Piqueteros: de la protesta al trabajo comunitario en una finca
Miguel Títiro mtítiro@lanet.com.ar
Son unas 15 o 20 familias con muchos chicos, pocos ingresos fijos y que alguna vez participaron de piquetes y vivían del asistencialismo, que no siempre deriva en trabajo genuino. Desde hace más de un año estos habitantes del barrio Recoaro, al oeste del carril Maza, en territorio maipucino, casi en el límite con Luján, formaron el Centro de Trabajadores Desocupados de Lunlunta para hacer algo por sus vidas, especialmente por la de sus hijos.
Estuvieron en protestas, algunas muy duras y desgastantes. Ahora quieren autogestionarse para salir del mero plan social. El grupo es horizontal, pero dos de sus integrantes, Vicente Antolín (50 años, 5 hijos) y Hugo Sergo (57, 9 hijos), son los voceros de esta propuesta socio-productiva. Ambos tienen un pasado de luchas por reivindicaciones sociales y laborales. Antolín integró en su juventud Montoneros y aunque no se arrepiente de la militancia de los '70, explica que ahora las metas pasan por otras prioridades. Lo mismo ocurre con Sergo, un antiguo dirigente de la construcción, enrolado en el PC.
Los dos amigos resumen los objetivos: "Veíamos, desde la unión vecinal, que el 65% de los pobladores de la zona carecían de trabajo estable y resolvimos hacer algo". Primero empezaron con compras comunitarias y enseguida tramitaron planes sociales, pero no como una meta. Advirtieron a tiempo que el asistencialismo no los iba a sacar de la encrucijada y gestionaron emprendimientos que les aportara trabajo. En un terreno prestado de 3 hectáreas y media, comenzaron a cultivar productos de estación para el autoconsumo, especialmente tomates, que luego convirtieron en salsa, vendiendo el excedente a uniones vecinales, asambleas barriales y comedores comunitarios.
Por ahora disponen de esa parcela cedida, en la misma zona donde viven, otrora la viña de la bodega El Globo, que luego se loteó dando forma a predios de casas humildes y algunas residencias de buena construcción.
Con sus propias herramientas y un arado tirado por un caballo, labraron la tierra, plantaron tomates y elaboraron salsa que comercializan a $1,70 la botella de un kilo. El nombre del producto, "El Excluido", los remite a sus orígenes y a su participación en los piquetes, de los que por ahora ya no participan desde hace varios meses, ocupados en concretar una finca comunitaria.
"Nos dimos cuenta de que podíamos elaborar un producto y venderlo. Desde entonces insistimos en generar iniciativas para autoabastecernos y subsistir", resume Antolín. Por estos días tramitan ante Vialidad Provincial la cesión en comodato de un terreno de 40 hectáreas, antigua cantera de las obras de construcción del Acceso Sur, hace más de 30 años, actualmente campo inculto. "No pedimos una finca en producción, más bien son tierras bastante degradadas, pero si nos las ceden, nos comprometemos a cultivarlas y a montar una finca comunitaria y una granja".
No estarían solos, sino que incorporarían a otras organizaciones que trabajan con la niñez y la adolescencia. En estas tratativas están siendo apoyados por Ana María Gotusso, directora de Cooperación y Desarrollo Socioproductivo. Recientemente, cuando vieron que cedían tierras incultas a chacareros de Lavalle, pensaron que su situación se podría asimilar a la de sus colegas norteños, que hasta recibieron un tractor.
Con el apoyo del municipio de Maipú, están gestionando que se autorice una etiqueta -con la imagen de varias manos entrelazadas- para los frascos de salsa, con información de los ingredientes y el contenido neto. Para la sanidad del alimento han hecho cursos para adecuarse a estándares de calidad y salubridad. Además, el municipio prometió asistirlos, como a otros 14 emprendimiento que hay en el departamento.
Actualmente experimentan, asesorados por profesionales del Cricyt, la obtención de úrea en forma orgánica y natural, componente indispensable para abonar la tierra, por medio de la cría de una variedad de caracoles.
En carpeta figuran también la cría de conejos, la construcción de un secadero de legumbres y verduras y la compra de herramientas de trabajo. Asimismo planean organizar emprendimientos socio-culturales para los jóvenes.
"Nosotros habitamos un sector semirrural, con pocos lugares para que los chicos hagan deportes o tengan una biblioteca o cualquier otro sitio que los contenga; si somos apoyados, habrá una oportunidad de trabajar, en especial para los jóvenes. No pedimos planes sociales. Nuestro éxito, será la desaparición del centro de desocupados, porque volverá el empleo genuino", argumentaron los dos dirigentes.