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Latinoamérica

9 de septiembre del 2003

Entrevista a Luciana Genro, diputada del PT
Lula es el continuismo de Cardoso

Raúl Zibechi
Brecha
La diputada radical, amenazada de expulsión del PT por votar en contra de la ley de reforma de la Seguridad Social (Previsional), sostiene que el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ya tiene un rumbo trazado del que no se va a apartar. Hija de un dirigente histórico del Partido de los Trabajadores y actual ministro, Luciana Genro, 32 años, profesora de inglés, tiene pocas dudas. A diferencia de otros dirigentes y analistas, que sostienen que el de Lula es "un gobierno en disputa", Genro asegura que va siendo hora de alejarse del PT y crear otra fuerza política de izquierda. "No discuto de política con mi padre (en referencia a Tarso Genro) ya que tiene una decisión muy clara de persecución política de los radicales del partido", asegura Luciana. A fines de septiembre o comienzos de octubre se realizará una reunión de la dirección del PT en la que se tomará una decisión sobre la permanencia o no de los radicales en el partido.

-¿Cuál es su evaluación del gobierno de Lula?

-Es un gobierno de alianza con sectores importantes de la burguesía brasileña, entre ellos el ex presidente José Sarney, el Partido Liberal al que pertenece el vicepresidente José Alencar y varios ministros ligados a la banca internacional y la industria. El PT eligió un camino de continuidad con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso con el objetivo de ganar la confianza de los mercados. Luego de ganar esa confianza se inician reformas como la de las pensiones, en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que en mi opinión abre las puertas a la privatización de los fondos de la Seguridad Social. Por otro lado, el gobierno obtuvo un superávit fiscal primario muy elevado, del 4,25 por ciento, superior en medio punto a lo que había demandado el FMI. En este primer semestre el país pagó 74 billones de reales de intereses de la deuda externa, y 40 billones salieron de los aumentos de impuestos que sufre la población. Creo que es un camino erróneo y cobarde, porque favorece a los grandes grupos económicos y ataca los intereses de los trabajadores y sobre todo de los funcionarios públicos. Además se recortaron gastos de salud y no se pudo poner en marcha ni el plan Hambre Cero ni la reforma agraria.

-Muchos analistas críticos de Lula creen, sin embargo, que este no es un proceso irreversible, y sostienen que en el segundo semestre se pondrá en marcha una orientación destinada al crecimiento económico y a atender los principales problemas sociales.

-Yo creo que no. El camino elegido es muy categórico en el sentido de la profundización del modelo neoliberal. No hay ningún síntoma de fuerzas internas en el gobierno que pretendan realizar un viraje. Por otro lado, las alianzas imponen límites a la voluntad de algunos sectores del gobierno. La relación con los mercados es sintomática: usted no puede decir me gané la confianza de los mercados y luego hago lo que quiero, porque esa confianza hay que ganarla todos los días. El PT ha optado de forma clara por seguir pagando la deuda y no se pueden hacer cambios sin promover rupturas.

-Pero durante las últimas semanas tanto Lula como otros dirigentes y ministros anunciaron medidas concretas, como la reducción de las tasas de interés, para reactivar la economía.

-Sí, pero es una intención que también tuvo Cardoso. Él no logró bajar las tasas de interés, pese a que a ningún gobierno le interesa que las tasas sean elevadas. Yo creo que la baja de las tasas de interés no representa un cambio en la orientación económica. El problema es que este modelo exige tasas altas como forma de atraer capitales. La clave está en otro lado: para mantener elevadas las exportaciones, que son el eje del modelo actual, los salarios deben seguir siendo muy bajos para mantener la competitividad, el dólar debe ser alto para valorizar las exportaciones, y se necesita mantener el mercado interno comprimido para poder exportar y así recaudar dólares para pagar la deuda.

-Pero el gobierno puede expandir el mercado interno a través de la incorporación al consumo de quienes hoy están fuera, de modo que sus principales aliados -los industriales de Sao Paulo se vean beneficiados. O sea, reorientar la industria hacia el mercado interno no parece algo imposible.

-Esto está, efectivamente, en los planes del gobierno. Pero no creo que se pueda llegar a un crecimiento importante si se mantiene el peso de la deuda y los objetivos de elevados superávit primarios. Para tener un crecimiento importante con distribución de renta se debe romper con los organismos financieros internacionales. Por otro lado, no creo que la burguesía paulista esté en condiciones de promover una ruptura con el capital financiero internacional, del cual es dependiente.

-¿Los movimientos sociales, que ahora crearon una articulación para presionar al gobierno, están en condiciones de forzar un cambio de rumbo?

-Creo que tienen fuerza como para conquistar demandas o arrancar alguna reivindicación, pero no los veo con fuerza como para impulsar un cambio en el modelo. O sea, los sin tierra pueden conseguir más tierra, obligar a que se les den concesiones tanto en materia de tierras como de créditos, pero no creo que puedan conseguir un cambio en el modelo de desarrollo agrario hegemónico.

-La reforma de las pensiones llevó al centro de la escena política a los funcionarios públicos.

-Que hicieron una huelga muy importante y realizaron grandes concentraciones, con más de 60 mil personas en Brasilia. Entre ellos hay un proceso de ruptura con el PT y puede surgir una coordinación de fuerzas de oposición de izquierda. Hay sectores que creemos que el PT ya no es un partido de izquierda y está empezando a haber condiciones para crear un partido nuevo. Los parlamentarios radicales que seremos expulsados estamos intentado formar junto a sectores sociales una nueva fuerza política de izquierda.

-Pero no parece que los principales movimientos, entre ellos el MST, los vayan a seguir.

-El gobierno tiene suficiente margen como para dividir a los sindicatos y movimientos opositores. Algo de eso sucede con la CUT, porque se intenta cooptar a las direcciones, pero eso tiene un límite. Otros, como los sin tierra o los sin techo, aunque no han roto con el gobierno han definido de forma clara que no van a dejar de luchar, y se está registrando una oleada de ocupaciones muy importante.

-Usted pertenece al PT de Río Grande del Sur. ¿A qué atribuye la derrota del partido en la gobernación de ese estado, que estuvo presidido por Olivio Dutra?

-Hubo una serie de factores, pero creo que el fundamental es que el gobierno petista rompió con un sector importante de su base social, que fueron los empleados públicos. En Río Grande hubo una huelga de más de 30 días de los profesores secundarios. Sucede que terminan siendo el sector de la clase trabajadora directamente atacado cuando hay que hacer ajustes de los gastos del Estado. El segundo factor es que la burguesía gaucha se unificó, a diferencia de lo que sucedió en el escenario nacional. Esa unión le permitió poner los medios de comunicación al servicio del desgaste del gobierno petista.

-El año próximo hay elecciones municipales en Porto Alegre. ¿Puede repetirse la derrota en ese municipio emblemático para la izquierda?

-Veo muy difícil que el PT pueda mantener el municipio de Porto Alegre. Sobre todo porque hay un desgaste importante después de una serie de gestiones importantes. Además, el presupuesto participativo está en crisis. Hay problemas de fondos, el municipio tiene retrasos de dos y hasta tres años en sus obras y eso está generando una enorme frustración en la población, luego de haber hecho todo un trabajo en el barrio, de haber ido a las asambleas y decidido las inversiones, éstas no se realizan o se hacen con grandes retrasos.

-¿El escenario de Río Grande puede anticipar lo que será el escenario nacional? O sea, ¿hay posibilidades de que la burguesía paulista rompa con el PT?

-Creo que la burguesía brasileña comprendió que sólo se podrían seguir aplicando sus planes neoliberales a través del PT. Si José Serra hubiera ganado las elecciones no podría haber reformado las jubilaciones como lo hizo Lula. Ahora bien, si Lula empieza a perder popularidad y hay movilizaciones importantes contra el gobierno, es posible que se produzca una ruptura y la derecha vuelva a unificarse. Creo que todo depende de lo que hagan los movimientos, que ahora están más fuertes porque sienten que éste es "su" gobierno.

29-8-2003