18 de febrero del 2003
Transición y tecnocracia en Marruecos
Pierre Vermeren
Viento Sur
La transición marroquí ha constituido un respiro histórico que ha permitido una extraordinaria vitalidad de la prensa, abriendo al mismo tiempo una caja de pandora. Provocando un auténtico vértigo democrático, ha hecho salir a la superficie décadas de una historia secreta, tan mal conocida como cicatrizada. El extraordinario éxito en Marruecos (más de 25.000 ejemplares vendidos) de Tazmamart, celda 10, el testi-monio de A. Merzouki, publicado en el año 2000, muestra lo mucho que se ha avanzado en este camino. El golpista de Skhirat, la mención de cuyo solo nombre podía condenar a la desaparición en los años 80, es hoy un personaje reconocido por la sociedad civil marroquí. "Marruecos no puede permitirse dos Mayos del 68 cada semana", ha afirmado el primer ministro Yusufi.
Más allá de las revelaciones de la prensa, un amplio sector de la sociedad marroquí intenta recuperar los años perdidos. El 28 de enero del 2000, el jeque A. Yassine, zaïm de los islamistas marroquíes, publicaba una carta abierta pidiendo a Mohamed VI que repartiera entre el pueblo el patrimonio amasado por su padre. El 1 de marzo del 2000, Mohamed Chafik publica su Manifiesto Bereber, que dinamita la historia oficial arábigo-musulmana del reino. El 12 de marzo de ese mismo año, los defensores de los derechos de las mujeres salen a la calle en Rabat para exigir la reforma de la mudawana, el actual estatuto legal, mientras que miles de islamistas se manifiestan en Casablanca a favor de una supuesta ortodoxia. Esos mismos islamistas volvían a salir en masa a las calles en Rabat en octubre para denunciar la "judaicización de Al Qods" (Jerusalén). Los militantes de los derechos humanos organizaban el 6 de octubre del 2000 una peregrinación a la carcel de Tazmamart y en diciembre hacían pública una lista de torturadores del antiguo régimen, muchos de ellos aún en el poder.
La prensa se nutre de este torbellino y lo alimenta al mismo tiempo. En noviembre del 2000, Le Journal revela que los líderes de la USFP en el gobierno han estado implicados en el golpe de estado de Ufkir contra Hassan II. Desde finales del 2000, la primavera de la transición fue seguida de una creciente repre-sión contra todos estos actores. En diciembre, los tres periódicos mas contestarios (Le Journal, Essahifa y Demain) son provisionalmente suspendidos. Militantes islamistas y de derechos humanos son arrestados, encarcelados y condenados, pero finalmente puestos de nuevo en libertad. La reforma de la mudawana, el estatuto de las mujeres, es aplazado, y se prohiben los partidos políticos bereberes. Y la protesta de los licenciados en paro, acampados ante el parlamento de Rabat, es apaleada periódicamente.
Crisis del sistema
Porque, detrás de las reivindicaciones políticas, siguen estando muy presentes las dificultades económicas. De 1999 al 2001, Marruecos ha sufrido una sequía estructural que ha llevado al país a la recesión, sobreviviendo en la práctica de las VIENTO SUR Número 65/Noviembre 2002 19 transferencias de sus emigrantes en Europa y el turismo. En este contexto, lo más preocupante es la relativa inercia del gobierno. A pesar de que en enero del 2001, los diputados hacían público un informe explosivo sobre los grandes escándalos financieros bajo Hassan II, el gobierno no hizo nada. Las pequeñas reformas emprendidas, como la liberalización aduanera con la UE, o los proyectos de fondo como la escolarización primaria no han estado acompañados de reformas económicas o de los "ministerios de Palacio", como Justicia. Por el contrario, ha sido Palacio quien ha tomado la iniciativa en el terreno económico, con el nombramiento de gobernadores tecnócratas en las ciudades, encargados de relanzar las inversiones y el propio Ministerio del Interior ha pasado a manos del industrial Driss Jetou. En marzo del 2001, el VI Congreso de la USFP reveló un partido minado por el ejercicio del poder. La escisión, inevitable, entre la vieja guardia que negoció con Hassan II la alternancia de partidos y las corrientes populistas y "revo-lucionarias" que reivindican a Ben Barka, dejó al partido exangüe. Pero toda la escena política parece estar en el mismo estado calamitoso. La alianza entre la USFP y el Istiqlal no es más que un apaño electoral que puede estallar en cualquier momento. Los llamados partidos administrativos (MNP y RNI), dependientes de la red caciquil de Palacio, han sido incapaces de transformarse en una oposición creíble. Los políticos están desacreditados y el 85% de los marroquíes dicen no querer saber nada de la política (encuesta de la Asociación Marruecos 2020). La descomposición del sistema político se ha acelerado en los dos últimos años, con más de 35 formaciones inscritas.Yusufi se había compro-metido a introducir algunos elementos proporcionales en las elecciones para intentar poner coto a la corrupción electoral y la compra de votos.
Lo que se empieza a poner en cuestión es el propio sistema. En la primavera del 2001, una parte de la prensa oficiosa comenzó a criticar directamente a Palacio. En septiembre, con los atentados en EE UU como fondo y la política de Sharon en Palestina, la opinión pública recibió mal la invitación del Rey a las diferentes confesiones religiosas reconocidas para rezar juntos en la catedral católica de Rabat, poniendo de manifiesto la fuerza del islamismo, a pesar de todas las manipulaciones electorales. En la primavera del 2002, el movimiento islámico radical jihadista fue duramente reprimido, con detenciones en Casablanca y Fez, y Palacio ligó esta "campaña contra el terrorismo" con la de EE UU, deteniendo a tres sauditas acusados de estar relacionados con Al Queda. A comienzos del 2002 el nuevo escándalo político fue la publicación en Francia de las obras de J.P. Tuquoi (El ultimo rey, crepúsculo de una dinastía, Grasset) y A. Boukhari (El secreto: Ben Barka y Marruecos. Testimonio de un agente de los servicios especiales, Michel Lafon). Ya sólo quedaba esperar a las elecciones.