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Latinoamérica

12 de septiembre del 2003

"La OMC mata a granjeros", frase que resume la opinión sobre el organismo
La OMC corre el grave riesgo de volverse irrelevante


La Jornada
A dos días de iniciada la quinta reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), la negociación en materia agrícola -calificada por los propios participantes como el tema clave para el éxito de la cumbre- no se había siquiera iniciado este jueves, debido a las inflexibles posiciones que mantienen por un lado Estados Unidos, la Unión Europea y Japón contra los países del llamado Grupo de los 21, entre quienes se cuentan las naciones que concentran 63 por ciento de los productores agrícolas del mundo.

El fondo de la discusión es la reducción de los subsidios que conceden los gobiernos de los países desarrollados a sus agricultores, que dejan fuera de competencia en el mercado los productos de las naciones en desarrollo, en las que las subvenciones son limitadas. Organismos internacionales como el Banco Mundial (BM) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han asegurado esta semana que una disminución de los subsidios agrícolas propiciaría una sustantiva reducción de la pobreza en el mundo. Al menos 70 por ciento de los mil 200 millones de personas que viven con menos de un dólar diario en el planeta se desenvuelven en el medio rural.

"Estamos en un punto en el que cada quien quiere jalar la cuerda lo más posible para que el punto de arranque esté lo más cerca de su lado", definió Eduardo Pérez Mota, representante de México ante la OMC, al afirmar que la negociación sobre el tema agrícola no había siquiera iniciado. "Este es un momento de reagrupamiento, consultas y discusiones", añadió.

Aunque en esta cumbre no está previsto concretar un acuerdo definitivo sobre el tema, dado que el plazo previsto para alcanzarlo vence en enero de 2005, el director general de la OMC, Supachai Panitchpakdi consideró que una muestra de decisión política por parte de los 146 ministros que asisten a la reunión para impulsar las negociaciones es indispensable para imprimir dinamismo a la agenda de negociaciones que impulsa el organismo. De acuerdo con otros participantes, la ausencia de un anuncio concreto sobre el tema podría ser el indicativo de un fracaso.

La delegación estadunidense no se ha andado con sutilezas para criticar la postura del Grupo de los 21 (G-21), lidereado por Brasil, que plantea una eliminación de subsidios a la exportación de bienes agrícolas, que es rechazada por las naciones industrializadas.

Peter Allgeier, vicerrepresentante de Comercio de Estados Unidos (USTR, la oficina gubernamental encargada de las negociaciones comerciales en ese país), dijo esta tarde que su gobierno espera que los miembros del G-21 "vengan a negociar con el espíritu de superar diferencias".

Para la delegación estadunidense, el tema agrícola es cuestión de política nacional más que una discusión técnica. Así lo demuestra la presencia y activa participación aquí del senador Charles Grassley, presidente del Comité de Finanzas del Senado, y del representante (diputado) Jim Kolbe, presidente del subcomité de operaciones en el exterior de la cámara baja del Congreso estadunidense.

"Estoy preocupado por la creciente resistencia del Grupo de los 21 países en desarrollo, lidereados por Brasil, de aceptar las reglas de reciprocidad de acceso a mercados. El pueblo estadunidense y el Congreso de Estados Unidos simplemente no estarán de acuerdo con una reducción masiva y permanente en los subsidios a la agricultura", señaló el representante Kolbe, en una posición política que deja poco espacio para la negociación de las posturas planteadas por el G-21, del que forman parte México, India, China, Brasil, Sudáfrica, Argentina y el grueso de naciones africanas, entre ellas Egipto y Sudáfrica.

Una posición similar trajo a esta cumbre el senador Grassley. "El éxito de Cancún es una responsabilidad compartida. No puede haber una solución de una sola vía, en la que Estados Unidos esté de acuerdo en reducir los subsidios agrícolas y el resto no lo haga. Como presidente del Comité de Finanzas del Senado, que tiene jurisdicción sobre la política comercial, no apoyaré un resultado de ese tipo", manifestó.

Enfrente está la posición del Grupo de los 21, un conjunto de naciones de desarrollo medio que concentra 63 por ciento de los agricultores del planeta. El gobierno brasileño del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, uno de los impulsores de la cohesión de propuestas de este conjunto de naciones, insistió aquí en que no se puede demandar a los países más pobres abrir más sus mercados a cambio de una promesa de las naciones industrializadas de reducir en el futuro las subvenciones a la agricultura.

"La OMC corre el riesgo de volverse irrelevante" si no adopta en esta cumbre un compromiso claro para que los países ricos reduzcan las subvenciones, como está establecido en la declaración de la ministerial pasada, afirmó Celso Amorim, canciller brasileño.

Para muchos observadores la clave es la afirmación del canciller Amorim. La ausencia de un compromiso claro sobre el tema agrícola amenaza con convertir a la OMC en un organismo irrelevante.

"El riesgo de fragmentación es claro aquí. Ello no beneficiará a nadie y no sería positivo para los países en desarrollo", dijo Amorim. El canciller defendió, tanto en su participación en la reunión plenaria como en otras intervenciones, el derecho de los países que conforman el G-21 de organizarse para enfrentar políticamente las posturas de las naciones desarrolladas. "Estamos unidos y permanecemos unidos", aseguró.

Hasta ahora, el gobierno mexicano mantiene el apoyo a la postura del G-21. Así lo confirmó esta tarde el canciller Luis Ernesto Derbez durante una reunión con organizaciones no gubernamentales mexicanas, según informó Max Correa, representante del Consejo Agrario Permanente, quien estuvo presente en esa reunión, a la que no tuvo acceso la prensa.

El punto en el que iniciar la negociación sobre agricultura es algo que debió haberse acordado en Ginebra antes de venir a Cancún, comentó el representante mexicano ante la OMC, Eduardo Pérez Mota. El agrícola es un asunto "políticamente difícil, pero técnicamente factible" de arreglar, confió.



El homenaje al señor Lee hermanó a pueblos que sufren los mismos despojos

Dos fotos de Lee Kyung Hae coronan la ofrenda que le brinda el Congreso Nacional Indígena (CNI). En ellas luce sonriente, pulcramente vestido de traje y corbata, sin seña que evidencie desesperación. Una cruz de parafina derretida y veladoras prendidas, adornadas con pétalos de rosas rojas, parecen formar su cuerpo. Un rectángulo de flores y otro más de veladoras enmarcan el altar. Tres copas de copal rematan y aromatizan el icono sagrado con el que se le rinde homenaje.

Ofician la ceremonia los sabios del CNI. El purépecha Juan Chávez, el tzeltal Manuel Pérez, dirigente de XiNich, la conducen. Rarámuris, wixárricas y mazahuas los acompañan. Son más de 3 mil personas las que asisten al auditorio para velar simbólicamente a su nuevo compañero muerto. Estarán allí de las 11 de la noche del martes 11 a las 0:30 del miércoles. Se reza el rosario y se pide perdón a la tierra y a la naturaleza. Se prepara el terreno para que acoja el alma de Lee Kyung Hae, el ''señor Lee'', como le dicen con respeto muchos de los indígenas que hoy lo hicieron uno de los suyos.

Presente, la delegación coreana se emociona con el duelo indígena. Muchos de sus integrantes lloran con la cara descubierta, sin ocultar su dolor. País dividido entre creyentes budistas y católicos, Corea del Sur es tierra de sincretismo religioso, como lo es el México profundo. Lee era un católico practicante convencido.

En Cancún esa muerte se convirtió en una vía de hermanamiento entre pueblos. ''Estamos muy consternados. Ofrendó su vida por nosotros'', dice Adelfo Regino esa noche. ''¿No se parece eso a lo que hizo Jesús?'', interroga afirmando Rafael, un chiapaneco que algo sabe de ritos.

La fuerza del silencio

La ceremonia del CNI no fue la primera, mucho menos la última. Unas horas antes el grupo de los coreanos organizó otra, estrictamente privada.

Un par de horas después, cuando el rumor de su inminente deportación se extendió y decidieron dejar sus hoteles para acampar en la zona cero, decenas de jóvenes los acompañaron, efectuando en el lugar de su deceso una especie de velorio. Centenares de veladoras se consumieron esa noche mientras la policía levantaba el enrejado para llevárselo unos cuantos metros atrás.

Fue una velada de duelo e indignación. Muchachos y muchachas encararon a los uniformados guardando silencio. Conmovidos, los policías se protegían de las miradas acusatorias bajando la visera de sus cascos y apretando con dureza sus escudos de plexiglás. Ese silencio parecía tener mucho más fuerza que los palos y las piedras utilizadas por chavos radicalizados y grupos de provocadores a los que nadie conocía horas antes. Una muchacha vestida rigurosamente de anaranjado, con el tatuaje de un águila en la espalda, les repetía sin exaltarse shame, hasta que solicitó que se le dijera su equivalencia castellana, sólo para repetir nuevamente su ritual pero exclamando ahora ¡vergüenza! Otros lloraban. Poco antes, también en inglés, un improvisado poeta se preguntó sobre el sentido de lo que había sucedido. De pie, varias parejas se trenzaban en apasionados abrazos.

Un activista se acercó hasta el cordón y le dijo la policía: ''queremos que vean a través de nosotros. Somos pacíficos''. Ni qué dudarlo, la madrugada se llenó de dolor y consternación.

Día de Muertos en su país de origen, esa noche la comunidad coreana de San Francisco, California, organizó un velorio a la memoria del señor Lee.

Doce horas después, una procesión de Vía Campesina abandonó su campamento para establecerse en el fundado por los asiáticos frente al lugar en que su compañero se inmoló y celebrar una nueva ceremonia. Varias ofrendas florales, una con una pequeña bandera mexicana, se colocaron al lado de las fotos del difunto. Atrás una manta pedía: ''Dios bendiga al hermano Lee''. Los coreanos se sentaron alrededor del altar y rindieron testimonio de su camarada. Sobre sus ropas colocaron una fundas con las leyendas ''No WTO! ¡No to Neo-liberal globalization!'' Un enorme cuchillo de cartón con manchas de sangre y la leyenda ''La OMC mata campesinos'' pasó a integrarse a la iconografía. Un artista brasileño interpretó Imagine, de John Lennon, y la gente se tomó de las manos. Al concluir, los asistentes depositaron en el lugar de su inmolación crisantemos blancos, mientras pronunciaban algunas palabras sobre el muerto. Le dieron la despedida.

Vallas y muertes

En el silencio de la noche, la policía retiró las vallas que impedían el paso más allá de la zona cero. A la hora de fijar la nueva frontera, el gobierno mexicano no fue muy generoso. Levantó una barricada a unos 500 metros de distancia de la anterior, colocó un doble enrejado y elevó el tamaño del mismo. Construyó así una especie de manifestódromo oficial, un muro de las ignominia donde descargar la ira a pedradas, que evita cortes de tráfico y aísla la protesta del escrutinio público.

La estrategia oficial (¿o habría que decir la falta de ella?) no resuelve un pequeño problema: deja una gasolinera en el corazón de la zona de conflicto. ¿Qué pasaría si cualquier provocador lanzara, por decir algo, una molotov allí? Mejor ni imaginarlo. Total, la reunión oficial se realiza a muchos kilómetros.

La nueva franja fronteriza que divide la zona tolerada y la zona VIP formaliza la separación entre dignatarios con derecho a trasladarse por toda la ciudad y ciudadanos de segunda que tienen vedado el acceso a una zona de exclusión. Reproduce una separación que en los hechos ya existe: la zona hotelera para quienes pueden pagarla o trabajar en ella, el resto de la ciudad para los demás.

La muerte del señor Lee le dio al movimiento un nuevo centro organizativo. En el imaginario de la contestación a la OMC ese es un ya un lugar sagrado, como lo es el sitio en el que Carlos Giuliani fue asesinado en Génova por un carabinero. Es, en cierta forma, una especie de pequeña ermita en formación. La presencia policiaca directa en ese territorio es una afrenta. Bastaba ver la cara de terror de las fuerzas del orden público horas después de la inmolación para ver que lo que allí estaba en disputa era muy importante.

Fue Pat Money, una de las figuras más interesantes presentes en los foros alternativos a la quinta reunión ministerial de la OMC, quien aseguró que las barreras están allí no para evitar que los manifestantes entren, sino para garantizar que los que están adentro no puedan salir.

Recordó también que Cancún había estado siempre cerca de los dominios piratas. ¿Y qué otra cosa es la OMC, sino una institución legitimadora de la nueva piratería que legaliza las patentes sobre el pozol que han elaborado los indígenas chiapanecos durante cientos de años? Hace 200 años que esos piratas están muertos y enterrados en estas tierras. Miles de altermundistas aseguran que la OMC también está muerta. Y Pat Money dice que este moderno complejo hotelero protegido por un cordón policiaco anticonstitucional es la lápida del cadáver de la OMC. Ese cadáver encerrado en el ataúd, que la delegación coreana cargó y usó como ariete para derrumbar la valla.

Lee sacrificó su vida para enterrar a la OMC. Ese sacrificio sólo parece haber traspasado las paredes del Centro de Convenciones de Cancún como molestia, no como advertencia. ''No tenemos nada que ver con el asunto'', se han apresurado a decir los funcionarios encargados de la negociación. El mensaje que Lee quiso enviar con su sacrificio no ha sido escuchado. Apenas ha servido para mover unos 500 metros las vallas que separan los dos cancunes.

Suicidio e inmolación

La muerte del señor Lee pretendió ser descalificada por funcionarios de la OMC. Escasas horas después de producida se hicieron correr entre periodistas la versión de que era un individuo ''emocionalmente inestable''. Recordaron un intento previo por quitarse la vida en 1991, en rechazo a la ronda Uruguay, y la protesta que recientemente efectuó en Ginebra contra el organismo multilateral.

El fallecimiento conmocionó también al movimiento altermundista y precipitó un intenso debate sobre el significado y el alcance de la acción. ¿Puede una causa que defiende la vida justificar una muerte?, se preguntaron no pocos activistas.

De acuerdo con lo dicho por el coordinador de Vía Campesina, Rafael Alegría, a nombre de su organización, la medida está plenamente justificada.

"El acto del campesino Lee -dijo- representa la más enérgica protesta y desesperanza ante la falta de alternativas para los campesinos y los pobres del mundo. Fue un acto premeditado y consciente. Pidió, y así se cumplirá, que 'sigamos firmes en la lucha', porque no quiere ver otros campesinos e indígenas muertos por la política de la OMC. La OMC no puede seguir matando campesinos e indígenas todos los días." La larga serie de velorios y homenajes apuntan en la misma dirección. La respuesta del pueblo de Cancún ha sido sorprendente. Como si se tratara de una redición de la simpatía que se vivió en México durante el pasado campeonato mundial de futbol hacia la selección de ese país, en los barrios de esta ciudad se saluda con afecto a los sudcoreanos. Apenas el pasado martes, cuando marchaban disciplinadamente rumbo al hospital donde se atendía a Lee, los inquilinos de varias unidades habitacionales salieron a expresarles su apoyo.

Otros, en cambio, desaprueban la acción. Leticia, artista española solidaria con la lucha de los pueblos indios, dice: "Ahora sé qué significa la expresión esa de 'cargar con el muerto'. Nos están imponiendo un muerto. Si hubiera muerto del otro lado de la valla, ¿qué? Han profanado lo más sagrado. No nos va el mundo de la muerte. Nos va la vida, la alegría. Por eso luchamos. ¿ Dónde está el espíritu de fiesta? Si construir otro mundo se hace así, yo paso..." Algunos activistas responden a estas críticas señalando que se trata de una posición extrema y dramática, sólo explicable en el contexto de una cultura específica.

Los compañeros coreanos de Lee explican que no se trató de un suicidio sino de una inmolación.

"Fue un acto de honor, no de cobardía o desesperación", aseguran.

Sin futuro

La muerte de Lee no es un hecho aislado. En Corea, como en el mundo rural de muchos países, se viven oleadas de suicidios de agricultores, que usualmente pasan inadvertidas. El que un adulto se quite la vida en comunidades aisladas parece no afectarle a nadie, salvo a su familia.

El mismo hizo referencia a ellas en el artículo publicado por La Jornada que muy bien podría ser parte de su testamento político.

En Estados Unidos agricultores en bancarrota que se responsabilizan a sí mismos de su fracaso empresarial, sin cuestionar el modelo que los conduce a la quiebra independientemente de sus cualidades personales, se matan regularmente sin que nada suceda.

En Uruguay, explica la editora Carmen Arméndola, "es un honor cuando un productor se cuelga en la portera. Como la tierra se debe dejar a los hijos, esa es la forma en que los agricultores endeudados en lo individual pueden salvar la propiedad. Es una afrenta ante la familia que se salda de esa manera".

Como líder nacional de su unión campesina, Lee viajó a otros países y tuvo trato con dirigentes que hoy están presentes en Cancún. Ellos coinciden en que era un hombre emprendedor, alegre, trabajador y responsable, padre de dos hijas a las que quería mucho. Lo contrario de la imagen de un personaje inestable emocionalmente que los funcionarios de la OMC pretenden divulgar.

Su inmolación fue una decisión política que ha marcado profundamente esta reunión.

Este 16 de septiembre se realizará en Cancún un funeral ceremonial de Lee de acuerdo con la fe católica, con la presencia de un sacerdote coreano.

Al igual que muchos hombres y mujeres con fuertes ligas con la tierra, el dirigente campesino era un hombre muy religioso. Mientras, para quienes a pesar de hablar distintos idiomas comparten la lengua de la tierra, Lee comienza ya a convertirse en leyenda: la leyenda de un justiciero.



"La OMC mata a granjeros", frase que resume la opinión sobre el organismo

El mensaje fue dicho desde el mismo podio que otras veces usan los ministros participantes en la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para hablar de sus negociaciones y acuerdos: la muerte de Lee Kyung Hae debe respetarse. Y que nadie ponga en duda que el suyo fue un acto de protesta contra las condiciones de miseria a que han sido llevados los campesinos de muchos países, dijeron dolidos y tristes sus compañeros.

"WTO kills farmers", frase que resumía el pensamiento de Lee sobre los efectos que tienen en muchas partes las acciones de este organismo negociador, se volvió ya la nueva consigna para quienes, como él, exigen que la agricultura salga de la OMC. En español y en inglés esa expresión se leía en los pequeños carteles que se desplegaron este jueves en el centro de convenciones de Cancún.

Siempre de manera pacífica, unas 60 personas realizaron, según su agenda y vocación, al menos una docena de pequeños actos en el recinto. Luego, en punto de las cuatro de la tarde y como último acto del día, caminaron en procesión silenciosa con veladoras y flores por el primer piso del edificio donde discute la OMC.

Nadie los detenía ni trataba de inhibir su participación. No hacían otra cosa que mostrarse firmes, pero sin alardes, lo mismo quienes critican los términos del acuerdo sobre medicamentos y forman parte de Médicos sin Fronteras que quienes se interesaron por recordar a la representación comercial de Estados Unidos que hoy entró en vigor el llamado Protocolo de Cartagena sobre bioseguridad. Cada cual, pues, según su agenda y vocación.

Peter Allgeier, vicerrepresentante comercial de Estados Unidos, encabezaba una conferencia de prensa cuando miembros de Greenpeace y de Food First llegaron hasta el presídium y sin inmutarse colocaron semilla de maíz criollo sobre el paño azul que cubría la mesa. El funcionario no se inmutó e incluso escuchó los argumentos para ese gesto. A partir de esta fecha, le recordaron, los gobiernos tienen derecho a prohibir la entrada a sus territorios de semillas modificadas o transgénicas y los productores y consumidores deben tener el informado derecho a no consumirlas. Esa y no otra era la intención de llevar, pese a la contaminación que ya sufre el maíz mexicano, semillas puras y sin alteración.

Sin embargo, quienes reaccionaron molestos ante la acción fueron algunos periodistas. De manera especial, Scott Miller, de The Wall Street Journal, empezó a gritar, exasperado: "Get out, get out" (fuera, fuera).

Algunos de plano trataron de jalar a Alejandro Calvillo, director de Greenpeace México, para que saliera del auditorio y la conferencia -en la que por cierto se hacía una airada defensa al proteccionismo agrícola de las potencias como Estados Unidos y las que integran la Unión Europea- pudiera continuar. La actitud de los reporteros estadunidenses era de no creerse.

No faltaron algunos españoles que los interpelaron. "¡Fascistas!", fue lo menos que les dijeron. El resultado de todo esto es que a partir de mañana, por órdenes de la OMC, las organizaciones civiles ya no podrán entrar a las conferencias de prensa.

Por la tarde, el homenaje luctuoso a Lee Kyung Hae, organizado por Vía Campesina, contó con la participación de Francis Du Tour -de la Confederación de Campesinos en Francia y segundo en la estructura que comanda Joseph Bové-, de Changeenn Lee -de la Confederación Coreana de Sindicatos-, de Ricardo Navarro y de Paul Nicholson, y fue un solo mensaje sin afectaciones o dramatismo: "que no se distorsione el significado de la muerte de Lee. La OMC ha entregado la agricultura a las multinacionales. La soberanía alimentaria debe ser protegida''.

Anunciaron también que a lo largo de esta semana, siempre a las seis de la tarde, realizarán oración en memoria de Lee y pidieron a todos los que participan en esta cumbre que porten un lazo negro o blanco en un brazo, en señal de duelo.



Complejas reglas para su aplicación pueden entorpecer el acceso a los fármacos

El acuerdo alcanzado hace una semana por la Organización Mundial de Comercio (OMC) para que países pobres puedan comprar copias genéricas de medicamentos caros corre el riesgo de convertirse en ilusión, por las complejas reglas para su aplicación que pueden entorpecer el acceso a los fármacos, opinaron este jueves organizaciones independientes.

Una semana antes del comienzo de la quinta cumbre ministerial de la OMC, que concluye el domingo, un grupo de negociadores del organismo logró un acuerdo que en el papel garantiza a los países pobres el derecho de comprar medicamentos genéricos para combatir epidemias que diezman a sus poblaciones, como sida, malaria y tuberculosis.

''El acuerdo fue presentado como una victoria para la OMC. Sin embargo, las complejas reglas que establece pueden entorpecer el acceso de las poblaciones a los medicamentos'', declaró en conferencia de prensa Ellen t'Hoen, responsable de la campaña de acceso a medicamentos esenciales de Médicos sin Fronteras.

Grupos involucrados en campañas orientadas a llevar medicinas básicas para combatir epidemias a países pobres que no pueden pagar al precio exigido por las trasnacionales dueñas de las patentes, creen que el acuerdo de la OMC puede ser importante, pero falta hacer claras las reglas para que opere.

''Este es un acuerdo que tardó en llegar. El reto ahora es cómo llevarlo a la práctica'', opinó Gichinga Ndirangu, dirigente de la Fundación Heinrich Böll en Kenia, organización que promueve una campaña para reducir el precio de los medicamentos.

Algunos países africanos, los más golpeados por epidemias como la de sida o malaria -15 por ciento de la población de Mozambique es seropositiva y uno de cada cinco niños muere antes de cumplir cinco años- no tienen medicinas genéricas porque no cuentan con la capacidad para producirlas. Tampoco pueden importarlas de los principales centros de producción de genéricos (India y Brasil) por las estrictas condiciones demandadas por Estados Unidos para la venta de dichos medicamentos.

En la pasada reunión ministerial de la OMC, realizada en Doha, Qatar, en 2001, los integrantes de la organización emitieron una declaración que sin ambigüedad reconoce la primacía de la salud pública sobre los intereses comerciales.

''Los países ricos están tratando de minar el acuerdo de la semana pasada con la búsqueda de acuerdos regionales o bilaterales en materia de comercio, donde se establecen reglas más estrictas y diferentes a las negociadas en la OMC en materia de propiedad intelectual y uso de patentes'', aseguró Ellen t'Hoen. ''Los tratados de este tipo imponen disposiciones de propiedad intelectual a los países en desarrollo que limitan su capacidad para implementar acuerdos como el de Doha de hace dos años y proteger la salud pública'', dijo.

Las reglas de comercio y las declaraciones son una cosa sobre el papel, pero sólo se transforman en algo real para la gente enferma cuando los países comienzan a aplicarlas, añadió en referencia al acuerdo de la semana pasada sobre medicamentos genéricos.