos, una relación directa entre esa falta
de confianza en la presencia y la fuerza del Espíritu en la historia
humana y la no valoración del carisma de la denuncia y de la "parresía".
Y la consecuencia es, muchas veces, una entrega a lo inmediato y visible, lo
asistencial por ejemplo, mientras queda siempre pendiente la lucha contra las
causas últimas de la pobreza o la guerra. Don Helder Camara era bien
consciente de ello: "Cuando doy de comer a los pobres me llaman santo, cuando
me pregunto porque hay tantos pobre me llaman comunista".
2ª PARTE: CAMINOS PARA LA PAZ
Hace unos días H.Cohen ha repetido de nuevo lo que desde hace ya muchos
años es bien evidente para todo aquel que tenga un poco de sentido común,
aunque no, al parecer, para algunos expertos. "Usted ha sido Secretario
de Estado estdounidense para asuntos africanos. La región de los Grandes
Lagos africanos entraba en su campo de acción. ¿Qué desearía
usted volver a hacer para poner el fundamento de un África de los Grandes
Lagos estable? Hay dos respuestas a esta cuestión.
Primeramente, debe darse la ley de la mayoría en Burundi y Rwanda combinada
con las garantías de seguridad para las minorías. Después
de haber exigido y realizado el fin del sistema de apartheid en África
del Sur, la Unión Africana y la Comunidad Internacional deben exigir
el fin de la ley de la minoría en Burundi y Rwanda. La gran inestabilidad
de la región de los Grandes Lagos desde 1990 viene del problema de la
ley de la minoría en estos dos países. Las elecciones democráticas
en Burundi en 1993 fueron libres, transparentes y justas; y el gobierno de la
mayoría que apareció era moderado, del mismo modo que el gobierno
de la mayoría de África del Sur ha sido moderado y justo para
las minorías. La comunidad internacional no debería ser tan tolerante
con el golpe que ha derrumbado el gobierno de Burundi en 1993. Hasta que la
ley de la mayoría no se aplique en Burundi y Rwanda, no habrá
ninguna paz en estos dos países y habrá peligros graves para toda
la región de los Grandes Lagos. En segundo lugar, el Congo debe pasar
por una verdadera transición a la norma de la democracia...."
¿Acaso los pueblos del África de los Grandes Lagos son diferentes
del resto del mundo y para ellos no vale el principio universal de la democracia?
Los caminos para la Paz no pueden comenzar más que por el fin de la opresión
y la represión. Esto es una perogrullada que no todo el mundo parece
querer entender y mucho menos exigir. Mons. Romero, Mons. Munzihirwa, Mons Kataliko
y muchos otros cristianos de base sí lo entendieron y clamaron: "Cese
la represión". A lo largo de la historia ese cese casi siempre se
ha conseguido por la vía de una victoria militar por parte de un grupo
de una categoría moral diferente.
Excepcionalmente se ha conseguido no por la vía de armar a los oponentes
sino de desarmar al opresor. En eso estamos los seguidores de la no violencia.
Pero los que nos esforzamos en hacer cotidiana la utopía no podemos imponer
esta opción a nadie, como no se puede imponer la vocación misionera
o la entrega de por vida a los más empobrecidos.
1. La no criminalización de los pueblos que se defienden con las armas
Nadie tiene derecho a criminalizar a quienes optan por una resistencia armada.
Aceptando esa diabolización puede que estemos cayendo en otra nueva trampa
y reforzando la otra violencia, la del agresor. Sutilmente los gobiernos de
los vencedores se convierten así en los garantes del mal orden conocido
frente al supuesto caos por conocer y, por tanto, en los detentadores de la
violencia legal frente a todo tipo de interahamwes y terrorista. Incluso el
lenguaje queda afectado y los grandes medios creadores de opinión legitiman
así esta mentira. Es injusto condenar por sistema toda resistencia
armada. Puede haber mucha generosidad y heroísmo en quienes forman parte
de ella, así como en las fuerzas policiales de cualquier sociedad. De
hecho, a lo largo de la historia, muchos han dado de esta forma su vida por
la causa de la justicia. No se puede olvidar que no sólo el ex Zaire
ha sido agredido por el FPR, sino también Rwanda en 1990. Muchos de los
militares calificados de interahamwes genocidas, no sólo no estaban en
el 94 en Rwanda, como dice H. Cohen en sus anteriores declaraciones, sino que
desde 1996 han defendido heroicamente a los refugiados que eran masacrados.
Hay muchos testimonios de ello. Las revoluciones violentas sin corazón
ni esperanza sólo conducen históricamente a sociedades tan chatas
y pobres de valores como la anteriormente eliminada. Pero el corazón
y la esperanza no son patrimonio exclusivo de la no violencia o de los creyentes.
Nelson Mandela es un buen ejemplo de ello. Nunca aceptó los chantajes
de quienes pretendían hacerle renunciar a la lucha armada, y por eso
sufrió cárcel durante casi 30 años. Sin embargo todo el
mundo reconoce su bondad y amabilidad incluso con sus enemigos y carceleros.
H. Cohen también se refiere a esto: "En un contexto subregional, quiero
decir Burundi, Rwanda, Uganda, la RDC, el Congo-Brazza, el problema que existe
para el restablecimiento de la paz y que provoca la unanimidad de todos los
expertos africanos e internacionales, es el de la impunidad. ¿Cree usted en
una paz durable en esta parte del continente sin llevar a juicio a todos los
autores de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad
que continúan siendo la norma en esta región sin la menor preocupación
de ser inquietados? Es importante que a la población general se le
asegure que aquellos que han cometido crímenes serán llevados
ante la justicia. Sin embargo, esto no debe ser confundido con los políticos
que han actuado incorrectamente en la economía y han caído en
la corrupción. Si se sigue este camino, será imposible cerrarlo.
Creo que los diversos gobiernos en la región deben estudiar el modelo
sudafricano de la comisión llamada Comisión para la verdad
y la reconciliación para encontrar la vía apropiada de
superar la cuestión de la impunidad. Es también importante el
no emplear impropiamente el término "terrorista". La oposición
política, incluidos aquellos que pueden estar armados, no son terroristas,
por más que deban ser perseguidos si han cometido crímenes contra
la humanidad. Una vez que hemos comenzado a calificar a la oposición
de terrorista, el término pierde toda su significación."
2. La fuerza de la verdad
A fin de no caer nuevamente en una ingenuidad que nos deja inermes ante la manipulación,
hemos tomado conciencia de que nos enfrentamos a un problema fundamentalmente
militar. Pero ahora es el momento de preguntarnos sobre unas posibles vías
para la paz que no se reduzcan de nuevo a aquello tan antiguo y tan dañino
para la humanidad de "si quieres la paz prepárate para la guerra".
Existen muchas experiencias históricas de descolonización,
de la caída de una dictadura y del fin de un apartheid sin el recurso
masivo a la violencia. Los protagonistas de estos cambios siempre han sido los
pueblos afectados. Pero ha sido fundamental el apoyo internacional. Las
características de este conflicto hacen que el fin de la dictadura se
vea dificultado por diversas circunstancias especiales, como son: 1. El desinterés
hacia los pueblos del África subsahariana por parte de aquellos que podrían
ser sus verdaderos aliados, es decir, las sociedades civiles norteamericanas
y europeas. 2. En contraste con esto está el intereses extremo de verdaderos
imperios económicos en la expoliación de lo que quede por expoliar
en la región. 3. La aún pesada losa de "EL" genocidio del 94,
que tantas reticencias sigue produciendo en muchos que podrían ser de
una gran ayuda para alcanzar la paz. Las provocaciones sistemáticas del
FPR, que desvela C. Hakizabera en su carta a la ONU, consiguieron su objetivo,
los más extremistas de la mayoría hutu cayeron en la trampa, se
lanzaron a matar juntos y el precio aún lo están pagando todos
los pueblos de la región.
Sin embargo, no deja de ser verdad que "La ley de la justicia y de la caridad
pide que las instituciones de un país aseguren realmente a todos sus
habitantes los mismos derechos fundamentales y las mismas posibilidades de promoción
humana y de participación en los asuntos públicos. Las instituciones
que consagren un régimen de privilegios, favoritismo, proteccionismo,
bien sea para los individuos o para los grupos sociales, no son conformes a
la moral cristiana." Esta afirmaciones, que son tan válidas y actuales
para la Rwanda de hoy y para toda aquella región, tienen ya casi medio
siglo. Pertenecen a la famosa carta pastoral de 11.02.1959 de monseñor
Perraudin. Hoy no es ya necesario formar líderes democráticos,
pero las mejores organizaciones de la oposición democrática y
las asociaciones de víctimas ya existentes necesitan de todo nuestro
apoyo desde aquí.
Apoyo desde aquí no sólo frente a la dictadura del FPR sino, sobre
todo, frente a los grandes lobbies que, también desde aquí, hacen
posible ese insoportable apartheid. Desde hace años nuestro utópico
objetivo ha sido el de contribuir a que, mediante la denuncia y las acciones
de presión, el FPR se convierta en un aliado incómodo, un aliado
genocida, para los lobbies que, desde dentro de gobiernos como el estadounidense,
hacen posible que estas dictaduras continúen en el poder. La no violencia
renuncia a la fuerza física, pero sin la fuerza moral de la verdad, sin
la claridad y energía en nuestras denuncias, somos como sal que no sala
y levadura que no hace fermentar. Es la paradoja de algunas realidades humanamente
pequeñas pero que, si permanecen fieles a su naturaleza íntima,
pueden provocar transformaciones considerables en su entorno. Sin esa fuerza
moral, también el diálogo y las negociaciones, imprescindibles
en todo proceso hacia la democracia, se suelen convertir en transacciones partidistas
que olvidan los verdaderos intereses de los verdaderos protagonistas, los pueblos.
3. La justicia internacional
Ni la justicia estrictamente legal, ni la justicia humana entendida en un más
amplio sentido coinciden exactamente con la justicia divina. Sin embargo podríamos
afirmar que, aún sin coincidir en sus límites, las tres se yuxtaponen
en un determinado territorio común. Ese territorio compartido es lo suficientemente
amplio como para que cualquier cristiano o cualquier ser humano preocupado por
la construcción de un mundo más justo y pacificado, pueda recurrir
al ámbito judicial como un instrumento privilegiado no sólo para
hacer justicia sino sobre todo para hacer emerger la verdad. Con frecuencia,
la denuncia del criminal ante las instancias judiciales correspondientes es
mucho más que una posibilidad: es incluso una obligación legal,
ética y cristiana. Lo contrario tiene un nombre: el encubrimiento, que
permite al criminal continuar ocasionando nuevas víctimas. Pero esto,
que en principio es tan claro, encuentra en la práctica multitud de obstáculos:
Las insistentes llamadas a la necesidad de ejercer un perdón "cristiano"
y olvidar las ofensas e injusticias, las exhortaciones a la reconciliación
hechas por igual tanto a las víctimas indefensas como a los victimarios
bien decididos a continuar matando, la permanente afirmación de que "ahora"
no es el momento oportuno, la "realista" y omnipresente tesis de que "la denuncia
no va a servir para nada", etc. No podemos pedir a la justicia internacional
que traiga por si sola la Paz, pero, sin duda alguna, se convierte en esencial
para romper los ciclos de violencia que la impunidad perpetúa y acentúa.
Para un seguidor del Jesús de Nazaret que nos trasmiten los evangelios
tales reparos en denunciar lo que debe ser denunciado son difícilmente
conjugables con la doctrina y la praxis del maestro. Esa denuncia sin ambigüedades
le llevó a la muerte. En términos del mismo Jesús, creo
que tales "pensamientos no son de Dios, sino de los hombres" (Mt. 16,
23), de "la carne y la sangre" (16,17) y no del Espíritu, que
lo ha "ungido" y "enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva,...la
liberación a los cautivos,...la libertad a los oprimidos..." (Lc.
4,18). Sus palabras y actitudes eran inequívocas: "¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta,
del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la
Ley: la justicia , la misericordia y la fe!" (Mt. 23,23). Y éste
enérgico modo de actuar no surge de la nada, sino que se inscribe en
un pueblo y una tradición espiritual que durante siglos ha marchado por
esa misma ruta: "Para los semitas, la justicia no es tanto una actitud pasiva
de imparcialidad como un empeñarse apasionadamente... a favor del que
tiene el derecho." (X. Léon Dufour, Vocabulario de teología
bíblica, pag. 402).
Hace más de 3.000 años Moisés se enfrentó con el
faraón, no para negociar humanamente la libertad sino para exigirla en
nombre de Yavé. Pero lo único que consiguió en un primer
momento es provocar más represalias por parte de los egipcios, más
sufrimiento de su propio pueblo y el inicio de las murmuraciones. Hace 2.000
años se trataba de evitar una revuelta, dijo el Sumo Sacerdote Caifás,
que provocaría la reacción del imperio de Roma, por lo que era
preferible que muriese un hombre y no todo el pueblo (Jn. 11, 49-50). Recientemente,
en el caso Pinochet, era preferible dejar las cosas como estaban, decían
muchos, ya que seguramente se provocaría una desestabilización
de Chile con más perjuicios que ventajas. Estabilidad, orden, paz,...
siempre las mismas coartadas mientras el pueblo sigue sufriendo y muriendo.
Frente a esas falacias los grandes maestros de la verdadera Paz (Jesús,
Gandhi y tantos otros), fueron verdaderos desestabilizadores... del injusto
orden establecido, auténticos provocadores... de cambios profundos. Jesús
lo proclamaba con toda claridad: No he venido a traer paz, sino guerra... Gandhi,
por añadidura, fue abogado, y se sirvió de su profesión
en su lucha no violenta. Ahora, para muchos, tampoco parece ser el momento
oportuno para actuar legalmente contra el FPR, responsable mes tras mes de tanta
desolación y muerte.
H. Cohen preguntado sobre la impunidad de los crímenes cometidos por
el Ejército Patriótico Ruandés en el norte de Rwanda y
en la RD del Congo, responde así: "Esta es una cuestión extremadamente
importante. Cuando había los informes de las masacres de refugiados hutus
en la selva ecuatorial alrededor de Kisangani en 1996, los Estados-Unidos y
otros han exigido una investigación de la ONU. En este momento, Laurent
Kabila trabajaba estrechamente con el régimen de Rwanda que le ha ayudado
a instalarse en el poder. Por ello ha contrarrestado la investigación....
Cuando Rwanda se ha vuelto enemiga de Kabila en 1998, él ha invitado
a la ONU a venir a hacer su investigación. Pero, ciertamente, el ejército
ruandés controlaba el sector, impidiendo así la investigación.
Ahora hay testimonios oculares congoleños de que el APR ha ido sistemáticamente
a las aldeas congoleñas asesinando a todos los hutus que podía
encontrar. Yo creo que ha masacrado a más de 350.000 refugiados hutus.
Para ellos, todo hutu que no hubiese retornado a Rwanda después de que
los campos de refugiados en el Kivu fuesen destruidos, ha sido automáticamente
considerado como interhamwe. Esta investigación debe ser reavivada y,
si hay razones suficientes, un tribunal de crímenes de guerra debe ser
creado para cuidarse de los culpables. Es también interesante observar
que los acusadores del Tribunal de Arusha quieren examinar los crímenes
cometidos por el APR en Rwanda contra los hutus cuando han tomado el poder tras
el genocidio en 1994. El gobierno ruandés rechaza cooperar con los magistrados
sobre esta cuestión. Finalmente, es importante escuchar el testimonio
de los congoleños del Kivu, del norte de Katanga, Maniema, Kisangani
y del Congo Oriental con respecto a los crímenes contra la humanidad
cometidos por el APR, le RCD et le MLC. Hemos oído ya suficientes informaciones
que provienen de grupos de derechos humanos que indican que deben haber sido
cometidos crímenes reales en el Congo oriental."
Hace ya más de dos años que el Forum por la justicia en Rwanda,
en el que mi fundación está integrado, trabaja en esa difícil
tarea, gracias, sobre todo, al apoyo del Fons Mallorquí de Solidaritat.
El padre blanco catalán Quim Vallmajó, primer español asesinado
por el FPR en el fatídico abril del 94, había proclamado ya años
antes: "Mi tarea sacerdotal es anunciar la verdad, la justicia y el amor.
Y eso quiere decir recordar sus derechos y deberes a grandes y pequeños,
a los que mandan y a los que son mandados". Esperemos que la verdad que
hace libre a los hombres y a los pueblos obre un día no lejano ese milagro
de la libertad en el África de los Grandes Lagos.