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Medio Oriente

11 de diciembre del 2003

África Occidental se enfrenta a una crisis humanitaria sin precedentes


Informe de la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona
Enfrentamientos, crisis políticas y procesos de paz que no terminan de cuajar han puesto la región de África Occidental a un paso de una crisis humanitaria generalizada. Guinea-Conakry, Guinea-Bissau, Sierra Leona, Liberia y Costa de Marfil están en el ojo del huracán.


África Occidental enfrenta una grave situación a la que la comunidad internacional no está prestando la suficiente atención. A pesar de los procesos de paz recién iniciados en Liberia y Costa de Marfil y la avanzada fase de reconstrucción que atraviesa Sierra Leona, se corre el peligro de que se produzca una regionalización de la violencia y una crisis humanitaria de grandes dimensiones. El constante movimiento de refugiados y desplazados internos entre Guinea, Sierra Leona, Liberia y Costa de Marfil, el enorme flujo de mercenarios y armas ligeras, la falta de acceso de las organizaciones humanitarias a los millones de personas afectadas por la crisis alimentaria y la violencia de la guerra, la inestabilidad y volatilidad existentes en las zonas fronterizas de estos países, o la vinculación entre los diferentes actores enfrentados en todos y cada uno de los contextos son algunos de los factores que constatan el peligro del estallido de una nueva crisis regional.

I. En Liberia, el acuerdo de paz firmado en Accra (Ghana) el pasado 18 de agosto entre las fuerzas leales al ex Presidente Charles Taylor y los dos grupos armados de oposición (LURD= Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia y MODEL= Movimiento para la Democracia de Liberia), así como el inicio del despliegue de 15.000 cascos azules, no han significado la llegada de la estabilidad al país. El nuevo gobierno de transición tiene enormes retos a superar y la figura del ex Presidente Charles Taylor (exiliado en Nigeria) todavía puede influir en acontecimientos futuros. Además, la comunidad internacional tiene la obligación de dotar de los recursos y el apoyo necesario a la misión de Naciones Unidas (UNMIL) que tiene como principales objetivos establecer un clima de seguridad en todo el país y desarmar y reinsertar a entre 48.000 y 58.000 miembros de las partes enfrentadas. En este sentido, es también primo rdial evitar el flujo de combatientes a través de las fronteras de los países vecinos y asegurar su desarme antes de que se incorporen a otros grupos armados o fuerzas gubernamentales que necesiten de sus servicios. Actualmente, la situación humanitaria en el interior del país, donde llegan noticias de enfrentamientos esporádicos, es sumamente alarmante.

II. En Costa de Marfil, el proceso de paz impulsado por los Acuerdos de Linas - Marcoussis el pasado mes de enero está en su peor momento. Tras lograr constituir un Gobierno de transición formado por todas las fuerzas enfrentadas (miembros del antiguo Gobierno y de los grupos rebeldes, las diferencias por el nombramiento de varios ministros han llevado a que los representantes de dichos grupos armados decidieran en septiembre abandonar el Gobierno y amenazar con la vuelta a las armas. Además, la situación de inseguridad y violencia étnica persisten y miles de personas siguen viéndose obligadas a huir a Guinea, Malí e incluso Liberia. La misión de Naciones Unidas (MINUCI) no tiene los suficientes recursos ni el mandato necesario como para adoptar una actitud contundente. Especialmente preocupante es la situación humanitaria que sufren los entre 500.000 y 800.000 desplazados internos. Tal y como denuncian algunas organizaciones humanitarias, la atención internacional hacia este grupo ha sido escasa y los recursos necesarios para hacer frente al sufrimiento de miles de personas no llega.

III. La crisis política en Guinea- Conakry también influye en este deterioro regional. Las elecciones presidenciales previstas para el próximo 21 de diciembre demuestran la falta de garantías democráticas que sufre el país. El actual Presidente, Lansana Conté, en el poder desde 1984 como consecuencia de un golpe de Estado, revalidará su mandato con tan sólo un candidato en la oposición.

Otros seis han visto prohibida su participación en los comicios y los grandes partidos opositores, agrupados en el Frente Republicano por la Alternativa Democrática (FRAD) han decidido boicotear la elebración de los mismos. Este hecho, sumado a las decenas de miles de refugiados procedentes de Liberia, Costa de Marfil o Sierra Leona, sitúan a Guinea en una compleja coyuntura. Cabe señalar también las vinculaciones que el régimen de Conté mantiene con el grupo armado de oposición liberiano LURD, a quien ha provisto de ayuda logística y militar durante su enfrentamiento con Taylor. Lo mismo sucede entre el MODEL y el Gobierno de Laurent Gbagbo en Costa de Marfil, quien a su vez ha acusado a Burkina Faso de respaldar a los grupos armados con los que se enfrentaba.

Un escenario en el que los procesos de paz liberiano y marfileño se rompieran podría suponer la implicación tanto de LURD y MODEL en ambos contextos de violencia.

IV. El proceso de rehabilitación posbélica de Sierra Leona sigue avanzando favorablemente. La presencia de la misión de paz de Naciones Unidas (UNAMSIL) parece haberse consolidado. Sin embargo, la inestabilidad regional puede influir totalmente en el devenir de dicho proceso. Los miles de desplazados internos y de refugiados de otros países que hay en el interior de Sierra Leona (incluyendo los recién llegados como consecuencia de la violencia en Liberia y Costa de Marfil), suponen un enorme reto en términos humanitarios. Además, la frontera con Liberia es de gran inestabilidad y es el lugar donde se sospecha que algunos grupos armados podrían estar reorganizándose. En este sentido, se teme que los ex combatientes del LURD liberiano puedan huir al este de Sierra Leona para integrarse en las Civil Defence Force (también conocida como los Kamajors, que fue uno de los grupos armados que participó en la guerra de Sierra Leona) y constituir una nueva fuerza armada en la frontera entre ambos países.

V.. Por último, cabe mencionar la situación de Guinea-Bissau, país que recientemente ha sufrido un cambio de Gobierno como consecuencia de un golpe de Estado. Aunque el Consejo de Seguridad de la ONU llevaba presionando durante meses al régimen de Kumba Yala para que protagonizara una apertura política en el país, era palpable la insatisfacción generalizada que se vivía. De este modo, el pasado mes de septiembre el General Correia Seabra logró derrocar el régimen de Kumba Yala e instaurar un Gobierno transitorio que hasta el momento ha recibido un considerable respaldo internacional. La ONU también tiene presencia permanente en el país.

Algunas conclusiones

En definitiva, según este informe de la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona, es necesario tener en cuenta lo siguiente:

1. La suma de cada uno de estos escenarios podría degenerar en una situación de violencia extrema con consecuencias políticas y humanitarias muy graves. La comunidad internacional debe prestar más atención, esfuerzos y recursos a las diplomacias de paz que ya están activadas en algunos de estos contextos y a las organizaciones humanitarias que están intentando paliar el sufrimiento de millones de personas

2. Naciones Unidas debería emprender una acción de carácter regional teniendo en cuenta que tiene cuatro misiones u oficinas sobre la región, tal y como sugiere el prestigioso centro de investigación International Crisis Group. En este sentido, sería adecuada la creación de una estructura integrada para gestionar los mandatos de sus misiones en la zona así como el diseño de un plan regional de desarme, desmovilización y reinserción de miles de combatientes y mercenarios.

3. Es fundamental la presión y presencia de determinados Gobiernos con influencia en la región (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Portugal).

4. El esfuerzo por visibilizar estos contextos por parte de los medios de comunicación puede contribuir a que se adopten medidas más contundentes en este sentido.