Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía
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El Sahara Occidental es un conflicto que no existe a los ojos de la Comunidad Internacional, que parece acepta la política de hechos consumados que supuso en su momento la ocupación ilegal del territorio de la antigua colonia española, aquel Noviembre de 1975 (y del que han pasado ya más de 28 años) por parte de Marruecos..
Desde entonces, y sobre todo desde el alto al fuego del Frente Polisario de 1991, el conflicto duerme en los cajones de las Naciones Unidas esperando una solución que no llega y de la que son rehenes sobre todo el pueblo saharaui, pero también los centenares de prisioneros marroquíes, abandonados a su suerte en el desierto y no reconocidos por su propio país, para los que simplemente no existen..
El Saharaui es uno de los pocos pueblos de la Tierra sin patria ni nacionalidad, echados de su propia tierra, viviendo en campos de refugiados donde los niños saben del lugar de sus antepasados por la memoria y enseñanza de sus padres, y dependiendo absolutamente de los Fondos de Alimentos de la ONU y de la Ayuda Internacional..
Y mientras es como si el tiempo se hubiera detenido y sea un espejismo más del desierto. Entre los desmanes de la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Sahara Occidental), con sus funcionarios bien pagados e inmóviles y los planes de James Baker (Delegado personal del Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan para el Sáhara) claramente pro-marroquí, con su propuesta-ultimátum de "lo tomas o lo dejas", pocos se creen que sea posible una integración no traumática del pueblo saharaui dentro de la soberanía del Reino de Marruecos, ya que no se dan condiciones suficientes de libertad, democracia y respeto a los Derechos Humanos que garanticen al Sahara su derecho a la autodeterminación..
El pueblo saharaui se encuentra, pues, en un estadio inferior al subdesarrollo endémico de muchos países africanos, ya que ni siquiera tienen ese lugar donde sentirse en casa, y con la sensación de provisionalidad permanente que embota las ideas y hace perder la ilusión a cualquiera, ya que es imposible poner en marcha el más elemental proyecto de desarrollo, porque no hay ubicación física posible donde situarlo..
La esperanza para con la causa saharaui exige más que nunca paciencia activa. La próxima reunión del Consejo de Seguridad de la ONU es el lugar y el momento para consolidar soluciones definitivas. Pero debe tener la suficiente perspectiva para que el Sáhara no sea moneda de cambio de cualquier otro favor, político o estratégico, de ninguna "superpotencia con intereses en la zona"..
Los pueblos no son canjeables, porque estamos hablando de seres humanos, no de bienes transferibles. El conflicto del Sahara sigue siendo otro mal sueño que hace que la Tierra siga sin poder dormir tranquila... Mila Garaialde Delegada de la Apdha en Huelva