Bolivia: Elementos para un primer balance de la jornada nacional de protesta del viernes 19 de septiembre
Javo Ferreira
Liga Obrera Revolucionaria por la Cuarta Internacional El asesinato de cuatro compañeros campesinos en la localidad de Warisata, varios heridos y la detención de algunos compañeros durante el sábado, en una provocación de tropas del ejercito, cierra la jornada nacional de protesta en un clima de mayor tensión que el precedente, sembrando las condiciones para nuevos y más duros enfrentamientos. Lo sucedido en el altiplano paceño, fue la expresión descarnada de las tendencias que vienen expresándose a lo largo y ancho del país y que se anunciaron durante el viernes 19 pasado.
Lo que estaba convocado como una seguidilla de marchas, por el MAS, la COB y otras organizaciones menores[1], se convirtieron de hecho en un paro parcial de extraordinaria fuerza. Los departamentos de Oruro y Potosí directamente declararon la huelga general. Lo mismo sucedió en la ciudad de El Alto donde las juntas vecinales ya habían paralizado y bloqueado los accesos a la ciudad de La Paz días anteriores. En el departamento de Cochabamba, aunque no hubo declaratoria formal de huelga, quedo completamente paralizado y finalmente en la sede de gobierno la paralización fue parcial en el comercio y en sectores de la administración publica, sin embargo varias fabricas declararon asueto, las entidades bancarias trabajaron a tiempo parcial y a puertas cerradas, la educación llegó en los hechos a la huelga aunque no hubo convocatoria formal. Las rutas nacionales estuvieron vacías debido al paro nacional del transporte y algunos bloqueos esporádicos en el departamento de La Paz. Las movilizaciones en el conjunto del país superaron ampliamente las decenas de miles de manifestantes y en ciudades como Cochabamba y La Paz, se vivió una jornada de "movilización permanente" desde la mañana hasta finalizada la marcha de teas a las 21:00.
El carácter combinado de las luchas agrarias y urbanas
Uno de los rasgos distintivos de esta jornada estuvo dado por el carácter eminentemente urbano de la movilización que empieza a ser una constante y que marca, junto con los acontecimientos de febrero, un punto de inflexión en la forma que adquieren las luchas populares donde durante años el 'sujeto' que daba la tónica a las protestas era el movimiento campesino. El paro del viernes 19 tocó la epidermis del aparto productivo, pero aun no los órganos centrales. Pese a que el movimiento obrero no llega aun a actuar en forma decidida y diferenciada del resto de los sectores sociales, la jornada de protesta y el profundo proceso de politización política en franjas del movimiento de masas va preparando y sembrando las condiciones que permitan que este sujeto vuelva a ocupar el lugar que le corresponde en la vida política nacional. La importancia del carácter más urbano de los actuales procesos de lucha nacional radica no solo en que favorece la posibilidad de la emergencia de un nuevo sujeto social como es el proletariado sino que logra darle a los procesos de lucha formas mas centralizadas al actuar estas en los núcleos del poder económico y político de la burguesía, rompiendo aunque más no sea parcialmente el localismo y regionalismo con que las direcciones campesinas y burocráticas tiñen los distintos procesos.
La cuestión del gas y el agotamiento de las salidas "intermedias"
Bolivia viene atravesando un virtual estancamiento económico de casi seis años de duración, que han agravado las contradicciones estructurales que dan forma al estado raquítico y semicolonial del país. Las contradicciones sociales en el agro están tensadas al máximo donde los elementos de guerra civil se expresan de forma regular. En los centros urbanos la persistente caída en el ya bajo nivel de vida de los sectores asalariados y franjas de la clase media empobrecida, conducen directamente al enfrentamiento cada vez más directo entre las clases, como vienen mostrando los pasados procesos de lucha o lo sucedido en Warisata el sábado 20 de septiembre. Estos fenómenos tienden por consiguiente a desarrollar, en forma incipiente aun, elementos de polarización política.
A esta critica situación nacional se ha venido a agregar la cuestión del gas, cuya discusión esta acelerando los fenómenos de politización en franjas del movimiento de masas y que por otra parte ha conducido a las clases dominantes a dejar de lado sus rencillas circunstanciales para cerrar filas en torno al proyecto de exportación de esta materia prima.
El proyecto de exportación de gas al mercado de Estados Unidos se ha convertido en el aglutinante estratégico de todas las alas de la burguesía nacional, debido no solo a su importancia económica, sino porque permitiría a las clases dominantes bolivianas establecer una relación directa con el imperialismo y el mercado norteamericano. Como explicábamos en otros documentos[2], si bien la burguesía boliviana se ha caracterizado por un cipayaje y una dependencia extrema de las potencias foráneas, su vinculación con las mismas era de carácter indirecto debido a la prácticamente nula importancia del país en el concierto de naciones y por las características que dieron forma al estado y a las clases luego de la revolución del 52', donde la vinculación se realizaba utilizando el estado como intermediario o a través del mercado mundial de minerales. Sin embargo, esta apuesta estratégica de la burguesía choca con la resistencia de un movimiento de masas que esta en ascenso y donde el tema urticante del gas ya se expreso en la jornada del 19. Las perspectivas son claras. La burguesía se prepara para una nueva prueba de fuerzas que tendrá un carácter decisivo y definirá el rumbo de la situación [3], de ahí la necesidad de ir revirtiendo, aunque más no sea parcialmente la relación de fuerzas establecida con el movimiento de masas. Lo acontecido en Warisata solo se constituye en uno de los primeros intentos del gobierno de ir afirmando un proyecto bonapartista de derecha.
Un cambio en el signo de la coyuntura política
Desde las jornadas de febrero hasta finalizado agosto la situación política estuvo caracterizada por un gran dinamismo en el terreno superestructural, donde las clases dominantes lograron retener la iniciativa política, apoyándose en la iglesia, con la búsqueda de su "acuerdo nacional" y en los permanentes llamados al dialogo bajo la forma de una "cumbre social" impulsada por DDHH y respaldada por la COB y el MAS, como pata izquierda. Fue esta política la que logró relegar al movimiento de masas a un secundario papel en el escenario y permitirle a las clases dominantes ganar valioso tiempo para recomponer el régimen y preparar nuevos ataques[4]. Pero si este fue el cuadro mas general durante los meses previos, los mismos estuvieron salpicados de diferentes procesos de lucha parciales y sectoriales, como fue el magisterio, salud, toma de haciendas en el oriente y en el altiplano, cooperativistas mineros y los trabajadores de Huanuni, estudiantes de la UPEA, jubilados y otros, que como rasgo distintivo de la nueva situación luego de febrero, es el nivel de radicalidad en los métodos de lucha así como la única salida para un gobierno sin margen de maniobra, es la represión sistemática y crecientemente legalizada. De hecho, no hay conflicto serio que para triunfar no se vea obligado a pagar el precio de compañeros muertos.
Sin embargo, esta seguidilla de conflictos parciales a sido superada con la jornada nacional de protesta del viernes 19. El movimiento de masas tomó la iniciativa y sacó la política de las oficinas y del parlamento para trasladarla nuevamente a las calles, rebasando por lejos las medidas propuestas por el conjunto de las direcciones sindicales, a quienes la convocatoria a una movilización se les transformo en un paro activo en la mitad del país. Este cambio en el signo de la situación política deja abiertas un abanico de posibilidades en el desarrollo futuro de la situación, que van desde la posibilidad de un nuevo embate del movimiento de masas unificado hasta el otro extremo que es la de salidas bonapartistas de derecha y altamente represivas como instrumento más confiable de gobernabilidad de las clases dominantes.
Es en este escenario que los revolucionarios podemos ir dando pasos agigantados en la lucha por forjar una estrategia de poder obrero, campesino y popular que apoyándose en la movilización y autoorganización del movimiento de masas pueda enfrentar con éxito las dos salidas que ha empezado a conformarse y que solo pueden conducir a nuevas derrotas: la salida bonapartista de la coalición burguesa o la salida frente populista, que esta articulándose entre las direcciones de los movimientos sociales, policías, y 'patriotas' antichilenos.
Notas
[1] El MIP se encontraba en una huelga de hambre de 1000 dirigentes exigiendo la libertad de Huampu.
[2] Comunicado del 14 de septiembre: La democracia para ricos nuevamente al desnudo
Preparar y organizar una gran lucha unificada de los trabajadores del campo y la ciudad
[3] Intentamos ser algo precisos en las distintas temporalidades. Nos referimos a que con la "guerra del agua" se abrió una nueva ETAPA en la lucha de clases del país. SITUACIÓN a periodos mas o menos prolongados dentro de este nuevo ciclo de luchas y a COYUNTURA periodos más breves, como por ejemplo los cambios diversos que han venido ocurriendo desde las jornadas del 12 y 13 de febrero hasta la fecha.
[4] Lucha Obrera numero 13: "mientras discuten pacto social para salvar al gobierno, Goñi prepara mas ataques"