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Latinoamérica

16 de junio del 2003

Tres noticias escalofriantes de Colombia

Lorenzo Doreste

Son tres noticias a cual más escalofriante, tres maquinaciones de los poderosos para tener más sometido al pueblo colombiano, un pueblo muy noble, muy sumiso, según dicen los historiadores. (Sólo se exceptúan los rebeldes indios caribeños, que se comían a los conquistadores, pero a estos indios también los esclaviza el Estado más genocida del mundo). Las voces que claman por el respeto a las libertades públicas y por la solidaridad social no conseguirán nada. El rodillo oficial todo lo aplana, excepto a los que disfrutan del poder. Esas tres malas noticias son tres proyectos de leyes que ahora se están debatiendo en la Cámara y en el Senado colombianos: el estatuto antiterrorista, la ley de arrendamientos y la ley de arbitrajes internacionales..
El estatuto antiterrorista, tomando como excusa la necesidad de acabar con enemigos muy dañinos, cometerá delitos atroces. Los militares podrán detener a cualquier ciudadano, registrarle su domicilio e interceptarle sus comunicaciones privadas, todo sin orden judicial, y no por un período determinado, sino por tiempo indefinido. Esta táctica, que el Estado viene aplicando en Colombia desde hace 50 años, ha sembrado el país de crímenes innumerables, más graves porque al ser del Estado son más alevosos y quedan todos impunes..
Ahora se introduce una novedad para quienes estén dispuestos a dejarse engañar, y es la de que esos abusos van a estar "controlados" por un juez de garantías, al cual hay que informarle, pero sin que pueda contrarrestar los excesos. Y a los oficiales que incurran en arbitrariedades los juzgará la justicia penal militar, la cual actuará como hasta ahora: Eximiendo a todos de culpa. ¡Vaya control, usted! Al terrorismo se le contesta con otro terrorismo mil veces peor, el terrorismo de Estado..
La ley de arrendamientos permitirá al arrendador sacar a patadas al inquilino sin indemnizarlo, cuando le dé la gana. La excusa es la de agilizar los procesos judiciales. Si hay divergencia entre arrendatario y arrendador, éste ganará siempre. Colombia es un país de muchos arrendatarios, y éstos tenían cierta protección. Se les reconocía el derecho a no entregar la vivienda al terminar la duración del contrato de arrendamiento, siempre y cuando estuvieran cumpliendo todas sus obligaciones sin demora. Hay peligro de dejar en la calle a media Colombia, pues reina en el país el neoliberalismo más salvaje..
La ley de arbitraje somete a Colombia a los arbitrios de los países más poderosos. Surge una diferencia entre los trabajadores y los dueños de una empresa, y éstos recurren a los inversionistas extranjeros, los cuales dirán, por ejemplo, que si se le sube el sueldo al personal laboral, las inversiones volarán. Ese es el arbitraje: Sumisión total al gran capital foráneo. La culpa no la tiene el capital foráneo, sino los sátrapas colombianos que lo ponen como pretexto. El actual ministro Fernando Londoño, cuando era asesor de una gran empresa, hizo una amenaza insólita al Consejo de Estado: Si no aprobaba cierto laudo arbitral a favor de su cliente, Colombia sería sancionada en el ALCA. El laudo fue desestimado y no hubo sanciones ni volaron los inversores..
Mientras tanto, el Imperio nos conmina a protestar de la falta de libertades en Cuba. De acuerdo, protestamos de Cuba y de la seudodemocracia o democracia para ricos de Estados Unidos, pues, (entre otros datos que hacen irrebatible esta afirmación), el 95 por ciento de los escaños de la Cámara de Representantes y el 75 por ciento de los del Senado fueron ganados por los candidatos que más gastaron en la campaña electoral, y por esta escasa o nula representatividad de los ciudadanos, sólo el 40 por ciento de éstos acudieron a votar en 2002..
Protestamos de las faltas de libertades en todas partes del mundo, pero sobre todo protestamos de la plutocracia genocida de Colombia, peor que Pinochet, peor que Saddam Hussein y peor que Bush.