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Latinoamérica

3 de agosto del 2003

El acuerdo entre los paramilitares y Álvaro Uribe Vélez:
Un negocio redondo

Alberto Pinzón Sánchez
ALTERCOM

Acaba de firmarse en la zona despejada del Alto Río San Jorge, un trato entre AUV y las AUC, asistido paso a paso por el representante del gobierno norteamericano, el agente argentino de la CIA Roberto Rubini (apodado "el Profe"), y algunos capellanes de tropa, el cual ha sido presentado con bombos y platillos por los medios de comunicación controlados por el Departamento E5 de guerra psicológica del Ejército de Colombia, como un "gran acuerdo de paz"..
Las reacciones han sido muy diversas y van desde la euforia mostrada por sus patrocinadores nacionales y estadounidenses quienes, ante la derrota política y militar de su proyecto contrainsurgente, no veían la hora de quitarse ese "chicharrón peludo" de encima; pasando por la cautela de algún recaudador alarmado por la cascada de impuestos que demandará el desarrollo del negocio (Montenegro 20,07,03), hasta la desilusión y tristeza que han mostrado algunos Defensores de los Derechos Humanos, y la ira franca de algunos damnificados (entre los cuales me incluyo), que no dudan en calificar el negocio como "el perdón a los crímenes de lesa humanidad cometidos por los paramilitares durante más de 20 años e impartidos a nombre de toda la sociedad desde el Palacio Presidencial"..
Sin embargo, hay algo que se debe mirar más allá de la impunidad: lo que se presenta como una "negociación de paz", no es más que un negocio redondo..
De todos es sabido que los paramilitares, llamados por la ONG norteamericana Human Rights Watch en su Informe del 2001: "la VI División del Ejército Colombiano", nunca han atacado al Estado, más bien han formado parte de la guerra contrainsurgente desatada por el aparato estatal contra la población civil acusada de ser el enemigo subversivo interno, y con ese objetivo estratégico fueron organizados y protegidos hace más de 20 años..
La reincorporación de esta División calculada en 17.000 hombres, demandará la suma de 208 millones de dólares, algo así como 600 mil millones de pesos colombianos. El gobierno norteamericano, que sí sabe de cifras, ofrece sólo tres milloncitos de dólares y los europeos, un tanto cautelosos, no parecen muy interesados, por lo que el grueso de la suma deberá salir del bolsillo de los contribuyentes colombianos y vendrá a sumarse al faltante o hueco fiscal de 2.5 billones que ha sido causado por la máquina de guerra uribista, que lo único que ha devuelto a la sociedad es humo tóxico, sin ningún resultado militar importante que insinúe la derrota de la Insurgencia..
Pero en este banquete del agasajo es donde se está sirviendo gato en lugar de liebre. Según los datos aportados por el periodista de investigación ítalo alemán Darío Azellini, conocido en Colombia, quien acaba de concluir un minucioso y detallado libro sobre este tema, los paramilitares que entran en la reincorporación no pasan de 3.583 hombres, es decir, son una cuarta parte de lo calculado por los expertos en el manejo de cifras "virtuales" del Régimen: dejando cerca de 2.000 hombres armados por fuera del negocio, en las zonas en donde todavía son necesarios para continuar la guerra contrainsurgente de la tercera etapa del Plan Colombia: región Urabá- Chocoano, Centro de Bolívar, Magdalena Medio, Llanos Orientales, Centro de Antioquia y Medellín..
Entonces, desde el cubilete de Mandrake, la Presidencia de la República, sale la cifra inflada tres veces más, en una típica operación de especulación financiera, que resulta ser un calco mejorado de la operación realizada por el actual Secretario General de la OEA César Gaviria cuando en 1991, para legalizar el Sistema Narco-Financiero y lavar el Narco-Latifundismo Emergente, indispensables para adelantar la apertura neoliberal de la economía colombiana, pactó su famoso "sometimiento a la justicia", que todo el mundo sabe cómo y en qué paró, con el capo de Medellín Pablo Escobar, quien a su vez, en ese momento, estaba asociado con el padre de Álvaro Uribe..
Ahora, como lo dice Gustavo Petro (20,07,03), se hace el compromiso con los reductos de los carteles de Medellín y el Norte del Valle, reagrupados por el flamante inspector general de las AUC Diego Murillo Bejarano (alias don Berna), con Castaño, Mancuso y la pandilla de gángsteres llamada estado mayor, a los que se le agregan algunas tropas aportadas por sus patrocinadores y sostenedores..
El Dr. Restrepo, Comisionado de Paz de Álvaro Uribe y autor de un libro sobre "la ternura humana", en una amplia entrevista (El Espectador, 20,07,03) dice, refiriéndose a lo elemental del negocio: "Ellos ofrecen desmovilizarse y a cambio el Estado les ofrece reincorporarse a la vida civil. Vuelven a ser ciudadanos, y eso tiene un gran valor"..
Claro, ni una palabra de lo que tiene más valor que esas ciudadanías impunes: las rutas que entregarán a las autoridades norteamericanas, los millones de dólares que inundan el sistema financiero colombiano, las 5 millones de hectáreas de la mejor tierra, las lujosa propiedades en las grandes ciudades en donde se reúnen con el Ministro del Interior..
Y de las indemnizaciones y reparaciones a los más de 80 mil muertos hasta hoy, "ejecutados extrajudicialmente", dentro de los cuales están los 5 mil cuadros políticos de la Unión Patriótica, los más de 15 mil sindicalistas, los miles y miles de maestros, líderes populares, cívicos, etc., el retorno de los más de 2 millones de desplazados que huyendo de los asesinatos con motosierra abandonaron sus pequeñas chacras para apiñarse en los cinturones de miseria de las grandes ciudades: !Ni una sílaba! .
Tampoco se habla de la Agenda para la Paz, en un acuerdo que más parece el saludo a las banderas del gobierno y en donde el tema recurrente es la protección contra las guerrillas que el Ejército les brindará en una zona despejada que ya se sabe donde está, además de las amplias "garantías", que el Estado se obligará a irles proporcionando, para que vuelvan a ser ciudadanos normales..
Así las cosas, ¿quién se traga la piedra de molino de que los Paramilitares pactaron con el gobierno colombiano para lavar su ciudadanía y sus "fechorías" como las llamó Mancuso, cuando tienen la certeza de que ninguna autoridad los está persiguiendo, y de repente abandonan la motosierra y todo el largo trabajo "estratégico" que vienen realizando y para el cual fueron organizados, cual es derrotar a la Insurgencia, e imponer el imperio de la ley, o al revés, la ley del imperio, a contrapelo de la Corte Penal Internacional, conociendo de sobra la suerte corrida por agentes similares, como el panameño "carepiña" Noriega, el peruano "drácula" Montesinos, el "patrón" Pablo Escobar, el "mariachi" Gacha, el "sargento" Perafán y el "monseñor" Ledher, quienes terminaron sin el pan y sin el perro? .
*El Dr. Alberto Pinzón Sánchez, médico y antropólogo, participó en la Comisión de los Notables en el pasado proceso de paz en Colombia y ahora como ensayista se dedica a impulsar una salida política al conflicto en su país