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Latinoamérica


27 de junio del 2003

Panamá: Elecciones amenazadas

Nils Castro
Rebelión
En Panamá los tiempos electorales se han adelantado inusualmente. A once meses de los comicios, los candidatos presidenciales ya han sido postulados, lo que dará lugar a una campaña excepcionalmente larga. De hecho, las frustraciones y recelos causados por el actual gobierno dispararon la impaciencia ciudadana por remplazarlo.

Pero, a la vez, ese mismo clima origina preocupaciones sobre la transparencia y los costos de las elecciones, previstas para el 2 de mayo del 2004.

Las encuestas reiteran como favorito a Martín Torrijos, líder del socialdemócrata Partido Revolucionario Democrático (PRD), quien en los comicios de 1999 quedó en segundo lugar. La principal diferencia es que entonces él concurrió como hijo del recordado general Omar Torrijos --fundador del partido-- pero ahora lo hace con base en su propio liderazgo, luego de que dirigió exitosamente la renovación del programa y el estilo político del PRD, y de que dio acceso a una nueva generación de dirigentes.

Esas mismas encuestas identifican como su principal adversario al ex presidente Guillermo Endara --el que hace 13 años fue instalado en Palacio por la cruenta invasión norteamericana de diciembre de 1989--. Por más de 20 años, Endara fue el secretario privado del varias veces presidente Arnulfo Arias, un caudillo populista de derecha que a mediados del siglo XX tres veces fue presidente y las tres fue derrocado. Como mandatario, Endara propició que la viuda de Arias, Mireya Moscoso, se tomara la dirección y la candidatura presidencial de su Partido Arnulfista.

Derrotada en 1994, en el 99 la Señora Moscoso obtuvo la victoria con un discurso asimismo populista y llevó a Palacio una corte de oportunistas y logreros que consagraron al actual gobierno como uno de los más corruptos de la historia panameña.

Enseguida, fiel al modelo de su anciano marido, la presidenta echó del partido a los pretendientes a sucederla en el liderazgo. Tras marginar al banquero Alberto Vallarino --quien rivalizó con ella por la candidatura en 1994-- poco más tarde lo hizo con el propio Endara. Ahora, éste reaparece como crítico de la gestión de Moscoso, cuyos ministros antes integraron el gobierno endarista, para disputarle la clientela electoral del arnulfismo y convocar a los demás votantes contrarios al PRD.

Finalmente, a la cola de las preferencias aparecen José Miguel Alemán --ex canciller de la Señora Moscoso y candidato oficial de su partido--, y el rico comerciante Ricardo Martinelli, también ex ministro del actual gobierno.

A un año de las elecciones, las encuestas le atribuyen a Martín Torrijos entre el 42 y el 48 por ciento de las preferencias, contra un 25 a 30 para Endara y cerca del 6 por ciento para Alemán. En cuanto a la actitud de los electores antes los distintos partidos, el 34 o 35 de los encuestados prefiere al PRD y entre el 10 y el 13 escogen al Arnulfista. En lo que toca a Endara y Martinelli, ambos han sido postulados por pequeños partidos bisagra.

Sin embargo, eso todavía no da base para adelantar pronósticos, no sólo porque aún falta mucho tiempo para el día de votar, sino también por otros factores. Principalmente, por la falta de transparencia con que el gobierno está abordando la cuestión electoral y la notoria desigualdad de recursos económicos con que los diversos candidatos van a contar. En el gobierno, el grupo gobernante ha amasado una enorme fortuna con la cual promover la candidatura de Alemán, en busca de retenr una cuota de poder que le permita conservar cierta impunidad.

Por otro lado, el gobierno viene enturbiando los preparativos electorales. En el último año, la Presidenta Moscoso "quebró" la mayoría parlamentaria de la oposición por medio de coacciones y sobornos a algunos legisladores. De esa forma, logró el control de la Corte Suprema de Justicia y ahora se vale de la misma para intervenir en los asuntos propios del Órgano Electoral. Adicionalmente, el Ejecutivo presiona a esta entidad bloqueándole la entrega de las asignaciones presupuestarias indispensables para organizar los comicios.

Por si faltara más, en el discurso con que la Señora Moscoso respaldó la postulación de su candidato, aludiendo a los dignatarios que presiden el organismo electoral ella advirtió que "no voy a dejar en manos de tres magistrados la suerte de un partido que tiene una trayectoria de 60 años". A lo que enseguida agregó un abierto desafío: "Por allí [esos magistrados] andan diciendo que van a reglamentar si el gobierno puede participar o no en política", pero desde ya les estoy diciendo que por encima de sus resoluciones, "yo sí voy a apoyar a mi candidato".

Así pues, el gobierno ya no tiene prestigio que perder. Sin embargo, más allá de cultura clientelista que cultiva, sigue alineando unos poderes de facto que podrán hundir la confiabilidad del proceso electoral.