25 de junio del 2003
La situación de los medios venezolanos 
Laboratorios de programación ideológica 
Fernando Olivares Méndez  
  
  
  Estamos ante unos medios de comunicación perversos, tramposos e inteligentes, 
  que, usando como voceros a los opositores, aplican tácticas flexibles: 
  ya hemos visto que, hábilmente, cuando sus expectativas no se cumplen, 
  las cambian  
  "En la degradación (si no en la destrucción) de la razón 
  política los medios de comunicación social tienen una inmensa 
  responsabilidad. La predilección por lo sensacional, lo morboso, lo truculento, 
  lo carroñero, que no por lo verdadero, lo justo, lo bueno, lo recto, 
  conduce, en efecto...a minar las bases mismas de la convivencia social..." Caramba, 
  qué gran verdad, minar las bases de la convivencia social; o sea, incitar 
  al odio, la violencia, la división, el temor. Pero hay más, "...La 
  televisión, sobre todo, no ha sido utilizada, hasta ahora, para educar, 
  formar e informar sino para masificar, domesticar y manipular; es decir, para 
  bestializar e instrumentalizar"; y... "Los moldes de la opinión 
  pública son fraguados en los laboratorios técnicos de las grandes 
  empresas televisoras privadas (las dos canales principales en nuestro medio, 
  con ramificaciones transnacionales) atendiendo a los intereses o a los caprichos 
  de los dueños. Los manipulados pueden estar 'satisfechos': lo que escapa 
  al ranking de noticias carece de relieve, de importancia social, e incluso (para 
  los más débiles y nariceables) de credibilidad ¡Por supuesto que 
  es falsa la supuesta neutralidad e imparcialidad de los mass media! Sus acciones 
  u omisiones responden a los intereses de la oligarquía mediática. 
  Buscan con ellas tallar mentalmente un sujeto que responda dócilmente 
  a sus impulsos...Cada uno tiene su tipo de borrego, su perfil de rebaño. 
  Esto es aplicable a la televisión privada (NR: venezolana) de la oligarquía 
  mediática...".
  
  Con la salvedad que las negrillas son responsabilidad del redactor, ¿quién 
  cree usted que escribió esos párrafos? Imagino que si usted es 
  un lector objetivo e imparcial responderá que seguramente es de algún 
  investigador de la comunicación; si usted es afecto al gobierno dirá, 
  ¡coño, qué bueno! Y si usted es de los que lo detesta, expresará, 
  "eso son puros inventos que escribió un chavista comunista como Juan 
  Barreto; lo que quieren es aplicar la ley mordaza y cerrar los medios. Vagabundos, 
  sinvergüenzas...¡ni un paso atrás". Pues para que lo sepa, no fue 
  Juan Barreto o algún testaferro del gobierno: lo que usted leyó 
  es nada más y nada menos que de José Rodríguez Iturbe (Crítica 
  de la Locura del Poder y Otros Temas; Ediciones El Centauro, Caracas, 2002), 
  destacado líder del partido social cristiano Copei y contumaz, acérrimo 
  adversario de la actual administración. Podemos decir que aunque no tenemos 
  nada que ver con su ubicación política e ideológica, Rodríguez 
  Iturbe tiene razón, dice la verdad.
  
  En mis veinticuatro años ejerciendo la profesión de periodista 
  y aún antes, no había conocido, en Venezuela, un aparato propagandístico 
  mediático de tanta vileza, mentira y maldad como el actual. En dos años, 
  los medios de comunicación de este país han aplicado un diabólico 
  método de programación mental mediante técnicas de guerra 
  sicológica, que ya lograron modificar la conducta a un vasto sector de 
  la sociedad venezolano. He hablado con muchos amigos y conocidos que entraron 
  en el cerco comunicacional y puedo jurar que esas personas, de buena fe, creen 
  en todo lo que les dicen los medios. No importa si son mentiras, manipulaciones, 
  inventos o medias verdades. Es tanto el daño causado que un señor 
  portugués, dueño de una panadería en una lujosa zona del 
  este de Caracas me dijo, "pídale a la Virgen de Fátima que mate 
  a toda la gente del gobierno". En las numerosas marchas opositoras diarias, 
  durante el paro empresarial petrolero de diciembre, las "buenas" noticias provenientes 
  de los medios y que celebraban hombres, mujeres y niños eran: no hay 
  gasolina, los bancos cerraron, explotó El Palito, una gandola con alimentos 
  se volteó matándose sus ocupantes, se acabó la harina, 
  mañana hay un golpe, no hay medicinas, se terminó la leche, los 
  médicos se plegaron al paro, cerraron las farmacias, no entran ni salen 
  barcos al país, las reservas internacionales se están agotando, 
  trancaron las autopistas, el gobierno no tiene dinero para cancelar los sueldos. 
  Todo ello acompañado de gritos, pitos, cacerolas y con unas cornetas 
  cuyo ruido asemeja al que hace un becerro muerto en un aquelarre en honor a 
  Lucifer. Pero, ¿cuál es la metodología que han aplicado los medios, 
  con sus plantillas de sicólogos especializados, para actuar de forma 
  tan malvada? En una primera fase, se precisa la población sobre la cual 
  se actuará. Inicialmente, fue sobre las clases altas y media; ya que 
  lograron ganarla, se comienzan a dirigir sobre los "negritos y alpargatúos". 
  Para trabajar a la clase media se investigó cuáles son sus temores, 
  resentimientos y conducta. Cuando comienza este plan los sectores más 
  conservadores de esa capa social tenían miedo que la chusma tomara las 
  calles, invadiera sus propiedades, les arrebataran sus tierras, los desplazara 
  del poder y que un zambo instaurara un régimen "castro comunista". Pero, 
  la ausencia de líderes carismáticos de la oposición y la 
  escasa experiencia en actividades de masa, tenía inmovilizada a la clase 
  media. Una vez determinado este trabajo, se precisa cuál es el objetivo 
  que se desea lograr, y en este caso era activar dichos grupos y ganarlos para 
  la "causa", tomando en cuenta su permeabilidad y poca experiencia política.
  
  El segundo paso era reforzar las ideas oposicionistas y hacer que los receptores 
  pasaran de una actitud de inamovilidad a una muy activa. Para ello había 
  que cambiar radicalmente el miedo (emoción paralizante) por la rabia 
  (emoción activante). Para programar a un colectivo es determinante dirigir 
  su forma de pensar, sentir y actuar; reforzando creencias y haciéndolas 
  impermeables ante cualquier evidencia o crítica que las contradiga. Son 
  las creencias el fin central de este segundo paso de programación mental. 
  La vía más expedita para hacerlo es que las víctimas tengan 
  una percepción selectiva y sesgada de la realidad, que vean y oigan sólo 
  lo que sus programadores quieran. Por ello lo bombardean continuamente a través 
  de los canales de televisión, radio y medios impresos con imágenes 
  y noticias directas o subliminales que amplifiquen todos los errores del gobierno 
  (verdaderos o inventados) descalificando o negando los aciertos; paralelamente, 
  los éxitos reales o no de la oposición son celebrados como "éxitos 
  de la sociedad civil pacífica y democrática", obviando o minimizando 
  sus errores.
  
  La desprogramación 
  
  Cuando se ha alcanzado este nivel, sólo la desprogramación 
  masiva puede volver a abrir la mente de la víctima no totalmente programada 
  y evitar que otros venezolanos caigan en el cerco mediático ¿Cómo 
  hacerlo?, sólo aplicando una política comunicacional continua, 
  con mensajes veraces, positivos, auténticos, firmes, concretos y directos, 
  a través de cadenas televisivas creativas, diarias pero breves. También, 
  con el uso simultáneo de todos los medios oficiales y alternativos; únicamente 
  así se podrá desmontar la mentira que la oligarquía mediática 
  ha instaurado en nuestro país. Si el Estado no corrige su política 
  informativa, si no actualiza, moderniza, agiliza y aumenta los escasos medios 
  informativos que tiene para rescatar a los no programados, perderá la 
  batalla; no importa que tengan las mejores intenciones o los planes más 
  humanistas. El aparato propagandístico a enfrentar es muy poderoso y 
  con innumerables recursos económicos y técnicos.