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Uruguay

30 años de historia, pero con un relato entrecortado

por Raúl Legnani
LA ONDA® DIGITAL

Durante toda esta semana los uruguayos estaremos recordando, con dolor en la gran mayoría de los casos, el golpe de Estado del 27 de junio de 1973, que fue la mayor traición a la patria desde la Cisplatina.
En ese día el presidente electo, Juan María Bordaberry, se transformó en un solo acto en dictador, con el apoyo de los altos mandos militares, de la embajada de Estados Unidos, de la dictadura de Brasil y la complicidad de algunos civiles de los partidos tradicionales uruguayos.
En los próximos días la sociedad uruguaya reflexionará sobre aquellas horas que duraron diez años. En el Palacio Legislativo se realizarán distintas jornadas bajo la consiga "Sin parlamento nunca más". La Universidad de la República realizara una serie de talleres y actos, invitando a la reflexión. La central de trabajadores, el PIT-CNT, impulsará instancias similares, realizando un acto el 27 de junio. El tema estará, ya lo está, en la prensa y hasta en los hogares más desatendidos de las cuestiones políticas.
Con la sola elección del día, 27 de junio, se estará dando por tierra a toda una serie concepciones que buscan por todos los medios transformar a las víctimas en victimarios y si eso no es posible, por lo menos intentan trasladar la culpa al conjunto de la sociedad, para que en definitiva no haya culpables.
Desde hace unos años se montó la tesis de la existencia de "dos demonios", que consiste que un día por culpa de no se sabe qué malos dioses los hombres enloquecieron y se enfrentaron hasta la muerte, arrastrando a los inocentes por un camino infernal.
Esta tesis ha sido elaborada sustancialmente por los protagonistas del golpe y también por la derecha democrática del país que quiere responsabilizar a la izquierda del quiebre institucional, salvando a los golpistas, como forma de salvarse a sí misma.
Para justificar esa tesis han intentado por todos los medios, encontrarle otra fecha al quiebre institucional. Primero esgrimieron el 9 de febrero de 1973, cuando hubo un alzamiento de un sector de las Fuerzas Armadas, que no llegó a tomar el poder. Como esta fecha no prosperó, hubo que ir mucho más atrás y trasladarse a los comienzos de la década de los 60, cuando un grupo de los tupamaros asaltó el Tiro Suizo.
Es así que de un plumazo, luego de lamentarse de la violación de los derechos humanos durante la dictadura, borran que desde comienzos de la década del 60 estaba montada una gran ofensiva de Estados Unidos, para impedir no solo gobiernos similares al de Cuba, sino cualquier otro que no aceptara estornudar cuando en Washington se resfriaban.
Por eso no dicen una sola palabra que en esos años desde Brasil se conspiraba contra los gobiernos democráticos de la región y que el golpe de Estado en Uruguay fue parte de un único plan que también terminó con la democracia en Argentina y antes con el gobierno socialista y constitucional de Salvador Allende. Tampoco se dice que la ofensiva fascista fue para detener el avance de las fuerzas progresistas y en el caso nuestro del Frente Amplio, con la clara intención de establecer las bases de modelos económicos contrarios a los intereses nacionales..
Pero los ideólogos de los "dos demonios" nunca esperaron que iba a ser un presidente neoliberal, como lo es el doctor Jorge Batlle, quien iba a poner en su justo lugar a la historia. Fue la Comisión por la Paz la que demostró recientemente que en nuestro país a partir del 27 de junio de 1973 se instaló una dictadura que practicó el terrorismo de Estado que terminó con la vida de un centenar de compatriotas que desarmados defendía la democracia. Una dictadura que llegó a tener más de cinco mil presos políticos y otro tantos de exiliados, que multiplicó por seis la deuda externa, que instaló el impuesto a los sueldos y abrió camino al capital financiero internacional y que hizo retroceder sustancialmente a la enseñanza públicos.
En estos días, a pesar de estas evidencias, escucharemos a los que van a intentar darle vida a esos demonios y, a la vez, se buscará cubrir con el manto del olvido a quienes se jugaron en defensa de la democracia y de la convivencia entre los uruguayos.
Por eso hay que saludar a esas iniciativas que apuntan al recuerdo y a la reflexión, aunque entre los invitados al parlamento este Wilson Craviotto, uno de los ideólogos de la mediocridad y del fascismo en la enseñanza, o que en la Universidad no estén todos los que debería estar.
Sabemos que en le caso de la Universidad no hay olvidos preparados o provocados para excluir a uno u a otro. Pero lo cierto es que mucho de los que deberían estar no estarán y eso no es solo responsabilidad de los que invitan, sino también de aquellos que por modestia o por razones de distinto tipo se dejaron arrancar del relato.
Es que uno tiene la sensación, después de 30 años, que aquella lucha contra la dictadura se quedó sin relato, sin anécdotas y que por eso muchos de sus protagonistas pasarán al olvido y a lo mejor nunca nadie los recupere para que comiencen a caminar, otra vez, entre las multitudes que quieren volver a creer y a esperanzarse.
Que el grito de Nunca Más se escuche este 27 de junio, para que "todo tirano tiemble y enmudezca ante el paso majestuoso de los hombres libres".