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Latinoamérica

10 de mayo del 2003

Necesaria convergencia monetaria
El MERCOSUR y el futuro de Uruguay

Carlos Santiago (*)

El vice-canciller argentino, Martín Redrado, afirmó que la coordinación de macroeconómica es una necesidad entre "los del mismo barrio", haciendo referencia directa a las conversaciones que está manteniendo su gobierno con el de Brasil, al fin de coordinar las políticas cambiarias que, por estos días, han demostrado lo difícil que es mantener una estructura estable de comercio exterior, en el marco de disparidades agudas y cambiantes. "Si todos nacimos en el Bronx, no podemos creer que vamos a ponernos de acuerdo con los habitantes de Manhattan" – afirmó.

Estas alusiones, como también con la que destacó la necesidad de la industrialización para "adjuntar valor agregado" a la producción nacional y así propender a una reactivación plena de las economías, parecieron ser contrapuestas a las creencias de los tecnócratas de nuestro gobierno quienes, sin duda, acuciados por la crisis, viven un cortoplacismo (día a día) casi irracional.

Al único elemento al que se le puede atribuir incidencia en el proceso que se está viviendo hoy en el Uruguay, que hemos calificado como "veranillo incipiente", tiene relación con el importante atraso cambiario que vienen sufriendo las economías de los países vecinos (Argentina y Brasil) que, por obra de ese factor totalmente coyuntural, está movilizando a algunos sectores exportadores uruguayos. Atraso cambiario que, por diferentes causas, parecería ahondarse.

En la actual coyuntura, es evidente, que los productos uruguayos, pese (o venciendo) los problemas de escala que existen y que pocas veces se han tenido en cuenta en el ámbito de la economía, se están convirtiendo en competitivos. Se ha mejorado la exportación de lácteos y de algunos comodittis, con escaso valor agregado, pero que de alguna manera han cambiado el signo de la recesión. Pero ese proceso es tan coyuntural como efímero. Los contactos de Argentina y Brasil, destinados a profundizar los acuerdos en el marco del MERCOSUR, hacen suponer que el valor de las monedas atenuarán sus diferencias y la actual situación llegará a su fin en un no muy largo plazo de tiempo.

Por ello llama la atención que algunas consultoras, como Ceres, sostengan – sin explicar las razones del fenómeno – que si durante tres meses consecutivos se dan cifras positivas de actividad (faltaría el cómputo de abril), se probaría que estamos ante "el fin de la recesión" Cuanta liviandad en el manejo de la información económica, para sostener que cifras sacadas de contexto, pueden mostrar la persistencia de una tendencia.

Obviamente, de mantenerse el deterioro de los acuerdos del MERCOSUR, tema sobre el que el gobierno del presidente Jorge Batlle no movió ni un dedo, parecería evidente que la situación de Uruguay seguirá siendo totalmente inestable. La coyuntura cambiaria favorable al país y la competitividad positiva lograda por estos días, puede cambiar de signo en cualquier momento.

Pero, sin tener en cuenta ese factor, ya han aparecido expresiones cortoplacistas preocupadas por las conversaciones entre Argentina y Brasil, que buscan la convergencia monetaria, proceso que en el marco del MERCOSUR era una etapa que estaba prevista. El presidente Batlle, antes de la crisis del pasado año, llamaba "serpiente" monetaria a esa política, y propuso que fuera diseñada por quien por entonces era ministro de Economía de la Argentina, el doctor Domingo Cavallo.

Claro, recordar lo dicho en alguna oportunidad por nuestro presidente no es más que mostrar, otra vez, lo que son expresiones de un pensamiento contradictorio que, pasó desde una propuesta de recreación de la "Provincia Cisplatina" a un acuerdo de libre comercio, bilateral de contenido dadivoso, con los EE.UU.

Por supuesto que una convergencia monetaria como la que han comenzado analizar en el marco del MERCOSUR Argentina y Brasil, requiere la concreción de flexibles pero terminantes acuerdos macroeconómicos, debiéndose acordar políticas comunes en varios campos (presupuestales, antidumping, aduaneros, impositivos y en materia de inversiones) La pequeñez de la economía uruguaya, determina que el llegar a acuerdos de este tipo a nivel del "barrio", sea muy conveniente, pues los agentes económicos podrían de una vez por todas comenzar a pensar en producciones de una escala mayor, dentro de un marco coyuntural que tendería a una relativa estabilidad.

Que en este momento, ante la enunciación del tema, voceros del gobierno vean con preocupación esos análisis bilaterales entre Argentina y Brasil, es preocupante. ¿Es que pensaban que el "veranillo incipiente" se mantendría siempre? ¿Por qué los gobiernos de los países vecinos no tienen la intención, dentro de una razonable agenda, de poner fin al importante atraso cambiario que se verifica en sus economías? Para Uruguay es más que conveniente que las reglas del juego sean lo más estables posibles, de lo contrario en el país no habrá inversión de ningún tipo. ¿Quién estaría dispuesto a colocar capitales en un país, con un pequeño mercado interno y cuyas exportaciones están acotadas – como hasta ahora - por coyunturas altamente cambiantes? Son elementos, también coadyuvantes, que acentúan la importancia de profundizar los acuerdos en el MERCOSUR. Jugar con la ilusión cortoplacista de que se podrá sostener la reactivación en base al coyuntural atraso cambiario de Argentina y de Brasil, es simplemente un disparate.

(*) Periodista.