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Latinoamérica

CAMPAÑA CONTRA COCA-COLA

Ermelina MOSQUERA : Portavoz de la campaña de boicot internacional a Coca Cola

«Con el boicot defendemos nuestro derecho a la vida» El día de hoy marca el inicio del boicot internacional contra los productos de la empresa multinacional Coca Cola. Esta acción ha sido ideada por el Sindicato Nacional de la Industria Alimentaria -Sinaltrainal-, que intenta de esta forma poner punto final a las prácticas abusivas de la empresa norteamericana en Colombia.
El 31 de marzo, un juez federal aceptó a tramite en Florida la demanda del sindicato United Steelworkers of America contra dos embotelladoras de Coca Cola en Colombia -Bebidas y Alimentos, y Panamerican Beverages-, por permitir e incitar a los grupos paramilitares al «asesinato, tortura y persecución de los trabajadores que intentaban sindicarse». Por contra, no aceptó la denuncia contra la corporación norteamericana, ya que considera que la compañía no establece las condiciones laborales en las embotelladoras.
La denuncia apunta a que Bebidas y Alimentos conspiró con grupos paramilitares para matar al líder sindical Isidro Gil en la nave de la empresa y así eliminar la fuerza sindical Sinaltrainal en la planta embotelladora en Carepa, Colombia, que opera «bajo control y autoridad» de Coca Cola, y a la que Ariosto Mosquera, el encargado de la embotelladora, invitó a los paramilitares a entrar para «exterminar el sindicato».
Horas después, los paramilitares incendiaron la oficina de Sinaltrainal en Carepa. Dos días más tarde, los paramilitares volvieron a la factoría y obligaron a los trabajadores a renunciar a su militancia en el sindicato bajo amenaza de muerte.
La compañía asegura en su web que «Coca-Cola Co. y sus plantas embotelladoras locales han dado prioridad a la seguridad de sus trabajadores y representantes sindicales» y que Mosquera había dejado su trabajo cinco días antes.
Ermelina Mosquera, miembro de la junta directiva de Sinaltrainal, ha estado estos días en Europa haciendo pública esta denuncia y la participación en la guerra de las trasnacionales, «que generan más violencia y más guerra».
-¿Cómo se vive en Colombia el desembarco de las empresas trasnacionales? Desde que llegaron a nuestro país han intentado establecer un control total de los recursos nacionales, como biodiversidad, petroleo, oro, embalses de agua, servicios públicos, pero también en la alimentación, en el caso de Nestlé y Coca Cola.
En los últimos cinco años Coca Cola ha reemplazado a más de 10.000 trabajadores a través de agencias de empleo y contratos temporales. Nuestro sindicato ha sido reducido a la mínima expresión porque también Nestlé ha hecho lo mismo. Se llevan empresas, cierran líneas de producción, recortan beneficios sindicales... Y lo más grave es que también ha generado violencia, porque los trabajadores resistimos estas políticas y entra el Gobierno a penalizar la protesta. Y es que esto no es consecuencia sólo de las políticas de las empresas transnacionales, sino también del Gobierno, que legisla a su favor, privatizando servicios públicos, la educación, la salud... y lo último que están haciendo es negociando los ríos. Ya hay ofertas para los embalses de agua.
Los trabajadores han sufrido desplazamientos masivos, amenazas de los grupos paramilitares y asesinatos. En el caso de Nestlé hemos tenido ocho asesinatos de trabajadores, y en Coca-Cola siete asesinatos, algunos dentro de la misma empresa. Está claro que debe existir un vínculo con los paramilitares, que defienden a las empresa con argumentos como «es que ustedes con sus denuncias van a acabar con la economía de la región». Los paramilitares defienden que hay que acabar con cualquier tipo de resistencia que obstaculice la entrada de las empresas multinacionales y del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Las regiones donde se producen mayores masacres y desplazamiento de campesinos del campo a la ciudad son aquellas donde se encuentran los mayores recursos. Hoy tenemos más de 3 millones de habitantes desplazados del campo a la ciudad, muchos de ellos familiares de trabajadores que trabajan con trasnacionales o víctimas de la violencia que se vive en aquellas áreas donde las trasnacionales tienen intereses. -¿Por qué se decide una demanda contra Coca Cola en los tribunales norteamericanos? Cuando vemos que hay una impunidad imperante, cuando vemos que hay complicidad por parte del Gobierno, nos toca salir fuera a buscar alternativas, y nos recomendaron hacer una demanda internacional por los casos de violación de derechos humanos y para que se reparen los daños y se castigue a los responsables...
Como EEUU son cómplices de la política de sus empresas, no creíamos que la demanda prosperaría, y por ello decidimos llevar a cabo una audiencia pública popular. Se realizaron sesiones en Atlanta, Bruselas y la última en Colombia, en la que se hizo un pronunciamiento nacional e internacional contra las violaciones de derechos humanos y se exigió al Gobierno colombiano que interviniese para asegurar que estas empresas no violan los derechos humanos, y que cuando lo hagan los culpables sean castigados, y así la impunidad no siga prosperando... A Coca Cola se le pide que cumpla con los tratados de la Organización Internacional del Trabajo. Y a la comunidad internacional que exiga también al Gobierno colombiano que se cumplan las leyes.
-El Gobierno insiste en negar vínculo alguno con los paramilitares y el propietario de Bebidas y Alimentos, Richard Kirby, dice que no puede pararles porque tienen armas y hacen lo que quieren... Es muy sospechoso porque a las empresas no entra cualquiera y en la misma empresa aparecen pintadas y carteles de paramilitares. Cómo se explica que nuestros compañeros sean asesinados en las naves de la empresa. Cómo se explica que los paramilitares de Carepa, en Urabá, ocuparan la empresa por ocho días, haciendo renunciar a todos los miembros del sindicato y posteriormente quemaran la oficina. Lo que pedimos es que se investiguen los vínculos entre las empresas y los paramilitares. -¿Cómo llega la idea del boicot a Coca Cola? Se aprobó en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, porque lo están haciendo en muchas otras partes del mundo. Por ejemplo, en Guatemala ha habido muchos asesinatos. Uno no puede decir que Coca Cola físicamente les dispare, pero sí son complices con agentes a su servicio en los asesinatos de los trabajadores. A raíz de la decisión del FSM de declarar el 22 de julio como Día Internacional contra Coca-Cola, en la última audiencia pública que se hizo en Colombia se creó un observatorio que permite un seguimiento constante a estas trasnacionales, para investigarlas con mayor profundidad, que ayude a reorganizar aquellos sindicatos que han sido debilitados o eliminados, y que se haga un proceso con las víctimas de la violencia..., y sobre todo un hermanamiento internacional con organizaciones de derechos humanos, ONG, sindicatos.... Y en estos momentos también son miembros del observatorio todas las organizaciones que están siendo victimizadas por las multinacionales, como Sintraminercol -el sindicato de la minería que ha presentado una demanda contra la corporación minera estadounidense Drummond-, Sinaltrainal, Siempre Viva -que trabaja con los indígenas, campesinos y afrocolombianos-, pero también defensores de derechos humanos como el Colectivo José Alvear, e institutos de educación para el desarrollo. Las audiencias públicas fueron un éxito, porque conseguimos apoyos internacionales, financieros, humanos, de denuncia... Y ello hizo que el 31 de marzo fuera aceptada la demanda contra las embotelladoras.
-¿Cómo se ha recibido? Hay mucha gente que piensa puede afectar a los trabajadores de sus países. Claro, a nosotros también nos afecta en Colombia, pero hemos tenido que declarar el boicot para defender nuestro derecho a la vida, de forma diferente a otros países del norte, donde prima la reivindicación económica, No es porque queramos, porque ¿quién quiere perder su puesto de trabajo? Pero estamos más que obligados a realizar acciones de este tipo para poder contrarrestar su política.
-¿Cuál es la situación en el caso de Nestlé? También se han sufrido asesinatos y también han asumido una actitud muy agresiva contra los trabajadores, que sufren amenazas, desplazamientos... Hay una ofensiva contra los trabajadores con despidos masivos, recorte de beneficios... Y también hemos descubierto que hay una alianza comercial directa entre Coca Cola y Nestlé en algunos productos que ésta produce y aquella distribuye. Si se va a comprar cualquier producto se tiene que tratar con Nestlé o Coca Cola, que son los dueños del mundo, y por eso esa agresividad.
-¿Tienen contactos con el resto de campañas nacionales? Con algunas. Por ejemplo con los trabajadores de Coca Cola en Guatemala y Canadá... y también en Ecuador, Venezuela... Promovemos relaciones entre todos los trabajadores que han sido víctimas de Coca-Cola en el mundo para investigar las actividades de esta empresa y que nuestra demanda se pueda aplicar a otros trabajadores.
Las políticas de Coca Cola y Nestlé son muy conocidas. Por ejemplo, en el Congo, hay una campaña contra Nestlé por promover sus productos como sustitutivos de la leche materna, donde se paga a los doctores para que recomienden a las madres la utilización de leche en polvo y no les den de mamar a sus hijos. En el caso de Colombia, denunciamos la importación de materia prima caducada. La leche llega con fecha de caducidad superada, pero la empresa la sigue utilizando aunque puede en un momento determinado matar niños, porque este es un producto que se puede contaminar muy fácilmente, sobre todo en este caso donde no existe ningún control: es leche que llega de otros países -hay que considerar lo ocurrido con la fiebre aftosa, las vacas locas-. Es muy peligroso.
-¿Y con los sindicatos? Hay sindicatos que nos han ayudado en la denuncia, con campañas de hermanamiento y solidaridad, pero el acompañamiento ha sido mayor en el caso de ONGs o colectivos de solidaridad con América Latina, o defensores de derechos humanos. Nos encontramos con sindicatos que se solidarizan con nuestra lucha, pero como tienen buenas relaciones con la empresa limitan su solidaridad. Otros están afiliados a organizaciones sindicales internacionales, donde consideran que el boicot no es el mecanismo. Nosotros respetamos su opinión, pero repito, el problema de los trabajadores colombianos es de supervivencia. Es posible que el boicot no sea lo más adecuado, pero es que nos han llevado a este extremo, porque ya no hay otra forma de que nos escuchen. Y pensamos que la solidaridad debe ser un principio en el mundo, porque así como las empresas globalizan su producción y su política, los trabajadores también tenemos que globalizar la unidad, la lucha.
-¿Cómo repercute el Plan Colombia en el sindicalismo Terrorista para el Gobierno son los sindicatos, porque cualquiera que este en contra de sus políticas es un terrorista. Estamos penalizados por la protesta, somos encarcelados por rebelión y nos juzgan por terroristas. Nosotros no tenemos armas, sólo disponemos de la voz, la mo- vilización, la denuncia escrita o hablada. No somos terroristas. Y el Plan Colombia se ha destinado a fortalecer las fuerzas represivas.
-Una excusa para atacar a otros sectores sociales... Claro. Para nosotros el problema no es la guerrilla, los paramilitares, el narcotráfico o el Gobierno. Este es un problema social: la lucha por el poder. Y en la lucha, nosotros nos resistimos a estas políticas e intentamos sobrevivir, y las trasnacionales intentan hacerse con los recursos naturales e implementar sus políticas. No creemos que el problema es la insurgencia. Se puede eliminar toda la guerrilla, pero si no se combaten las causas de esa guerra, paz no hay. Porque una paz con hambre no puede haber. Una paz sin garantías social no puede existir. La guerra va a continuar. Nosotros vivimos una guerra lenta, que dura más de cuarenta años, que no se conoce en otros países porque es lenta y es una guerra civil. En Colombia también se nos bombardea.
A diario se matan sindicalistas, defensores de derechos humanos... Esta es una guerra en la que nosotros mismos nos estamos matando por intereses de otros. Para nosotros es un problema social. -