9 de julio del 2003
Lula en el ALCA y con el FMI
Basilio Abramo
La Verdad Obrera
El pasado 11 de junio, 25 mil trabajadores marcharon en Brasilia contra la reforma a las jubilaciones de Lula y el FMI. Para el próximo 8 de julio está anunciada, si Lula no retrocede con esa reforma, la primera huelga nacional. El descontento de sectores populares comienzan a manifestarse por no cumplirse con los ansiados cambios esperados por los trabajadores y el pueblo.
Durante los primeros meses la aplicación de las medidas monetaristas, el fuerte ajuste fiscal y los drásticos recortes presupuestarios, eran vistas por la amplia mayoría de los aliados del gobierno, como medidas "necesarias" y "provisorias" para evitar que la economía brasileña terminara como la argentina, y mostrar "responsabilidad" frente a los "mercados". Sólo protestaban franjas de trabajadores, organizaciones de izquierda menores y algunos sectores del ala "radical" del PT. Pero a casi seis meses, un conjunto de contradicciones han salido a flote, ya que se hace evidente una determinación de continuar alineado a las reglas del FMI y del imperialismo. Ahora, las protestas han crecido, ampliando la base de los sectores "radicales" del PT, los más de 250 intelectuales ligados al mismo partido que firman documentos contra la política del gobierno, pero lo más importante, es que comienzan a desarrollarse importantes luchas de los trabajadores del sector público y privado. Y también, hoy las protestas vienen de aquellos sectores de la burguesía que apoyaron a Lula en las elecciones y en sus primeros meses.
En el reciente viaje de Lula a los Estados Unidos quedó demostrado una vez más que se continuará con la política comandada por el FMI y de sometimiento a los intereses norteamericanos. El acuerdo, entre otros, sobre una "ALCA mínima", fue realizado bien a la manera norteamericana, en el sentido en que salva el plan del gobierno de Bush para que se mantuviera la firma definitiva del tratado en el 2005, tal como estaba previsto. Todo esto en cambio de un supuesto trato de Brasil como "interlocutor" en el cono sur, que es más simbólico que otra cosa. No se puede dejar de lado los elogios de Lula a Bush, cuando hablaba de la "sinceridad" del presidente norteamericano, justo en momentos que éste viene teniendo una ofensiva guerrerista y neocolonialista.
Las medidas económicas para garantizar lo acordado con el FMI, producen la retracción económica, en un país que está técnicamente en recesión, pues reducen el crédito disponible para las inversiones y para el consumo. El propio ALCA es desfavorable para sectores de la burguesía brasileña en muchísimas ramas de la producción, dadas las barreras proteccionistas y los subsidios que los EE.UU. imponen. Hoy, hasta periódicos ligados a sectores de la burguesía paulista, como el de la Folha de San Pablo, destacan que en Brasil "además de la Constituyente y de la caída de Collor, el hecho político más importante desde la dictadura es la adhesión del PT al establishment. Lula es otro episodio de renovación del continuismo -la historia de Brasil en dos palabras"(1), reflejando lo que ellos llaman de "la abdicación interna y externa del nuevo gobierno".
Justamente, la orientación política de Lula, ha generado diferencias entre sectores de la burguesía que son más o menos perjudicados o beneficiados con los actuales rumbos del gobierno. Los capitalistas que comienzan a protestar componen mayoritariamente sectores ligados al mercado interno, que son más directamente alcanzados por la crisis en curso. En este sentido, la actual orientación del gobierno se apoya en los sectores más concentrados de la burguesía ligados a las exportaciones y de los banqueros.
Todos estos indicadores, y los planes del gobierno, apuntan para un mayor alineamiento con el imperialismo a costa, incluso, de contrariar hasta intereses de sectores de la burguesía nacional que venía componiendo su base de sustento. Las críticas del vicepresidente Alencar y de otros sectores burgueses, como también la salida del PDT de Brizola de la base de gobierno, expresan ese movimiento de los sectores más directamente afectados por la crisis económica. Hasta la misma reducción reciente de las tasas de interés en 0,5%, como también las nuevas metas inflacionarias definidas en los últimos días, confirma esa orientación en la medida en que fue negociado con el FMI, a pesar de las nuevas medidas del gobierno para intentar contentar los sectores burgueses que protestan como las de incentivo al crédito, irrelevantes para salir de la recesión como ellos mismos afirman.
La capacidad de Lula para atender los intereses de los sectores afectados por las medidas recesivas en acuerdo con el FMI, así como la habilidad o no de conciliar esos intereses, provocarán divisiones en las alturas. Aunque la entrada del importante PMDB para la base de gobierno y de otros partidos burgueses, la consolidación de la Central Única de Trabajadores (CUT) como brazo sindical (a pesar de todas las contradicciones que esto representa), la popularidad que aún mantiene Lula, así como el apoyo de otros principales partidos de la burguesía, como el PFL y el PSDB, contribuyen a la fuerza que el gobierno mantiene hoy.
Los trabajadores y Lula
La importante manifestación del 11 de junio en Brasilia, donde más de 25 mil trabajadores, en su inmensa mayoría empleados públicos federales, pero también del sector privado, sectores populares y estudiantes contra la reforma de la previsión social, parecida a la que aplica Chirac en Francia, es un importante indicador de que los trabajadores están dispuestos a defenderse, y ya marcaron la primera huelga contra el gobierno para el 8 de julio si éste no retrocede con la reforma.
La manifestación de Brasilia fue la primera acción de proyección nacional organizada por los sectores no mayoritarios de la CUT y realizada en última instancia en su contra, a pesar del apoyo formal que dieron. Esto quedó expresado en el repudio de los manifestantes a la figura de Luiz Marinho, recién electo presidente de la CUT por indicación de Lula, y en los abucheos a los líderes del PT y del PCdoB en el acto, mientras los llamados diputados "rebeldes" del PT eran extremamente aplaudidos y llevados en andas.
Las huelgas de empleados públicos estaduales y municipales, indican la misma disposición, como se expresa entre los trabajadores de Belo Horizonte, San Pablo y Río de Janeiro. Incluso, luchas contra gobiernos del PT, como es el caso de Blumenau y Campinas; en esta última enfrentando a la policía y contrariando las orientaciones de la dirección del sindicato controlado por el PCdoB. Pero también, desde abril, sectores obreros metalúrgicos, tanto de la base de la CUT como de la central Fuerza Sindical, protagonizaron huelgas por recomposición salarial desvalorizados por la inflación, lo que lleva a indicar que estos sectores puedan protagonizar enfrentamientos con la patronal en el próximo período, principalmente si tenemos en consideración que son los más afectados por la crisis.
La situación en el campo no apunta para una dirección diferente. La ola de ocupaciones de tierras y bloqueos de caminos indican una disposición de los campesinos de seguir luchando, aunque esto signifique contrariar a sus direcciones nacionales que han indicado cargos en el gobierno central. Este aumento de las luchas en el campo, ha generado enfrentamientos cada vez mayores con los terratenientes que se organizan en guardias blancas armadas y que ya asesinaron más campesinos que en todo el año pasado. El gobierno de Lula, amenaza responder ofensivamente hablando incluso que la ley debe ser cumplida sino paran con la ola de ocupaciones, lo que no significa otra cosa que amenaza de represión.
Todo esto significa que comienza a gestarse una nueva camada de trabajadores y de sectores populares, de carácter amplio, en el país, que empiezan a cumplir un papel en la primera línea contra las medidas del gobierno y de la patronal. El gran obstáculo que tienen al frente son las propias direcciones políticas a las que siguen, y la enorme ilusión que la amplia mayoría del pueblo tiene aún en Lula. En la medida en que el gobierno profundiza su alineamiento con el FMI y el imperialismo, lo que significaría más ataques indirectos o directos, se podrá avanzar para que esa nueva vanguardia se foguee y consolide, protagonizando importantes luchas en el próximo período. Por es central dotarse de una política que al mismo tiempo que profundice la independencia de esa vanguardia, asiente las bases para que ésta amplíe sus lazos con las grandes masas, y que vayan haciendo su experiencia con el gobierno Lula, en el camino de la lucha por la independencia política de los trabajadores.
1 "Lula e a renovação do continuísmo". FSP, 22/06/2003.