Venezuela desde adentro, Venezuela desde abajo (I)
Fany Miguens Lado y José Manuel López Alcaraz
Cádiz Rebelde
Hemos estado en Caracas desde el 29 de Julio hasta el 14 de agosto, intentando comprender qué tipo de proceso han emprendido los venezolanos y venezolanas, que tienen al resto del mundo por un lado perplejo, y por otro, dividido entre los que mantienen la esperanza en él, como experimento social de cambio democrático y participativo; y los que asustados por tanto cambio, y apoltronados en sus torres de control del poder mundial, pretenden "restituir la normalidad democrático-formal" usurpada por un pueblo ignorante y miope que no sabe lo que quiere.
Cádizrebelde nos ha dado la oportunidad de convertirnos en sus reporteros y, grabadora en ristre, intentar aportar algo de luz desde el terreno, a pie de pueblo.
Desde el principio, allá por las postrimerías del año 1998, el proceso de cambio bolivariano ha sido absolutamente deformado por los grandes medios de comunicación (tanto en el interior del país como fuera de él) y muy poco comprendido por la "izquierda" porque, según Marta Harnecker(*) : Primero, surge a partir del abrumador triunfo de Chávez en una contienda electoral y continúa avanzando por la vía institucional a pesar de todas las provocaciones que recibe por parte de los opositores. Segundo, es catalogado ideológicamente de indefinido, porque no asume el marxismo como ideología orientadora del proceso sino el bolivarianismo. Tercero, es conducido por un militar que osó promover un alzamiento militar contra el régimen y cuenta con muchos militares en el gobierno. Cuarto, se trata de un militar populista. Quinto, no cuenta con un partido de vanguardia para conducir el proceso. Sexto ha sido incapaz de eliminar la corrupción, una de sus banderas de lucha. Séptimo, no ha materializado todavía transformaciones económicas de envergadura y es un fiel pagador de la deuda externa.
Según estas características, la propia Marta Harnecker se cuestiona si puede hablarse de un proceso revolucionario. Ella misma responde que sí, que el proceso bolivariano constituye un proceso revolucionario sui generis.
Nosotros también lo pensábamos y con esa idea y con la de comprender y desvelar mejor las transformaciones que se están produciendo, viajamos a Venezuela. Esta primera crónica no pretende ser más que el recuento hecho palabras de esas primeras impresiones, como un puzzle que trate de ofrecer una imagen, esperamos que clarificadora, de la complejidad y la intensidad del reflejo en lo cotidiano del proceso revolucionario venezolano.
PRIMERAS IMPRESIONES
Desde los primeros días, Caracas nos devuelve su imagen convulsa y contradictoria. Se nos presenta una sociedad polarizada que se revela inevitablemente en el área metropolitana en sus espacios, en sus gentes..:
La ciudad desdoblada. Dos ciudades en una. Una ciudad en dos....
Las enormes diferencias que se perciben en un primer paseo por la zona metropolitana reflejan una clara brecha socioeconómica.
A un lado de la brecha, en la zona este -Chacao, Baruta y el Hatillo- se estructura una geografía urbana de grandes centros comerciales que "parasitan" la vida de la ciudad. Lujosas y ostentosas urbanizaciones, protegidas hasta el paroxismo con rejas electrificadas y alambres de púas, habitadas por gente blanquita, abrumadoramente escuálida. Y la plaza Altamira, repleta de simbolismo militar y oligarca (aunque muy escasamente de militancia afín), con la imagen de la virgen y el hotel de cinco estrellas tomado por los militares golpistas, donde se hace apología del golpismo.
Al otro lado de la brecha, en la zona centro-oeste de la ciudad –Sucre y Libertador- una población diversa, humilde y francamente pobre cuando la ciudad asciende hacia los cerros inabarcables. Y la vida que se desborda en sus idas y venidas: buhoneros invadiendo las aceras y las plazas, vendiendo todo lo imaginable; autobusetes y camionetas para el transporte hacia los cerros; . Como emblema del posicionamiento incondicionalmente chavista de la población en esta zona, encontramos por doquier las esquinas calientes donde, bajo un toldo maltrecho, se difunde prensa, cartelería e información y, sobre todo, se habla, se discute y se llena de pueblo y de vida el proceso bolivariano. Probablemente, la más emblemática sea la esquina caliente de la plaza Bolívar en la que todos los días se puede participar del acalorado debate que mantienen más de cien personas en un constante trasiego de palabras y opiniones.
Esta brecha socioeconómica supone la herencia de un desequilibrio evidente e injusto del reparto de las riquezas que favorece a los oligarcas. Casi innecesario decir también que la mayoría numérica está del lado del pueblo que apoya el proceso depositando en él sus esperanzas y su trabajo para cambiar tan injusta situación.
La polarización en los comentarios y vivencias.
Esta polarización se traslada a los comentarios y a las vivencias expresadas por ambas partes y que nosotros pudimos apreciar claramente en nuestro deambular y nuestros primeros acercamientos a la gente en la ciudad. Algunas "anécdotas" podrían ilustrar estas impresiones.
L@s escuálid@s:
En el mismo bloque en que nos alojábamos, dos cuadras al sur de la plaza Altamira, los vecinos comentaban que durante el paro de diciembre-enero se organizaron reuniones para protegerse de la invasión de los negros, pata en el suelo, que según los medios de comunicación, bajarían de los cerros comandados por Chávez para arrebatarles sus posesiones. La intendencia estaba prevista hasta el último detalle paranoide, desde el acopio de aceite hirviendo para arrojar desde las ventanas hasta la elección de uno de los apartamentos como improvisado hospital de campaña.
Conversando con nuestro nuevo amigo el escritor , profesor universitario y fotógrafo venezolano Juan Vicente Gómez y su compañera, la abogada Carmen, revolucionarios, de frente con el proceso, como dicen por allá, nos comentaban en referencia a la esquizofrenia de los escuálidos, cómo en una conversación de peluquería una muchacha, recientemente embarazada, recibía presiones de sus "amistades" para que no llevara a término ese embarazo concebido en tiempos chavistas, que esperara a que la cosa se "normalizara". La embarazada en cuestión tuvo que recurrir, evidentemente, a consulta psiquiátrica. ¡insólito!.
Buscando una librería, preguntamos (ingenuos) a unas chicas blanquitas, escualiditas ellas, donde podíamos encontrar una y, alarmadas, asustadas, etc., nos dijeron que lamentablemente la mejor estaba en la plaza de Bolívar, zona chavista, y que por allí ni se nos ocurriera pasar, que aquello era peligroso y para nada recomendable. ¡alucinante!, teniendo en cuenta que habíamos recorrido ya sobradamente esas calles con absoluta normalidad.
Comentarios de esta índole se reproducían invariablemente en el escaso comercio artesanal, donde la clase media alta y escuálida negocia con la artesanía del pueblo al que desprecia y subestima, imponiendo una relación de servidumbre. Como dice Galeano en "El libro de los abrazos"
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
(....)
Estos negociantes, desorientados por un experimento social que coloca a ese pueblo (con su arte cotidiano a cuestas) en el protagonismo que nunca tuvo, buscaban alianzas con nosotros -para ellos virtuales escuálidos por extranjeros y blancos- deslizando comentarios que hacían alusión al próximo final de la quinta república, a lo transitorio de esta insostenible situación o alentándonos a adquirir pequeñas y coloristas figuras talladas en madera excepto, por supuesto, las que representaban a Chávez o a Bolívar.
L@s chavistas:
La polarización de los comentarios también se hace patente en la otra parte. Y se hace patente de una forma más franca, como surgen las cosas entre la gente que históricamente ha tenido poco que perder. Salvo ahora, que a lo poco le suman la dignidad recuperada, la posibilidad de construir futuro, la esperanza.
Al poquito de llegar, confundidos entre la gente (había mucha, muchísima) en un acto bolivariano, la tercera relegitimación del mandato de Chávez, junto al palacio presidencial de Miraflores, en la avenida Urdaneta, a nuestra espalda el Puente Llaguno, se nos acercó, sonriente y sorprendido, un negrito barbudo. Por un lado se alegraba de ver gente "escuálida" (suponemos que por lo blanquito de nuestra piel y por lo europeo de nuestro vestir) en un acto revolucionario, pero por otro, reconocía que él nunca podría estar en un acto de los escuálidos en Altamira. En un acercamiento tan sencillo pudimos comprobar de qué lado queda la intolerancia, de qué lado queda el racismo.
La primera aproximación a la esquina caliente de la Plaza Bolívar nos deparó un baño de emociones. La coordinadora del círculo bolivariano, una señora humilde, sesentona, fue capaz de transmitirnos a su manera y con sencillez lo que para el pueblo está suponiendo el proceso revolucionario, en cuanto a la conciencia de ser pueblo, a la politización de su acción y su reflexión y a la dignidad recuperada .
Sumó a la invitación que nos hacían a un acto de recuperación de la memoria histórica en el Teatro Teresa Carreño en Homenaje a Jorge Rodríguez y todas las víctimas de la represión, la explicación emocionada de lo que suponía para ellos la "toma" de espacios culturales hasta ahora absolutamente vetados. Espacios tradicionalmente elitistas negados desde siempre y recuperados para convertirse en espacios vivos de participación política y popular.
Sabedores de que desde la otra parte de la brecha se habla de la peligrosidad de deambular por la "zona chavista", se preocupan de transmitir tranquilidad, tolerancia, siempre y cuando no se pretenda atacar o poner en cuestión la legitimidad del proceso revolucionario o el liderazgo de Chávez. "Esto no se para" es la coletilla más usada y con la que intensifican su discurso.
Confortablemente instalados frente a unas estupendas arepas, plátanos asados y caraotas, en el apartamentito de Pedro y Magdalena, "arrechaos" con el proceso (expresión coloquial con el que definen al que está de frente y defiende con calor su argumento), pudimos saber más del golpe de abril, del posterior paro y de la dificultad de vivir, siendo chavistas, en una zona de clase media mayoritariamente escuálida. Nos contaron, con la complicidad que da la cercanía, cómo sintieron miedo intenso en las interminables cuarenta y ocho horas del golpe oligarca, militar y mediático que intentó de un plumazo acabar con la Constitución, con la Asamblea Nacional, con el proceso democrática y legítimamente establecido y con Chávez. Un momento en el que cualquier vinculación chavista suponía un riesgo real (no paranoide). La sensación de temor fue tal que no dudaron en quemar toda la información, papeles y documentación, deshacerse de las franelas (camisetas) con alusiones revolucionarias y enterrar en un parque cercano las dos únicas que, por su valor simbólico y sentimental, no quisieron destruir. Afortunadamente, también nos pudieron describir el descenso de cientos de miles de "ningunos" cerro abajo, como lluvia, decían que sonaban sus pasos, hacia el palacio presidencial. Pudieron desenterrar las camisetas Pedro y Magdalena, como su pequeño triunfo. Las mismas que nos regalaron en un gesto generoso e impagable.
En el sofá de casa. Viendo la tele. Esquizofrenia.
Al pasear nuestra mirada curiosa por los distintos canales de televisión opositores (Globovisión, Venevisión) , aturde e impresiona comprobar los extremos a los que llega la burda campaña mediática que invade todos los contenidos televisivos sin distinción. Al margen de las telenovelas, publicidad y concursos basura que lo invaden todo, son continuos los pretendidos programas de opinión en los que se falsea de forma descarada cualquier información referida al proceso o al propio Chávez, difamando sin miramientos y llegando incluso a la manipulación a cámara lenta y marcha atrás de gestos del Presidente de la República y Jefe del Estado democráticamente elegido, acompañado de una música ridícula y con textos o comentarios que incluyen adjetivos tan sutiles como "negro bembón, mono, inculto, ignorante, incapaz, payaso,..." entre otras lindezas semejantes, con una intención clara de insultar y ridiculizar. Todo esto salpicado de llamados más o menos explícitos al sabotaje, al golpismo y, en definitiva, a la ruptura del proceso democrático.
¿Alguien se imagina algo similar con nuestro afamado Jefe de Estado en sus "inigualables" discursos y sus estupendos juegos de muñeca saludatorios en actos multitudinarios?
Para aumentar la demencia del estado de cosas, repiten también hasta la saciedad el argumento de la amenaza constante hacia su libertad de expresión, como si ésta estuviera coartada, cuando en las democracias europeas occidentales cualquier intento similar sería duramente contestado por enérgicas acciones jurídicas (censura de los medios y encarcelamiento de los responsables).
El Canal 8, Venezolana de Televisión, la única televisión pública, cuela su cordura como puede entre tanto manicomio. Plantea una programación didáctica a base de informativos, espacios de opinión y debates sobre temas de absoluta cotidianidad. En torno a periodistas comprometidos va destejiendo las mentiras, desmontando las manipulaciones, nombrando las responsabilidades, las corrupciones y ganando audiencias.
Utiliza, con tino, la propaganda y va mostrando día a día desde el Plan Barrio adentro hasta el Plan Robinson, desde una entrega de microcréditos a cooperativas, a la compra de tractores chinos para proyectos de reforma agraria en zonas rurales.
Los domingos por la mañana Chávez "ocupa" el canal con su ¡Aló Presidente! desde el que forma, informa y promueve la organización popular. La fidelidad con que es seguido el programa se hace patente en la misma calle, donde la gente anda con la oreja pegada a la radio, y en algunas esquinas se conectan altavoces donde se arremolina pueblo que comenta, jalea, y se ríe.......esto no se para.
Para finalizar estas primeras impresiones, nos parece claro que, si del pueblo depende, esto ...INDUDABLEMENTE NO SE PARA.