Junto a Afganistán, el pueblo iraquí no está siendo ni va a ser la única víctima directa (indirectas va a haber muchas) del post 11-S y de la anunciada destucción de Irak por parte del imperialismo guerrero yanki. Después de los acuerdos de Oslo y, sobre todo, aprovechando la veda abierta por EEUU tras el 11-S, Israel está aplicando hasta sus últimas consecuencias en los Territorios Ocupados un régimen de apartheid, idéntico al que en Sudáfrica impuso la racista minoría blanca sobre la mayoría negra, con sus alambradas, sus controles, sus «bantustanes», sus paupérrimos townships y su criminal represión, cuyos métodos han sido comparados por algún oficial israelí a los de los nazis contra el ghetto de Varsovia: ataques contra ambulancias y periodistas, asesinato de niños «por deporte», tortura indiscriminada, utilización de la población civil como escudo, arrasamiento con bulldozers de casas habitadas; incluso tours del terror han empezado a ofrecer a los turistas los colonos sionistas de Cisjordania y Gaza, tours que incluyen entrenamiento con armas de fuego y simulacro de limpieza de «terroristas árabes» de una aldea palestina..
Pero, no contento con eso, el Israel de Sharon quiere aprovechar el engranaje de la guerra para saltarse cualquier restricción jurídica internacional e intentar ejecutar definitivamente su histórico proyecto sionista de un único estado entre el mar y el Jordán, libre de palestinos. Como destaca el autor judío Norman G. Finkelstein, esto supondría la puesta en marcha de lo que llaman el transfer, es decir, la expulsión por la fuerza de la población nativa árabe de los Territorios Ocupados (e incluso de Israel); expulsión que, aunque ya ha empezado a ocurrir poco a poco, según el periódico israelí "Ha'aretz" sería posible de forma masiva si, de resultas del ataque contra Irak, el régimen jordano se viniera abajo e Israel pudiera así «evacuar» hacia Jordania a miles y miles de palestinos..
Ante esta situación, el arzobispo Desmond Tutu no tiene duda en ofrecer su altura moral de premio Nobel de la Paz por su lucha anti-apartheid para sumarse a una movilización internacional contra el apartheid de la población árabe iniciada ya hace ocho meses y que, al igual que la de los años 80 contra los intereses de la minoría blanca sudafricana, busca presionar moral y financieramente a Israel con una serie de acciones: embargos armamentísticos, boicots a sus productos, etc... Tomar parte en una campaña de estas características y reclamar protección internacional ante los ataques del ejército sionista contra los palestinos es, sin duda alguna, una forma no sólo de ayudar al pueblo palestino, sino también de oponerse al imperialismo guerrero yanki contra el que, con nuestras millonarias manifestaciones, hemos demostrado querer luchar.. 15/03/03
* Historiadora