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Latinoamérica

6 de julio del 2003

Elecciones en México
La otra guerra

Sebastián López
Rebelión

Nadie va a impedir que
pueda ejercer mi derecho a expresarme
en los 70 centímetros de democracia
que a cada ciudadano le corresponden.
José Ramón García Gómez.


Cuando el Caballero Tigre le pidió a Cuauhtémoc que traicionara a Moctezuma, aquél que luego sería el último tlatoani mexica, contestó: "Señor, ¿qué historia es ésta llena de intrigas y egoísmo? ¿Cómo será nunca un pueblo si llegado el momento todos queremos la ventaja personal? Yo no soy mejor que tú, no soy nadie; pero al menos me da horror lo mezquino de tu espíritu. Lo que quieres es… ¡el asesinato de Moctezuma, la ruina de mi pueblo!"

Mañana, a estas horas, la primera jornada electoral de nuestra historia moderna, organizada bajo un gobierno no priísta, estará en curso después de un largo período de campañas dizque políticas, que lo único que han dejado de manifiesto para la mayoría de las ciudadanas y ciudadanos que, a pesar de todo, saldremos a las calles e iremos a las urnas a depositar nuestro voto es que el pueblo del que habla el Cuauhtémoc personaje de la obra de teatro de Sergio Magaña, Moctezuma II, no será, sino que ya es.

En medio de un ambiente electoral como el que vive el país en estos momentos, con un IFE cuya credibilidad ha sido puesta en duda tras los casos del Pemexgate y de los Amigos de Fox, y con representantes de partidos políticos que se aprovechan de ello para hacer más turbias aún las aguas y terminar haciendo de todo esto un río revuelto en el que ellos resulten los únicos pescadores, el desinterés parece ser el estado de ánimo que caracteriza estos días; o, si no, la falta de confianza.

"No quisiera ver que algún día vengan sobre los mexicanos otros pueblos cuyos dioses humillen a los nuestros", dice nuestro personaje en respuesta al joven Tetlepanquétzal, con quien después la historia lo reuniría para ser torturados y asesinados juntos. Lo que no imaginó el Cuauhtémoc de Magaña es que aquellos "dioses" continuarían humillando a los nuestros, y al pueblo todo, más de cinco siglos después; pues, mientras los "políticos" se llenan el buche de promesas que no habrán de cumplir, otras, aquellas hechas por quien hoy reside en Los Pinos, no han sido cumplidas, y allí están los quince minutos en que supuestamente sería resuelto el conflicto indígena enfocado en Chiapas para dar cuenta de ello. ¿Por qué? Porque en nombre de dichos "dioses", cuyos nuevos motes están el de libre comercio, neoliberalismo o globalización de las reglas del capital, los "políticos" mexicanos han repetido la historia de su relación con quienes, dicen, serán o son su representadas y representados: la historia de olvidos y burlas que de arriba nace para quienes abajo sobreviven.

Por eso mismo, no ha sido raro escuchar distintas voces de la sociedad civil llamando a no acudir mañana a las urnas. Las razones son muy variadas y distintas, pero todas y cada una parten, el menos la mayoría, de la certeza de que esta historia, como aquél 2 de julio de 2000, tampoco cambiará. Sin embargo, como no se ha dejado de apuntar, llamar a no votar sin una participación política que deje al desnudo públicamente el engranaje de la democracia a la mexicana, será lo mismo que no votar porque se prefirió ir a tomar unas cuantas chelas.

Mañana, de los menos de 60 millones de mexicanas y mexicanos con posibilidad de votar se calcula que sólo lo hará la mitad; si no mal recuerdo, en la elección federal del 2000 el candidato ganador obtuvo poco más del 40 por ciento de los votos, bajo el mismo esquema, eso representarían casi 11 millones de votos, los de 11 millones de personas, la décima parte de la población nacional, que estarían decidiendo con su voto la conformación de un Poder Legislativo que tendrá en sus manos nuestro destino inmediato: tan sólo en un par de años el gobierno de Estados Unidos espera que sean firmados los acuerdos que conforman el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), un TLCAN corregido y aumentado que asegurará a las transnacionales, especialmente a las estadounidenses, el control primero comercial y luego político y social en todo el hemisferio; para la firma en el caso mexicano, será el Congreso de la Unión quien de la última palabra.

Hace ocho días escribíamos que "por defender el respeto al voto que usted y yo depositaremos… José Ramón García Gómez fue detenido y desaparecido por el gobierno neoliberal encabezado por Salinas de Gortari". Mi amigo Víctor Hugo dice que quien desde la izquierda ha muerto luchando no lo hace por algo tan pequeño; yo diría que no nada más, pero por ende también. Mañana, cuando esté frente a las boletas electorales leyendo el titipuchal de nombres de personas que ni siquiera conozco, pensaré en José Ramón y quizás, sólo quizás, recordando aquello que otro buen amigo, Guillermo Peimbert, escribiera, de que "un ciudadano no es sólo un lector", en lugar de elegir alguno de los recuadros aquellos para tacharlos escribiré las frases con que mi apreciada Areli firma los comunicados de la Red de Comunicación Morelos: ¡No a las megatiendas Costco en el Casino de la Selva, ¿Quién asesinó a la abogada Digna Ochoa? y Libertad ya a los presos de San Isidro Yautepec y a los campesinos de Temoac!

otromorelosesposible@yahoo.com.mx