Arnaldo Pérez Guerra (*)
La "agenda antidelincuencia" del gobierno plantea reponer la "detención por sospecha" con otro nombre, "ampliando los plazos de detención" y verificando la "identidad de sospechosos". A eso se une la modificación del sistema penal para rebajar la imputabilidad legal a los 14 años. Es parte de la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico -se dice-, pero las medidas van mucho más allá. La creación de la Coordinación de Seguridad y un posible ministerio de Seguridad, sumado a la inminente aprobación de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) completan el cuadro de la nueva estrategia represiva donde los perjudicados serán aquellos que se oponen a los dictámenes del poder y el modelo.
Diputados concertacionistas patrocinan un proyecto que significará, en la práctica, la reposición de la detención por sospecha y que aumentará las horas que una persona puede permanecer retenida en un cuartel policial. Jorge Burgos (DC) es el autor de la iniciativa que cuenta con el apoyo de Patricio Walker, Eduardo Saffirio, Edgardo Riveros, Antonio Leal, Zarko Luksic, Pedro Araya, Francisco Encina y Patricio Hales. Según Burgos, "la propuesta sólo busca aumentar el rigor y las facultades de la policía para combatir con mayor eficiencia y rapidez la delincuencia". En virtud de esta disposición, las policías podrán allanar "sin orden previa". Del mismo modo, se discute rebajar la responsabilidad penal, creando un "sistema especial" para "jóvenes delincuentes" entre 14 y 18 años. Se pondrá fin al "discernimiento", lo que hará plenamente responsables a menores. Se establecerán sanciones -privativas o no de libertad- aplicadas en instituciones colaboradoras del Servicio Nacional de Menores (Sename) o en "recintos", verdaderas prisiones, administrados por ésta.
Desde hace unos meses, el Senado venía solicitando al gobierno por unanimidad "medidas antidelincuencia" como una agenda legislativa de seguridad ciudadana, coordinación entre los ministerios y unificar la institucionalidad sobre seguridad. Algunos de los proyectos modifican procedimientos del Código Penal y Procesal Penal, dando legalidad a algo ya habitual: que las policías puedan intervenir y allanar domicilios cuando exista "evidencia de delitos".
Represión y Estado Policial
La derecha es la principal impulsora de la agenda antidelincuencia, que cuenta como aliados a sectores del Partido Por la Democracia (PPD) y el Partido Socialista (PS), además de prácticamente la totalidad de la Democracia Cristiana (DC). Según el diputado Leal, "la detención por sospecha no sirve para combatir la delincuencia, que requiere de una focalización de los esfuerzos". Una de las propuestas de la ultraderechista Unión Demócrata Independiente (UDI) es precisamente focalizar la lucha contra la "delincuencia" en poblaciones, creando "zonas de emergencia policial", incluso se ha llegado a hablar de "toques de queda" o "colocar fotografías de delincuentes" en sitios públicos, además de aumentar las penas y construir "cárceles privadas".
La derecha y el gobierno se escudan en encuestas y estadísticas que señalan un aumento peligroso de la delincuencia, los índices de "inseguridad" y las "denuncias". Cifras de la UDI indican que durante la Concertación se han cometido "4 millones de asaltos", ya que las autoridades priorizan "garantizar los derechos de procesados y detenidos, rebajar penas e incluso indultar a delincuentes". Sembrar el miedo es la estrategia del poder para implementar un "Estado policial" dirigido a terminar no con la delincuencia, sino con cualquier intento de desestabilización del modelo, y con las crecientes movilizaciones mapuches, sindicales y estudiantiles. Con éxito mediático se instala la idea de que el gobierno ha fracasado en su lucha contra el delito, y que la "seguridad ciudadana" es la principal preocupación de la ciudadanía.
En la jugada, el gobierno intenta aprobar que retorne el control de Carabineros e Investigaciones al ministerio de Interior. Otros proyectos -de interés tanto para el gobierno como para la derecha- son "aumentar las penas por narcotráfico, rebajar la responsabilidad penal juvenil, tipificar el lavado de dinero, creación de la ANI, creación de secretarías regionales de seguridad ciudadana, y aumentar las penas para quienes atenten contra policías". En este marco de proyectos y supuestas "democratizaciones" no se incluye para nada modificar las atribuciones de las Fiscalías Militares para juzgar a civiles bajo leyes especiales.
Aprovechando el impulso, el diputado Aníbal Pérez presentó un proyecto "antipiratería", para combatir el robo intelectual y la evasión tributaria, pero a través de "agentes encubiertos", "informantes pagados" y "entregas vigiladas". No es todo. El gobierno intenta modificar la ley de Control de Armas y Explosivos para elevar las penas, lo que también está contemplado en la "agenda de seguridad". La ley Antiterrorista hoy se aplica a mapuches y estudiantes. El propio ministro de Interior, José Miguel Insulza, señaló, "hoy el problema no es que sean los grupos políticos o extremistas los que tengan muchas armas, sino que fundamentalmente son los delincuentes". En los últimos meses han quedado en evidencia "montajes policiales" y detenciones de ex presos políticos -Manuel Saavedra, Marcelo Dote López y Juan Aliste Vega-, acusados en virtud de esas leyes bajo cargos completamente falsos. Lo propio ocurrió con tres estudiantes y un dirigente sindical, acusados de portar una bomba, y que luego de 5 y 13 días detenidos fueron puestos en libertad.
Dotar de más poder a las policías sólo implicará más represión, no precisamente para delincuentes o narcotraficantes. El "Estado policial" ya se instaló en el sur del país y es aplicado contra los mapuches.
Represión a mapuches
Más de 400 mapuches se encuentran procesados por tribunales civiles y Fiscalías Militares por su participación en movilizaciones en las comunidades en conflicto. A esa cifra, se suman órdenes de detención y presos políticos en la VIII y IX regiones. Más de diez (10) ministros especiales y cuatro (4) Fiscalías Militares se han encargado de investigar "hechos de violencia" -desde fines de 1997- producidos en el sur del país en el marco del conflicto que enfrenta a mapuches con empresas forestales y las fuerzas de ocupación policial.
Decenas de dirigentes y comuneros mapuches se encuentran sometidos a proceso, en la mayoría de los casos juzgados por la ley 12.927 de Seguridad Interior del Estado y la ley 18.314 o Antiterrorista. Por las cárceles, han pasado más de un centenar de mapuches que han debido enfrentar el nuevo Sistema Procesal Penal.
La represión directa se ha expresado no sólo en procesamientos, encarcelamientos, asesinatos y persecución: a ello se suma el control y hostigamiento de las policías en las zonas de conflicto: "a través de allanamientos, controles en caminos y sobrevuelos. En la actualidad, las comunidades enfrentan una represión directa destinada a amedrentar, hostigar y desmovilizar. (...) personas, familias y comunidades permanentemente vigiladas y controladas por la policía civil y uniformada, situación derivada de las investigaciones que llevan a cabo los servicios de inteligencia chilenos", señala un informe de la Comisión de Derechos Humanos Mapuche.
"Extraños robos a sedes mapuches, seguimientos a sus dirigentes, interceptaciones telefónicas ilegales, misteriosos civiles realizando interrogatorios extrajudiciales e incluso un caso de doble secuestro se han registrado al interior de territorio mapuche", lo que ha sido denunciado por organizaciones mapuches, eclesiásticas e incluso académicas, como el Programa de Derechos Indígenas de la Universidad de La Frontera (UFRO).
¿Seguridad pública?
El gobierno plantea que la Coordinación de Seguridad (Comité Interministerial), que ejercerá el ministro de Interior, debe derivar en la creación de un Ministerio de Seguridad Pública y Ciudadana. "Se buscará implementar el concepto de solidaridad: dar más en los lugares donde se tiene menos, vale decir, reforzar la flota de vehículos policiales o autorizar el uso de helicópteros en los barrios más conflictivos. Ello requiere necesariamente tener atribución para solicitar evaluaciones más precisas; concentrar datos y procesar la información para proponer estrategias que permitan mejorar la eficacia de las acciones policiales", señala el oficialista diario