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Latinoamérica

Dossier: Quién es Juan Carlos Blanco

(De nuestro archivo) Comcosur al día -

JUAN CARLOS BLANCO Y LA TERCERA GUERRA MUNDIAL EN SUDAMÉRICA MONTEVIDEO -

Uno de los archivos referidos al Cono Sur desclasificados este mes por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, refiere a las opiniones de Juan Carlos Blanco, el ministro de Relaciones Exteriores durante los años más oscuros de la dictadura uruguaya (1973-76). Blanco está siendo juzgado por la desaparición de la maestra Elena Quinteros, ocurrida en Montevideo en 1976. Quinteros había intentado asilarse en la Embajada de Venezuela, de donde fue sacada en andas por efectivos militares. Esa intervención en territorio extranjero determinó la ruptura de relaciones entre ambos países hasta el retorno de la democracia a Uruguay en 1985.
Testimonios y documentos indican que ante el reclamo de Venezuela de que se le entregara a la joven, se realizó un cónclave cívico-militar en el que participaron altas jerarquías de la cancillería y los mandos militares para decidir el curso de acción. En dicha reunión se decidió deslindar responsabilidades sobre lo sucedido, lo que derivó en la desaparición y presunta ejecución de Elena Quinteros. Por tal motivo, éste año se ha denunciado a Blanco ante la justicia, circunstancia que ha sido posible debido a que la Ley de Impunidad de 1986 impide juzgar solamente a los militares y los policías que delinquieron durante la dictadura, no así a los civiles. A ello debe sumársele el hecho de que el delito de "desaparición forzada" sigue cometiéndose en estos momentos, al no haber pruebas del fallecimiento de Quinteros (como lo ha insinuado Blanco en su defensa).
El documento dado a conocer hoy por el diario "La República" de Montevideo, es un informe secreto dirigido al "Señor K", Henry Kissinger, por el agente Harry W. Shlaudeman, en el que se califica al entonces Canciller de la dictadura uruguaya (y luego, en 1985, Senador por el Partido Colorado) como "uno de los más brillantes y normalmente confiables miembros del grupo." A pesar de ello, Shlaudeman no puede evitar dejar en evidencia la tendencia hacia la paranoia del funcionario de la dictadura, quien se creía condenado a muerte por la "subversión marxista." El autor del documento fechado el 3 de agosto de 1976, es un funcionario de la CIA que operó en Nicaragua, Brasil y Chile, e integraba el equipo de analistas del Departamento de Estado.
Bajo el título de "La Tercera Guerra Mundial en Sudamérica", Shlaudeman hace aportes para la elaboración de la estrategia a utilizar por Estado Unidos con las dictaduras del Cono Sur, las que se consideraban en guerra con el comunismo internacional. El informe explica también por qué Estados Unidos debía intervenir para evitar que se formara un bloque regional de derecha que podría resultar inconveniente a sus intereses. El asesor de Kissinger opinaba que las dictaduras se sentían asediadas por "el marxismo internacional y sus exponentes terroristas" y por "la hostilidad de las democracias industriales desconocedoras de la situación que sufren," y entendía que por eso habían comenzado a coordinar su represión regional.
"Ahora coordinan actividades de inteligencia muy de cerca, operan en territorios de otros países con el fin de perseguir y atrapar a los 'subversivos' y establecieron la 'Operación Cóndor' para encontrar y matar a los terroristas del 'Comité de Coordinación Revolucionaria' en sus propios países y en Europa." Más adelante, con una liviandad que pone los pelos de punta, Shlaudeman agrega: "Brasil está cooperando con unas pocas operaciones de asesinato." El hombre de Kissinger explica que "Esta cerrada mentalidad al borde de la paranoia es quizás el resultado natural de las convulsiones de años recientes por las cuales las sociedades de Chile, Uruguay y Argentina han sido gravemente sacudidas, atacadas por la extrema izquierda.
Pero los líderes militares, a pesar de la casi completa eliminación de la izquierda marxista en Chile y Uruguay, junto con el acelerado progreso del mismo objetivo en la Argentina, insisten que la amenaza todavía persiste y que la guerra debe seguir. El resultado de esta mentalidad, internamente, es la magnificación del aislamiento de las instituciones militares del sector civil, achicando, en consecuencia, el rango de las opciones políticas y económicas.
Shlaudeman obviamente considera un exceso paranoide el convencimiento del canciller Juan Carlos Blanco de estar combatiendo en una "Tercera Guerra Mundial," y anota que de todas maneras, "Esto es algo complicado de sugerir a un hombre como Blanco, quien cree -probablemente en lo cierto- que él y su familia han sido marcados. Uno no puede hacer más que admirar su valentía personal." Los 26 años de total impunidad que viene gozando Blanco dan un rotundo mentís a esa presunta "marcación," y -en cambio- hablan más de mezquindad y cobardía que de valentía.
El analista de Kissinger, también señalaba entonces su preocupación por la amplia definición de "subversión" que aplicaban los militares de la región, la que podía incluir a cualquier opositor a los planes de gobierno, como en efecto sucedió con el líder en el exilio del Partido Nacional, el Senador Wilson Ferreira, un hombre de centro derecha. Decía Shlaudeman: "La preocupación es el doble cuando existe la chance de persecución por la policía extranjera, actuando ésta sobre información indirecta, desconocida.
Numerosos refugiados uruguayos fueron asesinados en Argentina, y existen divulgadas acusaciones de que la policía argentina está haciendo un favor a sus colegas uruguayos.
El agente de la CIA veía claro que "es importante para su ego, sus salarios, sus presupuestos, creer en una Tercera Guerra Mundial," y en un tono abiertamente paternalista, proponía que "cuando Argentina se estabilice, podemos tratar de convencerlos de que ya han ganado." Finalmente, el informe detallaba un plan para diferenciar las situaciones de cada país, y evitar así que se consolidara un eventual bloque "militar nacionalista" en la zona, aunque consideraba "convenientes" los niveles de coordinación de información y acción que las dictaduras realizaban. "Al tiempo, quizás podamos convencerlos de que una Tercera Guerra Mundial es indeseable", concluía el indiscreto Shlaudeman.
II) JUAN CARLOS BLANCO, EL EX CANCILLER DE LA DICTADURA, FUE PROCESADO CON PRISIÓN POR LA DESAPARICIÓN DE ELENA QUINTEROS MONTEVIDEO - URUGUAY - 19/10/02 (COMCOSUR AL DÍA) Juan Carlos Blanco, el ex canciller de la dictadura, ha tenido el honor de ser la primera persona procesada en Uruguay por delitos de lesa humanidad. En efecto, el juez Eduardo Cavalli encontró al columnista del diario "El Observador" y ex senador del Partido Colorado, responsable en primera instancia de la desaparición de la maestra Elena Quinteros, ocurrida en Montevideo en 1976, y lo procesó con prisión bajo la acusación de "privación de libertad.
Elena Quinteros era una militante del Partido por la Victoria del Pueblo que a la fecha de los acontecimientos (fines de junio de 1976) estaba secuestrada en una cárcel clandestina del ejército. En medio de una de las sesiones de tortura a la que estaba siendo sometida, Quinteros ideó un plan para escapar; dijo a los militares que en determinada fecha se tenía que encontrar con otro militante de su partido en determinado lugar.
En dicho día y hora, los militares llevaron a Quinteros hasta el lugar y -vigilando la zona discretamente- la dejaron en libertad para que se encontrara con su contacto, y en ese momento apresarlo a él también. Sin embargo, para sorpresa de sus secuestradores, Quinteros saltó el muro de una casa y golpeó a su puerta. Era la embajada de Venezuela, y la detenida alcanzó a explicar a un funcionario de dicha legación quién era, en qué circunstancias se hallaba y le solicitó asilo político. Percatados de lo que sucedía, los militares penetraron en la embajada y se llevaron a Quinteros a rastras. Fue la última vez que se supo de ella.
El gobierno venezolano protestó ante el uruguayo por la violación de su territorio y reclamó la entrega de Quinteros, y es aquí que comienza la intervención directa del entonces canciller Juan Carlos Blanco en el asunto.
Seguros de encontrarse ante un grave problema internacional, los militares solicitaron asesoramiento a los civiles que comandaban el Ministerio de Relaciones Exteriores. El subsecretario Guido Michelín Salomón, el asesor Alvarez, el embajador de Uruguay en Venezuela, Julio César Lupinacci (hasta hace poco tiempo embajador en el Vaticano) y el mismo Juan Carlos Blanco, analizaron entonces los pros y los contras de acceder al pedido de los venezolanos.
Finalmente, la dictadura tomó la decisión de negar cualquier implicancia en lo sucedido, lo que derivó en la desaparición de Elena Quinteros y en la ruptura de relaciones con Venezuela, las que recién fueron reanudadas a la vuelta de la democracia a Uruguay en 1985, bajo la promesa del presidente Julio Sanguinetti de aclarar satisfactoriamente lo acontecido, cosa que nunca sucedió. Finalmente, la denuncia que llevó ahora al procesamiento del ex canciller, fue presentada hace más de una década por la central sindical uruguaya (PIT-CNT) en nombre de la madre de Elena Quinteros, María (Tota) Almeida de Quinteros, quien falleció en enero de 2001 sin saber qué había sido de su hija. "La Tota Quinteros," como era conocida en su entorno, fue hasta su muerte un símbolo de la lucha de los famliares de desaparecidos por saber el destino de sus seres queridos.
Juan Carlos Blanco manifiesta una rara forma de amnesia sobre los acontecimientos en los que participó, y en su defensa, ha dado a entender que Elena Quinteros está muerta, ya que el delito de asesinato caduca 10 años luego de ser cometido, y este es el caso. Sin embargo, si bien todos presumen que Quinteros fue asesinada por tortura, hasta el momento dicha circunstancia no ha sido probada. Por otro lado, el juez actuante estima que el asesinato de la desaparecida, en lugar de dejar libre de condena a Blanco, agrava aún más su situación. Por el momento, el canciller (bajo cuyo ejercicio además fueron asesinados en Buenos Aires los parlamentarios Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz y el matrimonio Barredo-Whitelaw, entre otros) duerme en Cárcel Central a la espera del proceso.
_________________________________________________________ 3) CÍRCULO MILITAR DESCALIFICA VERSIÓN DE MILITARES QUE COLABORARON CON LA COMISIÓN PARA LA PAZ Por Roger Rodríguez (diario "La República) Una gacetilla oficial del Círculo Militar General Artigas, que preside el ex comandante en jefe del Ejército, teniente general (r) Raúl Mermot, opinó que no son "confiables" las fuentes militares que colaboraron con la Comisión para la Paz y en la que se basa el pedido de excarcelación del ex canciller Juan Carlos Blanco. El artículo editorial subraya que la Comisión para la Paz "no entabló nunca contactos de nivel Institucional con las Fuerzas Armadas, ni se reunió con los mandos y por el contrario procedió a entrevistar a numerosos integrantes de las Fuerzas Armadas, intentado persuadirlos de que dialogaran y cooperaran".
"Nos surge una legítima duda y debemos suponer que la información que consideró la Comisión para la Paz al elaborar su documento final, en lo que tiene relación con el aporte de integrantes de las Fuerzas Armadas que fueran persuadidos a atestiguar a espaldas de su mando natural, no es a nuestro criterio confiable", subraya la institución. La gacetilla, que no aclara que la Comisión para la Paz no pudo reunirse con los mandos castrenses por orden del propio presidente Jorge Batlle, rechaza el contenido de la versión de los "informantes" militares, "dado que no solamente se desconoce su identidad, sino que también se ignora el conocimiento personal de los involucrados respecto a los hechos que han informado".
El abogado de Juan Carlos Blanco, doctor Carlos Curbelo Tammaro, fundamentó el pedido de excarcelación del ex ministro en la versión de esos informantes militares de la Comisión para la Paz, quienes dijeron que Elena Quinteros está muerta. Blanco fue procesado por coautoría de privación de libertad de la maestra secuestrada de la embajada de Venezuela en 1976. La edición Nº 29 de la publicación del Círculo Militar, fechada el 30 de abril, critica el informe final de la Comisión para la Paz, ya que "se omitió el reconocimiento de aquellos que dejaron sus vidas en defensa de esa democracia que fue amenazada por diferentes grupos terroristas". La nota sostiene que "la imagen distorsionada de la verdadera historia que vivió nuestra patria, es inadmisible para un país que por más de dos décadas busca sellar definitivamente la paz, dentro de una sociedad donde todavía parecería ser que algunos sectores de la misma, más allá de los juicios de valor que puedan realizarse, alientan el enfrentamiento entre compatriotas".
"Entonces, ¿cómo es posible pacificar o sellar la paz definitiva en estas condiciones?, donde la verdad oficial se encuentra parcializada, donde no se establece la verdad real o donde se excluyen de esa verdad a aquellos integrantes que perdieron sus vidas por ese mismo Estado", se cuestiona.
"Ese afán de revanchismo, buscando siempre el enfrentamiento, denigrando el quehacer diario de personas y de familias que son discriminadas solamente porque sus padres o madres visten orgullosos el uniforme militar, no permite, pese al esfuerzo que se ha realizado durante cuatro períodos de gobierno, lograr el objetivo final, de alcanzar definitivamente la paz que anhelamos, todos y cada uno de los habitantes de este país", agrega.
"Vale decir que en definitiva, el forjamiento de tal estado del alma no alcanza a aquellos que salvaron a la patria y en ese sentido han sido inútiles e infructuosos todos los esfuerzos realizados, con el legítimo propósito de neutralizar las permanentes versiones tergiversadas, que incluso a nivel de nuestra enseñanza han tomado no solamente plena difusión, sino que además se ha hecho publicitar como el relato real de los lamentables hechos ocurridos", opina el Círculo Militar.
MONTEVIDEO/URUGUAY/10.05.03/COMCOSUR AL DÍA _________________________________________________________ 4) BATLLE PIDIÓ A LOS MILITARES "ABRIR LOS BRAZOS A LOS HERMANOS" MONTEVIDEO/URUGUAY/10.05.03/COMCOSUR AL DÍA - En la noche del pasado jueves, y en el marco de los festejos del centenario del Centro Militar, el presidente Jorge Batlle realizó una alocución que no estaba prevista en el programa. Cuando nadie lo esperaba, se levantó de su silla y se dirigió al estrado, desde donde emitió un imporvisado discurso de media hora, en el que reivindicó la actuación de la Comisión para la Paz y solicitó la comprensión y el apoyo de los militares en actividad y en retiro allí reunidos. Batlle comenzó su alocución reconociendo que alguien que no especificó le tiene prohibido hablar, dijo: "No estaba previsto que hablara, pero es la vieja tentación, quizás, como consecuencia de la prohibición de hablar que me lleva a decir dos o tres cosas", reveló ante el sepulcral silencio que se produjo en la sala.
Batlle comenzó recordando que hacia fines del siglo XIX, se vivió una situación económica y financiera parecida a la que ocurrió en el país en los últimos tiempos. Con algo de ironía, señaló que durante la presidencia del general Lorenzo Batlle (su bisabuelo) "se fundieron varios bancos, se fundaron y se fundieron, entre otros el Mauá". Explicó que en medio de esos problemas, el país creció con "dificultad" y en conflicto: "gente que quedó tendida en los campos, muertos y desaparecidos sin saber cuál había sido el motivo que en cada circunstancia había dado origen a ese acaecer; que lucharon por las cosas que creyeron que debían dar su vida".
Citó luego a su tío abuelo, el presidente José Batlle y Ordóñez, quien después de firmada la paz de 1904 (cuando Blancos y Colorados se enfrentaron en una lucha fraticida) dijo "a los cuerpos militares que representaban al gobierno, que había que abrirle los brazos a los hermanos, que habían andado o caído en el no siempre claro camino del deber, para alcanzar la paz, que es un bien enormemente anhelado por todos los pueblos, siempre difícil de lograr y preservar." Siguiendo una ruta familiar, pasó a los mediados del siglo XX, cuando el presidente era su padre (Luis Batlle). Explicó que América, "después del 50, dejó de formar parte de la historia nada más que para ser un campo de agramante (lugar de confusión) donde se disputaron por la fuerza y por la violencia, uno contra los otros para imponer por la violencia teorías que por los votos no se podían imponer, violentando las democracias, y haciendo que estos países sufrieran enormemente y vivieran acontecimientos que los jóvenes que entraron como cadetes a la escuela militar jamás pensaron que iban a vivir esos acontecimientos. Más allá del acierto o del error de cada una de las acciones civiles y no civiles, lo cierto es que el continente entero fue arrastrado a participar de una confrontación que no le era propia, que no la había buscado y que le era totalmente ajena".
Aseguró convencido que "esos tiempos han pasado, y ha sido difícil restañar las heridas y ha sido un proceso largo, que unos países lo han hecho mejor que otros y yo creo que el Uruguay lo ha hecho mejor que otros", dijo aludiendo al informe final de la Comisión para la Paz, que busca cerrar el capítulo de los desaparecidos durante la dictadura. Dijo creer que éste es "un proceso que nos va ir acercándonos (sic) cada día a la paz, y en eso, todos tenemos que hacer los esfuerzos necesarios, sabedores de que no vamos a estar siempre totalmente acertados, en cada uno de los pasos, y en cada una de las acciones pero que sí que vamos a estar acertados en el objetivo final".