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Medio Oriente

10 de octubre del 2003

Palestina: Explicando la ocupación al ocupante

Amira Hass
Ha'aretz
Traducido para Rebelión por L.B.
¿Cómo puede una minúscula organización palestina como la Jihad Islámica producir tantas bombas ambulantes, tantos kamikazes que seleccionan como objetivos a bebés en carritos y a sus abuelos? ¿Y cómo una organización que ha anunciado que sólo atentaría contra soldados lanza a su último kamikaze contra una ciudad de población mixta judeo-árabe para sembrar muerte y dolor en un restaurante cuyo propietario, empleados y clientes son árabes y judíos, tanto jóvenes como mayores?

En nuestro lado [el lado israelí], expertos de inteligencia y arabistas afirman que la causa de ello es el Islam, que santifica la guerra, que hay incitación constante desde las mezquitas, que detrás están Irán y Siria, que los kamikazes y quienes los envían buscan la destrucción del Estado de Israel, que las personas que se revientan con explosivos son animales y que Arafat instiga el terror.

Detrás de todas esas explicaciones subyace una idea: que esta viciosa expresión de violencia palestina no guarda ninguna relación con la ocupación, que los israelíes no deberían dar crédito a los palestinos que dicen que existe una conexión [entre los atentados suicidas] y la ocupación israelí. La idea arguye que no existen relación alguna entre la proliferación de los atentados kamikazes y la opinión predominante en la sociedad palestina según la cual Israel, una potencia militar y nuclear, persigue seguir aplastando a los palestinos hasta obtener de ellos una rendición que legitime la apropiación de las tierras palestinas de Cisjordania y Gaza.

En otras palabras, la idea subyacente es que las conexiones históricas, políticas y geopolíticas, las ramificaciones sociológicas y psicológicas... no cuentan para nada. La idea es que la culpa hay que echarla a algo inherente al legado de los kamikazes y de quienes los envían, porque los palestinos no cederán en su sueño de destruir Israel y porque los musulmanes sólo creen en la interpretación más radical de su religión.

La sociedad israelí puede aceptar esta situación demencial --invertir miles de millones en algo denominado "defensa" para después temer a primitivas bombas ambulantes hechas con unos pocos kilogramos de explosivos y clavos-- debido a su fe en el aparato de inteligencia israelí y en la "objetividad" de su información. Al fin y al cabo, los oficiales de inteligencia hablan fluidamente el árabe, analizan los discursos de cada imán, monitorizan todas las estaciones árabes de televisión que practican la instigación, se hacen con textos que a veces ni siquiera los escritores árabes y sus audiencias conocen, y reciben informes personales de inteligencia por parte de toda suerte de colaboradores e informantes.

De hecho, desde la perspectiva de la Jihad Islámica, éste es un buen momento para intensificar la sensación de caos en el país y en la región. Como grupo minúsculo que es, está en condiciones de desdeñar y mofarse de las condenas y advertencias de la Autoridad Palestina; su objetivo no es conseguir la adhesión de una circunscripción electoral. Pero esa perspectiva no explica por qué la Jihad Islámica, a pesar de los golpes que le asesta el ejército israelí, es capaz de hallar candidatos para llevar a cabo una política dictada desde el extranjero y extraña al anhelo palestino de normalidad. Sí, sólo la ocupación israelí puede explicar eso. El resto de las explicaciones no son más que apéndices, marginales notas a pie de página.

Así pues, ¿cómo explica uno la ocupación al ocupante? ¿La realidad de la vida diaria de 3,5 millones de personas en cuyo futuro no se atisba la más mínima esperanza de normalidad: la experiencia diaria de la tierra de sus abuelos y de sus padres sucumbiendo bajo esta o aquella orden militar en beneficio de alguna expropiación "pública" o de un apuesto avanzado pirata? ¿Cómo explica uno al bulldozer lo que significa vivir en una tierra que se encoge continuamente bajo tus pies al tiempo que, al otro lado del camino, una rica colonia de judíos crece y se asfalta una rozagante carretera nueva para su uso exclusivo? ¿Cómo sabrá el papel sobre el que se redactan las ordenes militares lo que significa vivir durante 37 años bajo el gobierno arbitrario de los representantes de la ocupación extranjera, muchos de los cuales son residentes de las colonias, que toman decisiones arbitrarias acerca de quién puede viajar y quién no, quién puede recibir atención médica y quién no, cuántas pulgadas de diámetro puede tener una tubería de agua, si un camión cisterna puede acceder al pueblo o no, y en qué momento, qué árbol debe ser arrancado y cuál no?

¿Cómo explicar a los tanques y aviones lo que significa el miedo de un niño --no el miedo de 10 o de 100 niños, sino el de cientos de millares de niños, no una vez al mes o una vez cada dos semanas, sino a diario, durante tres años, y lo que ocurre a una hija y a una abuela cuyos seres queridos, civiles, son asesinados ante sus propios ojos, no a docenas, sino a cientos? ¿Cómo explicar a los israelíes, que reciben solamente la información más sesgada acerca de los horrores de la ocupación militar, que los palestinos también sufren a diario escenas horripilantes y que de hecho las vienen sufriendo desde el primer día en que se reanudaron los enfrentamientos, cuando lo único que hacían era lanzar piedras y no explotar sus cuerpos en nuestras ciudades?

Sí, los kamikazes sienten que representan a su sociedad. Ésa es su fuerza. Representan el sentimiento que habita en su sociedad de que no merece la pena vivir bajo la ocupación, tan terriblemente inermes ante el poderío militar israelí, representan la impotencia que les embarga al ver cómo degradan y vandalizan su tierra, encarnan su rabia por la estupided de la dirigencia palestina. De buen grado se sienten representados por la venganza.

Israel tiende a criminalizar a quienes piden que se explique el fenómeno de los kamikazes en el contexto de la ocupación, como si pedir eso significara entender o incluso justificar los métodos terroristas. Eso podría ser comprensible en una sociedad desarrollada, pero no sirve de ninguna ayuda a la sociedad israelí cuando se trata de afrontar la amenaza del terror.

08-10-03
http://www.haaretz.com/hasen/spages/347524.html