"Descubro lo que jamás imaginé"
Iñaki Zudaire
Resumen Latinoamericano.
El vasco Iñaki Zudaire relata su experiencia en la Palestina ocupada y anima al lector a participar en la defensa sobre el terreno del maltratado pueblo.«No se arrepentirá».
Lunes, las 10:30 de la noche en Tulkarem. Tanques y jeeps del Ejército están en la calle. Se oyen disparos. Hay toque de queda. No sabemos por qué, de hecho, nunca se sabe por qué.
Tulkarem es una ciudad de 57.000 habitantes, una parte importante de los cuales viven en los campos de refugiados de Tulkarem y de Nur Shams.
Comenzaron a instalarse en estos campos en 1948, cuando les fueron usurpadas sus tierras por los israelíes. Primero se instalaron en tiendas pero con los años, viendo que no podían volver a sus tierras, se fueron construyendo casas. Hoy son las zonas más pobres de la ciudad, con las calles más estrechas y en condiciones más precarias, donde más golpea la represión, por lo que sus habitantes son los más combativos.
La ciudad está situada al lado de la «línea verde», la frontera fijada en 1967 para separar estos territorios de Israel, donde están construyendo el muro que, con la excusa de la seguridad, rodearán toda Cisjordania para controlar, aún más, los movimientos de la frontera. El muro tendría que seguir el recorrido de la línea verde, pero se adentra en la zona palestina rodeando ciudades y pueblos, aislándolos entre ellos y de sus tierras Tiene unos 8 metros de altura y tendrá alrededor una zona de seguridad con trincheras, vallas eléctricas, sensores, patrullas de vigilancia y torres de control. El muro hará aumentar el índice de paro, que ya es del 75%.
En Ras'attya, por ejemplo, el muro pasa cerca de la única escuela de primaria de la zona. Como rodea el pueblo, los niños de los pueblos vecinos, que ahora tardan unos tres minutos en llegar, necesitarán transporte para llegar, si se les permita ir.
Las primeras consecuencias de la construcción del muro son la destrucción de las casas que se en la «zona de seguridad», de olivares y campos de cultivo.
Lo que hacemos junto a International Solidarity Movement consiste en hacer de observadores y que los soldados sepan que hay presencia internacional que difunde las agresiones diarias sobre la población. Intentamos hacer más fáciles los movimientos de los palestinos en territorios en teoría controlados por la ANP pero que, en la práctica, están ocupados. En las carreteras de entrada de cada población hay controles. La gente tiene que esperar durante horas. Si hay internacionales mirando, la espera se hace más corta. Muchas caminos están bloqueados con montañas de tierra, grandes piedras o vallas metálicas.
Con este escrito quiero trasmitir una parte de la realidad cotidiana que vive los palestinos y la impunidad total con la que actúan los soldados israelíes. Estoy descubriendo una situación que jamás imaginé. Todo esto ocurre con el silencio cómplice de la mayor parte de gobiernos y medios de comunicación del mundo. El pueblo palestino impresiona por su generosidad y fuerza y continúa luchando por su libertad y dignidad.