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Latinoamérica

Sobre el espejismo neoliberal de la comida barata

Aurelio Suárez Montoya
MOIR

Luego del pasado debate en el Senado de la República sobre Agricultura y ALCA y de las declaraciones del subsecretario de Estado norteamericano para la región, Phil Chicola, sobre las demoras en el proceso de negociación del ALCA debido a las dificultades surgidas con el sector agrícola, los neoliberales colombianos, desde ministerios y centros de estudio, insisten en su tarea de convencer al país de eliminar de su producción agropecuaria los géneros de la dieta básica y de especializarla en frutos tropicales. Para eso se apoyan en la manipulación de indicadores y en la teoría de bienestar del consumidor, fundada en criterios iguales con los que David Ricardo atacó las Leyes de Granos en la Inglaterra de su época.
Pero no les ayudan las graves acucias por las cuales atraviesa la política monetaria, al transcurrir los primeros cuatro meses y presentarse ya una inflación del 4,56% muy cercana a la meta trazada para todo 2003 de 5,5% y al atribuirse este hecho al alza en los precios de los alimentos. Empieza a verse que tanto la subida de las cotizaciones internacionales de algunos productos en el último año como el incremento de la devaluación van desvaneciendo el espejismo de la comida barata importada, la principal razón de su alegato. Merced a ello los daños causados por la dependencia ya creada en las importaciones de algunos bienes se trasladan ahora a la comunidad. El siguiente cuadro explica que, por la disminución en las grandes cosechas, en el mundo hay un alza reciente en los precios de los productos agropecuarios que golpea a los países que importan grandes cantidades de ellos y que en aquellos donde además aumenta la devaluación se genera aún más carestía.

Precios Internacionales de Productos Agropecuarios

(1995-Tercer trimestre 2002) Precio base == 100 para 1990

Producto Promedio (1995-1999)
2000 2001 2002
(Tercer Trimestre)
Alza (%)
2001-2002

Cereales 110.3 79.5 78.2 94.1 20.3 %
Aceites Vegetales y Harinas 122.8 96.2 89 105.2 18.2%
Total de Productos Agropecuarios 106.5 87.7 79.8 89.7 12.4%

En Colombia las importaciones de cereales en 1992 fueron un millón y medio de toneladas, en 1996 ya eran192.312 y en 2001 alcanzaron a 428.328. En aceites vegetales y harinas las compras externas conjuntas sumaron 107.431 toneladas en 1992, para 1996 llegaron a 243.478 y en 2001 a 419.523. Por su parte, el dólar pasó de valer $680 en 1992 a $1.036 en 1996 y a $2.299 en 2001. A partir de 2002 los efectos son más dañinos ya que la devaluación se ha acercado al 30% para estar entre $2.900 y $3.000, la cual también incide en el valor de los productos elaborados internamente por el aumento en el precio de los insumos; por ejemplo, en la papa donde los agroquímicos importados son el 60% en la estructura de costos. Todo empezó desde 2002 a reflejarse en la inflación llegando a tener ahora las graves repercusiones mencionadas. Esto puede advertirse a continuación.

Inflación al Consumidor en Colombia (IPC) e Inflación de los principales productos de la canasta (1998-2002)

Año IPC IPC- Alimentos IPC- Vestuario IPC Vivienda IPC - Misceláneo
1998 16,7 % 15,7% 7.8% 16,6% 19,7%
2000 8,8% 7,4% 3,6% 4,9% 13,9%
2002 7% 10,9% 0,7% 4,1% 7%
Doce meses a abril de 2003 7,85% 10,71% 1,07% 5,71%

Desde 2002 se veía venir la tendencia que ahora se expresa con claridad. La dependencia de una baja inflación como resultado de importaciones baratas de alimentos empieza a hacer agua. Solamente el vestuario que tiene un alto componente importado de China y ni siquiera el costo de la vivienda que había caído por la recesión en ese sector mantiene vivas las esperanzas de los aperturistas, quienes como dijo Joseph Stiglitz saben que el objetivo único de baja inflación sirve más a los tenedores de bonos de deuda que al empleo. Lo anterior se corrobora cuando los correctivos adoptados por el Banco de la República para la devaluación y la inflación actuales son los mismos que prepararon las condiciones macroeconómicas para la crisis de 1999: vender dólares de las reservas y subir las tasas de interés. Ni siquiera pensar en una oportunidad a los productores nacionales como los de maíz tradicional, de economía campesina, quienes redujeron el área de siembra en casi 300.000 hectáreas entre 1991 y 2001. Se sigue empeñado en una política de peor el remedio que la enfermedad, así es cuando la especulación prima sobre la producción.

Pereira, mayo 13 de 2003