20 de junio del 2003
La pobreza en conceptos, realidades y políticas
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La pobreza es un fenómeno difundido en América Latina y el Caribe, región que ostenta el triste récord de contar con la peor distribución del ingreso del mundo. Pero específicamente los afrolatinoamericanos y pueblos indígenas demuestran los peores indicadores económicos y sociales.
La región de América Latina y el Caribe tiene la triste distinción de tener la desigualdad más grande en la distribución de la riqueza que cualquier región del mundo. En un grado considerable, los estratos más pobres frecuentemente lo constituyen los afrolatinoamericanos y los pueblos indígenas. Estos dos grupos demuestran los peores indicadores económicos y sociales.
La Declaración de la Conferencia Munial contra el Racismo enfatiza que la pobreza, el subdesarrollo, la marginación, la exclusión social y las desigualdades económicas están cercanamente asociadas con el racismo y contribuyen a la persistencia de actitudes y prácticas racistas que, a su vez, generan más pobreza. Además, reconoce las consecuencias económicas, sociales y culturales negativas del racismo que han contribuido significativamente al subdesarrollo de los países en vías de desarrollo.
En este contexto, el documento "La pobreza en conceptos, realidades y políticas: una perspectiva regional con énfasis en minorías étnicas" fue presentado dentro del Subgrupo sobre "Reducción de la pobreza y promoción del derecho al desarrollo" que formó parte del Taller Regional para la Adopción e Implementación de Políticas de Acción Afirmativa para Afrodescendientes de América Latina y el Caribe. El encuentro se realizó en Montevideo, Uruguay, entre el 7 y el 9 de mayo de 2003, convocado por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas.
El documento fue preparado por Martín Hopenhayn para la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Su análisis tiene en cuenta las condiciones e incidencia de la pobreza en la región. Cuánto más bajo y discontinuo el crecimiento económico, más centrado en bajos salarios y sobre-explotación de recursos primarios, y menor su capacidad redistributiva, más tiende a perpetuarse la incidencia de pobres sobre el total de la población. A esto se agregan en las últimas décadas condiciones específicas que constituyen verdaderos amplificadores y reproductores de la pobreza.
En primer lugar, y en el ámbito laboral, el hecho de que hoy tres de cada cuatro empleos que se generan son en el sector informal, donde en promedio los ingresos son muy inferiores, se carece de redes de seguridad social, los niveles de productividad y capital humano son bajos, y consolidan verdaderos cordones productivos de pobreza.
En segundo lugar, en el ámbito educativo, si bien hoy los latinoamericanos tienen, en promedio, cuatro años más de educación formal que la generación precedente, requieren al menos 12 años de escolaridad para tener buenas opciones de salir de la pobreza o no caer en ella. Y dado que los logros educacionales están altamente segmentados según los ingresos familiares de los alumnos, la pobreza se reproduce intergeneracionalmente.
Por último, se enfrenta un escenario global muy inestable en el flujo y reflujo financiero, lo que imprime mayor vulnerabilidad de las economías nacionales a los shocks externos; esto hace que en tiempos de contracción sean muchos los que caen bajo la línea de pobreza.
Hoy existe cierto consenso en que la pobreza es la privación de activos y oportunidades esenciales a los que tienen derecho todos los seres humanos. En este sentido la pobreza, en sus distintas formas, puede entenderse como falta de realización de derechos, sean estos de primera generación (derechos civiles y políticos) o de segunda generación (derechos económicos, sociales y culturales). De modo que tanto la falta de libertades como de opciones de participación o representación políticas, acceso a ingresos y empleo, uso de lenguas nativas, afirmación de la identidad cultural, y acceso a educación y salud, son tanto carencias de ciudadanía (entendida como titularidad de derechos) como formas de pobreza.
Esto es muy importante cuando se consideran las demandas de reconocimiento y ciudadanía de las minorías étnicas y de género. Porque planteado en términos de ciudadanía, vale decir, de derechos, las demandas de reconocimiento pueden ligar la esfera política, la esfera cultural y la esfera material de la pobreza. Los grupos étnicos están muy conscientes de que sus condiciones de pobreza no se resuelven por la buena voluntad de terceros sino por la movilización propia y por la visibilidad que logran en espacios de decisión y poder.
El documento también destaca la interrelación de los conceptos pobreza con los de desigualdad, distribución, exclusión, vulnerabilidad y marginalidad, por citar algunos.
Además del concepto de pobreza (capítulo escrito en colaboración con su colega de CEPAL Irma Arriagada), Hopenhayn se detiene en otros aspectos específicos: diagnóstico y diversidad regional en relación con la pobreza y la distribución del ingreso; vínculo entre pobreza y adscripción étnica; e implicancias en la orientación de las políticas en materia jurídica, educativa, comunicacional, de empleo y trabajo, de salud, y de acceso a la tierra.
A modo de conclusión, el documento expresa que frente a los problemas asociados a la discriminación étnica y racial es posible avanzar mediante la suscripción, ratificación y seguimiento de tratados, declaraciones, acuerdos y convenios internacionales; y la emergencia del tema de las etnias en el debate público y político es, también, una oportunidad para promover la diversidad cultural y ligar los procesos democráticos a las demandas del multiculturalismo.
En la medida que la pobreza no sólo se vincula con los ingresos sino también con las libertades y capacidades de los grupos para definir y lograr sus propios proyectos de vida, entonces las políticas se hacen más amplias, y resulta más factible compatibilizar acciones de superación de la pobreza con otras que permiten mayor autonomía y poder a las minorías étnicas.