6 de julio del 2003
Editorial del Correo del Magdalena
¿Hacia dónde quieren llevar a Colombia?
Mientras que las mayorías del país siguen con la esperanza en
una salida política al conflicto que provea de justicia social, bienestar
y democracia a los colombianos, el gobierno y el establecimiento se contraponen
a los sueños, ejecutando y diseñando nuevas políticas que
profundizan el conflicto y hacen más complejo y distante tejer acuerdos
para la convivencia y reconstrucción de la nación..
Y es que la opinión de las mayorías no cuenta para los gobernantes, habituados como están a manejar el país con perversas mentiras y propósitos agazapados. La política de "seguridad democrática" es una de tantas, publicitada como panacea por el actual gobierno, siendo que está prevista para allanar el camino hacia un régimen neofascista que se proponen asentar mediante la guerra, con el pretexto de luchar contra el "terrorismo"..
El presidente Uribe solo entiende ese camino para resolver el conflicto interno y anda desesperado buscando apoyos en distintos escenarios: en los "consejos comunitarios" donde ofrece "el oro y el moro" a las comunidades; en las asambleas de los gremios económicos, donde a la par que pide finanzas les ofrece gabelas; en los escenarios internacionales, con la diplomacia de guerra adelantando gestiones para internacionalizar el conflicto..
Más de un mensaje ha enviado a los EEUU para que intervenga militarmente. En el pasado Foro de Davos (Suiza) hizo el "oso" pidiendo a Bush que enviara a Colombia las tropas que iban rumbo a la invasión de Irak, propuesta que más de uno calificó de atontada..
Los gobiernos de los países vecinos y centroamericanos son aterrorizados con la amenaza de la expansión de la insurgencia a sus territorios y presionados para que se involucren y asuman como suyo el conflicto colombiano. En la reunión del Grupo de Río en Cuzco fue más allá, utilizando al presidente del Ecuador quien en nombre de los países del Grupo, le pide a la ONU que obligue a la insurgencia a negociar con tiempos y marcos previamente definidos y, en caso contrario, se adopten otras medidas que se entiende cuáles son. La misma propuesta fue avalada días después por la OEA en su reunión de Santiago y aplaudida por los halcones del norte..
Todos esos movimientos y gestiones son parte de la estrategia dirigida a internacionalizar un conflicto, que somos los colombianos quienes tenemos que resolverlo. Pero como no tiene propósitos de paz y tampoco confía en sus generales, que en más de un momento lo han enfurecido por falta de resultados, es que recurre al pedido de fuerzas extranjeras para cumplir la meta de sus sueños: destruir la insurgencia antes que finalice su cuatrienio..
La propuesta presentada a la ONU sería un primer paso para comprometer al Secretario General en el conflicto y a través de él conseguir que el Consejo de Seguridad intervenga en Colombia con una fuerza multinacional..
Ese es uno ejes de la estrategia de Uribe. Otro, no menos siniestro, es la guerra sucia del Estado, arrasante, especialmente contra población civil a través de sus propios agentes en algunos casos y en otros, con bandas de mercenarios pagados por los narcotraficantes, socios de crímenes y cómplices de rutas de exportación de la droga..
Son testimonios ciertos los 150 lideres sindicales asesinados en promedio cada año; los tres millones de campesinos desplazados y otros miles masacrados para despojarlos de la tierra; los cientos de indígenas, afrocolombianos, estudiantes y defensores de derechos humanos asesinados, desaparecidos y desterrados del país; los miles de hombres y mujeres encarcelados arbitraria e injustamente, en una brutal cacería de brujas como en los tiempos de la inquisición; los cientos de líderes judicializados con cargos falsos, testigos comprados y pruebas inventadas; los sindicatos destruidos y las organizaciones sociales satanizadas. Esta guerra del Estado tiene como propósito destruir el tejido social, silenciar el descontento y mantener a los colombianos bajo los efectos del terror..
Y lo más criminal de esa estrategia es que los costos de la guerra los están pagando los trabajadores. Sobre sus espaldas se ha descargado la financiación a través de mañosos mecanismos de reducción de salarios, aumento de las cargas fiscales y el incremento del desempleo. Las leyes de reforma laboral, pensional, tributaria y del Estado, entre otras, agravan la situación económica, laboral y social de quienes viven del salario, mientras que para la oligarquía y las transnacionales significa mayores utilidades; y de ñapa, como si fuera poco, les prepara la privatización y entrega de las empresas rentables del Estado, que son patrimonio nacional y orgullo del país como Telecom, ECOPETROL y otras, donde la reestructuración iniciada es apenas el primer paso para enajenarlas y dejar en la calle más de 40 mil trabajadores..
Los ingresos por la venta de las empresas y despido de los trabajadores tienen como destino la financiación de la guerra..
No es cualquier cosa lo que se está cocinando. Estamos a las puertas de un totalitarismo neofascista que se está implantando soterradamente con el pretexto de la lucha contra el "terrorismo", apoyado por el gobierno de Bush y algunos europeos. El referendo tramposo, el "estatuto antiterrorista", la reforma a la justicia y otras iniciativas gubernamentales y legislativas son parte de ese esperpento político y están dirigidas a facilitar la estrategia uribista removiendo de la Constitución del 91 los escollos que no acompasan con el régimen en marcha, darle un soporte jurídico a la dictadura y revisar los convenios internacionales sobre derechos humanos que tanto les incomoda..
La estrategia está clara y los propósitos también. Se está constituyendo un nuevo Estado de esencia fascista, que Uribe lo llama simpáticamente "estado comunitario", escondiendo tras el idílico nombre, sus garras monstruosas..
La paz a que le apuesta el presidente es la que necesitan sus amigos los narcoparamilitares para legalizarse y disfrutar la inmensa riqueza acumulada con el narcotráfico, el despojo de familias y los crímenes. La negociación que adelanta con ellos, además de ser una comedia, es una estafa y una burla descarada. Lo que está haciendo Uribe es lo mismo que hizo el gobierno de Gaviria, resolver la situación jurídica de los narcotraficantes, con la diferencia que éste les abrió el camino del sometimiento a la justicia, y el actual de hecho les reconoció y elevó el estatus político con las negociaciones de paz, como si estuviesen contrapuestos al Estado, cuando en realidad son parte del mismo Estado..
Paramilitares y narcotraficantes es lo mismo en Colombia. Los primeros son la fuerza militar asalariada al servicio y órdenes de los Castaño, los Mancuso y el Don Berna, este último propietario de cinco grupos de mercenarios que operan en las rutas de exportación de la droga. La relación de aquellos con la fuerza pública es imposible esconderla ante las evidencias de los nexos y los continuos escándalos que se hacen públicos..
Ilustrativo de lo anterior son los casos del General Gabriel Díaz Ortiz, comandante de la II Brigada del Ejército de Barranquilla, y todos los comandantes de la Policía de los departamentos de la costa Atlántica que fueron destituidos por hacer parte de la telaraña que los narcoparamilitares tienen construida en la región, la cual se hizo pública gracias a las contradicciones surgidas entre las instituciones. Al general Pablo Rodríguez, comandante de la III Brigada del Ejército de Cali, le dieron la baja por similares motivos..
Los esfuerzos de muchos colombianos que, a riesgo de su vida, trabajan silenciosamente por la paz con justicia social, no encuentran receptividad y chocan con la testadurez de un presidente que no estando para esos propósitos altruistas, marcha por el carril opuesto con todas las baterías, negándose a ver que hay otras salidas y que "otro mundo es posible"..
Los colombianos tenemos que asumir la responsabilidad en la solución del conflicto y la construcción del nuevo país. Este propósito, que es nacional, no se puede dejar en manos de quienes lideran proyectos macabros. En este momento la patria está en un doble peligro: caer en manos de los neofascistas y regresar a la recolonización, anexados a los intereses del imperialismo..
En razón de lo anterior, no nos cansamos de insistir en la urgencia de la unidad del campo popular en torno a los puntos que tengamos en común. Sin que neguemos la importancia de las diferencias existentes, estas no se deben priorizar como solía decir el Comandante Camilo Torres Restrepo. Las diferencias que tengamos las iremos aclarando, tratando y resolviendo al calor de las luchas y los puntos que en que nos identifiquemos..
Llamamos a que nos unamos, hagamos alianzas más amplias y trabajemos en torno a puntos como:.
La lucha por la solución política y en contra de la guerra uribista..
La lucha contra la internacionalización del conflicto..
La lucha contra el referendo, por la defensa de la democracia y contra las leyes autoritarias y represivas..
La eliminación de la estructura de guerra sucia del Estado..
La lucha contra el ALCA y la política neoliberal..
La defensa de las organizaciones sociales y el apoyo a sus luchas..
El ELN está dispuesto a trabajar por la unidad, por alianzas en torno a lo que tengamos en común y nos una, respetando a los demás y las diferencias..