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Latinoamérica

19 de mayo del 2003

Editorial del ELN-Colombia
Testarudez y embuchado presidencial

Correo del Magdalena

En el operativo de rescate que el ejército colombiano realizó el 5 de mayo en la vereda La Encarnación, municipio de Urrao, murieron Guillermo Gaviria, gobernador de Antioquia, Gilberto Echeverri, ex ministro de defensa nacional y ocho militares.

Estos muertos son un testimonio más de la política insensata y guerrerista que Uribe Vélez está aplicando en el país y el resultado de un operativo mal planificado y pésimamente dirigido por los generales de la República, para rescatar prisioneros de guerra en un campamento de las FARC.

Muertes innecesarias que la testarudez del presidente provocó, empecinado en mostrar al país que es capaz de rescatar prisioneros y ganar la guerra, invalidar salidas de paz al conflicto, como el acuerdo humanitario para liberarlos, avalado por cuatro expresidentes de la República y aceptado por la opinión nacional.

Esta desgracia pudo evitarse si el gobierno entendiera de otra manera al país, si a la vida de todas las personas se le valorara y el presidente tuviese siquiera un ápice de sensibilidad humana.

Pero Uribe, ebrio como está por el estallido de las bombas de Irak, crecido con el apoyo local de los señores de la guerra y afanado en construir un estado de nueva esencia, rechaza cualquier iniciativa que signifique salida política que no compagine con éste, y sobre todo, con los intereses de los nuevos poderes construidos a la sombra de los dineros del narcotráfico y la corrupción. Poderes soportados en las armas de los paramilitares y forjados en la concepción fascista del Estado.

Este fenómeno es más grave de lo que el país conoce; más grave aún por el silencio de quienes generan opinión, siendo que en él está la esencia de la crisis del Estado, de la gobernabilidad y de la pérdida de valores como nación.

La política de "seguridad democrática", promocionada como el "brebaje" curativo de los males del país y germen de la paz, es uno más de los tantos "embuchados" de Uribe para encubrir los nuevos poderes, desviando la atención del país hacia la guerra contrainsurgente y con este pero justificar la ocupación por fuerzas del imperio, pedida en más de una ocasión, y aniquilar la oposición política con el cargo de nexos con la guerrilla.

El "embuchado" es de gran calado. La seguridad democrática no pasa de ser una irrespetuosa y ofensiva mentira. A la sombra de esta política se incrementaron los ejércitos de los señores de la guerra total en la mayoría de los pueblos y caseríos del país, en barrios de las grandes ciudades, en absoluta complicidad con la fuerza pública y los organismos del Estado.

Un ejemplo es el caso del departamento de Córdoba, al noroccidente del país. ¿Quién se ocupa de esta república independiente, donde los paramilitares Castaño y Mancuso, socios del gobierno central, ejercen la ley con la autoridad que les confieren millones de dólares acumulados con el narcotráfico, los miles de asesinatos, las decenas de masacres y los cientos de miles de pobladores desplazados, víctimas del pánico generalizado?.

Estos señores de la guerra ejercen el poder a sus anchas, sin oposición política que los cuestione porque fue asesinada, sin justicia que los juzgue porque fue desterrada y amordazada y sin fiscalía que los investigue, porque la maneja desde Bogotá otro de sus socios.

Medellín es otro de los casos ilustrativos. Los paramilitares agrupados en el Bloque Metro, dirigidos por el mayor Rodrigo o "doble cero", coordinan operaciones con la IV Brigada del ejército como quedó en evidencia en la Comuna 13 y en otras barriadas. El bloque Cacique Nutibara, que opera en la misma ciudad dirigido por "Don Berna" o "el Ñato", coordina y trabaja con el Comando de policía Antioquia.

Son parte de los nuevos poderes y la institucionalidad perversa que se viene construyendo de la mano del viejo establecimiento, opuesto a los cambios estructurales y democráticos que reclama a gritos el país.

Colombia pasa por la peor crisis y con ribetes de país inviable. Estos nuevos poderes y el viejo establecimiento, liderados por Uribe, tejen respuestas que no rompen el circulo vicioso, sino que mantienen y profundizan la crisis, obstaculizando los cambios que hoy claman con urgencia los colombianos.

La respuesta para recomponer el país y superar la crisis es concebida desde la guerra, la guerra y más para la guerra!!, el recorte de los derechos civiles y menos, pero menos democracia y tolerancia, la enajenación de la nación y la entrega de la soberanía a la rapacidad imperial.