La política estadounidense en Medio Oriente como factor de eterna beligerancia
Xavier Abu-eid
Para muchos aún resulta difícil aceptar el rol que actualmente asume Estados Unidos en cualquier iniciativa de paz para el oriente medio, mas aún luego de la invasión contra Irak y su población.
Datos tan esclarecedores como que Israel recibe la mayor subvención exterior brindada por el ejecutivo norteamericano (cifra que entre ayuda directa, prestamos "blandos" a plazos interminables, tecnología en el campo militar y franquicias comerciales bordea los 10 millones de dólares diarios) dan a entender para muchos que el estado en cuestión no se puede presentar para nada como un interlocutor en cualquier proceso de paz para la zona, aunque esa reticencia a la presencia norteamericana se presente básicamente solo en el campo moral.
Sin embargo, el campo político establecido desde la década de 1990 matizado por la uní polaridad en el contexto internacional a favor de Estados Unidos plantea otro escenario diametralmente opuesto a lo que para muchos significa una salida al problema de medio oriente y particularmente al drama que aqueja al pueblo palestino, sin duda el actor mas perjudicado por las sucesivas guerras y persistente tensión de la zona desde la creación de Israel en 1948 en la Palestina histórica a través de un decreto de Naciones Unidas (res 181), que si de la cual hacemos historia, debemos concluir que fue también Estados Unidos quien manipuló bajo las riendas de Harry Truman las riendas de un intenso lobby destinado a persuadir a los países menores para aprobar la partición de Palestina, como los famosos casos de Filipinas, Colombia y Liberia.
Como se puede dilucidar, la historia de las estrechas relaciones entre Israel y Estados Unidos van desde el nacimiento del primero. La necesidad de protección hacia un estado que no ha respetado ninguna resolución de Naciones Unidas como así también normas básicas de convivencia internacional como la Convención de Ginebra bajo presiones del incesante lobby sionista en Estados Unidos, ha llevado a este País a desligarse muchas veces de las normas que ha expandido al mundo entero de "democracia e igualdad" y ha debido respaldar en función de sus cada vez mas crecientes intereses petrolíferos y geopolíticos al único estado de medio oriente que posee población occidental (prueba fehaciente de su extranjerismo), Israel.
Ante este escenario, Estados Unidos ha debido implementar una política que acorde a sus intereses fácticos en la zona (junto a la muchas veces extremista comunidad judía que solo en Nueva York supera el número de judíos que habitan Israel), permita distorsionar en ciertos matices la realidad para muchos objetiva, es decir, para consolidar su imagen como mediador y precursor de la "paz y la democracia global", Estados Unidos ha debido inventar una serie iniciativas para el oriente medio (de fuerte impacto mediático como el Acuerdo de Oslo) pero a instancias de permitir paralelamente a si aliado continuar con su política habitual ante los palestinos, ubicando de esta forma a ocupado y ocupante en una misma línea de responsabilidades cuando evidentemente resultan completamente antagónicos sus roles.
Sólo por poner un ejemplo, en el Acuerdo de Oslo, se le imponía a la naciente Autoridad Nacional Palestina garantizar a través de su policía la seguridad de los ciudadanos israelíes, inclusive los colonos que a diario hostigan a la población civil palestina, sin embargo, nunca estableció mecanismo para la seguridad de la misma población que dependería del naciente ente. En otras palabras, se permitía que Israel siguiera ocupando Palestina sin mayor contrapeso, y en caso de cualquier disturbio, la Autoridad Palestina resultaría culpable por no "controlar" a quienes respondían a la violencia de los colonos israelíes eximiendo de responsabilidad alguna a quienes seguían ocupando territorios ajenos, algo que hasta el día de hoy muchos no han dado el énfasis necesario: Para entender el conflicto de medio oriente se debe empezar por clarificar que es Israel el que ocupa Palestina y no al revés como ciertas publicaciones han inducido a pensar.
Pero a pesar de todo, ante los ojos del nuevo orden internacional, solo Estados Unidos puede darse el lujo de atacar con éxito fuera del marco de Naciones Unidas un país como Irak, por lo que no es difícil imaginarse la difícil situación en que los negociadores palestinos deben enfrentarse al querer cuestionar las actitudes del "mediador" mientras el gobierno palestino continúe actuando en el marco de la política formal. Además, para muchos hablar sobre la política exterior norteamericana y la israelí es exactamente lo mismo, como han señalado distintas voces palestinas. Situado en un contexto histórico, las diferencias entre ambas cancillerías resultan mínimas ya que ambas han postulado a lo mismo: Un supuesto derecho a la autodefensa con ataques "preventivos", la extraterritorialidad de su "justicia" para buscar a sus enemigos y el discurso añejo del "somos un país democrático y por eso nos envidian" han unido quiérase o no el destino de ambos en la política exterior, ya que el que comete una acción altamente condenada como el lanzamiento de mísiles contra población civil como Israel no puede ser condenado por un aliado que ha cometido lo mismo a través de los "daños colaterales" en Irak.
Bajo esta perspectiva, valdría la pena preguntarse ¿qué es lo que Estados Unidos ofrece para palestinos e israelíes? ¿cuál es el paquete que presentaría eventualmente en una negociación entre las partes?.
Eventualmente, Estados Unidos ha de ser fiel a su estrategia de colaboración abierta a Israel, lo que no vaticina un muy buen futuro para el pueblo palestino. De hecho, iniciativas extraoficiales como el "Acuerdo de Génova", gestado entre algunos personeros palestinos liderados por Yasser Abed Rabboh y social demócratas israelíes, donde se promueve la negación al derecho a retorno a cambio de territorios parecidos a los que se entregaban en Camp David en Julio del 2000 y que el presidente Arafat rechazó, podrían ser apadrinadas por Estados Unidos como una supuesta "vuelta al multilateralismo" avalando iniciativas surgidas con influencia europea, pero bajo las normas que el mismo ha puesto sobre la mesa, que en este caso se reflejan en la negación de los derechos inalienables del pueblo palestino.
Históricamente, Estados Unidos ha utilizado su derecho a veto en el Consejo de Seguridad ante cualquier proyecto de resolución que pueda condenar o actuar contra los intereses israelíes. De hecho, luego de la masacre de Jenin el año 2002, fue el mismo gobierno de Bush el que vetó una resolución que únicamente solicitaba la conformación de una comisión de observadores internacionales para determinar lo sucedido en la norteña ciudad palestina. Solo ante casos tan aberrantes y bullados por la comunidad internacional como la masacre de Sabra y Shatila en Septiembre de 1982 Estados Unidos no ha utilizado su derecho a veto a favor de Israel, pero tampoco lo ha condenado: Solo se ha abstenido.
En otras palabras, la actitud estadounidense sobre Israel ha sido completamente paternalista, lo que ha suprimido a Israel de cualquier instancia internacional en una calidad de igualdad, ya que siempre se ha mantenido protegido por el gobierno norteamericano. De hecho, en uno de los pocos lugares donde todos son iguales como fue en el 2001la Conferencia mundial contra la discriminación de Durbam, Sudáfrica, la delegación israelí decidió retirarse ante la aplastante condena que recibió por su accionar en Cisjordania y Gaza, siguiendo su paso Estados Unidos... "el multilateralismo solo es efectivo cuando se le puede controlar" debieron haber pensado ambos.
En términos concretos, Estados Unidos siempre se mostró reacio a reconocer a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como único y legítimo representante de los palestinos. Esto por cierto dificultó que el principal aliado de Israel ingresara como un elemento mediador al oriente medio. De hecho, lo primero que Estados Unidos propuso para el futuro de Palestina e Israel fue a comienzos de la década de 1970 con el Plan Rogers. Este consistía en la creación de una entidad Palestino - Jordana que controlase Gaza, Cisjordania y el reino hachemita de Jordania, anulando con esto las reivindicaciones de los refugiados expulsados 20 años antes de retornar a sus hogares, como así también señalase el intelectual estadounidense Noam Chomsky "reducir Palestina física y mentalmente".
Para analistas israelíes contrarios a las políticas históricas de su estado como Illan Pope, "EEUU tiene intereses contradictorios en Oriente Medio que incluyen la protección de ciertos regímenes en la zona para preservar los intereses estadounidenses (y ello impone el pago de un interés a la causa palestina), mientras que tiene también un compromiso con Israel. Para no verse enfrentado a esas dos agendas contradictorias, es mejor tener un proceso en marcha que no sea la guerra ni la paz sino algo que podemos describir como "un genuino esfuerzo estadounidense para reconciliar a las dos partes, y Dios no quiera que esa reconciliación se produzca"...".
El análisis de Pope no es menos cierto. De hecho, si rescatamos la historia del movimiento palestino, el mismo que se demoró mas de 20 años en reconocer la resolución de la que hoy se aferran (242 C.S) por el hecho de no reconocer la existencia del pueblo palestino como tal, nos daríamos cuenta de que independiente de que un liderazgo de turno acepte o no alguna imposición norteamericana, serian sus mismas fuerzas de base las que lo harían caer de encontrarlo injusto, como es el caso del Acuerdo de Oslo.
Si nos remitiéramos solamente a leer los textos del Acuerdo de Oslo en 1993 o Camp David el 2000, nos daríamos cuenta que cualquier analista experto en el Medio Oriente habría vaticinado un fracaso quizás no en el corto, pero si en el mediano plazo, y eso no es para algunos el hecho de que no se pudiera hacer algo mejor, sino que representa el juego de Estados Unidos para mantener su influencia en la zona, mantener una "paz fría".
Por otro lado, la sustitución del concepto "paz para medio oriente" por "proceso de paz para oriente medio" representa un letargo en las aspiraciones de cese al fuego, como así también un mayor margen de maniobra impuesto por Estados Unidos a quien tiene el poder, es decir Israel. Dependiendo del gobierno de turno, Laborista o Likud, se deja todo el margen para que estos puedan gobernar tranquilos dilatando el futuro de la ocupación en Cisjordania y Gaza, ya que un "proceso de paz" puede fracasar porque eventualmente la otra parte lo hizo dormitar y no necesariamente por el juego propio. El "proceso de paz" no deja claro quien ocupo a quien o quien expulsó a quien, solo deja responsabilidades compartidas muy bien utilizadas mediáticamente por Israel en este nuevo juego de las "responsabilidades compartidas", a pesar que se olvida de que el control del agua, las fronteras, el espacio aéreo, las franquicias comerciales y la tierra en si es israelí y no palestina.
Otro de los puntos sensibles a los ojos del 60% del pueblo palestino que vive en la diáspora o en calidad de refugiado, es la historia anterior a 1967 que mágicamente se ha hecho desaparecer del escenario. Con esta nueva visión de mundo, fue posible anular la expulsión de 726 mil palestinos y la destrucción de 400 aldeas en 1948 a cambio de nada, algo que obviamente algún día volverá a salir a colación.
Toda la estrategia estadounidense en oriente medio, por medio del lobby o la fuerza a resultado, ya que ahora la discusión solo se esta reduciendo a si los palestinos pueden construir su estado en el 22% o menos del 22% de su tierra histórica, escondiendo o literalmente olvidando que la sociedad palestina se ha desarrollado mayormente en la diáspora, y que de los 9.3 millones de palestinos en el mundo según sondeos de la ANP, solo 3.2 habitan Cisjordania y Gaza, lo que obviamente va a perpetuar el "proceso de paz" a favor del interés estadounidense de su "paz fría".
Para Illan Pope "en 1988 [después de que el Consejo Nacional Palestino aceptase la Resolución 242 en su reunión de Argelia] y en 1993 [firma de los Acuerdos de Oslo], incluso la dirección palestina se sumó a ese juego. No es de extrañar, pues, que tras Oslo, quienes elaboran la política de EEUU percibieran que la jugada era redonda. Tenían a los dirigentes palestinos e israelíes aceptando el nombre del juego de EEUU. Ese fue el comienzo del proceso que culminó con "la oferta israelí más generosa nunca hecha para la paz" en la cumbre de Camp David en el verano de 2000. Si este proceso hubiera tenido éxito, la historia habría sido testigo no solo de la expulsión de los palestinos de sus hogares en 1948, sino de la erradicación de nuestra memoria colectiva de los refugiados, de la minoría palestina de Israel y, quizá, incluso, de Palestina".
En aquel momento, el presidente Arafat no aceptó las presiones estadounidenses por firmar Camp David, hecho que le valió ser víctima una vez mas de los medios afines al sionismo: De ser el Premio Nobel de la Paz en 1994 volvió a ser el "terrorista" de los 70', afirmación que señalan es verídica ya que "evidentemente Arafat ha utilizado la Intifada como violencia política, la ha motivado e instigado" como diría el columnista del New York Times Thomas Friedman, un adulador del estado de Israel que le valió incluso que otro norteamericano, el intelectual Noam Chomsky, le dedicara largas páginas de su libro "Cartas de Lexington", donde compilaba una serie de cartas enviadas particularmente a Friedman contrastando las informaciones que ha dado en torno al medio oriente.
Y si bien es incorrecto pensar que la segunda Intifada fue instigada por Yasser Arafat, no es menos correcto afirmar que esta se da también como una respuesta a la política estadounidense, a su "falta de sinceridad con los palestinos y fanático pro sionista" como señalaría el palestino con pasaporte estadounidense residente en Ramallah George Tarazy.
La realidad en la zona es cada vez mas dramática. Para bien o para mal de la política internacional o de la pasiva ONU, los actores en conflicto son cada vez mas concientes de sus derechos e historia, particularmente los palestinos que no están dispuesto a otro "Proceso de Paz" que los haga retroceder en su realidad nacional como sucedió con Oslo. Ante este escenario, solo nos vale preguntarnos que legitimidad presenta Estados Unidos para garantizar una salida pacífica y sincera al conflicto, que legitimidad puede tener el principal aliado de una de las partes para mediar entre esta y su enemigo, ¿aceptará algún presidente estadounidense el peso político que significaría una solución justa al destino de los derechos inalienables de los palestinos reconocidos por Naciones Unidas?.