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Medio Oriente

16 de enero del 2003

Amram Mitzna, el nuevo caballero andante de la izquierda israelí

Hadas Lahav
Comité de Solidaridad con la Causa Arabe

"La izquierda israelí debe asumir el hecho de que no puede aspirar ni a la paz ni a la justicia social mientras se arrime al partido Laborista esperando arrebatarle el poder. Sus militantes deben preguntarse: ¿queremos una política de permanente hostigamiento contra el mundo árabe o queremos un verdadero Nuevo Oriente Medio, una región de pueblos libres, cuyos recursos se distribuirán sobre la base de la igualdad y equidad y el respeto a las necesidades respectivas?"

Las encuestas de opinión del mes de agosto anunciaban la victoria sin precedentes de Amram Mitzna, que pretendía encabezar la lista electoral del partido Laborista en las primarias previstas para el 19 de noviembre. Este alcalde de Haifa aventaja a los otros dos candidatos: Benjamín Ben Eliezer (líder del partido, además de ministro de Defensa en el actual gobierno de unidad nacional) y el diputado de la Knesset [parlamento israelí] Haim Ramon. Animado por otros alcaldes, diputados, activistas del partido y magnates de los negocios, y con el apoyo de toda la izquierda israelí, el nuevo caballero andante se dirige al rescate de la damisela laborista, aplastada bajo las ruinas de los Acuerdos de Oslo.
El partido laborista ha alcanzado su punto más bajo. En las próximas elecciones generales, afirman los expertos, es probable que su posición como segundo partido (con 24 escaños de los 120 de la Knesset) se vaya a pique y pase a ocupar la tercera o incluso la cuarta posición. Las primeras primarias, celebradas en septiembre de 2001, terminaron empañadas debido a las sospechas de votos amañados e irregularidades. Durante meses, los diputados del partido Laborista, incluso los ministros, fueron abandonando la Knesset uno a uno dando la impresión de "liquidación por cierre". Entre los que dimitieron estaba el anterior ministro de Interior Slomo Ben Ami, figura central en las conversaciones de Camp David de julio de 2000. El ministro Ra'anan Cohen, el anterior secretario general del partido, dimitió por un puesto en la banca. Incluso la ministra Dalia Itzik, habitualmente deseosa de formar parte del gobierno a cualquier precio, prefirió convertirse en embajadora en el Reino Unido.
La participación de los laboristas en el gobierno de unidad nacional de Sharon a partir de su guerra contra los palestinos, ha erosionado su credibilidad. La crisis que se abrió a primeros de octubre de 2000, cuando el levantamiento palestino puso fin, efectivamente, a los Acuerdos de Oslo, se convirtió en un abismo. Los auspicios estadounidenses, que una vez cobijaran las visiones de paz de los laboristas, se transformaron en el apoyo de la Casa Blanca a la guerra sangrienta de Sharon. La izquierda israelí y sus amigos en la Autoridad Palestina (AP), que en 1993 miraban hacia un nuevo Oriente Medio, se despertaron para encontrarse ellos mismos otra vez en medio de la pesadilla de una Ocupación real.
No es de extrañar, por tanto, que muchos mirasen hacia Amram Mitzna como la gran esperanza. Mitzna había anunciado su voluntad de negociar con cualquier líder palestino electo, en cualquier momento y sin condiciones previas. Había dado a conocer su disposición a dividir Jerusalén. Estas posturas habían llevado a la euforia tanto a la izquierda en Israel como a los líderes árabes. Los laboristas que estaban en contra de la presencia de su partido en el gobierno de Sharon estuvieron prestos a apoyarle. Haim Ramon, sacado de las filas de la izquierda laborista, perdió de la noche a la mañana cualquier oportunidad de derrocar a Ben Eliecer; su respaldo descendió desde el 65% hasta el 10%. La mayoría de los políticos que le habían apoyado le dieron la espalda para apoyar a Mitzna.
Esto no quiere decir, por su puesto, que sea seguro que Mitzna gane las primarias. Ben Eliezer todavía controla el aparato del partido. [Eliezer] disfruta, además, de las ventajas de ser ministro de Defensa. Tiene gran apoyo entre la cúpula de su partido, cuyos miembros confeccionarán las listas electorales. A pesar de todo ello, sin embargo, Ben Eliezer no sale bien parado entre la gente en general. Los activistas del partido saben lo baja que es su popularidad. Si piensan que Mitzna puede batir a Sharon, no dudarán en cambiar su apoyo. Las encuestas de opinión, de momento, dan la victoria al partido del Likud, con Sharon al frente, por delante del Parido Laborista, con Mitzna como líder, pero dan mucha más ventaja al Likud sobre un partido laborista liderado por Ben Eliezer.
Mitzna no decidió por sí mismo dejar su cómodo asiento en el Ayuntamiento de la ciudad de Haifa y meterse en las sucias aguas de la política nacional. Detrás de esta decisión hay un grupo de hombres de negocios, de abogados, de ex generales, de miembros de la elite médica cercana al partido Laborista, que durante mucho tiempo han estado buscando una alternativa al liderazgo tradicional del partido (el grupo incluye al industrial Benny Ga'on y a Dov Lautman, líder de la empresa Delta Textiles.) La burguesía israelí sobretodo quiere hacer negocios. Para lograr este fin, necesitan tranquilidad y estabilidad. Los empresarios, por su parte, están preparados para apoyar a los candidatos adecuados.
Los magnates se reunieron con Mitzna justo antes de que entrara oficialmente en la carrera electoral. Unos dos meses antes, muchos de ellos se habían reunido con otra estrella del firmamento de la izquierda israelí: el Dr. Yossi Beilin, quien anunció que dejaría el partido laborista para fundar un partido democrático. Beilin incluso flirteó con Yossi Sarid, líder del Meretz, dentro de una "Coalición por la Paz" (Véase Challenge núm. 72.) Aquellos intentos no obtuvieron resultados.
Al contrario que Beilin, Mitzna quiere reformar el partido laborista desde dentro. Promete no sólo revitalizarlo y restaurar las relaciones rotas con los árabes en Israel, sino volver a traer al partido a quienes lo abandonaron, por ejemplo el líder del Histadrut Amir Peretz, que salió en 1999 y fundó un partido llamado Un Pueblo (con dos escaños en la Knesset.)
Beilin fue de los primeros en manifestar públicamente su apoyo al nuevo candidato. "No dejaré el partido", dijo, "si Mitzna gana las primarias".
El también incondicional liberal, Ze'ev Sternhall profesor de la Universidad Hebrea a Distancia, apoya a Mitzna: "Como resultado de las ataduras del partido al mandato de Sharon, Ben Eliecer ha llevado a sus amigos al nivel más bajo ... La esclavitud respecto al Likud le ha convertido, a él y al resto de ministros laboristas, en figuras sin ningún peso. Ninguno de ellos ha abierto sus alas y ha mostrado una pizca de liderazgo potencial para un foro nacional. Sin embargo, cuando finalmente aparece alguien con una alternativa y con alguna posibilidad de derrocar a Ben Eliécer, entonces se nos da una nueva disculpa: "que la persona elegida por el partido tiene algún tipo de derecho natural para permanecer en la cabeza de la lista electoral" (Ha'aretz, 30 de agosto).
La candidatura de Mitzna también ha impresionado a los medios de comunicación estadounidenses. A finales de agosto aparecieron largas entrevistas en Newsweek y en The New York Times. Los intereses estadounidenses se retrotraen, de hecho, varios meses atrás cuando altos funcionarios estadounidenses investigaron sobre sus posiciones. Según Yediot Haifa (un periódico local), el 23 de agosto el embajador de Estados Unidos (EEUU) en Israel, Daniel Kurtzer, se reunió en privado con Mitzna en su antiguo despacho. Sin asesores presentes, hablaron (según ellos) sobre la postura de Mitzna, así como su posición respecto a la negociación con los palestinos. Mitzna también se reunió con diputados del Congreso de EEUU el 21 de agosto.
Mitzna y los palestinos
¿Cómo ha logrado Mitzna la imagen de un general con conciencia? En el momento más crudo de la guerra de Líbano en septiembre de 1982, muy poco después de la masacre de Sabra y Chatila, el Brigadier General Mitzna decidió dimitir del ejército alegando que había perdido su fe en el ministro de Defensa Ariel Sharon. Dos días después, bajo presión del Jefe del Estado Mayor, Rafael Eitan, modificó su decisión. La cuestión terminó con una carta pidiendo disculpas. El enfrentamiento con Sharon se ha mantenido a lo largo de los años.
Mitzna comenzó su carrera militar en la guerra de 1967. En un patriótico libro escrito por Shabtai Teveth titulado Los Tanques de Tammuz, [Mitzna] aparece como un héroe militar de proporciones legendarias: tomó parte en todas las guerras posteriores. Herido en varias ocasiones, condecorado y enviado a EEUU para continuar su formación militar, llegó hasta la cúpula del ejército. Pocos meses antes del estallido de la primera Intifada, le dieron el mando del sector central, a saber, los Territorios [Ocupados] del Oeste [Cisjordania]. Hizo su trabajo con lealtad, manteniendo la presión sobre el levantamiento popular.
La declaración de Mitzna sobre estar dispuesto a dividir Jerusalén y a negociar sin condiciones no significa necesariamente una posición izquierdista. Por ejemplo, apoya con firmeza la política de localización y asesinato de los líderes militares palestinos. Ve el conflicto desde la perspectiva de un militar: "No me siento culpable respecto a los palestinos. Nada en absoluto. Ellos mismos se han construido su ruina. Pero en su caída nos han arrastrado con ellos."(Entrevista con Nahum Barnea. Yediot Aharonot, 16 de agosto.)
En marzo de 1989, el periódico hebreo Hadashot comparó la actuación de Mitzna en Cisjordania con lo que había hecho su homólogo, el General Itzchak Mordechay, en la franja de Gaza. Mitzna no estaba a la izquierda de Mordechay (quien más tarde se unió al Likud.) Desde el comienzo de la primera Intifada, en diciembre de 1987, hasta marzo de 1989, bajo el mando de Mitzna se demolieron 121 hogares en Cisjordania, comparados con los 45 que fueron demolidos en Gaza bajo el mando de Mordechay. Mitzna deportó a 28 personas, Mordechay a 17. Bajo el mando de Mitzna fueron asesinados 302 palestinos y 3252 resultaron heridos, mientras que bajo el mando de Mordechay fueron asesinados 100 palestinos y heridos 1490 (citado por Mazal Mu'alem en Ha'aretz, 15 de agosto.)
Mitzna y la población árabe de Israel
La posibilidad de que Mitzna pueda convertirse en el candidato laborista a primer ministro, provoca grandes expectativas en los líderes árabes de la zona. La Intifada de los árabes en Israel, tan terriblemente manejada por el régimen de Ehud Barak, abrió un abismo entre los árabes israelíes y el partido laborista. Barak perdió las elecciones de 2001 porque los árabes, como venganza, no acudieron a votar. Sin embargo ahora, como mariposas alrededor de una luz que las quemará, los líderes locales árabes sueñan con que Amram Mitzna les devolverá a la "época dorada" de Yitzhak Rabin. (Rabin, evidentemente, no les permitió formar parte de su gobierno, pero confiaba en ellos para evitar que la derecha ganase votos de confianza.) Estos líderes se niegan a aprender del pasado; siguen con la copla del "menor de los males" en un momento en el que las relaciones entre los dos pueblos se han degenerado completamente. Su apoyo será fundamental para Mitzna en su intento de alcanzar la cima; si es capaz de colocar a los árabes bajo los pliegues del partido laborista, ello le hará tremendamente atractivo a los ojos de la clase trabajadora.
El diputado Issam Mahoul de Hadash dijo: "Lo importante es que la candidatura de Mitzna puede crear un nuevo horizonte para los dos pueblos.... A pesar de que disiento de Mitzna en algunas cuestiones, él es como un rayo de esperanza en la marea de muerte y lágrimas de los últimos años." (Yediot Haifa, 23 de agosto.)
Incluso el diputado Azmi Bishara, el "chico malo" de la Knesset ha dejado de lado su costumbre de insultar a los líderes sionistas: "Pese a la imagen de ex general, Mitzna está a la izquierda de Beilin y no posee el excesivo ingenio de Beilin Mitzna representa hoy un espíritu nuevo en un momento en el que la sociedad israelí está cansada y desesperada y necesita ese cambio." (Ha'aretz, 19 de agosto.)
Kamel Rayyan, líder del movimiento islámico en el sur de Israel, parece haber olvidado la orden de restricción que el General Mitzna le envió cuando estaba en el Ayuntamiento de Baral. También [Kamel Rayyan] manifestó su buena acogida hacia los programas de Mitzna "lo que debería sacar del fango a los carros israelíes." (Ha'aretz, 19 de agosto.)
Finalmente, el actor Juliano Mar, representante de una nueva organización: Ta'ayush, comienza una columna privada con las siguientes palabras: "Mitzna está dispuesto a dividir Jerusalén, y a hablar con Arafat. En las actuales circunstancias políticas, un pronunciamiento como este brilla en la oscuridad. " (Kolbo, 23 de agosto.)
Sin embargo, nosotros tenemos un ejemplo de lo que el pueblo árabe puede esperar del alcalde de Haifa. Esta semana ha nombrado al diputado Yossi Katz "líder del partido en el sector árabe para su campaña electoral". El ala árabe de trabajadores del partido [laborista] está furiosa. Mohamed Khalili, un pilar del partido protestó [diciendo]: "El nombramiento de Katz [judío] es otra prueba de que [los árabes] sólo contamos, en lo que respecta al partido laborista, en tanto que votantes." (Kolbo, 23 de agosto.)
El hombre de paja se marcha para siempre
¿Cuál es el secreto del encanto de Mitzna? ¿Puede un ex general, que se ha construido una carrera civil basada en hazañas militares y en contactos con hombres de negocios, colmar las aspiraciones de paz, igualdad y justicia social de la izquierda israelí? El apoyo de la izquierda nos enseña menos de Mitzna de lo que nos hace ver sobre su propia miopía política. Anhelan un nuevo Rabin, alguien que restaure los Acuerdos de Oslo.
Pero ni Mitzna ni el partido laborista harán que Oslo y Rabin regresen otra vez.
En el mes de julio, antes de que Mitzna hiciera pública su candidatura, le preguntaron a Simon Peres sobre los planes que tenía Yossi Beilin de abandonar el partido laborista y fundar un partido socialdemócrata. Como zorro astuto y experimentado, Peres manifestó una posición que representa el consenso del laborismo: "Para la paz necesita una mayoría. No habrá mayoría sin el centro y sin parte de la derecha Si quieren entonar cánticos de paz, dejadles que los entonen. Si queremos firmar la paz, tenemos que construir un espacio que atraiga al centro e incluso a la derecha (Sima Kadmon para Yediot Aharonot, 26 de julio.)
Peres ve la profundidad de la crisis de su partido. El laborismo basó su futuro en el éxito de los Acuerdos de Oslo. Estos Acuerdos estaban fundados en la presunción de que la elite palestina, para pagar el favor de su posición y de sus privilegios, estaría encantada de servir a Israel como su representante en los Territorios [Ocupados].
La elite efectivamente estaba deseosa, pero no el pueblo palestino que, peor que nunca desde Oslo (restricciones de movimiento, desempleo y más asentamientos judíos), se levantó en una nueva Intifada, socavando a la elite que iba a su zaga. Pronto, los grupos militantes les adelantaron lanzando bombas humanas. Así, la premisa básica de Oslo, sobre la cual el laborismo había establecido su existencia, había sufrido un estrepitoso fracaso.
Además, a todo esto hay que añadir el 11 de septiembre, que cambió la cara de la diplomacia americana. EEUU ya no toleraría la excusa que los líderes árabes solían dar: que estaban coaccionados por sus propios pueblos. El Presidente de EEUU, George W. Bush, decidió que el líder de la AP, Yasser Arafat, había fracasado en su trabajo y tenía que marcharse.
Por consiguiente, cuando la izquierda apostó por Mitzna, no sólo se perdió un tiempo precioso, sino que le allanaron el camino para que se labrara su propia ruina. Si gana las primarias laboristas, entonces ¿qué?. La posición del partido laborista está en sintonía con la mayoría, sin la cual "no se puede alcanzar la paz". Esta realidad es la que llevó al partido [laborista] a la coalición con Sharon y después a la coalición también en las ciudades de Cisjordania. Mitzna, como Barak antes que él, y como la mayoría, se mantienen fieles a una idea que ha demostrado no ser un buen principio: la premisa de que una alternativa tiene que basarse en la superioridad económica y militar de Israel.
La función de la izquierda no es adaptar sus posturas a las de la mayoría, sino ofrecer alternativas hacia las cuales la postura de la mayoría pueda cambiar. La izquierda israelí debe asumir el hecho de que no puede aspirar ni a la paz ni a la justicia social mientras se arrime al partido Laborista esperando arrebatarle el poder. Sus militantes deben preguntarse: ¿queremos una política de permanente hostigamiento contra el mundo árabe o queremos un verdadero Nuevo Oriente Medio, una región de pueblos libres, cuyos recursos se distribuirán sobre la base de la igualdad y equidad y el respeto a las necesidades respectivas?
Challenge, núm. 75, septiembre/octubre 2002
Traducción Paloma Valverde (www.nodo50.org/csca)