PRESIONES POR CAMBIOS
Por: Osvaldo León (ALAI)
Tras cinco meses de haber gobernado prácticamente sin oposición, el presidente Lucio Gutiérrez comienza a enfrentar las primeras expresiones de protesta social ante una conducción económica que va en dirección opuesta a las promesas electorales, al tiempo que se agita el ambiente político, incluso con amenazantes vientos de inestabilidad, por la reacción de poderosos sectores económicos que de un momento a otro se han visto presionados a pagar las deudas contraídas con la banca quebrada, hoy en manos de la AGD; pero el mandatario, en tanto, ha logrado nuevos puntos en el frente militar y policial con los cambios de sus respectivas cúpulas.
¿Cómo se logra acelerar el proceso para convertir una crisis de gobierno en otra de poder? La fórmula está a la vista. Conviértase una huelga de maestros que ocupa varios días las calles y un bloqueo campesinos de dos días a las principales carreteras, en un asunto de ingobernabilidad que requiere estado de emergencia y entrega del control del orden público a las fuerzas armadas. Transfórmese un costo de arreglo de la huelga magisterial equivalente al 1.5% del presupuesto y 0.08% del PBI, en un colapso fiscal que debe ser respondido por un paquetazo tributario por el cuátriple del aumento otorgado y con una catarata de impuestos para irritar a las clases medias (¿a la Argentina?) Finalmente métale inflador a una cuadrilla de cincuenta guerrilleros famélicos que vagan en la selva porque carecen de una salida política para rendirse y declare que estamos ante un rebrote subversivo que amenaza nuestras tranquilas existencias.
Si desea, además, puede agregarle un secuestro en masa de trabajadores de la empresa constructora del gasoducto, que resultan rescatados o liberados sin que haya contacto con sus perseguidores ni resulte para nada claro que sería lo que buscaban conseguir estos plagiarios fantasmales. El viaje frivolón del presidente para discursear ante los egresados de su ex alma matter en los Estados Unidos. Y el enredo de los congresistas del gobierno para definir la próxima presidencia del Congreso. A esto sólo le falta una jauría de periodistas superficiales preguntando a cada hora sobre el peligro de las huelgas, la caja fiscal que ya no resiste y los senderistas que están por todas partes. Y un Alejandro Toledo oscilando entre la autosuficiencia: yo sólo me comprendo; y los interminables retrocesos a la presión de la derecha y el APRA que finalmente hacen lo que quieren con este Pachacútec en decadencia.
Después de todo este periplo cuidadoso ya se tiene la crisis a punto. Un alto porcentaje de la población creyendo en la necesidad de la emergencia, pero comprobando que el gobierno no puede imponerla. Otro tanto desconcertado ante la 'falta de alternativas' para financiar las demandas sociales. Y siempre algunos, que no faltan, leyendo crónicas desde Washington que indican que Estados Unidos considera que Sendero Luminoso es nuevamente un peligro asociado al narcotráfico y a las FARC. Si sólo falta que se echen a buscar armas químicas en el Huallaga.
No estamos diciendo con todo esto que la crisis no sea sumamente grave en el Perú, sino que su materia está siendo adulterada conscientemente. Aquí es el caso de estar asistiendo a la profunda frustración de todo aquello que se llamó 'transición democrática', y que en buena cuenta no podía significar otra cosa que el procedimiento de recambio del régimen autoritario, antinacional, antilaboral, corrupto e ilegítimo de Fujimori, a uno que representara sustancialmente lo contrario: libertades y derechos políticos, soberanía política y económica, mejora de las condiciones de trabajo, fiscalización del poder y reinstitucionalización del país, para resumirlo en pocas palabras. El gobierno de Toledo está muriendo de su traición a los cuatro suyos, al movimiento democrático antidictatorial y a los electores del 2000 y 2001. Esto es lo que se vivió en la lucha antiprivatización de Arequipa en junio 2002 y en las huelgas y movilizaciones de mayo del 2003. Y lo que se trasunta en las encuestas y en el comentario de la calle.
Los que nos dicen ahora, es que no. Que esta es una crisis del presidente débil que no puede zurrar a los sindicatos y al que el pueblo marcha en la cara de su estado de emergencia, que tampoco sirve para eliminar remanentes subversivos y reprimir a los que ya están presos, ni siquiera es capaz de disciplinar a su bancada parlamentaria, de sostener a su ministro de economía en todas sus provocaciones y mentiras, o de nombrar un primer ministro con todos los poderes como le demandan la derecha periodística y empresarial. Eso es lo que tenemos que cambiar. Y en esa dirección están manejando la crisis. ¿Qué les parece?