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Latinoamérica

O acepta el programa de reinserción o te acusamos por rebelión

DICK EMANUELSSON

· El dirigente campesino Juan Mendoza detenido por la contraguerrilla fue acusado de estar al servicio al Frente 42 de las Farc.
· Fue torturado en la ³bunker² pero rescatado rápida por la presión de solidaridad.
· Cuenta sobre los dos días de pesadilla que pudieron haber sido uno de sus últimos.
· Un padre de un ³soldado campesino², fue el testigo contra el dirigente agrario.


DICK EMANUELSSON, Semanario Liberación QUIPILE

El 15 de junio fueron arrestados 58 personas en el pequeño municipio de Quipile con 16.000 habitantes, ubicado aproximadamente dos horas en carro de Bogota. Fueron mostrados en una fila larga por todos los canales de televisión colombiana, sindicados de ser ³terroristas y integrantes en el Frente 42 de las Farc². Los voceros gubernamentales expresaron que fue un contundente golpe a las estructuras de la insurgencia que opera en los alrededores de Bogota.
Un pelotón de la contraguerrilla que se trasladaba en la zona unos meses antes, fue emboscado por la misma guerrilla. En el ataque murieron ocho soldados y cinco quedaron heridos. Fue un golpe político más que militar, ya que los informes y partes de guerra del gobierno de Álvaro Uribe Vélez los días antes, habían señalado a la guerrilla colombiana en grandes problemas por la ofensiva del estado. Un golpe militar tan cerca el corazón de la república fue también un golpe a la propaganda gubernamental.
* * * A las 4:30 de la mañana el 15 de junio llegó la fiscalía y los militares con lista en la mano, elaborada, según la ministra de Defensa, Marta Lucía Ramírez de Rincón, por los mismos habitantes: ³Esta es una muestra de contundencia de la Política de Seguridad Democrática y del compromiso de la ciudadanía por cooperar con las autoridades².
Según el mismo comunicado de la Presidencia, el 19 de junio, el director de la Policía, general Teodoro Campo, reportó que los operativos tardaron apenas 2 días y tuvieron éxito gracias a informaciones suministradas por ciudadanos, quienes dieron a las autoridades la certeza sobre la identificación de los capturados.
³Mujeres y ancianos que estaban en piyama² Dos días después, el 21 de junio, el diario El Tiempo entrevistó al ex alcalde de la población, Gustavo Medina, que no fue tan categórico como la ministra y su jefe policial: ­ Muchos de ellos eran mujeres y ancianos que estaban en piyama y así los formaron en el parque principal y luego de señalarlos como presuntos guerrilleros los esposaron y los montaron en un camión que los llevó a la Dijín en Bogotá².
El mismo diario confirmó que ya habrían salido a libertad diez de las 58 personas, que ya no eran más ³integrantes del 42 Frente de las Farc², pero escandalizadas por la televisión.
­ Se llevaron a Joaquín Torres, dueño de un expendio de carnes y lo señalaron de venderle el producto a los guerrilleros; a Alfredo Osorio, propietario de la estación de gasolina del pueblo, lo acusaron de abastecer de combustible a los subversivos de la zona, afirmó Medina.
­ Eduardo Galindo, electricista del municipio, se lo llevaron porque tenía unos planos de electrificación, que por su trabajo eran necesarios, porque según las autoridades eran supuestamente para realizar un atentado terrorista. Y así siguieron los relatos sobre las supuestas evidencias contra los habitantes ³insurgentes².
Con estos elementos y otros testimonios anónimos llegados a la sede central de la organización campesina Fensuagro, partí el 25 de junio a Quipile para escuchar los mismos habitantes. En el mismo carro se encuentran miembros del departamento de derechos humanos de Fensuagro.
¡Se llevaron a Juan! La primera parada sería La Finca Primavera en la vereda Oriente. Ahí vive Juan Efraín Mendoza, 43 años, con su mamá, Idalin Gamba de Mendoza, 86 años, viuda desde cinco años. Tienes dos hijas, Blanca Miriam y Reinalda Mendoza, esta última pertenece a la directiva nacional de Fensuagro igual como Juan, que también es presidente departamental de Fensuagro. La doña Idalin solo tiene su hijo Juan que la protege y la cuida ya que por los problemas respiratorios le toca sobrevivir con una maquina.
El paisaje es, como toda la región Tequendama, una hermosura, montañas y quebradas, frutas como banano, guayaba y plantaciones de café que crece por la falda de la cordillera central de Los Andes. Este es el verdadero paraíso y aparentemente una calma rica.
Pero la doña Idalin nos recibe con ojos llenos de lágrimas.
­ ¡Se llevaron a Juan! Encapuchados A las 2 de la mañana, ocho horas antes de nuestra llegada, llegaron los soldados.
Con puntapié casi tumbaron la puerta y con palabras groseras y amenazantes de ³abrir la puerta rápida y sal, si no, te matamos², fue obligado Juan Mendoza de acostarse con boca abajo con el fusil en la nuca mientras los soldados, adscritos al Batallón Colombia de la Contraguerrilla, revolcaron la humilde casa con dos habitaciones.
­ Cuando me asumí por la puerta para ver que pasó, me dijeron que ³no seas caprichosa, métese a la habitación², y me cerraron la puerta, cuenta doña Idalin. En sus ojos brillantes se ve la preocupación por su hijo y la voz se quiebra por la incertidumbre y las palabras de los soldados.
­ Me decían que lo iban a traer antes de las 6 de la mañana. Y mira, son las 11 de la mañana y no aparece.
¿Se identificaron de donde venían? ­ No señor, no dijeron quienes lo habían enviado por acá.
¿Y cómo estaban vestidos? ¿Logró ver las caras? ­Tenían como tapadas las caras.
¿Cómo encapuchados? ­ Sí Señor. No se dejaron a mirar sus caras. La boca y la nariz la tenían tapadas con una tela negra, así.
¿Pero Ud. sospechan que es el Batallón Colombia? ­ Si Señor.
De la casa los soldados se llevaron una vieja escopeta, ³una herencia de su papá², dice la Doña Idalin. Y su hermana asegura que es una vieja escopeta para asustar a ladrones o animales salvajes que a veces por la noche se acercan a la finca.
­ Mi esposo tenia la escopeta por respeto a la casa. Y cuando no estaba la escopeta un día, llegaron unas personas y mataron a mi otro hijo, Julio, hace 18 años.
En las detenciones el 15 de junio, fue llevada también un hijo del cuñado de Juan. La acusación generalizada a un pueblo entero era muy clara; la guerrilla esta infiltrando a toda parte del cuerpo administrativo.
­ Dicen que son guerrilleros, pero es mentira que está hablando esa gente.
Son gentes trabajadoras que trata de sobrevivir, agrega Doña Idalin. Es un muchacho sano y joven y lo tienen allí por guerrillero pero es una mentira, me aseguran con voces indignados.
Nos despedimos con doña Idalin con rumbo hacia el Batallón Colombia, en Quipile.
Un pueblo de fantasma El municipio de Quipile es literalmente un pueblo de fantasma. Cuando entramos casi no se ve gente en las calles, ni un solo carro, pero sí, soldados de la contraguerrilla, por todas partes. Los soldados nos observan con extrañeza y curiosidad, sobre todo ya que hay un reportero ³mono² (rubio) y con cara de ³gringo².
Pero tenemos prisa, por que no es conveniente de quedarse demasiado tiempo en este pueblo apartado y militarizado en la montaña. Claudia Mesa, responsable por el departamento de DD.HH. de Fensuagro ha logrado de hacer una llamada por celular al Colectivo de Abogados Alvear Restrepo y a Carlos Lozano, integrante del Grupo de Notables **. En la finca de Juan Mendoza no entra los señales por lo cual tuvo que subir a la montaña, 500 metros más arriba, para poder entregar los datos más precisos sobre la suerte de Juan Mendoza.
Es importante de sacar una ³Acción Urgente² para establecer donde está Juan Mendoza, que en este momento no lo sabemos. Y Claudia quiere asegurarse que la información ha salido antes de hablar con el comandante de la Contraguerrilla. Pero cuando llegamos a la oficina de Telecom, esta cerrado.
El gerente es uno de los ³58 presuntos integrantes del Frente 42² y está detenido en Bogota.
Detención y acusación al vecino El único teléfono público esta ocupado por dos muchachas que terminan de hablar y son llamados a dos soldados que se han situado cinco metros del puesto. Les dicen algo y las chicas regresan al teléfono, ahora ocupado por Claudia. Es notorio la ³orden² de tratar de captar o ³sapear² lo que dice Claudia. Pero la llamada no entra y nos dirigimos a la base que ha ocupado el puesto de policía, ubicado cuatro metros al lado la alcaldía, cerrado y rodeado con trincheras.
Nos reciben con ojos grandes y Claudia presenta su petición. Esperamos dos minutos cuando llega el teniente Ulises Pestana Díaz y el sargento William Pérez. Los oficiales no quieren ser entrevistados con grabadora pero si, podemos entrevistarlos.
­ Juan Mendoza es acusado por vecinos de ordenarlos a limpiar la carretera por orden del Frente 42, comienza Pestana su relato. Su vecino, Carlos Roa, lo dice en esta declaración, y el oficial nos muestra un papel, firmado por el vecino que a la misma hora fue llevado por la tropa.
¿Él señor Roa hizo esa declaración antes o después la detención suya? pregunto al teniente.
­ Después, pero no es solamente él sino varios más. Entre ellos Campos Elías Casas, padre de un soldado campesino (***), dice y llama el soldado que confirma la declaración de su padre.
Solicitamos a ver el preso Juan Mendoza y el teniente dice que no tiene problema que hablemos con él y dos minutos más tarde sale Juan Mendoza, sorprendido pero con cara de alivio de vernos.
¡³No se muevan o matamos²! ­ Llegaron a la pieza y golpearon la puerta, gritando; ³Abra rápido². Me levanté y abrí. Dos personas me apuntaron sus armas y dijeron ¡³No se muevan o matamos²! Uno me cogió aquí, y muestra en la nuca, y me tendió boca abajo al patio y me puso el arma en esta parte, y muestra la nuca otra vez.
­ Preguntó: ¿³Sabemos que somos nosotros? Y le respondí que no. ³Somos del ejercito nacional. Venimos por Uds. que es un auxiliador de la guerrilla².
Es bajito, tiene 43 años y su pelo tiene la figura como alguien lo ha levantado en el cabello. No tiene manchas o señas de haber sido maltrados físicamente pero nos miran con la expresión de cara que dice que ³es mejor y más seguro que se vayan antes que le pasen algo infortuno².
Carlos Roa, de 63 años, y de la misma vereda, también fue llevado a la base esta mañana y en su casa encontraron un revolver de 38 mm y unos tiros, lo más común en un país donde hay casi 30.000 homicidios anualmente y donde el robo es el pan de cada día en toda Colombia.
Pero el señor Roa, después de haber sido interrogado y su casa allanada, declara, que Juan Mendoza trabaja al servicio del Frente 42 de las Farc y que Mendoza ha ordenado a los campesinos de ³limpiar la carretera² por ordenes ³de arriba². Juan Mendoza sacude la cabeza cuando le pregunto sobre las acusaciones.
­ Lo que sucede es que la guerrilla y el comandante Robinsón del 42 Frente de las Farc, hizo una reunión con la gente en el mes de diciembre, donde no estuve solo, que tenemos que comprometernos de limpiar la vía, por que los caminos estaban feos. De luego yo, como presidente de la junta de la vereda, hice ese trabajo por presión de la guerrilla.
Oficiales presentes ¿En la declaración le acusa de haber recibido 50.000 pesos por cada campesino que fue multado de no cumplir la tarea? ­ En ningún momento he recibido jamás un solo peso de la comunidad. La guerrilla me agarró un día en calidad de presidente de la vereda, preguntando por qué yo andaba por todo lado movimiendóme, si yo era un sapo.
³¿A que se dedica Ud.? Lo hemos buscado en su casa y no aparece.² Por las presiones insurgentes, volvió a reunir la gente de la vereda Oriente el 7 de junio, para que se cumpliera la exigencia guerrillera. Los dos oficiales, Pestana y Pérez, que no se han alejado un solo metro de nosotros, intervienen en las preguntas y en tono no tan diplomático le preguntan al dirigente campesino ³¿por qué él vuelve a reunir a la gente en la vereda y no buscar protección de la fuerza pública?² El ambiente es muy tenso y Juan Mendoza no se deja a intimidar por la presencia de los militares y le contesta, ³igual como Uds. llegaron esta mañana, podrían llegar también los guerrilleros².
Claudia Mesa se despide con Juan Mendoza con las palabras de que ³no estas solo, ha sido informado la UNO, la vicepresidencia y todos los organismos de derechos humanos en el país y en el mundo², y se dirige al teniente Pestana, colocándolo como responsable por el trato del señor Juan Mendoza.
Habitantes asustados Salimos de la base provisional del Batallón y nos dirigimos al señor Sierra, un dueño de un almacén pero también el sastre en Quipile. Por todas partes hay ojos que nos siguen y cuando entramos al almacén del señor Sierra, dos soldados se ubican al frente del negocio que tiene sus puertas abiertas. Es una abierta provocación con motivos de silenciar al señor Sierra y sus dos amigos que fueron sacados de sus camas a las 4:30 de la mañana el 15 de junio.
­ Sabe lo que pasa, dice con tono de abuelo bueno, es que me han hecho muchas entrevistas y no quiero responder más. He sufrido bastante y no quiero más.
Pregunto a las otras personas presentes y dice lo mismo, no quieren hablar.
³Son asustados², me comenta Reinalda Mendoza, que conoce bien las personas de Quipile. Los soldados observan todo movimiento nuestro y cuando salimos del almacén, ellos nos persiguen hasta llegar al vehículo. Me recuerdo las palabras de la ministra de defensa que han sido los mismos habitantes que han colaborado con los miliares y los policías para detener la gran cantidad de ciudadanos de Quipile. Nadie confía en nadie ahora en este hermoso municipio.
En libertad En los momentos antes de enviar este reportaje, recibo una llamada de Fensuagro que Juan Mendoza fue liberado a las 1:30 de la tarde el 26 de junio, 24 horas después la visita nuestra en el municipio. El otro día me encuentro otra vez con el dirigente campesino que ahora si tiene un rostro de alegría y no de angustia, que tenía 48 horas antes.
­ Gracias a la llegada de ustedes me liberaron, por que en el mismo momento cuando avisaron su llegada a la base, estaba yo esposados pero me los sacaron inmediatamente y me dieron dos veces almuerzo, dice y se ríe con toda la cara.
­ El sargento Pérez y el teniente Pestana me interrogaban. Me ofrecieron el ³programa de Reinserción², pero decía a los oficiales que yo no era guerrillero y por eso no aceptaba su oferta. Me amenazaron que ³tienes que cooperar o te llevamos a la fiscalía acusado de terrorismo y rebelión². Me amenazaron con ³La Mano Negra², que realmente no se lo que es, pero temo lo peor.
Para ³confesar² lo vendaron los ojos y le colocaron un costal en la cabeza.
Esposado fue llevado por los túneles del Bunker mucho tiempo y en la vuelta en un cuarto oscuro le sacaron el costal y la venda y prendieron y pagaron la luz todo el tiempo. La tortura psicológica terminó abruptamente con la llegada nuestra, a las 1.00 de la tarde el miércoles.