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Medio Oriente

4 de febrero del 2003

Armas de construcción liviana

Amira Hass
Ha'aretz
Traducido para Rebelión por L.B.

La mañana del domingo Adnan Ismail, de 45 años, estaba de pie junto a la puerta de su arrasada imprenta y estrechaba las manos de los visitantes que acudían a mostrarle su simpatía. Tenía los ojos enrojecidos y daba gracias con una frágil sonrisa. Docenas de chicos y jóvenes se atareaban en despejar los escombros, los cristales pulverizados, los fragmentos de maquinaria, las destrozadas chapas de aluminio y los bloques de cemento esparcidos de forma caótica sobre la calle sin asfaltar..
Muchos de esos jóvenes acababan de asistir al funeral de las 13 personas que habían muerto la noche anterior -el más joven de ellos apenas tenía 16 o 17 años y el mayor 28- tras salir armados de rifles y artefactos explosivos artesanales a repeler la invasión de los tanques, transportes blindados y helicópteros que comenzaron a bombardear su barrio. Otros residentes iban y venían desde la calle salpicada de escombros hasta el hospital, a donde habían sido llevados cerca de 40 heridos, entre ellos civiles que habían sido heridos en el interior de sus hogares..
Cuando la mañana del domingo temprano los vecinos telefonearon a Ismail a su casa para comunicarle lo que había ocurrido, sólo le dijeron que los soldados israelíes habían dinamitado la puerta de entrada de su imprenta. Cuando Ismail llegó al lugar, con la barba sin afeitar, quedó conmocionado al ver que su flamante guillotina mecánica, por la que había pagado 23.000 dólares, que había recibido (de Israel, ¿de dónde si no?) hacía apenas un mes y que había instalado solamente dos días antes del bombardeo, había quedado completamente destruida cuando la puerta fue dinamitada..
La imprenta quedó igualmente arrasada. Se encaramó sobre fragmentos de mobiliario, marcos de ventanas, rollos de papel y panfletos (algunos de ellos escritos en hebreo) para acceder a las temblorosas y angostas escaleras de hierro que conducían a la galería que había construido para albergar su avanzado sistema informático. Allí realizaba trabajos de procesamiento de textos y de edición de libros de texto, informes para organizaciones de derechos humanos, pósters (como el que todavía colgaba intacto en la pared con la leyenda "El Derecho de Jugar" inscrita sobre la imagen de un niño y una niña balanceándose en sendos columpios)..
Los cinco ordenadores -el orgullo de la imprenta y de sus empleados-estaban volcados, rotos, despedazados. Todavía no había podido comprobar si les habían robado los discos duros, pues estaba claro que los soldados se habían tomado la molestia de completar metódicamente el destrozo que no habían podido consumar las bombas. Habían subido por la escalera y habían confiscado un archivo con miles de diskettes que contenían material escolar infantil sobre ciencia y tecnología. "Futurekids" se llamaba la serie. Ismail había impreso los textos que acompañan a los diskettes y se suponía que después los distribuiría en las escuelas y en las librerías. "Ése fue el shock más grande: ver que habían cogido ese material escolar para los niños", dijo Ismail, que se graduó en física y matemáticas en la universidad de Bir Zeit el año 1985..
Ismail alquila el primer piso del edificio a la familia Iyad, que vive en el piso de arriba, en un apartamento que acabaron de construir hace dos años. El sábado pasado, alrededor de las 22:20, todo -las camas, las paredes, el suelo-- comenzó a temblar en su casa, situada en el barrio Zeitoun del sudeste de la ciudad de Gaza. Del exterior llegaba un estrépito atronador..
`Vienen los tanques' .
Los niños se despertaron asustados pero sus padres adivinaron inmediatamente lo que estaba ocurriendo: llegaban los tanques. A partir de ese momento la familia pasó seis espantosas horas acurrucada en un rincón mientras que el ejército israelí bombardeaba el vecindario y destruía pequeños talleres donde supuestamente se fabricaban cohetes. Los Iyad --madre, padre y cinco niños-- no sabían qué hacer, tenían miedo de asomarse a la ventana, no fuera que los soldados israelíes los tomaran por combatientes palestinos y les dispararan..
Por la misma razón tenían miedo de abandonar su casa. Todas las luces estaban encendidas. Ningún soldado israelí intentó hablar con ellos. Ningún soldado israelí ordenó tampoco a los 12 miembros de la familia Shuafiri, que vivía en la puerta contigua, que salieran de su casa, situada encima del almacén Almania, propiedad de la familia Hasanin, donde se fabrican pequeños componentes para autos Mercedes, al lado de un taller que fabrica bombas agrícolas y de un taller mecánico de reparación de motores de automóvil..
Tampoco la familia Shuafiri sabía qué hacer. Súbitamente, retumbó la primera explosión. Los niños gritaron y las madres estrecharon entre sus brazos a los más pequeños y corrieron a refugiarse en la habitación que parecía menos peligrosa. Todo el mundo se acurrucó en un rincón. Y allí permanecieron sentados durante cinco o seis horas, temblando y sacudidos por cada nueva explosión, escuchando el estrépito de cristales rotos y puertas reventadas..
De repente se iluminó la oscuridad del exterior y por la ventana penetró un olor a quemado. El estruendo de los disparos nutridos se podía oír en toda la ciudad y poca gente durmió aquella noche. La gente de Gaza ha aprendido a distinguir esos sonidos: primero detonaron una carga explosiva para demoler un taller, luego un helicóptero invisible disparó un cohete, después un tanque lanzó sus proyectiles y a continuación el invisible helicóptero que sobrevolaba la zona disparó una ráfaga de ametralladora..
Todos esos medios fueron utilizados la noche del sábado hasta bien entrada la mañana del domingo, en un vecindario donde algunas calles están asfaltadas y otras se hunden en la arena. Algunos talleres tienen modernos sistemas informáticos, mientras que otros basan su actividad en el uso de mano de obra intensiva y sólo cuentan con equipos antiguos y pesados; algunos tienen puertas reforzadas y otros están construidos con planchas de hojalata ondulada, cemento y chapas de hierro. Los soldados israelíes colocaron cargas explosivas en 17 talleres repartidos en varias calles y los destruyeron completamente. Hubo como mínimo dos explosiones por cada taller..
En el taller de Fuad Samaneh, donde se fabrican cajones de metal y puertas pesadas, los soldados israelíes colocaron explosivos en todos los componentes computerizados de las máquinas y luego los detonaron. Cerca de allí los soldados dinamitaron tres casas pertenecientes a las familias Dehbuh, Abu Zour y Daouleh en las que residían varias docenas de personas. Despues de que los soldados le obligaran a salir, los residentes huyeron a las calles adyacentes..
Despertarse sin techo .
Cuando a la mañana siguiente se atrevieron a regresar descubrieron que se habían quedado sin hogar. Bajo la casa de los Dehduh habían dinamitado locales de almacenaje que estaban vacíos. Abu Zur posee un taller de torneado y en el taller de Daouleh se fabrican bombas de agua. También destruyeron un restaurante de kebabs. Aproximadamente otros 15 talleres más fueron "parcialmente" destruidos al estilo de la imprenta de Ismail..
Docenas de otros edificios resultaron dañados, como los de Shuafiri e Iyad, donde baños, dormitorios, refrigeradores y lavavajillas quedaron destrozados, sin mencionar los cristales rotos, las ventanas y puertas reventadas y las grietas abiertas en las paredes. En otras casas, "sólo" rompieron los cristales. Las aceras destrozadas, los postes eléctricos retorcidos, las ventanas de la mezquita del barrio y las paredes de la escuela Safed (como la ciudad) ni siquiera se computan..
El mercado de ropa de Sejayah fue reducido a cenizas. En una esquina del mercado se ocultaba un grupo de palestinos armados, incluidos tres miembros de la inteligencia militar. Un helicóptero invisible los identificó y disparó un cohete, matando a cuatro. Se desató un incendio que se extendió y arrasó unas 60 tiendas y puestos. Algunos de ellos habían sido adquiridos recientemente por desempleados que habían invertido sus últimos ahorros o los brazaletes de oro de sus esposas para comprar el material y las prendas que pensaban vender para intentar ganarse un mísero sustento..
Tres autobuses pertenecientes a la compañía Maadi fueron destruidos. Aparentemente, un tanque se había quedado atascado en mitad de la calle Salah e- Din. Para ver cuál era el problema los soldados tuvieron que salir del tanque y de los transportes blindados que le acompañaban. Para defender a los soldados de los palestinos armados, los tanques se apropiaron de dos autobuses aparcados en la calle frente al domicilio de sus propietarios y los arrastraron hasta una posición en la que fueron utilizados como barricadas temporales..
Los autobuses semidestrozados dañaron la valla y los muros de la casa. Cuando el ejército israelí se retiró del lugar, un tanque empujó un tercer autobús a lo largo de la carretera y después lo aplastó. Cerca de diez automóviles y un camión pesado acabaron también laminados o severamente dañados por efecto de los disparos..
Esta mezcolanza de hogares y talleres es el resultado de 30 años de dominio israelí. Dado que a los palestinos no se les permitió desarrollar su propia industria, nunca acotaron zonas específicas para la construcción de fábricas, de modo que los pequeños talleres tuvieron que ser ubicados en los barrios residenciales. Durante los años de Oslo, la Autoridad Palestina fue incapaz de deshacerse de los talleres instalados en los barrios más pobres..
Cuando los cierres israelíes redujeron drásticamente el número de palestinos que trabajaban en Israel, aumentó progresivamente la presión para abrir todo tipo de industrias. No había posibilidad de establecer zonas industriales separadas..
¿Los 17 talleres destruidos deliberadamente por el ejército israelí producían realmente cohetes o componentes de cohetes? .
La gente de la ciudad de Gaza, incluidos algunos activistas semidesocupados pertenecienes al estamento de seguridad gazatí, se muestran extremadamente escépticos. Alegan varias razones:.
Duda razonable .
- Hace aproximadamente dos meses cuatro hombres de Hamas murieron a causa de una explosión que se produjo de forma inexplicada en una zona de almacenaje doméstico del barrio Sabra, en el sur de la ciudad de Gaza. Los activistas de Hamas no permitieron que nadie se aproximara al lugar -ni periodistas, ni representantes de organizaciones humanitarias, ni elementos de los servicios de seguridad palestinos. Un periodista fue incluso apaleado por mostrar excesiva curiosidad profesional. Se derivan dos conclusiones. Una: los cohetes fueron fabricados en talleres secretos clandestinos. Dos: Hamas no se fía de nadie. No revela fácilmente sus secretos, ni la identidad de sus activistas militares, y no permitiría a cualquiera dedicarse a la fabricación de cohetes..
- La gente conoce a los dueños de los talleres destruidos. En algunos casos se trata de negocios familiares que remontan hasta 30 y 40 años atrás y en los que el padre enseña el oficio a sus hijos y éstos se lo enseñan a sus nietos. ¿Comprometerían todo ese capital, junto con su propio futuro, por fabricar cohetes en la clandestinidad? La tacañería de uno de los propietarios cuyo taller quedó completamente destruido es tan notoria, que incluso sus hijos, que trabajaban con él, eran tratados como mano de obra contratada a quienes sólo a regañadientes facilitaba el desayuno. ¿Acaso alguien así pondría en peligro sus posesiones para fabricar cohetes? .
- La mayoría de los talleres dan directamente a calles principales. Si estuvieran fabricando cohetes, ¿cómo podrían sus propietarios ocultar de la mirada de los transeúntes esos largos cilindros? .
- El ejército israelí ha dejado claro durante los dos últimos años que es capaz de llegar hasta cualquier taller situado en cualquier lugar de la franja de Gaza. Si el propietario de un taller de tornería hubiera aceptado fabricar los componentes de un cohete, simultaneando esa actividad con su trabajo normal, ha tenido tiempo de sobra para pensárselo dos veces..
- Muchos propietarios de talleres soportaban presiones por parte de sus vecinos para que movieran sus empresas a otro lugar. Para seguir trabajando en un área residencial el dueño del taller tenía que convencer a sus vecinos de que el ejército israelí podía tener la certeza de que en su taller no se fabricaban cohetes..
- Destacados miembros de la Autoridad palestina en Gaza están convencidos de que el ejército israelí atacó talleres fácilmente accesibles simplemente para descargar tensión y ocultar el hecho de que hasta ahora ha sido incapaz de descubrir los talleres de tornería donde se están fabricando realmente los cohetes..
A la gente de Gaza no le gusta que se disparen esos cohetes .
"Por cada cohete que cae en territorio israelí hay diez que alcanzan una casa palestina y matan a palestinos", arguyen activistas de Fatah. El juego de los cohetes es percibido como un ejercicio de hombría por parte de Hamas, que busca fórmulas para demostrar al ejército israelí que todavía sigue implantado en Gaza. Pero esta crítica se desvanece con cada bomba que disparan los israelíes, de modo que Hamas está lejos de cesar sus disparos y de dejar de trabajar para incrementar su potencia de fuego..
Es un hecho que los 12 jóvenes que salieron para hacer frente a los tanques y los helicópteros eran miembros de la OLP, Hamas y Jihad Islámica. No permitieron que las rencillas intestinas entre sus organizaciones los detuvieran..
Entre la noche del sábado y la mañana del domingo, en el plazo de seis horas, cerca de 10 familias perdieron su hogar y 150 familias perdieron sus medios de subsistencia. Varias docenas más sufrieron severas pérdidas económicas, para las cuales no cabe esperar ninguna compensación..
De momento nadie habla del daño emocional. "Al diablo con todos ellos", murmura un anciano que visita a una de las familias cuyo hogar resultó dañado. "¿A quién te refieres?", le preguntan. "Al diablo con Sharon, con los que disparan cohetes y con los colaboradores"..
28 de enero del 2003-01-29
http://www.haaretzdaily.com/hasen/pages/ShArt.jhtml?itemNo=256798&contrassID=2&subContrassID=5&sbSubContrassID=0&listSrc=Y