Rebelión
Observatorio de la Deuda en la Globalización En Cancún acaba de finalizar la cuarta Conferencia Ministerial (CM)(1) de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un organismo nacido en el año 1995 y que con el objetivo de avanzar en la liberalización del comercio a escala mundial agrupa a 147 estados y a la Unión Europea. Después de cinco días de negociaciones no se ha cerrado ningún acuerdo ni se ha consensuado una declaración final. El fracaso al que parece estar abocada la actual ronda de negociaciones, que se inició en la CM de Doha (2001) y que debería finalizar a principios del 2004, podría suponer la paralización del ambicioso proyecto de la OMC consistente en la configuración de un gran mercado mundial.
Meses antes del inicio de la conferencia ministerial de Cancún, analistas de todo el mundo ya avecinaban el fracaso acaecido. Los más prudentes sostenían que la Ronda de negociaciones que se inició en Doha se tendría que prolongar unos años a raíz del estancamiento en algunos temas fundamentales (2). Para otros, Cancún sería un "Seattle al sol", es decir, la ronda de negociaciones, como sucedió después de la CM celebrada en la ciudad estadounidense, quedaría absolutamente bloqueada y la OMC se convertiría de nuevo en un organismo sin rumbo, desmembrado y que, a pesar del poder con el que había contado, acabaría adquiriendo competencias irrelevantes (3). Parece ser que lo sucedido se acerca más a la segunda de estas hipótesis; a continuación, exponemos los principales motivos de que esto haya sucedido.
La determinante brecha Norte-Sur
La ronda de negociaciones que ha quedado bloqueada en Cancún ha sido problemática desde el inicio y ha estado claramente determinada por la fractura económica entre el norte rico y el sur empobrecido (4). A pesar de ser conocida como la Ronda del Desarrollo, desde el pistoletazo de salida que se dio en Doha los países ricos han adoptado posturas poco flexibles y han dado claras muestras de desinterés ante la cuestión del "desarrollo" de los países más desfavorecidos. Pocos días antes de que empezara la ministerial de Cancún una declaración firmada por Argentina, China, India, Sudáfrica y Brasil, entre otros países, denunciaba que la Agenda de la OMC sólo servía a los intereses de los países desarrollados. Entre los puntos más calientes de la actual ronda cabe destacar los referentes al acceso a medicamentos, al comercio agrícola, a los servicios y a las conocidas como "patentes de la vida". Otro aspecto que desató reticencias entre los países del sur fue que se insistiera, sobretodo por parte de la UE, en tratar los conocidos como temas de Singapur - de entre los cuales la protección de las inversiones y las garantías para la libre competencia eran los más controvertidos-, sin importar que no estuvieran resueltos los que todavía estaban sobre la mesa. De hecho, el fracaso de la Ministerial de Cancún se atribuye en gran medida a la cuestión de las "garantías a la competencia e inversiones de las empresas multinacionales", sobre la que los países ricos insistían en alcanzar un acuerdo que hacía revivir el espíritu del polémico Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI).
Las pugnas norte-sur en relación a "temas calientes" como los citados, juntamente a otras cuestiones - como el desinterés que parece demostrar la Administración Bush por el rumbo de la OMC o las diferencias entre Europa y EUA en materias como subsidios a la exportación o transgénicos -, pueden hacer que el desmembramiento de la OMC se desencadene rápidamente. A pesar de ello, cabe leer la inviabilidad futura de la OMC en base a factores de más calado como son sus propios fines o los medios que la misma institución utiliza para alcanzarlos.
Medios: desigualdad y déficit democrático
En primer lugar, uno de los principales déficits democráticos de la OMC lo encontramos en la influencia ejercida por las empresas multinacionales en su seno (5). A pesar de que los miembros de la OMC sólo pueden ser Estados, es asidua la presencia de lobbistas de las multinacionales en el Comité de Expertos en el que se apoya el Consejo General - órgano que gestiona el día a día de la institución- o en las mismas Conferencias Ministeriales - en la de Cancún asistieron más de 700-. Las grandes empresas, en concreto las farmacéuticas, fueron las artífices del primer Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual, acuerdo con el que la OMC dificulta el acceso de la población a medicamentos genéricos o promueve que se patente la biodiviersidad.
Pero el funcionamiento de la OMC se puede calificar de profundamente antidemocrático también por otras cuestiones. Si bien es verdad que, afortunadamente para los países con menos recursos, en el marco de la OMC las decisiones son tomadas por consenso (6), desafortunadamente para ellos, desde el pinchazo en la CM de Seattle, la OMC contempla una multiplicidad de espacios de negociación caracterizados por un funcionamiento de lo más irregular y poco transparente (7). Estos espacios conforman una agenda definida sobretodo por los países ricos y en la que se marca un ritmo trepidante: sólo en el 2.002 se realizaron 5.224 reuniones en diferentes puntos del planeta, una actividad que pocos presupuestos públicos de los estados del sur pueden soportar. Pero la desigualdad en la capacidad negociadora entre los países miembros de la OMC también se refleja en las conferencias ministeriales ya que, al abrirse diferentes paneles de discusión a la vez, son muchos los países del sur que no cuentan con suficientes delegados para asistir a todos. Para ejemplificar esta idea basta decir que Haití no pudo enviar a ningún delegado a la Ministerial de Doha mientras que los EUA contaron con más de quinientos. Esta desigualdad resta capacidad a los países más pobres a la hora de tomar la mejor decisión para el país al que representan. De hecho, si en la CM de Seattle no se consensuó la Declaración Final fue porque se crearon espacios de encuentro y articulación entre delegados de los países pobres, académicos comprometidos, movimientos sociales y prensa internacional que intercambiaron la suficiente información como para darse cuenta que la Ronda del Milenio que se pretendía aprobar podría tener consecuencias nefastas para el sur.
Por ello, desde la Ministerial de Seattle y como se ha puesto de manifiesto en Cancún, la mayoría de los países del sur se han organizado y agrupado con el objetivo de adoptar posiciones de fuerza en el proceso de negociación (8). Algunas de estas agrupaciones cuentan incluso con el apoyo de thinktanks, consejeros externos y lobbistas, muchos de los cuales pertenecen a organizaciones de la sociedad civil internacional (9).
Fines: liberalización, ¿al beneficio de quien?
La inviabilidad del proyecto de la OMC parece también una cuestión relacionada con su sacro objetivo de alcanzar las máximas cuotas de liberalización económica a escala mundial. En cuanto a esta cuestión, las críticas más habituales hacia la OMC suelen girar entorno a cómo esta institución ampara las incongruencias con que Europa, Japón y EUA interpretan el libre comercio. De hecho, si los países del sur, como acabamos de relatar, se están organizando no es únicamente ante el déficit democrático de la OMC sino también ante el proteccionismo de los países ricos (10). A día de hoy, los EUA son el país que cuenta con más denuncias por proteger sus mercados en el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC. Parece como si para los países ricos aceptar las reglas de la OMC fuera opcional, mientras que para los pobres es un imperativo. También resulta paradójico que desde el norte se exija a los países del sur que hagan precisamente lo contrario de lo que hicieron ellos hace décadas. El proteccionismo permitió a los países ricos desarrollarse y que sus empresas acumularan el suficiente capital como para poder expandirse. Como dice N. Chomsky, los países ricos no han hecho otra cosa que "subir primero por la escalera y después tirarla de una patada para asegurar que nadie más pueda subir".
Hay un segundo tipo de críticas que se pueden hacer al libre comercio, no menos verídicas que las anteriores, pero que no cuentan con la misma resonancia mediática. Nos referimos a la puesta en cuestión de las bondades del libre comercio, con lo que se pone en cuestión a su vez la propia naturaleza -y la misma existencia- de la OMC. De hecho, por donde más hace aguas el buque de la OMC es al supeditar sus fines y acuerdos el axioma neoliberal según el cual se equipara, automáticamente y sin contemplar otras variables, liberalización económica a crecimiento y desarrollo; un axioma que ha demostrado, en la práctica, su falta de validez. Tengamos en cuenta que cuando el libre comercio prevalece en un contexto de desigualdad, la libertad para comercializar se desvanece para una parte de los actores en juego. El mero hecho de que 99 de las 100 mayores empresas multinacionales provengan de la zona rica del planeta nos lleva a pensar que las empresas de los países más pobres no sólo tendrán nulas posibilidades de exportar sus bienes y servicios o de acceder y invertir en "nuevos mercados", sino que incluso se verán desplazadas por la competencia internacional en su propio país. La desigualdad en las condiciones de salida en la carrera del libre comercio, sumada a los principios de "no discriminación" que rigen los acuerdos de la OMC, facilitará sin duda que, como ya está sucediendo, muchas empresas de los países pobres acaben siendo adquiridas por inversores extranjeros o que, simplemente, vayan a la quiebra.
En definitiva, que las cuestiones que se negocian en la OMC se traten en clave de liberalización económica implica que se agrave la importante fractura económica entre el norte rico y el sur empobrecido, que se apueste por un modelo de producción depredador con el medio ambiente y vulnerador de todo tipo de derechos sociales y que los grandes beneficiarios de los acuerdos de este organismo acaben siendo, sobretodo, las empresas multinacionales de los países ricos. Tanto los medios como los fines de la OMC ponen de manifiesto que el proyecto de liberalización económica liderado por los países ricos es incompatible con unos mínimos de equidad a escala planetaria y que, más que la crítica de los movimientos sociales o el desencanto de muchos países del sur con esta institución, los problemas que afronta la OMC son inherentes a la propia OMC.
Notas
1- La Conferencia Ministerial es el máximo órgano de decisión de la OMC. En ella, como mínimo cada dos años, se encuentran los delegados de todos los países miembros. Antes de Cancún 2003, se celebraron las CM de Seatlle' 99 y Doha'01.
2- Sería el caso de Fred Bergsten, director del Institute for International Economics (Wahington DC) para quien la ronda "finalizaría probablemente en el 2007".
3- El poder actual de la OMC no tiene tanto que ver con que sea una organización que aúne a casi la totalidad de países del mundo, sino con que bajo su auspicio se tratan cuestiones, siempre en clave de liberalización económica, tan fundamentales para la población del planeta como el comercio agrícola y de todo tipo de mercancías, el acceso a medicamentos, patentes, la comercialización de servicios (telecomunicaciones, transportes, sanidad, educación, agua), reglas de inversión extranjera, etc.
4- En la CM de Doha se necesitaron 24 horas extraordinarias para consensuar la Declaración Final. Un consenso que, en realidad, se consiguió gracias a que en esa reunión no se firmaba ningún acuerdo de trascendencia, ni se cerraba ninguna negociación; ello sumado a una especie de clima de tregua consecuencia de que se celebrara la cumbre un mes después de los atentados del 11-S.
5- Al hablar de participación de las empresas en la OMC, no nos estamos refiriendo únicamente al anecdótico descaro con que algunas de las grandes, como Nestle, IBM o Microsoft, esponsorizaron la CM de Seattle como si de un evento deportivo se tratara.
6- Finalizada la ministerial de Cancún, Pascal Lamy - comisario de comercio de la UE- afirmó, refiriéndose a que las decisiones en las Ministeriales se tomaran por consenso, que "la OMC sigue siendo una organización medieval".
7- Se llega al extremo de que países no invitados a una reunión carecen de la posibilidad de conocer el desarrollo de ésta porque no existe ningún tipo de acta o registro del encuentro.
8- Algunos de los grupos más destacados son el Grupo de Países Megadiversos Afines, unidos para negociar en tema de patentes y biodiversidad; el Pacific Economic Cooperation Council para defender los intereses de los países asiáticos de la región del Pacífico; el grupo Cairns, que agrupa a países del sur exportadores de productos agrícolas y a grandes agroempresas; la ACP, que agrupa a estados africanos, del Pacífico y del Caribe; o el G-22 que, liderado por Brasil, India y China, ha emergido en Cancún protagonizando el decurso de las negociaciones en la mayoría de los paneles.
9- Visto el determinante papel que como asesores de algunos países del sur han jugado las ONG internacionales en la última CM, la ministra británica de agricultura acusó a estas organizaciones de "meterles pájaros en la cabeza a los países pobres".
10- Por ejemplo, los precios del maíz en el mercado mexicano descendieran un 70% desde 1994. En ese año entró en vigor un tratado de libre comercio entre México y EUA, país, este último, que subsidia la producción de cereales y que, por lo tanto, los puede exportar a un precio inferior a los costes de producción.