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Latinoamérica

4 de julio del 2003

Plan Robinson no es político

Ariel Florit
WORLD DATA SERVICE
El presidente venezolano, Hugo Chávez, acaba de subrayar que el Plan Robinson, de alfabetización, en su país "no tiene nada que ver con ninguna política", aunque a los ojos de muchos en América Latina un esfuerzo como ese por parte de un gobierno, levante de manera irremediable admiración y respeto entre los necesitados.

El programa fue puesto en marcha el martes y la razón por la cual es atacado por la oposición venezolana es que está basado en un método cubano denominado "Yo sí puedo".

En realidad Cuba ha sido el primer país en América Latina en aplicar una campaña popular de alfabetización en una época tan temprana como 1961. Ya entonces el antagonismo entre la Isla y Estados Unidos ganaba en intensidad y pocos en la región, debido a la implacable propaganda norteamericana, podía saber lo que realmente ocurría en este país caribeño. A la campaña de alfabetización cubana fueron jóvenes nada "adoctrinados". Puede decirse que muy pocos en ese momento aquí sabían de política, a parte de un "antiyanquismo" nacido muchas décadas antes de la revolución de Fidel Castro, triunfante en 1959, y de un nacionalismo que hacía avergonzar a la gente a causa de fenómenos como el analfabetismo. Entonces los "maestros populares" -léase adolescentes y hasta niños- fueron a los remotos lugares de la Isla y alfabetizaron a cientos de miles de personas.

El Plan Robinson es, para muchos, encomiable en su objetivo primordial: enseñar a leer y a escribir.

La oposición venezolana ha elegido un ángulo para combatirlo: las fuertes relaciones de Chávez con la Isla que han llevado a acusaciones de que el presidente es comunista y que desea instaurar un sistema "cubanizado" en Venezuela.

En realidad no debe ser nada fácil "cubanizar" un país como Venezuela, como no lo sería tampoco "venezolanizar" un país como Cuba. Los venezolanos y cubanos aunque se parecen no son idénticos. Podría decirse que los sistemas políticos, sociales y económicos de ambas naciones son casi diametralmente opuestos.

La quimera de que un grupo de alfabetizadores puede entronizar el "modelo cubano" en Venezuela parece un cuento de ciencia ficción. Las acusaciones parecen cumplir, además, con el propósito de hacer olvidar el fin central del Plan Robinson.

Este ha convocado a más de 60 mil voluntarios -y se esperan más- que tienen la misión de alfabetizar a un millón 500 mil venezolanos, aproximadamente.

"Un ejército de hermanos en Cuba está haciendo los folletos del facilitador, los manuales, los videos con el método cubano que ahora lo estamos venezolanizando', dijo Chávez. "Son millones de videos que se están reproduciendo en La Habana y el Gobierno cubano decidió no cobrarle a Venezuela ni un solo centavo por este aporte", agregó.

Reveló también que el presidente cubano, Fidel Castro, donó para ese esfuerzo 50 mil televisores. "Yo le dije a Fidel ¡Nosotros podemos pagar eso, yo tengo un recurso, el precio del petróleo está por 26 dólares el promedio! ¿No es?, y sin embargo, aquel Presidente y amigo, me dijo el lunes despidiéndonos: ¡Chávez no insistas! ¡Cuba no le va a cobrar a Venezuela un solo centavo!". "Esta Misión Robinson no tiene nada que ver con línea política, ni con adoctrinamiento, como dicen algunos representantes del estupidismo ilustrado. Tendríamos que inventar para ellos una Misión Robinson II, a ver si los sacamos de su estupidez ilustrada", dijo el mandatario venezolano. "Siguen insistendo en la tontería -que ya ni ellos mismos se la creen por supuesto- de que esto es un plan secreto entre Fidel Castro y Hugo Chávez para adoctrinar y sembrar el comunismo, y el eje del mal", subrayó. Mientras tanto casi dos millones de venezolanos han sabido ahora que tienen derecho a saber leer y escribir, y que tienen derecho a aprender a partir de un esfuerzo gratuito de su propio estado.

Y eso, irremediablemente, se agradece.