DARIO Y MAXI: DIGNIDAD PIQUETERA
Mabel Bellucci
En la Argentina de los años noventa, con la implementación de
las políticas neoconservadoras durante el menemato, masas de trabajadores
industriales y de servicios quedan desocupados. No obstante, esta condición
en vez de aislarlos los lleva a generar un nuevo escenario histórico
a partir de su intervención colectiva como sujetos de derechos.
En la actualidad, posiblemente, las agrupaciones piqueteras mantienen el perfil
más alto de confrontación contra los poderes del estado. Asimismo,
configuran modos inaugurales de organización por fuera de las instituciones
clásicas obreras. De allí, que a lo largo de estos años
hasta estos días, adquieren una mayor visibilidad por su presencia continua
en las luchas sociales y políticas, pese a disponer de un trazo que no
es encorsetable dentro de ninguna categoría tradicional de las izquierdas
partidarias ni tampoco de la cultura sindical. Vale decir: estos colectivos
no sólo enfrentan al sistema hegemónico sino también a
los viejos relatos que construían sentido retórico y conceptual
en torno al mundo laboral y a la relación capital – trabajo.
Su protagonismo entonces constituye una parte activa de la cotidianeidad urbana
y no tan urbana y también de la escenografía de las protestas
actuales. Por lo tanto, sería innecesario hacer hincapié en su
trayectoria. Son presente y tan presente que logran atravesar más allá
de nuestras fronteras; representando un acontecimiento significativo tanto para
investigadores, periodistas o curiosos como para los activistas movimientistas.
El 26 de junio se cumple un año de la masacre criminal de Puente Pueyrredón,
en el municipio de Avellaneda de la provincia de Buenos Aires, que tuvo como
saldo los crueles asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano
Kosteki, integrantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal
Verón.
Esta represión no fue una más de las tantas a lo largo de su historia:
de inmediato el poder político responde frente a la conflictividad desatada
con una maniobra de anticipar las elecciones presidenciales; estrategia que
logra marcar un punto de inflexión y de reflujo en los espacios en lucha.
Hasta el momento, se escribió mucho, muchísimo sobre los movimientos
piqueteros y sus tendencias internas. Ahora, son ellos y ellas que toman la
palabra y la necesidad de publicar sus experiencias a partir de su propia mirada.
En homenaje a sus dos compañeros caídos, todas las organizaciones
piqueteras que integran la Coordinadora Aníbal Verón autogestionan,
durante seis meses de investigación y testimonios, un libro Darío
y Maxi. Dignidad piquetera. El gobierno de Duhalde y la planificación
criminal de la masacre del 26 de Junio en Avellaneda.
Pero no todo queda centrado en la iniciativa de dicha coordinadora. Lo más
jugoso, aparte de su contenido estético y de documento, es la articulación
de una diversidad de frentes políticos autoconvocados para llevar a cabo
su elaboración final. Por ejemplo, en el diseño del mismo interviene
una asamblea barrial porteña. Su impresión estuvo a cargo de una
cooperativa de trabajadores. En la corrección de los originales participaron
una periodista de una agencia de noticias alternativa y una activista de un
organismo de derechos humanos.
A la vez, el jugoso material fotográfico fue aportado por numerosos colectivos
de contrainformación como también extraído de medios gráficos
nacionales.
Desde la presentación, las voces activistas se convierten en un nosotros
y nosotras anónimo y horizontal. "... nos propusimos contar esta
partecita de la historia de lucha de nuestro pueblo. Contarla desde nosotros
y por boca nuestra: los piqueteros. Así comenzó a tomar forma
esta historia que excede el trabajo de investigación, donde se entremezclan
las voces de los compañeros, desgrabaciones de asambleas y plenarios
y el relato general que busca expresar con fidelidad, honestidad, orgullo y
autocrítica lo que nos pasó aquel día y lo que somos.."
Si bien con esta publicación, la coordinadora intenta develar la trama
política detrás de la decisión de reprimir durante el 26
de junio; no obstante, van por algo más provocativo: configurar un libro
en una herramienta de difusión y reflexión política en
torno de las prácticas organizativas, los modos de pensamientos y de
construcción simbólica y material del movimiento de trabajadores
desocupados Aníbal Verón .